Partida Rol por web

Mi patrón no recibe excepto con cita previa, señor. dice, con educación. Por el acento, dirías que es de la zona sur de la costa. Más abajo de la capital. En esas zonas el comercio con los Hakhim es frecuente, así como la mutua adquisición de trabajos. Los pacíficos Hakhim son humanos, después de todo, y el feudo entre ambos Reinos hace bastante que está olvidado. Lo más probable es que Juan se encontrase ante un hombre libre.

Asiento con la cabeza al oír la respuesta y digo.
En ese caso, dile a tu Capitan que Juan de Alvarado quiere verle. Y si no estuviera a bordo, infórmame de a que hora podría estar.

Me temo que no es así como funciona, señor. Si mi señor desea veros, entonces os verá. Si no, no le importa quien seáis vos. El hombre cruzó sus brazos, impaciente.

Sea entonces
Es mi respuestas.
Mas has de saber que es un asunto que me urge el que me ha traído hasta aquí. Esperare a tu capitán en la taberna cercana. Esperemos que tenga la cortesía necesaria para no hacerme esperar demasiado.
Dicho esto, señalo con un breve gesto la taberna de la que he salido y encasquetandome el sombrero, pues el viento comienza a arreciar, termino diciendo.
Hasta la próxima.
Y dicho esto, comienzo a encaminar mis pasos hacia la taberna cercana.

Dudo mucho que mi amo os complazca. Hasta otra, señor. Y con esto, se da la vuelta para volver a entrar en el camarote principal.

Y yo me paro en seco y tras girarme, digo.
Un ultimo apunte para tu amo, marinero. Juan de Alvarado ha estado aquí. Ten por seguro que acabare viéndolo, la manera en la que lo haga, sera decision de el. A mi, me sera por completo indiferente el grado de amabilidad que pueda soportar tu capitán.
Ahora añado. Tiene de tiempo de espera, tan solo, el que me complazca otorgarle.

El hombre rie un poco mientras cierra la puerta tras de sí.

Y al observar la reacción de mi interlocutor, Compruebo que mi acero se desplaza con la suavidad de costumbre en su vaina y digo con una sonrisa.
Vaya. Que cosas. El tiempo de espera, ha concluido.
Dicho esto, me encamino hacia la pasarela y no tardo en abordar el barco.

La madera cruje mientras soporta el peso del antiguo marino, resonando por el puerto. Varios estibadores, viendo la osadía de Juan, se apresuran a abandonar la zona. El humano apenas acierta a escuchar la advertencia del tabernero, que grita a sus espaldas.

De la que pones un pie en el enorme barco, puedes entrever por la reja que se haya en el centro como diversos guardias, vestidos a la forma Hakhim, se mueven entre sombras. diez... veinte... escuchas como sus cimitarras se desenvainan en la constante oscuridad de Angkortak. Calculas, a groso modo, unos cincuenta guardianes. La cubierta, por otra parte, parece desierta. Solo la puerta por la que se accede a los camarotes y al interior del barco, en el otro extremo de la nave, destaca entre los barriles y mástiles.

Al subir a la cubierta del navío, escucho el sonido del acero desenvainado. Un sonido al que estoy acostumbrado. Por tanto, miro a mi derecha e izquierda y yo también desenvaino.
A mi derecha, se hallan las jarcias que permiten subir al palo mayor del navío. Y yo, tras percartarme de este detalle, digo.
Bien caballeros. Hay dos maneras de hacer esto. Por la buenas o por las malas. Decisión vuestra es la manera en la que se haga.

De la puerta comienzan a salir a borbotones decenas de corsarios, todos ellos llevan los mismos colores. Tal vez pertenezcan a una orden o un tipo de organización. Poco importa. El caso es que sus aceros parecen igual de letales.

La pasarela estaba a su espalda. Dios, no imaginaba que fuesen a ser un ejército. ¿Quien demonios estaba allí?

Y yo sonrio ante la perspectiva de un combate de verdad.
De inmediato salto a la borda de la nave y agarrando las jarcias, trepo por las mismas mientras echo un vistazo atrás.
Ahí abajo hay toda una multitud de corsarios y todos sin excepción maldicen mi osadía.
Continuo trepando hasta llegar a la verga de la vela maestra del palo mayor. Y alli, en equilibrio, miro hacia abajo y digo.
Bien caballeros, una situación interesante, creo yo. Veamos como se desarrollan los acontecimientos.

En el apartado de Notas tienes tu hoja de personaje completa. Realmente esos son los valores de la hoja de Reign, la versión que hay en vuestra descripción son los valores calculados para que os fuese más facilito.

Decididamente, estos corsarios no parecen excesivamente listos. Saltan sobre la jarcia y empiezan a trepar. Y yo, me encojo levemente de hombros y con mi espada, corto la jarcia.
De inmediato, varios de estos corsarios, caen en confuso montón sobre la cubierta. Y yo, naturalmente, río.
A continuación, camino sobre la verga de la vela maestra y repito el tajo en los cabos que sujetan la segunda jarcia. El resultado, no se hace esperar. Mas corsarios caen sobre la cubierta del navío y mas huesos rotos se acumulan en el monton de gente que hay en la cubierta. Miro entonces hacia arriba.
El viento, pues es un dia gris, nublado, comienza a arreciar. Y yo, no dudo en cortar los cabos que mantienen arriada la vela. Esta se despliega y no tarda en atrapar viento.
Toda la nave sufre un repentino tirón. Las maromas que la mantienen atada al muelle se tensan.
Y yo, agarro un cabo de los que mantenían la tensión en la jarcia que he destrozado y, con mi espada entre los dientes, salto del palo mayor al trinquete.
Me agarro al mismo y miro hacia atrás desde la verga del trinquete. Decididamente, No parecen muy listos estos corsarios.