Partida Rol por web

Delderius y Deseo vieron como una Ay'ena decapitaba de un certero golpe a Juan de Alvarado. La distracción hizo que las Ay'enas pudiesen impactar a los gladiadores restantes, aunque Delderius acabó con otra de ellas.

Ahora tenían más sitio, al menos. Si pudiesen aguantar un poco más...

Salvaje. Esta era la palabra que acudía a la cabeza de Deseo. La lucha era sangrienta, siempre, tanto en batalla como en el Coliseo. Pero la lucha contra estas bestias, esas canallas era justamente eso: salvaje.

Juan cayó, decapitado por una de esas hachas herrumbrosas, melladas. Deseo se estremeció. Ella misma estaba cosida a cortes, mordeduras y heridas, y el griterío agudo no cesaba, parecía crecer a pesar de que las alimañas disminuían en número.

Asqueada, arremetió de nuevo, intentando no pensar...

Delderius lanzó dos poderosos golpes a las "canallas". Juan yacía en el suelo, decapitado. El elfo arrugó su ceño, y trató de cerrar posición junto a Deseo.

- Aun podemos ganar - dijo con convicción. Los golpes caían sobre la pareja de gladiadores, que sin embargo no cesaban en su empeño. Un nuevo golpe de hacha hizo un profundo corte en la pierna sana de Deseo, mientras que su brazo herido no podía evitar que nuevos daños se sumaran a su torso.

Sin embargo no todo fue malo en el asalto. Moviéndose con precisión de carnicero, Delderius mató a otra de las canallas.

- Trece - susurró con una sonrisa.- Ve contándolas, Deseo. Eso ayuda. Y recuerda; tú matas bien

Cada vez había menos.

Pero no eran menos peligrosas.

Delderius lo intentaba... pero salvo un milagro, no sobreviviría a este asalto. Las heridas en su brazo izquierdo le impedían bloquear de forma efectiva los ataques que las "canallas" le dirigían a esa zona de su cuerpo...

El cuerpo sin vida de Delderius cayó al suelo, destrozado a manos de aquellas malditas cosas, que también hirieron de gravedad a Deseo.

Al menos pronto dejaría de escuchar aquella terrible risa.

Juan había muerto, como un hidalgo caballero. Y Delderius cayó como un plomo, aunque sin perder su elegancia, la estilizada armonía de sus movimientos, incluso en el instante fatal.

Aullando, Deseo se revolvió, sangrando por cada uno de sus poros. Gotas de sangra salían despedidas de cada pliegue, de cada músculo, de cada mínimo espacio de piel. Giraba su Guadaña a su alrededor de un modo que parecía imposible, dadas sus heridas. La pierna inmóvil, casi seccionada, le impedía moverse del sitio en el que se encontraba, pero su furia era tal, que la hoja de acero volaba abarcando un círculo increíble.

Iba a morir, junto a ellos, con ellos. Pero no sin luchar, no sin dar lo mejor de sí misma.

-AAAAAGHHH!!!!

Uno de ellos cayó, con la cabeza cercenada. Salió disparada, rebotando y dejando un rastro hediondo tras ella.

Y luego, los demás cerraron el círculo, arrastrándola en una espiral de garras, dientes y hojas, hundiéndola en una negrura que, poco a poco, la alejó de sus chillidos...