Partida Rol por web

Kalofher mira durante un rato al joven Renato. No todos los miembros de mi raza son como crees, niño. Después, se colocó la capucha y comenzó a caminar, en busca de la casa de Alesh, al que en la arena apodaban el Demonio Veloz.

Dando una colleja que se transforma en un revolver el pelo del joven de una forma cariñosa... empuja a Renato...

Anda vamos...

Mi entrenado cuerpo no dió muestra de inquietud ni desasosiego a pesar de la respuesta no fuese la pretendida. Sin embargo, por dentro me retorcía contrariado por el paso en falso... quizás ya no hubiese tiempo para recuperar la anterior senda que había dejado pasar. Por suerte, la capucha ensombrecía mi rostro... velando el ardiente fuego de mis ojos.

Matémosle Ormuz... claro que lo sabe... No compañera... no... no mataremos sin necesidad.

Mi irascible alma se mostraba cada vez más descontrolada y ávida de sangre... aquello resultaba peligroso para ambos.

En eso, cuando dejaba ir con vida al norteño, éste se giró de nuevo para dirigirse a mí con una extraña pregunta... que disimulé, como mejor pude, la incertidumbre de responder. ¿Cómo el nombre de la Sierva del Único es conocido por ese hombre?...

Aquella nueva puerta que se abría ante mí nada había tenido que ver con la que había elegido yo... aunque conozco lo justo sobre las sendas de cada uno como para saber que estas se pueden cruzar más de una vez y yo sentía que la mía lo haría más de una vez con ella.

-. Sí, la conozco... como muchos otros.- Dije sin decir. -. ¿Por qué lo preguntas?... ¿Acaso vuestros caminos se cruzaron alguna vez?...- Sin duda ambos se habían cruzado en algún momento... y a tenor de sus exquisitos modales y su reciente ocupación. -. ¿Qué sucedió en vuestro anterior ocupación?...- Terminé por concluir.

En una ocasión. Por favor, decidle que el siervo de Khurgle está bien, y que he encontrado un trabajo en esta taberna. Es un alma amable. Son escasas en este lugar. El hombre parece hablar más para sí que para Ormuz. Si me disculpáis, tengo trabajo que hacer.

Algo no anda bien... murmuró Kalofher cuando llegó a la residencia de Alesh. La pequeña mansión amurallada se encontraba abierta de par en par, y el portón de hierro dejaba entrever el patio.

Debería haber guardias en las puertas. Kalofher se mordió un poco el labio. Estaba visiblemente inquieto.

... esto no es normal... debemos darnos prisa... esperemos que hayamos llegado a tiempo...

Voy delante... en las sombras...

Con velocidad me adentro en el patio de la mansion, buscando las sombras e intentando hacer el menor ruido posible... observando en la oscuridad cualquier indicio de vida y escuchando cualquier ruido que me sea estraño...

Esperemos llegar a tiempo, sino estaremos en el lugar equivocado en el sitio equivocado... justo en el momento equivocado...

Al ver como la elfa intentaba ocultarse entre las sombras Renato dudó un momento, pero luego la siguió, sin decir nada, en silencio... y preocupado.

Su cuerpo se perdió entre las sombras que generaba la misma pared mientras el pequeño de las cadenas, con sus armas en la mano intentaba descubrir si había alguien en el patio.

Es un alma amable, había dicho el norteño en referencia a la Sierva del Único... y decía verdad, pues la Hija de Luna así lo era... sin máscaras... sin disfraz... al igual que podría ser mortal con aquellos que merecen justo castigo. Sin embargo, algo más me había dicho en sus escasas palabras... siervo de Khurgle... no era de mi incumbencia pero... quién ostenta el poder de tener criados en esta ciudad... qué podría haber sucedido para explicar su reciente trabajo. Preguntas que se responden, si te detienes a pensar, por si solas... la muerte de un Señor... la muerte de un elfo de piel oscura. Extrañas respuestas que, junto a aquella única ocasión que se cruzaron, me llevan a aquella otra cuestión más misteriosa... ¿Qué interés podría una Sierva de Luna en relacionarse con elfos oscuros... en aquella supuesta muerte?, sea el que sea deben estar implicadas las raíces de nuestro pueblo...

Sí algo me enseño la vida es que culpamos al azar de más cosas de las que es responsable. El ambiente de la taberna entre crispado y temeroso muy distinto de aquel que hallé por última vez, las palabras de la norteña... "para ayudar a los suyos" había dicho, la extraña misión que me encomendó... "nadie morirá por tu mano" proclamó, la confusa resolución de ésta... "almendras amargas" y, ahora, la muerte de un señor oscuro... Khurgle...

Cuando salí de mis ensoñaciones deductivas, el norteño ya había abandonado el reservado sin haber obtenido más respuesta que el mutismo de mis labios.

¿Cómo era posible?, la norteña había planificado un atentado contra la hegemonía de los elfos oscuros... me utilizó como baliza mensajera para derramar el contenido de aquel vial en el pozo... con el olor a almendras amargas llegó la obnubilación... norteños sacándome de allí a rastras... mis hermanos cayendo sobre todos ellos. ¿Qué papel había interpretado la hermandad?... ¿aliados o ejecutores?... ¿o ambos a la vez?.

Aquel enmarañado bosque nada tenía que ver con mi sanguinaria senda, sin embargo, ésta parecía atravesarlo y tendría que hacerlo si quería proseguir.

Me puse en pie con determinación y salí del reservado... abandonando la copa... abandonando la penumbra. Mis pasos me encaminaron, decididos, hacia la barra del bar... hacia la sugerente mujer de piel oscura tras ella... sabía perfectamente con quién me había entrevistado aquel día... la había visto hablar coloquialmente con la albina negra...

-. ¿Tienen precio esta noche tus labios, mujer?.- Le dije intencionadamente a la elfa de piel oscura... llamando su atención. -. Quisiera pagar por ellos...- Aparté con ambas manos la capucha hacia atrás, desvelando mi rostro... mis largos cabellos azabaches... mi piel tostada por el sol... mis marcados rasgos. El oscuro pozo de mis ojos se posó en ella... la perenne sonrisa acudió a los míos.

Hijos del viento...

Alerta ante tal situación, Parnassus pasói a la delantera del grupo, colocándose junto a Kalofher. Si había problemas, serían delante. Tal vez sus escudos supusieran una diferencia remarcable ante una emboscada repentina. Ambos habían cazado juntos. Posiblemente sus sentidos se compenetrarían en las sombras.

Tienes 4 en esquivar, y 3 en coordinación. Pero para esconderse en las sombras y ese tipo de cosas hay que tirar Coordinación + Sigilo, así que de hecho sobra un dado. No pasa nada, de hecho la tirada no es necesaria ;-)

Ante ellos se abría un patio lleno de cadáveres. Más de una veintena de Elfos Oscuros, vestidos con finos ropajes, estaban en el suelo, degollados. Pertenecían a diversas casas acomodadas, como podían atestiguar Liu An y Parnassus. Yacían tumbados, ya blancos debido a la pérdida de sangre, que se acumulaba bajo ellos formando enormes charcos. Las mesas, a los lados del patio, contenían abundante comida. También los criados se encontraban tirados en el suelo, pero solo inconscientes, rodeando el pozo que se encontraba en el centro del lugar.

Aquello significaba la guerra.

Kalofher cayó de rodillas. Eshtor, Igkhel... todos. Todos están muertos. No lloraba, solo miraba los cadáveres de los que habían sido sus amigos con incredulidad.

Ahora estaba solo.

-Todos estos con o contra el regimen, Kalofher?- dijo Parnassus mirando los cadaveres en el suelo con frialdad, como si supiera muy bien lo que decia -Ambos sabemos que los cortes no tienen por que ser humanos a estas alturas, verdad, cazador?- indico el esclavo, mientras examinaba las heridas -Prefiero pensar que tdo terminara si encontramos a esa loca y la eliminamos, pero bien sabemos casi todos los presentes que la mente de un elfo oscuro es mucho mas retorcida que todo eso.- indico observando la escena.

Sus ojos expertos, veteranos de millares de combates examinaban la escena tratando de advertir cuantos atacantes habrian sido, cual era su estilo, el tipo y longitud de arma usada... necesitaban saber mas, para saber donde buscar:

-La pregunta es sin malicia, Kalofher. Pero sera mas sencillo arreglar el asunto, si tenemos todos los datos. Por donde entrarian?- anadio incorporandose para examinar las inmediaciones.

Dios... ¡¡¡Parnasus, examina y despierta a los sirvientes… rapido no hay tiempo!!! Hay una razón para que estén vivos…

Liu Salio corriendo hacia la puerta, se imaginaba lo que venia ahora... sus sospechas eran todas fundadas... elfo o humano... cualquiera lo podría haber hecho pero un asesinato de tal magnitud solo podia significar la guerra...

Con fuerza cogio la puerta de la casa y la cerro... los jueces no tardarían en acudir...

Cogiendo una antorcha y una botella de licor se encamino a la escena del crimen... había que impedir una revuelta...

Apoyando una mano en el hombro del cazador

Tenemos que movernos, reponte por su memoria, sino los culpables saldrán impunes.

Mientras observaba la escena para ver como hacia para que pareciera un incendio, tenia que parecer un accidente para que no estallara la revuelta…

Mientras el gladiador despertaba a los sirvientes empezó a mover los cadáveres…. No había tiempo…no había tiempo….

Renato miró a su alrededor, totalmente sorprendido por la situación y preocupado al darse cuenta que estaba en el lugar no indicado en el momento menos indicado.

Sin embargo, las orden de la ama del coliseo habian sido estrictas, ayudar a Kalofher, por lo que no hizo lo que quería hacer, salir corriendo, e hizo caso a la elfa oscura

Con cuidado intentó despertar a los sirvientes. Necesitaban información sobre lo que había pasado y parecía que los testigos estaban allí... solo que dormidos

Los sirvientes se encontraban profundamente dormidos, incluso cuando intentaron moverlos. Su trance no era normal, eso estaba claro.

El joven Renato recorrió el patio con los ojos de quien se ganaba la vida comiendo a base de buscar a simple vista. Junto al pozo, un uniforme de guardia yacía en el suelo, y por la forma de la arena a su lado, alguien había caído y había sido despojado de ellas después.

Mientras tanto, Liu An aseguró la puerta y Kalofher clavó con decisión su pie en el suelo. Se puso de pie, lentamente...

-Se acabó. Incluso si capturamos a Melissa, y creedme, no sabrá lo que es el dolor hasta que caiga en mis manos, el daño está hecho. De una forma u otra, los jueces castigarán a los norteños con toda su cólera. ¿O acaso pensáis que creerán que un incendio casual acabó con todos los Elfos Oscuros y perdonó la vida a sus criados dormidos? Kalofher escupió al suelo. Se agachó y mojó sus dedos en sangre de uno de sus amigos, al que cerró los ojos. Pasándola por sus mejillas, frunció el ceño.

Ahora esto es una cacería. Una cacería humana.

- Excepto que los encontremos primero... es nuestra única oportunidad - atinó a comentar Renato antes de asomarse al pozo e intentar ver si era por allí que habían escapado los asesinos - Después de todo un baño de sangre no le conviene a nadie... ni siquiera a los elfos oscuros - completo con más esperanza que sentido común.

Cuando se acerca al pozo, Renato siente un leve toque de almendra en el aire. Sin embargo, había algo en ese olor que le mareaba un poco...