Partida Rol por web

Se complicó. Sin quererlo, sin buscarlo ninguno de los dos Gladiadores, que se respetaban mutuamente tanto como para ofrecerse un combate reñido, la perfección del manejo de sus armas les llevó a un final vertiginoso.

Un final que dejó sin aliento a la masa expectante de las gradas, que se quedó muda por unos instantes.

Las hojas de la espada y la guadaña volaron, una y otra cortaron el aire silbando, trazando arcos de plata en el aire, arcos de muerte rauda. La espada de Juan Bautista se alzó desde su costado, en un movimiento fluido, como si el espadachín la desenvainara para atestar un solo golpe en un duelo casi místico, un giro de muñeca, un ligero desplazamiento del cuerpo siguiendo la trayectoria.

Y se encontró con que la guadaña de Deseo ya estaba hendiendo el espacio, cruzando la distancia hasta el cuello del guerrero. Cayó su cabeza, pero la mujer sabía que no era una victoria suya. Era una carcajada de la suerte...

-He ganado. Pero no has perdido, compañero. No has perdido...

El pequeño de las cadenas asomó nuevamente la cabeza en el espacio de la bella gladiadora de la guadaña. Nuevamente lo enviaban a ese lugar pese a que la mortal combinación de fuerza y precisión de la gladiadora lo habían derrotado una y otra vez.

Sin embargo Renato era optimista. peligrosamente optimista cuando se acercó y comentó como al pasar - Dicen los elfos oscuros que estoy listo para vencerte. Espero que tengan razón... pero sino será un placer sentir el filo de tu hoja en mi cuello -

Con una sonrisa radiante, el hombrecillo comenzó a sacudir sus cadenas y esperó la reacción de la pelirroja.

-¡Jajajaja! Me alegro de que vengas de tan buen humor, Renato! Sabes, últimamente tengo muy pocas ocasiones en las que me ria. Gracias por hacerme soltar esa carcajada...

Deseo siguió sonriente, los ojos ligeramente afinados, mientras se empezaba a preparar para iniciar el combate. Estiró los músculos, y empezó a manipular la Guadaña, sin dejar de mirar las temibles cadenas de su oponente.

-Supongo que sientes a tu alrededor el peso de todo lo que está ocurriendo. Estoy muy preocupada, ¿sabes? ¿qué piensas al respecto, guerrero...?

- Pues... tu te ríes y yo sangro - contestó el pícaro sin perder la sonrisa pese al aparatoso tajo que la guadaña trazó en su pecho - Espero que esto cambie en algún momento. Sino demostraríamos que esos elfos, como de costumbre, están equivocados -

El pequeño de las cadenas volvió a moverse, buscando que sus armas impactaran, por lo menos una vez en el cuerpo de la gladiadora mientras intentaba distraerla con sus palabras para poder derribarla y proceder al destrozo que era capaz de hacer contra quienes estaban en el piso - A mi alrededor? No lo se, solo me dijeron que me buscaban, pero al final no me encontraron... aunque no lo entiendo, si yo siempre estuve aquí -

Las cadenas silbaron entre los gladiadores mientras, curioso, Renato preguntaba - Entonces... que es lo que está pasando? -

-Qué está pasando...? Sinceramente, no lo sé con seguridad. Por eso pregunto. Pero los Oscuros están divididos...

Deseo habla entre susurros. No quiere que nadie más que Renato escuche lo que dice.

-...algunos no son lo que parecen. Realmente quieren evitar el conflicto entre nuestras razas, que va creciendo día a día. Y hay poderes enormes... desconocidos para mi. Poderes tenebrosos que amenazan no solo la Ciudad... sino el Mundo entero...

La lucha debe continuar, y la mujer se separa de nuevo, Renato está malherido, y el peso de sus cadenas ha de representarle un auténtico esfuerzo. Sin embargo, nada lo hace pensar, no manifiesta vacilación ninguna, y las maneja con tal fuerza que Deseo calla y parpadea, centrándose. No puede distraerse, no con este peligroso hombrecillo... nunca la apariencia ha engañado a la pelirroja. No, no se juzga a alguien por su aspecto, sino por sus actos. Y Renato es un valiente.

Cruza con él una rápida mirada, justo cuando se da cuenta de que va a dirigir un veloz golpe hacia su vientre. Se mueve, escabulléndose, y al mismo tiempo voltea su enorme arma, con toda la fuerza de que es capaz. No está herida, esa fuerza es mucha, a pesar, también en su caso, de su aspecto...

La Guadaña vuela, y lo hace con una velocidad de vértigo. A penas puede seguirse el giro de la hoja en el momento en que los dos luchadores cruzan sus miradas. Un segundo. Una muda conversación. Una sonrisa, cálida, sin rencor, Renato. Y de nuevo... una muerte...

En estos tiempos de locura... un poco de ejercicio y sano combate quizas nos haria relajarnos y disfrutar.

Con un sencillo gesto la dama oscura movio el latigo sobre la arena...

Deseo... ganarte... jejeje estupido juego de palabras pero divertido...

-Bienhallada, Liu An. Tu broma me parece graciosa, sí, y me alivia ver que estás de buen humor. Verás, quería hablar contigo, precisamente. Hay mucho revuelo en la ciudad, enfrentamientos. Rumores...

Mientras hablaba empezó a mover su guadaña. Tenía que calentar primero, para poder hacerse con soltura con su manejo. Un arma tan grande requería potencia y fuerza. De ambas tenía Deseo, aunque no lo pareciera por su físico.

-Sé, porque ya empiezo a conocerte, que eres alguien equilibrado. Que no caes en prejuicios, como algunos exaltados, o de pensamientos extremos. Quisiera tu opinión al respecto de las actitudes de vosotros, los Oscuros. Y de uno en concreto. ¿Qué opinas de Morkhalee...?

Se había puesto a hablar en tono muy bajo, susurrando. No quería que su conversación llegara a nadie más que a ellas dos...

La daga de Liu milagrosamente logro desvia la guadaña...

No la conozco y no he tratado con ella nunca... pero de las revueltas algo he oido y me gustaria saber quien hay detras de todo esto... tanto oscuro como humano... nada se empieza si no hay un interes detras....

-También a mi me gustaría saberlo. Lo que sí sé es que los elfos estáis divididos. Algunos ayudáis a las demás razas, o por lo menos las toleráis para mejorar la convivencia, pero otros están dispuestos a diezmarlas. A estos es a los que algunos esclavos y hombres libres empiezan a enfrentarse...

Hablar y luchar es una combinación peligrosa. Deseo lo sabía, pero tenía pocas oportunidades para cambiar impresiones, y Liu era la Oscura más neutral que conocía.

Por ello seguía preguntando, preocupada por lo que ocurría más allá del coso. Pero una distracción era fatal. Y Liu An no perdonaría. Tampoco ella.

Revueltas siempre ha habido y esclavos que han deseado escapar... pues mas todavía. Es la condición humana. EL problema es porque ahora y ¿para que?.

El brazo yacía en el suelo convulsionante y mi vista se empaño de rojo... apretando los dientes siguo el combate era la única manera de hablar con ella sin que las mirasen con desprecio... con los dientes fuertemente apretados siguio el combate y hablando en susurro...

¿porque preguntas por la hechicera?

Cotro intercambio de golpes y la brutal arma de la peliroja abrio un feo tajo en la barriga de la cortesana