Partida Rol por web

DUELO PARA DELDERIUS, ARENA LIBRE PARA NUEVOS DUELOS

No me terminaba de acostumbrar a aquello…En los dos últimos combates había recibido un serio correctivo. Comprobé en mis propias carnes, con dolor, sangre e ira, lo que aquellos luchadores eran capaces de hacer…por dinero, por placer, por sobrevivir…

Los siervos de Morkhalee me habían resucitado de nuevo…al parecer estaba entreteniendo al público. Las nauseas acudieron de nuevo, arrancando de mi vientre la escasa comida que mi cuerpo permitía alojar en su interior.

Sin tiempo para el descanso, para recuperar la fuerza en mis piernas, fui llamado otra vez a la arena. Por un momento, estuve a punto de salir de aquel edificio a la carrera, llevándome por delante a todo aquel que me saliera al encuentro para detenerme…Pero fue momentáneo, tras inspirar profundamente, sondeé el fondo de mí mente, hallé el motivo por el cual me encontraba en aquella ciudad infernal…y me así a él, en mi desesperación, para salir de nuevo a aquella arena.

Flexioné mis agotadas extremidades, procurando que la sangre volviera a ellas, restaurando su circulación, y así al menos poder tener una oportunidad contra mi nuevo oponente.

Dirigí mis pasos a la arena, recordando durante todo el camino, la razón por la cual me encontraba allí, entre almas tan despreciables como la mía. El camino se estaba acabando…cosa que ansiaba y a la vez temía…

Esperé en la arena a mi rival, y tras unos minutos, una figura emergió por la puerta de entrada, como quien sale de entre las puertas del infierno. En su mano derecha portaba una lanza, que comenzó a girar con indudable destreza, pasándola de una mano a otra, rasgando el aire, hasta que de repente se detuvo. Extremo clavado en la arena, y la punta dirigida al cielo…

Desde luego, aquel combate iba a resultar complicado…, siempre ocurría cuando el rival era un…Hakhim…

Con las dagas cruzadas en mi pecho, incline la cabeza a modo de saludo. Mi mirada se poso en la suya, manteniéndose ya un combate de espíritus….sin palabras, sin armas, tan sólo mentes en confrontación.

La lucha ha comenzado…Dije mientras flexionaba las rodillas y me colocaba en posición defensiva. Es el momento de verter la sangre de los condenados…

Me encamine con paso firme hacia la atrayente luz como tantas otras veces había hecho... el oscuro y húmedo pozo me envolvía en el resonar de mis propios pasos... oscuro pozo que conducía a la anhelada arena, no ésta si no otra.

La estridentes voces, enmudecidas por el eco de mis pasos, fueron comiendo terreno a éste a medida que me aproximaba más y más a la cegadora salida... estridentes abucheos e insultos aclamados contra mi o contra mi desconocido adversario, quizás a ambos... aquello acentuó mi perenne sonrisa... pronto lo descubriría... mis dilatados pozos negro se afilaron con la creciente luz...

Impulsado por el apremio de mi voluntad, aceleré el paso... al trote... a la carrera... yo era viento... viento que resuena en la oscura garganta obligada a vomitarme... la rampa ascendente... la luz me ciega... yo les cegaré a ellos..
Emergí de las sombras con un poderoso salto con la obediente lanza a una mano... escapando del abrazo de éstas... que recelosas parecieron acompañar a mi negro cabello... a mis negros ojos... sombra emergiendo de sombras... viento... aliento...

Aterricé a varios metros de distancia... con la cariñosa lanza, a una mano, acariciando mi costado... abrazada entre éste y mi recio brazo... lamiendo mi espalda con el filo proyectado hacia la arena... siguiendo la inclinada linea trazada por mi cuerpo... cuerpo inclinado hacia delante... un pie por delante del otro con las rodillas flexionadas amortiguando el enérgico salto... un poco más y mi mano abrazó un puñado de aquella arena... los negros cabellos, negros como la noche, velaban mi rostro... rostro centrado en la arena... en mi puño... apague mi mundo...

El graderío silenció completamente... expectante... mi perenne sonrisa se acentuó bajo el velo azabache... velo impenetrable.

Sentí, mientras me incorporaba lentamente, al rey sol bañar con su calidez mi cuerpo... dando la bienvenida a uno de sus hijos y a la suave brisa mecer mis cabellos... mis trenzas como una cariñosa amante... apartándolos de mi cara. Aproximé el arenoso universo a mis sentidos, mientras este discurría entre mis dedos, para embriagarme de sus esencia... esencia de madre.

Tras ese agradecido momento de paz las insaciable gargantas comenzaron a proclamar su cantinela de sangre...

Iluminé mi mundo a la vez que liberaba el universo en mi mano para descubrir a mi nuevo oponente ante mi, esperándome con su filo cruzado en el echo... mi perenne sonrisa se acentuó de nuevo y pude sentir el ardiente fuego interior asomar a traves de mis negras ventanas... mi insaciable y siempre atenta alma... No lo haría esperar...

Avancé hacia él enarbolando la obediente lanza... desperezando mis brazos... engrasando mis movimientos... sonriente... siempre sonriente...

Detuve el baile repentínamente una vez me hallé ante él, y me sorprendió su gesto... similar al empleado por los de mi casta. Mi sonrisa se acentuó aun más... -. Veo que te has enfrentado con la Sierva del Profeta... veo que sabes reconocer bien nuestra sangre...- Ambas miradas enfrentadas... una de ellas oculta bajo las sombra proyectada por una capucha. Le devolví el gesto... inclinando la cabeza... nunca la mirada. -. Respondo al nombre de Kiurbu....- Su delgado cuerpo no engañaría a mi instinto... muchos otros se habían refugiado en la aparente debilidad. Además parecía sentirse más agusto entre sombras... amigo de las sombras. -. Podéis tener certeza de mis palabras cuando os asevero que no os deseo ningún mal, hijo de la sombra.- Sentí como analizaba mis movimientos... estudiándolos buscando mis flaquezas... yo había hecho lo propio.

Cita:

Hijo de las sombras... y acostumbrado a pocas palabras...

-. Sea...-

Me abalancé con la obediente lanza presta, amagué un ataque a su pierna obligándole a moverse al lugar exacto que esperaba... un giro de mi cuerpo... torbellino del desierto... el trazo firme de mi lanza le bloqueó el paso... apareciéndo en su trayectoria evasiva... penentrando en su desprotegido costado... aferrando su torso por el costillar que con nuevo esfuerzo derrumbé dolorosamente contra la arena...

Dispuesto a rematarle, me detuve al ver su sonriente rostro... el rostro de aquel que acecha en la sombras a sabiendas de que su confiada víctima se encamina por la senda equivocada. Retrocedí un par de pasos esperando ver su dispuesto filo centellear al aire...

El baile comenzó, el atronador ruido que salía de aquellas oscuras gargantas, se apagó lentamente, hasta que se pudo escuchar el susurro del viento que azotaba nuestros rostros…

Se acercó a mí a gran velocidad, describiendo su lanza numerosos giros y cambios de sentido…mis pies se afianzaban en el suelo, mientras una vez tras otra lograba esquivar sus ataques, aunque por otro lado sus envites no me permitían lanzar los míos. Pero aquel ritmo tarde o temprano tendría que acabar, sólo esperaba que se cansara antes que yo…pero no fue así, su lanza rasgo mi pecho, y aprovechando mi inestabilidad realizo una maniobra que acabó lanzándome por los aires y cayendo contra el suelo con el sonoro crujido de mis huesos.

Mis músculos no se habían recuperado del todo, de los últimos combates, pero no estaba dispuesto a ponérselo tan fácil…de nuevo recordé porqué estaba en aquella maldita arena, recordé que el fin estaba cerca y lograría el ansiado descanso…y de nuevo apareció, imagen de hermosura y fuerza, luz en la oscuridad…se acercó a mi llenando el vacío de mi alma…comunión de espíritus…

Renovado por dentro, impelido por una fuerza inexplicable, abrí los ojos, observé como los rayos del sol caían sobre aquella piel morena tan característica de los suyos. Mis ojos directamente contra los suyos…espíritus unidos que daban fuerza a mi mirada…

Por un momento se detuvo, estaba en el suelo a su merced, pero se detuvo…dándome el tiempo suficiente para reaccionar…atacó de nuevo aunque con precaución, rodé por el suelo esquivando sus ataques, la lanza pasó a escasos centímetros de su objetivo…me alejé lo suficiente y me incorporé a escasos metros de él, dispuesto de nuevo…espíritus unidos, alma recuperada de nuevo…dagas cruzadas en el pecho…

Su filo no llegó y me arrojé con el mio presto... demasiado lento para sus rápidos movimientos evasivos... acuchillando la arena huérfana de su presencia. Su audaz maniobra no sólo me había engañado completamente si no que le había permitida ganar el tiempo preciso para evitar mi letal ataque.

Mi sonrisa se acentuó reconociendo la habilidad exhibida de mi oponente... tan sólo un instante porque, raudo, se incorporó de la arena de un acrobático salto y se abalanzó sobre mi con enorme ferocidaz.

Desprotegido, con la obediente lanza aun clavada sobre la arena, no llegué a tiempo para evitar el mortal e inesperado embite de su acero... acero que mordió carne... acero que sesgo piel... arriba y bajo... derramando mi cálida sangre...

Las insaciables gargantas aullaron de placer...

Aturdido por el dolor, retrocedí un par de pasos mientras mi confundido mundo se teñía de mi propia sangre... rojo carmesí ahogando mis labios... bañándolo todo... empapándolo...

Lancé varios golpes a ciegas para amilanar sus intenciones... liberarme de su presa... me tenía, ambos lo sabíamos... pero no me rendiría con facilidad... nunca.

Aprete los dientes reteniendo el dolor que amenaza con atenazar mi cuerpo...

Tras incorporarme, inicié un impulsivo ataque contra mi rival, movimientos perfectos, ajustados al máximo, precisos…comunión de espíritus que me llevaba más allá de mis posibilidades…

Los movimientos vinieron a mi cabeza, y mi cuerpo obedeció a mi ofuscada mente…recuerdos se mezclaban con la realidad…atravesando mi alma, clavándose en el corazón…

La etérea presencia me guió en el baile, en la danza mortal que estábamos a punto de llevar a cabo…en el anterior envite le había causado verdadero daño, pero en sus ojos, en sus oscuros rasgos descubrí el valor, el coraje del que todo ha perdido, del que ya nada tiene y poco le importa…atacó con orgullo pese al dolor que sin duda alguna recorría su cuerpo…

El sol bañaba nuestros cuerpos, el viento soplaba esperanza, y las oscuras gargantas sedientas de sangre gruñían al aire pidiendo muerte…Nada sabían aquellos oscuros seres del alma del guerrero, de lo que suponía dar muerte a otro, no por placer sino por obligación, por venganza…

Los cuerpos se acercaron, trato de defenderse con su lanza, impedir que me acercara lo suficiente para realizar un ataque que produjera verdadero daño…hacía tiempo, que un enemigo no me tomaba tan en serio desde un principio, que no me infravaloraba por las apariencias…desde luego tenía que ser un hakhim, viento del desierto el que lo hiciera…

Pero, pese a todo, había llegado el momento, se debía cumplir el destino, seguir mi camino…atravesé sus defensas, echando a un lado su lanza con una de mis dagas, mientras la otra era dirigida hacia su garganta, hacia la muerte rápida que merecía un luchador como él…y estaba dispuesto a dársela.

Soy Hugo, mensajero de la muerte…mi alma está ya condenada, tan sólo me queda cumplir mi destino y el tuyo…Rasgue la piel de su garganta, en un movimiento rápido y seco. Sus piernas cedieron, y su cuerpo poco a poco fue cayendo, para poco después besar el suelo.

El fervor de los espectadores, el placer de sus voces, me hicieron sentir vacío… de nuevo había entregado el mensaje de la muerte, no me sentía orgulloso, pero al menos había sido un combate justo…Me giré hacia el cuerpo del caído, dagas cruzadas en el pecho, alma desgarrada, espíritus en paz, y me incliné en señal de respeto. Era el momento de abandonar la arena, de renovar fuerzas, pues habría más combates y debía estar preparado…

Ricardo entró en la arena, le tocaba pelear contra un tal Hugo, uno de los nuevos. Según le habían informado tenía una tecnica similar a la de Anat, y era muy habil. Muy preciso.

Cuando llegaron al centro se estuvieron observando durante unos instantes.

Saludos, mi nombre es Ricardo pr fin nos conocemos

Al poco empezaron a moverse, estudiando sus movimientos. Parecía que ninguno quería dar el primer paso.

A la mierda, el que golpea primero golpea 2 veces

Dicho y hecho los puñales de Ricardo volaron buscando el corazón de su rival. Hugo fue rápido y esquivo una estocada mortal, pero aún así las armas del norteño mordieron el pecho de la sombra.

La pelea continuaba, Ricardo trataba mantener su ventaja y esperando un contrataque peligroso deció preprararse para defenderse.
Sus puñales se cruzaron mientras esperaba el ataque, pero preparados para morder en caso de que tuviesen la oportunidad.

En el centro lo esperaba, sabía que mi rival era Ricardo...nunca lo había visto en persona, pero por los rumores que había escuchado, aquel hombre era peligroso y se defendía realmente bien...

Cita:

Hugo es mi nombre, por La Sombra me conocen...preferiría que nos hubiéramos encontrado en otra situación, pero el destino ha querido que nos enfrentemos...

Esperé a que el tomara la iniciativa, seguro de que podría esquivarlo...pero demostro que él también era muy rápido, y tras el primer envite, sobre mi pecho una delgada línea de sangre mostraba la profunda herida en mi pecho...

Acto seguido se colocó en una clara posición defensiva, creí que había encontrado un hueco en su defensa...pero no fue así...Retrocedí incrédulo, pues aquel ataque habría acabado con cualquiera...como lo había logrado???

Impresonante...no sólo atacas bien, sino que te defiendes mucho mejor...

Ricardo quedó sorprendido por el fiero ataque.

Sabia que era bueno, pero no tanto. Tengo que tener mucho cuidado.

Gracias, ha sido un ataque ejemplar, la otra única persona del coliseo que se hubiese podido salvar de ese ataque es Parnassus, y aun así habría quedado malherido.
Desde luego haces honor a tu reputación, Sombra.