Partida Rol por web

Morkhalee miró un momento a Deseo, el gesto hacia el líder de los norteños.

Pero, si tenía una opinión al respecto, se la guardó para sí. Y volvió a centrar su atención en el combate.

Deseo parecía una escultura de cera en su asiento. Inmóvil, las facciones endurecidas por la tensión... sus manos se agarraban fuertemente en los brazos del sillón, los nudillos más blancos que la seda de su vestido, de tanto apretar.

Cada nueva herida era un parpadeo apenas. Pero tenía que aguantar... con su presencia, con la demostración de su cariño, estaba dando un discurso. Un discurso público. Para los elfos, para los humanos. Para Morkhalee...

...se inclinó hacia ella, y le susurró algo al oído.

Deseo se inclinó levemente hacia la Dama Oscura, tenía algo que decirle... y algo que preguntarle.

-Mi Señora, él es el hombre al que amo. Como Vos amásteis, así me siento ahora. He venido para deciroslo. Para que lo sepa todo el Coliseo. Pero también porque quiero que sepáis que él está conmigo en nuestra empresa. No habrá lucha entre humanos y elfos, no en Angkortak... ahora... sólo debéis decirme cómo destruir el Orbe... y acabar así con la pesadilla que nos atenaza a todos.

El Orbe no puede ser destruído, Deseo. Y si lo fuese, sería un desastre. Solo sumando su poder al mío tengo una mínima posibilidad de vencer a Lorethien, en la Isla en la que forjé el pacto que me hizo... lo que soy. Debemos localizarlo. Pronto. Queda poco para el torneo. Hablaba mientras miraba a la arena. Pero, tras un momento de reflexión, se volvió hacia Deseo.

No deseo que pases por lo mismo que yo. Solo uno de los gladiadores regresará con vida de la isla, mi niña. O él o tú. Puede que no seas tú quien arrebate su vida, o puede que debas hacerlo. Tomó las manos de Deseo entre las suyas. Hace tiempo aprendí que el destino de los Reinos pesa a veces más que el amor entre un hombre y una mujer. No me gustaría verte sufrir...

Negó con la cabeza.

- ¿Ensañarme? no seas idiota, Ricardo. Dejé su cabeza junto a su cuerpo. A tiempo para que los restauradores le devolvieran toda su belleza y vida sin problemas. No tiré su ojo a la arena. Además, ¿crees que Morkhalee te lo permitiría? No. Lo que pasaría sería que te destruiría en cuanto empezaras. Como a mi si osara privarle de su diversión. Qué niño eres a veces, norteño. Tu amante ha cortado mas cabezas que nadie en el coliseo. La gente quería verle perder la suya. Nada mas.

Y entonces Ricardo atacó. Esa deficiencia en su técnica... Delderius odiaba carecer de una ténica como la de Ricardo, Parnassus o Ormuz. Paraba tan bien como cualquiera de los tres. Pero ante determinados ataques estaba perdido. Y lo sabía. Era algo muy desagradable para él.

El ataque de Ricardo era mortal, y a pesar de que Delderius era rápido, las posibilidades de adelantarse a su golpe eran mínimas. Lo intentó. Pero tal como esperaba no fue suficientemente rápido, y cayó al suelo con la garganta abierta.

El muy cabrón seguía sonriendo.

Devolvió la mirada a Morkhalee. Una mirada triste, pero cargada de decisión.

-No creo que esté el destino escrito, Mi Señora. Y creo firmemente que ha de existir una posibilidad para nosotros dos... ha de haberla.

La potencia del golpe hizo que Ricardo cayese al suelo junto con Delderius. El saltó había sido largo y no tenía suficiente fuerza en la pierna para aguantarse.
Con dificultad logró sentarse mientras observaba al elfo desangrarse. Sonreia a Delderius mientras a este se le escapaba la vida.

Supongo que te estarás preguntando qué voy a hacerte ¿verdad?. No te preocupes. Como ya he dicho Deseo no necesita que cuiden de ella. Se basta y sobra sola. Simplemente quería hacerte una advertencia. Y puedes creer que pienso cumplirla no importa lo que me pase.

Sabes que tu y yo nunca nos entenderemos ni nos llevaremos bien. Nunca. Pero eso no evita que seas uno de los mejores guerreros contra los que he peleado maldito cabrón.

Delderius exaló su último aliento.
Ricardo se levantó lentamente y con una mueca de dolor a cada movimeinto que hacia.
Se encaró al palco y una vez más miró a la mujer que amaba. Con dificultad volvió a llevarse la mano al corazón y le sonrió.
El publico podía creer que estaba saludando a la bruja, pero no le importaba lo más mínimo. Él sabía por quien lo hacia, y Deseo también. El resto no importaba.

Cojeando logró salir de la arena, justo cuando los monjes venían a retirar el cadaver del elfo oscuro.

El pequeño de las cadenas se acercó al norteño, aún dudando sobre lo que le había oido decir antes de morir... hacía solo unas horas - Entonces... dices que en esa isla el quemuere no resucita... simplemente muere. Eso es malo... deberemos practicar aún más para poder sobrevivir -

El pequeño pícaro sacudió sus cadenas y las lanzó con habilidad hacia distintos puntos del cuerpo del norteño - Sobre todo porque creo que no tendremos opción... habrá que ir, dado que oí que cierran el coliseo. Es una lástima. Acá se comía bien - completa con un tono triste, demostrando cual es el motivo por el que permanece en el lugar

Ricardo jugueteaba con sus puñales mientras Renato se le acercó. Tenía algunas dudas y ganas de entrenar. También él necesitaba todo el entrenamiento posible.

Pues no te lo puedo asegurar, pero eso es lo que he oido.

Renato no se andó con chiquitas y sus cadenas volaron hacía la cabeza del norteño. Ricardo detuvo sin problemas la primera andanada, pero no se esperaba un contrataque tan rápido por parte del joven y recibió un cadenazo en el pecho que le dejó sin aire.

- Pues, hemos escuchado lo mismo. Así que... será cuestión de no morirse - completó con un sonrisa, mientras volvía a girar su cuerpo para darle envión a sus cadenas y así buscar el pecho del norteño con ambas armas

- Solo espero que en esa "isla" nos alimenten bien... ganar un par de combates y morirse de hambre... No, no, no sería divertido - continuó con su cháchara mientras observaba la reacción de Ricardo.

Renato, en la vida hay más cosas que una comida caliente y un sitio donde dormir. Puedes aspirar a más. De hecho debes aspirar a más. Tengo confianza en que lo conseguirás.

Envalentonado por el ataque anterior, Renato decidió tratar de derribar a Ricardo. Por fortuna el norteño bloqueó la cadena con su puñal izquierdo, mientras que con el derecho, le devolvia el golpe anterior al pecho.
De no haberlo conseguido se hubiese encontrado en un serio aprieto.

Parecía que la ventaja estaba ahora del lado de Ricardo. Y este aprovecho para atosigar a Renato con una serie de ataques al brazo y al pecho.

Y sí. tienes razón, será cuestión de no morirse. Yo lo por lo menos no tengo ninguna intención de hacerlo. Tengo mucho que hacer todavía.

Renato, Ricardo puede usar su habilidad contra todo personaje que le ataque, es decir, que declare un ataque contra él.

Renato aguanto los golpes como pudo, pero estaba claro que no se sentía vencido. En cuanto vió la oportunidad, con un rápido giro, consiguió que una de sus cadenas golpeara las piernas del norteño que, sin poder evitarlo cayo al piso, golpeándose ambos brazos en la caída

- Lo siento, yo tampoco quiero morir... no por ahora - contestó el pequeño pícaro mientras se preparaba para hacer lo que mejor sabía, golpear con saña a quien estaba en el piso. Quizás no sería lo más heroico, pero era efectivo. Y en la arena contaba más la practicidad que el heroísmo.

Renato había logrado derribar a Ricardo, y ahí era donde la tecnica del joven era mortifera. Las cadenas subían y bajaban, y el norteño sólo podía aguantar mientras se levantaba.

Todavía aturdido por los golpes, Ricardo trató de acertar a Renato en la pierna. Pero el golpe era demasiado evidente y lento. El joven no tendría ningún problema en evitarlo.

Tras aprovechar la situación, golpeando con saña, e hiriendo con ferocidad, Renato, volvió a golpear al norteño, esta vez en uno de sus brazos después de que este consiguiera levantarse. El último golpe fue leve, pero fue el preludio para que con una velocidad inaudíta, incluso para el, consiguiera girar su cuerpo e imprimir a una de sus cadenas una velocidad bestial.

El giro acercó la filos punta de su arma al cuello del norteño a toda velocidad. Si impactaba, probablemente la separaría del resto de su cuerpo. Solo quedaba ver si este conseguía uno de sus espectaculares bloqueos. sino estaría muerto... y muy muerto.