Partida Rol por web

Delderius siguió su impulso sin dudarlo. Al fin y al cabo tenía sus obligaciones. Intentó asegurarse por donde estaba y entró en la taberna, sin pretender llamar demasiado la atención, y deseando no perderse nada de lo que se dijera. Y nada de lo que ocurriera

Justo tras abrir la puerta, Delderius esquivó como pudo una jarra de vino lanzada directamente a su cabeza. Parecía una buena reyerta, en la que un grupo de norteños, navaja en mano, arremetía contra un grupo de Elfos Oscuros. Lo curioso es que los hombres de Leo, y este mismo, parecían estar allí para defender a la minoría (apenas media docena) de Elfos Oscuros.

Y no es que no lo hiciesen con fuerza. Reprimían a sus atacantes espada en mano, sin cortarse de que fuesen de su misma raza. Resultaba de lo más pintoresco. Y Delderius, desde la puerta, miraba el espectáculo.

Curioso... Muy curioso

Era una reyerta. Había elfos oscuros amenazados. Sería cuestión de participar y evitar que ninguno de los de mi raza resultase herido mientras yo miraba. Al menos si no era yo quien lo heria

Saqué mis kukris y me acerqué al lugar, presto para matar a cualquier norteño que se acercase al lugar en donde los elfos oscuros se encontraban

La refriega era brutal, y más sangrienta que de costumbre. Los elfos oscuros, desarmados, se acurrucaban tras los humanos. Delderius sintió un profundo desprecio por ellos, mientras se lanzaba a la alegría del combate.

- Vamos, hermanos, coged un arma. Defendeos. ¿O es que no sois capaces de luchar vuestras propias batallas? - grito a los elfos ocuros, tratando de espolearlos mientras ataco con decisión metiéndome en la refriega

Dos norteños cayeron al suelo sin vida. Sus compañeros parecían preocupados. Y con razón. No contaban con enfrentarse con un oponente serio, sino con presas asustadas. Sin embargo, redoblaron sus esfuerzos.

Delderius disfrutaba de la matanza con una sonrisa cruel en los labios. Sin embargo no perdía de vista el interés de dejar con vida a varios de los asaltantes, a fin de ser torturados y descubrir exactamente que estaba pasando aqui.

Aun asi... los kukis brillaban en sus manos. Dos atacantes mas cayeron, solo por sus armas. Leo mató a otro. Los escoltas a otro.

- Rendios de inmediato, perros del norte, y tal vez permita a alguno de vuestros familiares no ser torturado lentamente - les conminé con voz altanera

Los norteños comprenden que las tornas han cambiado, y se lanzan en tropel hacia la puerta...

No les iba a ser tan facil. Soy el ultimo que ha entrado, y obstaculizo su salida, al igual que probablemente los norteños.

¿Que puedo hacer para evitar que escapen?

Sin problemas. Al participar en la captura de esclavos tienes experiencia en noquear a la gente. Haz un localizado a la cabeza. Supongamos que retienes a tantos como el ancho -1. Por cada set adicional sin usar, otro para el saco. Pero necesitas al menos un impacto en la cabeza.

Leo y sus hombres están ocupados asegurando a las víctimas (humanos salvando Elfos Oscuros, ¡habrase visto!) así que está en tus manos.

Al ver como los norteños huían me abalancé contra su retaguardia y golpeé a dos de ellos en la nuca, dejándolos inconscientes sobre el suelo.

- Dadme unas cuerdas. O cadenas, si es que teneis. Y llamad a la guardia, a ver si pudieran llegar antes de que cambie la estación - ordené al posadero, con ironía, y empecé a atar mis presas antes de dedicarme a otros menesteres. Una vez tuve asegurado a mis presos miré a Leo y sonreí ligeramente- Así que ahora os dedicais a labores de escolta... Interesante. Me ha gustado volver a veros. Os felicito por el combate - luego incluyo en mi mirada a los elfos- ¿Que ha pasado aqui?

Leo arrugó un poco el entrecejo al dirigirse a Delderius, tras controlar la situación. Mientras sus hombres ataban a los rehenes que Delderius había capturado, se dirigió a él. Maese Delderius, es una sorpresa veros por aquí... ¿Es una coincidencia?

- En efecto. Es una coincidencia. Y feliz para ti y tus hombres. Pero aun no habeis contestado a mi pregunta. Ni tu, ni aquellos que, creo, te contrataron. Y son mis prisioneros, Leo. Yo los capturé - digo con total seriedad

Leo sopesa la situación. No le gusta la idea de dejar a aquellos pobres diablos en mano de un sádico como Delderius... pero el Elfo les había ayudado, y aquellos tipos pretendían matarle a él y a sus hombres. Tal vez hace un tiempo se hubiese preocupado, pero ahora... Como prefiráis. Parece que las tensiones entre humanos y vuestro pueblo están caldeándose cada vez más. Han visto Ejectores en la ciudad. Si es cierto...

Al ver como Leo se aquieta a mi exigencia me permito el lujo de relajarme.

- Sí. Hay mas movimiento. ¿Habeis decidido ser guardaespaldas ahora, Leo? Parece que la cosa se ha caldeado mucho aqui dentro hace unos instantes

Bueno, dice carraspeando un poco, como sabéis mi paso por el Coliseo no fue precisamente glorioso. Así que encontré quien necesitase un brazo fuerte. No es lo que esperaba, pero...

Los hombres de Leo parecen haber calmado la situación, y la taberna reanuda su actividad, aunque bastante menos estruendosa de lo que podría esperarse. Leo ordena que se queden dos de ellos, para asegurarse de que no haya problemas.

Debo seguir mi camino, maese Delderius. Os agradezco vuestra ayuda. Con algo de dudas, extiende su mano acorazada hacia Delderius, en gesto de amistad.

Miro la mano tendida de Leo y la estrecho con cortesía y le sonrío. Sin embargo me veo obligado a aclararle la realidad del gesto

- Os agradezco vuestro comportamiento de hoy. Veo que servís para mercenario, y mandais bien a los hombres a vuestro cargo. Si es preciso os buscaré como tal. Supongo que estos - y miro a los elfos oscuros que se refugiaron tras él y sus hombres- son vuestros contratistas. Pero decidme, antes de iros, vos o vosotros - digo mirando a Leo y a los elfos oscuros- ¿Hay algun motivo en especial para que esto haya ocurrido?

Desde que los Jueces han empezado a presionar a los norteños de la ciudad, tengan que ver con la tal Melissa o no, los ánimos han estado caldeados. Algunos hen sido detenidos... y ambos sabemos lo que les depara a manos de los Jueces. Era cierto. Aquel que solo fuese torturado podía considerarse con suerte. Esta taberna es una de las propiedades de mi patrón, así que me indicaron que viniese a echar un vistazo.