Partida Rol por web

Las calles de Angkortak son ruidosas, bulliciosas. Y llenas de peligro.

Los ocho elfos rodearon a la Sierva. El rostro del joven que parecía el líder se contrajo, molesto. Vas a venir conmigo, perra. Voy a atarte y a enseñarte modales. Serás mi regalo de cumpleaños. Me divertiré mucho contigo. Al final del día, vas a suplicarme que te deje complacerme. Con ello, saca una daga y la mueve amenazadoramente.

Mientras vagabundeas por las calles, no puedes evitar fijarte en una pequeña tienda. Regentada por los Hakhim, parece vender todo tipo de supercherías y talismanes para necios. Nunca has creido en ese tipo de cosas, pero hay algo en su aspecto decadente que llama a tu bestia interior.

Me acerco lentamente a la tienda media derruida para observar todos los amuletillos que poseen de cara al público.

Mis ojos se fijan en lso pequeños detalles de las maderas rotas y remachadas, en las estanterías y en los rudimentarios candelabros que hay con las velas que dan un toque de oscuridad a la tienda.

"¿Qué es? .. ¿qué hay en esta tienda que hace que la sangre me hierva de excitación?"

El olor de la tienda es sorprendentemente refinado, a pesar de lo destartalado de su aspecto. Diversos inciensos se mezclan, dando a cada paso un olor único e indiscernible. En los estantes, diversos tarros con los más curiosos contenidos llaman tu atención.

Detrás de un mostrador, un joven, de unos 15 años, te mira con curiosidad. Por el tono de su piel y su turbante, es obvio que es un Hakhim. ¿Que puedo hacer por usted, señor?

Miro al joven con diferencia, sin bajar la cabeza solo los ojos, me fijo en el color de su piel tostada por el sol y un poco mas oscura por la propia raza, acto seguido levanto la vista hacia los estantes.

- Hay algo .... - cierro lso ojos y e inspiro el aroma de la tienda girando sobre mis talones y dejando al chico a mis espaldas - ... algo de esta tienda ... que a la vez de destartalada ... tiene ... un aura diferente ... hace que mis instintos salten fuera de mi ... - abro los ojos después de haber dejado pasar a través de tdo mi ser el aura de la tienda y me giro hacia el chico. Ahora si que bajo la cabeza y miro al chico directamente a los ojos, pero no con mi sonrisa ansiosa de sangre sino con la frialdad de las montañas arraigada en mi interior, exudandola por cada poro de mi piel - qué vendeis exactamente aquí chico. Y más vale que no me mientas, ... se qué esta tienda no es sólo de baratijas baratas, lo nota mi sangre.

Ah, la bestia interior. Los Hakhim llamamos Fuego del Corazón a lo que otros humanos dividen en alma, intelecto e intuición. La voz del joven sonaba educada, hablaba un élfico fluído, sin más connotaciones extranjeras que un pequeño prolongamiento de la "sh." Para vosotros, la mezcla de alma e intuición es la Bestia Interior, mientras que dejáis el intelecto fuera de la ecuación. Sois una cultura de lo más interesante. El joven se encoge de hombros. Bien. Aquí no damos nada, Elfo. Más bien lo tomamos. Soy un registrador de recuerdos.

Afianzada en la tierra de aquel lugar oscuro, en los ojos de aquel elfo aún mas tenebroso, la media sonrisa se me pinceló en los labios al ver el brillo de su daga ante mi... Sus amigos me rodeaban... cobardes.. traidores.. dignos de su raza... y entornando los ojos miel a un lado y otro, siguiendo su movimiento para ubicarles, pensé que...siendo hija de Luna nueva... había más luz y vida en mi que en toda aquella tierra de noche...

Tu.. regalo?... Sentí el latir del corazón desbocarseme en la garganta... los sentidos agudizarse... los músculos tensarse bajo la suave túnica que me ceñía... Respiraba con calma. No... no tenía miedo.. el Profeta estaba conmigo... el profeta guiaba mis pasos... el Profeta me daba el aliento y la guia... y la Luna... el valor... Es tu cumpleaños?... inclinaba la cabeza para mirale maliciosa de arriba abajo... Oh sí... nos divertiremos mucho.... habia cruazado con lentitud los brazos sobre el pecho buscando la cintura.. mientras la voz suave y sensual les envolvia... mientras los ojos brillaban con fuego airado del desierto y el destello plata de las dagas, que abandonaban con suavidad su descanso sobre las caderas, rompian las sombras del callejon... y sí, elfo... yo podría complacerte... no te imaginas cuanto... Pero de algo puedes estar seguro... la voz apenas se volvió un susurro... la mirada ya era una batalla.... Nunca lo haré... nunca te suplicaré poder hacerlo... y desde luego.. tú elfo... serías incapaz de complacerme a mi... y menos.. con esa pequeña daga...

Incliné la cabeza a mirarles, asentando las piernas en el suelo de aquel callejón... con los dientes apretados y los nudillos blanqueando de furia mientras aferraban las preciosas dagas, primorosamente talladas, que ya danzaban en mis manos... Estaba preparada... Sin duda.. sin miedo... sin esperanza... Eran muchos... demasiados...

La voz suave inició el cántico en la lengua musical de mi raza.. las armas giraban... el susurro de mi letanía parecia acompañarlas...

Que La Diosa empuje mi sangre... que su ojo guie los mios... que su fuerza domine mis brazos...y su plata temple mi acero... Oh gran Diosa... sonreía con la fe ciega en las pupilas... recoge mi alma... pues es tuya y a ti la entrego con valor... Nadie someterá a una de tus hijas...

"Habla muiy bien el elfico ... donde narices lo habrá aprendido"

- ¿Un registrador de recuerdos? qué quieres decir, que urgáis en lso recuerdos de las personas para extraerselos. Y otra cosa, lo que llamais Bestia interior ¿hay alguna forma de liberarla o dominarla? la sensación que me ha dado es "curiosa" y a la vez creo que puede desencadear algo en mi interior, algo realmente temible

el joven rió ligeramente. Eso lo deberíais saber vos, mi señor. Es parte de vuestra cultura, no de la mía. Yo solo comercio con memorias.

- Bueno y qué clases de memorias vendes o compras

"Mmmm aumentar mi Bestia interior, dejar volar todavía más mis emociones, tendría que informarme ... nunca atendia a los locos de mi ciudad, miraré si hay mas de mi raza en esta ciudad que sepan de este tema"

Parnassus salió del circo aprovechando un permiso especial que sus señores le habían dado, por alguna razón. El Día del Emperador había sido largo y sangriento. El guerrero aún parecía sentir la piel pegajosa tras los combates, a pesar de haberse sumergido en agua caliente, espumada y perfumada, como estos le solicitaron. Le habían pedido que se dirigiese a las puertas laterales de una posada del distrito mercantil; el menú no era algo que se pudiera permitir cualquiera: caro y selecto, como les encantaba a Elshva y Olshva. Una deformada capucha le cubría el yelmo, pues no tardaría en juntarse a su alrededor un buen gentío si se descubría. Los escudos, guardados en un duro petate, colgaban a su espalda. Parecía un buhonero más en aquella ciudad tan cosmopolita. Ahora solo quedaba esperar.

Entro en la ciudad. Veo mucha gente, Elfos, Humanos, Orkos... todas las razas. Veo orkos de mi pueblo, mirandome con desprecio. Les Echo una mirada intimidatoria y continuo caminando hasta ver una extraña tienda medio reduida y un extraño Elfo Oscuro entrando en ella. Pasé del tema y seguí por la calle hasta llegar al coliseo para enterarme de como eran las cosas por allí... a la entrada me encuentro con un humano(Parnassus), dandome cuenta de que era un gladiador.

-Eh, tu humano, ¿eres un gladiador del coliseo, me equivoco?-le digo bruscamente mientras me acerco a él.

El chico ríe, nuevamente divertido. Yo no vendo, mi señor. Yo guardo. Cada persona que viene aquí deja una parte de su persona almacenada, y revive un momento que creía olvidado. Lo que yo ofrezco, noble sequidor de la Bestia, es una oportunidad de conocerse a sí mismo. El joven arquea una ceja. Para aquellos con el suficiente coraje, por supuesto.

Cogedla, chicos. Y con ello, el grupo de jovenes se lanza hacia tí.

Observas como un enorme Orco se acerca a Parnassus y habla con él a voz en grito. Desde el callejón en el que te escondes, puedes ver a Parnassus, de pie, tranquilo ante la mole que tiene en frente.

Y también ves a Svaltafer entrando en una tienducha con caracteres Hakhim...

La pregunta parece pillar de sorpresa a la figura, que baja algo mas su capucha, tapandose del resto y le susurra a la enorme figura que se le ha acercado:

-Si, lo soy.- dice con simpleza, como si no se esperara nada mas de el.

No parece hombre de muchas palabras, desde luego.

La media sonrisa se me afilo en los labios... La pelea había comenzado... que la diosa me acompañara...