Partida Rol por web

Viendo que poco podían hacer contra los avezados luchadores que portaban armas gemelas, los perros se lanzaron sobre Juan, que luchaba solo con su espada y se vió repentinamente acosado por demasiados oponentes. Parnassus trató de cubrirlo, pero un perro saltó hacia su brazo herido; no sabía si llegaría a tiempo.

Rabia y sangre..

Los aceros, la obsidiana de los escudos, se movían al unisono entregando paz y descanso a aquellos engendros... los cuatro atacando como un solo frente... mientras los animales, torturados en su forma y en su ser más íntimo por aquella bruja, por aquella raza de mal... intentaban avanzar entre aquellos de su jauría muertos... y dudaban... y empezaban a temer... Quizá después de todo no se podía corromper el instinto primario... quizá... después de todo... no se podía llegar a corromper la esencia....

El blanco de la túnica se teñía de mi rojo, del rojo de aquellos perros que uno a uno caían bajo nuestras armas... mezclada con el sudor que me cubría la piel.... que ceñía la túnica y la enredaba en mi cuerpo... que doblegaba el pelo azabache... Me detuve un segundo... sintiéndome vencer por el cansancio, con la respiración ardiente en el pecho que subía y bajaba frenético...

Cita:

El miel de la mirada le enfocó sorprendido... Radiante y efectivo... peligro y amenaza incluso en aquella situación.... incluso desgarrado y atenazado por el dolor... Extraña raza... extraño ser... Y aún así.. tenía razón...

Afiancé las piernas en el suelo... irguiendo el gesto... aferrando las dagas con fuerza..Unas nuevas fauces se abalanzaban sobre mi... un nuevo giro... con los dientes apretados, con el rojo de mis compañeros de arena en las pupilas... Por lo menos... otro perro caería... Que la Diosa me acompañara...

Parnassus finalmente lo consiguiÃ^3 y empujÃ^3 al perro que intentaba rematar a Juan hacia Dederius, que estaba presto para rematarlo. Pero el perro que se dirigÃ-a inexorable hacia Ã(C)l se cerrÃ^3 sobre su brazo herido y comenzÃ^3 a agitarlo con violencia. El hombro sonÃ^3 a roto y el miembro se saliÃ^3 de su lugar, quedando solo sujeto por los mÃosculos. Anat se las arreglÃ^3 para cortarle el cuello antes de que se lo arrancara, y el PaladÃ-n de Obsidiana la mirÃ^3 agradecido, aunque estaba claro que sufrÃ-a. Entre tanto, el elfo oscuro defendÃ-a su vida con denodado estilo. Su caÃ-da habÃ-a llevado su enfrentamiento con los perros a la mÃ!s corta de las distancias, donde Ã(C)l era el amo indiscutible.

Los gladiadores se crecían ante el desafío, pero no podían bajar la guardia. Estaban demasiado cerca como para perder ahora...

Los malditos animales aullan coléricos. Pero yo, no me amedrento y evalúo la situación tratando de ver cual es la mejor de todas las opciones. Y mientras lo hago, puedo ver como mis compañeros, incluso Delderius desde el suelo, se prepararan para seguir combatiendo.

Delderius vio como Parnassus estaba en problemas y lanzó un golpe contra uno de los perros que le asediaban. Desgraciadametne no fue suficiente. Dos de los malditos canes golpearon al valiente humano en el torso, y el gladiador de la casa de onice cayó en una masa sanguinolenta. Delderius atravesó con su ataque el pecho de uno de los perros. A su lado Anat lograba matar a otro, y Juan hacia lo suyo con el que le había tratado de atacar.

Desgraciadamente Parnassus ya no se levantaría

Escasos y desorganizados, los perros ya no suponían una amenaza.

Uno de los nuestros ha caído frente a los colmillos de estas bestias infernales.
En medio de la arena, rodeado por los cadáveres de media docena chuchos sarnosos yace Parnassus sobre un charco de su propia sangre. Y aunque se que los sanadores pondrán remedio a esa situación, yo me adelanto y cargo con mi espada por delante sobre el mas agresivo de los perros que quedan.
Alzo mi espada y la descargo en el preciso instante en que la maldita bestia, se disponía a atacar a Delderius.
Tal es la fuerza de mi golpe, que el animal cae a un lado con la cabeza reventada.

Un infierno a nuestros pies… infierno de animales imposibles desmembrados y muertos… y mis dagas giraban y segaban sus gargantas y sus aullidos… y salpicaban de su sangre infame... Sí… un infierno a nuestros pies… y la esperanza en nuestras manos…

Sentí el sonido del desgarro a mi espalda… sentí el sonido del dolor sin grito que debía torturarle. Y al mirar… Parnassus se debatía con uno de aquellos animales que agitaba su brazo con violencia… casi la punto de desprenderse de su cuerpo… y elevando las dagas al cielo mi cuerpo giro buscando la inercia.. la fuerza.. la diosa… Se arqueó y se contrajo hundiendo el plata en aquel mal para liberarle… demasiado tarde… Apenas una mirada… el leve asentimiento y la sombra de la sonrisa en los labios…Y de nuevo el giro y la sangre salpicada… no hubo tiempo de más…

De nuevo la jauría se abalanzaba sobre nosotros.. y yo… olvidada por un instante por aquellos canes infernales de la Dama elfa, vi con horror como se lanzaban contra ellos… como cayeron sobre él… Hundiendo sus fauces sedientas y ansiosas en su pecho… derribándole en el suelo… devorando ávidos su carne.. su vida… Moalim caía… y corrí con la respiración dolorosa, con el plata de las dagas furioso dibujando filigranas de sangre a su paso… La garganta del animal que le devoraba el pecho rodó a mis pies… y busqué su miel para no encontrarlo… No… Demasiado tarde… Moalim no volvería a levantarse para aquel combate…

Me situé frente a él… protegiendole con mi acero de la voracidad de mal que nos atacaba… con la mirada orgullosa y las dagas goteando de la sangre de aquellos perros... de la mía… que goteaba de mi brazo enmarañándose sobre el acero con aquella otra infame... Los hombros se tensaron… el ámbar se afiló más que el plata…

Venid…

Intenté golpear a otro de los perros, pero en esta ocasión el dolor de mis múltiples heridas impidió que tuviera éxito. En todo caso daba igual. Los ataques de mis camaradas eran mas que suficientes.

El combate sería nuestro

Cofusos y desorientados, los perros gimoteaban, enfrentandose a su fin.