Partida Rol por web

Evidentemente el norteño estaba distraido, dado que si bien su demostración de habilidad fue tan perfcta como siempre, al momento de empezar el combate se distrajo lo suficiente como para que una de las cadenas del pequeño pícaro le atravesara el pecho, trazando un rojiza raya que cortó su carne con las filosas puntas de su arma

- Si prefieres combatir en silencio... lo respeto - añadió el cadenero mientras volvía a probar suerte con sus armas. Esta vez ambas se movieron con celeridad. Una para acompañar al golpe anterior y la otra en dirección al brazo derecho del norteño. probablemnete solo una, o ninguna, conseguiría impactar, pero lo que estaba claro era que Renato se sentía seguro de su habilidad.

;-)

Ricardo había asentido a la propuesta de entrenamiento de Renato. Siempre venía bien un poco de entrenamiento. Pero se quedó muy callado y pensativo cuando Renato le habló de la isla. Apenas pudo reaccionar al cadenazo en el pecho que recibió.

¿La Isla has dicho? ¿Estas seguro? ¿Donde has oido eso?

No. Ahora no. No en estos momentos.

El norteño estaba visiblemente preocupado. Y se notaba en su forma de pelear.
Amagó un ataque al brazo, para despues golpear el pecho de Renato, pero no logró retirar su brazo lo suficientemente rápido para que el joven no le golpeara.

Ricardo seguía dandole vueltas a su cabeza al tema de la isla. No estaba prestando mucha atención al combate, por suerte era de entrenamiento, no en la arena.

A pesar de todo se dispuso a defenderse de Renato y cruzó sus puñales.

Si lo que dicen de la isla es cierto, ahí no revives. Si mueres, mueres de verdad. No se cómo, pero he de evitar que Deseo vaya.

El norteño seguía callado y pensativo, por lo que Renato continuó su baile mortal e hizo girar sus cadenas una y otra vez. Los puñales evitaron un primer golpe al ya lastimado pecho de Ricardo, pero un par de giros más, hirieron una de sus piernas y consiguieron desequilibrar, aunque sea en parte, al guerrero de las dagas

- Pues... no lo se. Solo se que se comenta en los pasillos del circo - contestó Renato, distrayéndose lo suficiente como para que uno de los puñales del norteño volviera a clavarse en su abdomen.

Encajando el golpe... y el dolor asociado, el pequeño de las cadenas volvió a moverse, girando sobre si mismo y dirigiendo sus cadenas hacia el cuerpo del norteño. Una hacia el brazo en que empuñaba una daga... el otro hacia la pierna que ya había herido, intentando volver a desequilibrarlo.

- Acaso tu tienes detalles? Solo oí esas palabras, pero realmente no se de que se trata - volvió a preguntar, esperando distrar a su contrincante - Acaso es solo un cambio de escenario? O hay algo más? -

He oido rumores sobre esa isla. Pero si lo que dicen es cierto, es un lugar muy peligroso. No es una arena normal. Allí si mueres, no te resucitan.

Renato movia las cadenas defensivamente, pero a Ricardo ya se le había pasado la turbación y volvía a estar centrado en la pelea. Con un habil movimiento desarmó al joven y luego remató la faena con otro golpe al pecho. Golpe que detuvo en el último momento.

Más nos vale ir entrenando todo lo posible. Y evitarnos las muertes innecesarías. Ya tendremos tiempo en la isla.

Delderius entró en la arena de Ricardo. Llevaba dos días escuchando que el gladiador norteño ardía en deseos de combatir contra él. Y por supuesto estaba deseando hacerlo.

Delderius sabía que Ricardo estaría furioso con él. Eso le divertía bastante. Sobre todo porque su comportamiento con Deseo, la amada actual de Ricardo (ese norteño se enamoraba de cualquiera que llevara faldas con una ingenuidad verdaderamente de admirable inconsciencia), había sido, para sus estándares, impecable. Delderius la consideraba una auténtica guerrera, y una asesina. Y eso era importante para él.

Sofocó una sonrisa sardónica. Ricardo en el fondo era un inconsciente. Su odio por su pueblo solo existía mientras no perjudicara cualquiera de sus instintos. Si fuera mínimamente consecuente, odiaría a Deseo, por cooperar con la Dama Hechicera y Dueña del Coliseo... pero claro. Ricardo llamaba enamorarse a pensar mas en los pechos de la mujer amada que en cualquier otra cosa.

Delderius entró en la arena. Prometía ser divertido. Aunque estaba seguro que si perdía Ricardo ofendería todo lo posible su cadáver. Se preguntó a qué extremo de depravación llegaría esta vez. También se preguntó si Deseo vería el combate.

Sí, esto iba a ser divertido.

Entró en la arena del norteño. Sonrió

- Se dice que me buscas, azote de toda mujer con faldas. Cuentame lo que te inquieta - dijo con total ironía mientras avanzaba, elegante, perverso, hacia su viejo enemigo

Ricardo estaba en la arena esperando a Delderius, le había costado pero al final había logrado coincidir en una pelea contra el elfo oscuro.

No estaba del todo seguro de porque quería pelear contra él.
El combate que tuvo despues de la muerte de Adrian fue por su pueblo. Necesitaban hacer algo contra los oscuros, y al no poder desquitarse con ellos sin temor a represalías, recaia en Ricardo la responsabilidad de hacerlo. Al ser un gladiador tenía posibilidades de luchar contra ellos. Además en aquel combate ya se notaba un cambio en su actitud, pese a su odio contra la raza de los elfos, no se dejó llevar con él y mantuvo la calam y la cabeza fría.

Pero ahora era diferente. Estaba aquí por la pelea entre Deseo y Delderius.
No es que la guerrera necesitara que la protegieran, ni mucho menos. Ni ella lo permitiría. Pero no le había gustado como había acabo el combate, con el ensañamiento del oscuro cortandole la cabeza. Había posibilidades de que no la hubiesen podido resucitar. Y eso era lo que le daba miedo a Ricardo.

No era odio lo que sentia por Delderius, era miedo por Deseo. Y tenía que quitarse ese miedo.

Buenas Delderius. Supongo que has escuchado los rumores sobre la isla.

Mientras saludaba cortesmente, Ricardo blandió sus puñales y jugueteó con ellos mientras se preparaba mentalmente para la lucha, pero no era nada que el elfo oscuro no hubiese visto ya y no le impresionó lo más mínimo.

Delderius enarcó una ceja ante la pregunta, casi cortés, del norteño. En realidad esperaba la habitual retahila de insultos. Sobre todo después de lo que le habían dicho sobre las ganas del norteño de pelear contra él

Veremos , pensó

- Sí, Ricardo. Escuché los rumores. Supongo que ambos iremos allí. Por cierto, ¿a qué tanto interés en pelear conmigo? No es que no quiera que combatamos, pero me llama la atención

Se abrió paso entre la gente, en el Palco Principal, el de la Joya del Coliseo. Estaba atestado con lo mejor de la nobleza de la Ciudad, e invitados de otras ciudades.

Y presidido por la Dama Morkhalee.

Deseo avanzó como una diosa pelirroja. Sin su Guadaña, vestida con un atuendo de una seda increiblemente fina, de un blanco impoluto y bordada con hilo de oro, y una cinta dorada en su pelo. Se colocó junto a la Elfa, y antes de sentarse, envió una sonrisa a Delderius. Luego se puso seria, erguida, y ante todo el mundo, esbozó un beso que envió con la mano izquierda a Ricardo. La derecha la llevó a su corazón...

Mucho debían estar cambiado las cosas. Una humana junto a la Oscura. Y saludando con un significado indiscutible al líder de los Norteños...

Ricardo no solía prestar atención al público, nisiquiera al palco de la dama Morkhalee. Pero esta vez algo llamó la atención del norteño. Un destello rojo le hizo fijar su vista, y allí la vió. Vestida con un vestido blanco claramente en contraste con su melena. Deseo, más hermosa de lo que la había visto nunca, aunque se le hacía raro verla sin su guadaña.

Disculpa un momento Delderius.

Ricardo se acercó un poco al palco y realizó una reverencia sin perder la mirada en ningún momento de Deseo. Cuando esta le lanzó un beso y se llevó la mano al corazón, al norteño se le amplió la sonrisa. Su mano derecha se dirigió al corazón imitando el gesto de ella. Luego volvió con el elfo oscuro que le esperaba.

Perdón por la interrupción. Se que ha sido descortés por mi parte, pero tenía que saludar. Seguramente no lo entenderás, pero me da lo mismo.

Cita:

No se por qué. Al fin y al cabo esto es una arena y lo normal es que peleemos.
Pero tienes razón, quería pelear contigo. Si no te importa no gastaré saliba en explicar algo que no vas a entender. Peleemos y punto. Que al fin y al cabo es lo que quiere tu público.

Sin más preambulos el combate empezó. El elfo oscuro se atacó con sus kukris, dispuesto a cortarle el brazo a Ricardo. A pesar del magnifico golpe, el norteño detuvo sin problemas cruzando sus puñales. Los dos gladiadores se quedaron enzarzados por unos instantes mirandose a los ojos. Si Delderius esperaba encontrar odio en su mirada, se llevó una sorpresa. Pues si alguna emoción podía entreverse era el miedo.

Humano y elfo se destrabaron. Poco a poco fueron moviendose lateralmente. Estudiandose. Buscando un hueco en la guardia del otro.

- Hay muchas cosas que ignoras, norteño. Nunca he sentido un especial odio por ti. Y sigo sin sentirlo. Mas bien... curiosidad. Pero sí. Claro que entiendo que hagas estupideces por una hembra. Lo único que deploro es tu manía de llamar amor a lo que no deja de ser pasión animal. Pero en fin... cada cual se busca sus excusas. Y no puedo pretender que las tuyas sean especialmente sagaces. - Delderius sonrió y se movió con rapidez, el movimiento de Ricardo le descompensó un segundo, y Delderius vio como su adversario cogía una buena posición, en su lateral izquierdo. Eso le podía dar graves problemas en el siguiente movimiento de Ricardo... pero nada se podía hacer ya.

Al tener a Ricardo en esa posición el golpe al torso solo hubiera sido un arañazo, con lo que Delderius usó la mano contraria, para golpear ambos brazos del norteño, haciéndole dos largas heridas, una en cada brazo.

Ambos rivales nuevamente se miraron.

Y volvieron a la carga

Nuevamente Delderius lanzó una rápida estocada, esta vez dirigida a la pierna de su rival, mientras observaba los movimientos de este.

Ricardo ni se molestó en replicar al elfo. No se entendían, nunca lo harían. Y además, a ninguno de los dos le importaba.
En su lugar se concentró en el combate. No iva demasiado bien. El elfo oscuro era demasiado rápido, y cada tajo una agonía.
A pesar de haberle ganado la posición, Delderius se las arreglo para cortarle los tendones del brazo y del talón izquierdos. De un sólo ataque le había dejado sin mobilidad y sin un arma. Aun así Ricardo se las arregló para hacerle un ligero corte en el pecho.

La herida de Delderius parecía una caricia en comparación con todas las que tenía Ricardo encima. Un brazo inerte y el otro que apenas podía levantar, una pierna destrozada, un tajo en el pecho. Aun así el norteño no había caido en su antigua furia. Desafiante sí. Haste el fín como siempre.

Hubo un breve inercambio de golpes donde ambos volvierona juntarse, momento que Ricardo aprovechó para sincerarse con Delderius.

Estamos en una arena de lucha, con lo cual no hay más opción que muera uno de los combatientes. No me importa.
Pero como vuelvas a ensañarte con el cadaver de Deseo. Te juro por mis dioses que si lograran resucitarte el coste sería tan caro que incluso la bruja Morkhalee se lo pensaría antes de hacerlo.

Otra vez se separaron.

No puedo con él. Es mejor que yo. Al final ese bastardo es demasiado bueno...

Ricardo alzó la cabeza y miró a Deseo, sentada en el palco de la bruja del coliseo. Y algo se encendió de nuevo en su interior.

No Maldita sea. No pienso dejarlo ir así como así. No pienso rendirme. Tendrá que ganarse esta victoria. Tendrá que sufrirla.

Ricardo avanzó contra el elfo oscuro, se obligó a ignorar el dolor que le provocaba cada paso y saltó contra Delderius con el brazo echado hacía atrás y cojer impulso para el golpe. La mirada fija en los ojos del elfo. Una sonrisa en los labios.

Ganaría o perdería, pero nunca se rendiría.