Partida Rol por web

Rincón

CAPÍTULO I: TIEMPOS DE PAZ

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22/10/2012, 00:32
Director

 

Se veía venir: el monarca aragonés estaba dando ya demasiado la tabarra con lo del Reino de Murcia, que, como él, desde hacía siglos habían ambicionado sus antepasados. Las hostilidades crecían entre los dos Pedros, el de Castilla y el de Aragón, dos hombres rodeados de nobles levantiscos, que se habían hecho respetar a base de crueldad y de sangre. Y entonces, uno de ellos se pasó la raya: ante la misma jeta del rey castellano, unas naves aragonesas atacaron y hundieron dos genovesas, aliadas de Castilla, que transportaban pasajeros castellanos. El rey, después de limpiarse la baba que le salía de la rabia y esas cosas, declaró la guerra a Aragón y empezó a arrasar aquel reino, conquistando todo pueblo y castillo por el que pasaba. Solo el papa, horrorizado al ver que dos reinos cristianos se estaban matando, consiguió calmar los ánimos a través de su legado; y no fue cosa fácil, que al rey castellano no había quien lo calmara, y después de asegurarle al primer legado que sí, que se iba de Aragón y dejaba de masacrar cristianos aragoneses, el muy ladino se dio la vuelta y arrasó Tarazona. Pero al segundo legado, enviado por el papa de Aviñón (pues fíjense hasta dónde han llegado las cosas en estos tiempos locos y convulsos, que hasta dos Papas tenemos y no uno solo, como Dios manda), el rey castellano le dice que esta vez sí, que de verdad de la buena, que deja en paz a los aragoneses... por ahora.

Pero, ¿qué tiene que ver todo esto con los protagonistas de nuestra historia? Pues mucho. Porque en otro lugar se está librando otra guerra, más encarnizada aún, si cabe: la Guerra de los Cien Años. Y hubo muchas compañías mercenarias que, aprovechando que los dos Pedros se llevaban a matar, cambiaron Francia por la península para probar suerte, que a los franceses les estaban cayendo unas fostias de cuidado y no convenía estar en el bando perdedor. Así fue como una de las compañías mercenarias, capitaneadas por el francés Pierre Navarres, llegó a Aragón a ofrecer sus armas al monarca aragonés, que estaba acojonado viendo cómo el otro Pedro, el castellano, avanzaba implacable destruyendo todo su reino. Pierre logró contener parte de los ataques de los castellanos en algunos pueblos; pueblos que ni siquiera sabían que habían sido "salvados", cuando Pierre se instalaba en ellos con sus hombres y dejaban constancia de su poca delicadeza, violando y saqueando a aquellos que habían defendido y sumándolos a su ejército de lobos hambrientos.

Simplicio conocía aquel estilo de vida demasiado bien. Después del desastroso episodio vivido en Extremadura, mientras volvía a su hogar, se quedó sin montura; y la montura para un pardo es fundamental, forma parte de su modo de vida y es la que le hace ganar dinero. Así que tuvo que volver a asaltar a viajeros en los caminos. Y poco después se le unió su antiguo compañero de viaje, Ventura, pues se había arruinado y no tenía otra salida. Por suerte, un día se dieron de bruces con la compañía mercenaria, y Pierre enseguida aceptó en sus filas al aguerrido Simplicio, y también a Ventura, pues no venía mal un cuerero que les reparara los gambesones a sus hombres. Cuál fue su sorpresa cuando vieron allí a Ruperto, con quien habían compartido camino y desventuras dos años atrás. Seguramente habría salido corriendo de algún sitio, como acostumbraba a hacer aquel extraño personaje, y se había unido a los mercenarios después; pero lo cierto es que, como siempre, poco decía al respecto. De nuevo los tres en acción en aquella especie de pueblo ambulante que arrastraba tras de sí a gran parte de la gente a la que iba arruinando la vida. Juntos "defendieron" pueblos y castillos, juntos lucharon, pues la guerra se había convertido en su forma de vida. Y cuando uno lucha, encuentra extrañas alianzas y amistades, pues de la supervivencia del grupo depende la tuya.

Así conocisteis a Íñigo, un vasco que blande el hacha como el mismísimo diablo, y a Xoan Manoel, un noble gallego que combate con montante. Unos a otros os habéis salvado la vida ya en tantas ocasiones, que el agradecéroslo ha perdido el sentido. Vuestra vida en la compañía os ha demostrado que uno realmente no elige a sus amigos, sino que las amistades las forjan las propias circunstancias; pues bien sabéis los cinco que os necesitáis los unos a los otros para sobrevivir, y lo mejor que se puede hacer es rodearse de buenos combatientes, de un cuerero que repare lo que se rompe sin pedir gran cosa a cambio, y de un hombre despabilado que siempre sabe de dónde sacar y hacer dinero.

Es fácil acostumbrarse a la vida de mercenario. Es como vivir en una gran familia de nómadas, un pueblo de soldados acompañados de la misma gente a la que saquean y arruinan y a los que no les queda otra opción que unirse a sus agresores para sobrevivir. Os movéis rápido, evitando permanecer durante mucho tiempo en un mismo lugar, por dos razones: porque las provisiones se terminan pronto y debéis saquear algún lugar para no morir de hambre, y para que a los nobles propietarios de las tierras en las que os encontráis no les dé tiempo a recibir la ayuda del rey y este mande a sus tropas para expulsaros. Así es vuestra vida en tiempos de paz... ese Papa de Aviñón lo ha estropeado todo con su tregua, ya que los nobles que ahora os quieren fuera de sus tierras, antes os buscaban y alquilaban vuestras lanzas para defenderse de los ataques de los castellanos. Menudo aguafiestas, el Santo Padre.

En este momento estáis instalados en mitad de un bosque, al abrigo de las pobladas copas de los árboles. Un grupo tan numeroso no podría pasar desapercibido de otra manera. Os quedan pocas provisiones, y las mujeres encienden pequeños fuegos para asar la poca carne que os queda. Los niños corretean entre ellas, jugando con los perros, y sus desconocidos padres se entretienen de diversas maneras: algunos se juegan a los dados un botín que aún no han conseguido, y se lían a mamporros entre ellos cuando algo no les cuadra; otros se emborrachan y persiguen a las putas que acompañan a la tropa; otros fornican con ellas en mitad del campamento y sin ningún pudor, mientras los nobles descansan en sus tiendas, atendidos por sus criados. Hasta el párroco con menos vocación se escandalizaría de vuestra forma de vida.

Pero ahora sabéis que la vida en matrimonio no es la única a la que un hombre puede aspirar. Haberlos, haylos también en la compañía, como el de Ventura, que tuvo que huir de su ciudad con toda su familia; pero aquí lo normal es que los niños tengan una madre y cien padres, y que las niñas se vayan convirtiendo en putas de una manera tan natural que hasta asusta. Hay que ser práctico, y todo vale para conseguir dinero y alimento para tus más allegados. Porque la familia crece, y mientras más crece más fuertes sois, pero a menos tocáis cuando os repartís el pan: hermanos en la lucha, hienas en la mesa.

Actualmente, Pierre Navarr lleva consigo un contingente de más de sesenta hombres, todos ellos expertos combatientes, entre los que se encuentran algunos de esos hidalgos sin suerte, que, obligados a buscarse la vida, han ido engrosado las filas del pequeño ejército mercenario con el puñado de hombres que traen pegados al culo. A todos ellos hay que sumar las mujeres y los niños a los que ya se ha hecho mención, y a los comerciantes, artesanos y rufianes que siguen a la tropa, que suman ya más de medio centenar y, en muchas ocasiones, luchan como cualquier hombre. Sois más de cien personas reunidas bajo el mando de Pierre para sacar partido del conflicto entre los dos Pedros, el de Castilla y el de Aragón, uniéndose al mejor postor, y os habéis quedado en la frontera tras terminar las contiendas, a la espera de que las llamas de la guerra se aviven de nuevo y podáis lucraros de ella, pues ahora os encontráis en ...

 





 

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22/10/2012, 00:35
Director

mayo de 1357

Ayer, la avanzadilla de esta cabalgata de la muerte de la que formáis parte avistó un pueblo, y Pierre ahora se frota las manos ante la perspectiva de un botín fácil, esperando que sea uno de esos pueblos de realengo, mal defendidos, cuyos vecinos sólo cuentan con un castillo medio derruido donde guarecerse.

Y ahí estáis vosotros, holgando a la intemperie mientras Pierre decide qué hacer, pues ninguno disponéis de tienda de campaña en la que guareceros; ni siquiera Xoan Manoel, que, siendo noble y con posibles, insiste en no gastar ni un maravedí en "comodidades". Ventura, su mujer y su hijo Federico, de nueve años, examinan las ropas y armaduras del resto, buscando descosidos que remendar, mientras su hija pequeña, Juana, juega con Ruperto y aprende de él algunos trucos de manos. Por su parte, Íñigo, sentado en una roca, examina su ballesta y tensa su cuerda, Xoan Manoel está sentado en el suelo en actitud de recogimiento, como si estuviera rezando, y Simplicio da bocados a un mendrugo de pan, apoyado en su mula.

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22/10/2012, 00:40
Diego Hurtado

En ese momento se os presenta Diego Hurtado, uno de esos nobles segundones de los que hemos hablado, y se dirige directamente a Simplicio, con quien, por el hecho de haber participado en las mismas contiendas que él en la frontera con los moros, y a base de contarse batallitas de entonces el uno al otro, ha hecho buenas migas.

-Pierre solicita la presencia de vosotros cinco -dice, dándose ínfulas por ser el recadero del francés; el pobre diablo está necesitado de reconocimiento y de gloria, y suele arriesgarse más de lo necesario en la batalla solo para llamar la atención del capitán mercenario, cosa que parece haber conseguido. Lo bueno que tiene Diego es que trata a todos por igual, tanto a nobles como a plebeyos-. Acompañadme.

Os extraña bastante la llamada de Pierre: el capitán francés nunca os ha dirigido la palabra directamente; Xoan Manoel, por ser de noble cuna, sí que le ha comunicado su parecer alguna vez acerca de cuestiones tácticas y estratégicas durante alguna batalla, pero Pierre siempre le ha contestado con un gruñido, y a veces ni eso. Lo cual os crea bastante incertidumbre y recelo... ¿Qué querrá de vosotros el galo?

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22/10/2012, 13:06
Íñigo de Arreba

Era la tercera cuerda de su ballesta en sólo cinco meses, Íñigo a menudo empleaba tanta fuerza en tensar la cuerda... no, no. No era por eso, era porque la había tensado tantas veces para segar la vida de algún pobre desgraciado que luchaba por un mendrugo de pan o peor aún: Por obligación para con un Señor que se comía el fruto de su trabajo y yacía con el fruto de su matrimonio... Íñigo siempre había odiado y se había apenado a la vez de la gente que luchaba por obligación.

¡ Con lo bonito que era luchar por querencia !, Íñigo era de esos que luchaba por placer pero sólo mataba por necesidad y con pena, tenía un profundo respeto por la vida humana a pesar de todo.

Cuando escucha la llamada del Hurtado... ese noble hideputa que haría que les matasen por quedar bien con el guarro francés, Íñigo se encogió de hombros y dejó la cuerda de la ballesta destensada y se puso en pie.

- A mandar...

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22/10/2012, 21:31
Simplicio Ruipérez

Simplicio se adelanta con Diego y habla con él de sus cosas.

Tambien  le pregunta si sabe a santo de que les ha mandado llamar el Pierre. Sin escuchar la respuesta, decide seguirle.

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22/10/2012, 23:40
Ruperto

Y recordad digo a la hija de Ventura—. Si no queréis acabar aquí cuando seáis mayor, no uséis esto que os acabo de enseñar y dicho esto, le doy la moneda de madera con la que habíamos estado jugando y la apremio para que se vaya a jugar con el resto de los niños.

Después me levanto. Lo cierto es que no sé que puede querer ése hombre de mí. Espero que no crea que soy el culpable de que le falta algo. O que tampoco me diga que no luché en la última batalla. Ya sabe que mi especialidad no es dar mandobles a diestro y siestro...

Resignado por lo que pueda pasar, me encamino hacia Diego para que nos lleve junto a Pierre. Qué curioso que llame también a Simplicio y Ventura. ¡Espero no verme en otra con ellos como la de hace tres años!

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23/10/2012, 00:43
Director

Juana mira a Ruperto con sus ojos almendrados, se guarda la moneda y se va corriendo, pero enseguida la llama su madre, que nunca le permite alejarse demasiado, para que le ayude a ella y a su hermano con las ropas mientras su padre va a ver al jefe. Se nota en el rostro de la mujer cierta emoción contenida; tal vez piense que su marido tiene al fin una buena oportunidad de medrar en esta compañía de brutos, aunque por lo poco que sabéis de este matrimonio, a ella poco le interesan los éxitos de Ventura, sino los beneficios que estos pueden reportarle a ella ya sus hijos.

Así pues, de mala gana, os desperezáis y empezáis a caminar en pos de Diego.

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23/10/2012, 00:45
Diego Hurtado

Seguís a Diego a través de los árboles, bajo el frondoso techado vegetal que os permite caminar a la sombra, a resguardo del calor que empieza a apretar ya en mayo.

-Esto puede ser bueno, Simplicio -oís que le contesta al pardo, que camina unos metros por delante junto a él-. Pierre está planeando atacar el pueblo, pero antes necesitamos saber a qué nos enfrentamos. Le hablé de vuestra pequeña compaña, y le he convencido de que sois perfectos para un reconocimiento -y se yergue orgulloso, sin ser consciente de lo cómico que resulta el hecho de que se enorgullezca de algo así-. Espero que no me dejéis en mal lugar.

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23/10/2012, 00:47
Director

Llegáis por fin al claro en el que se ha levantado la tienda de Pierre, muy fácil de identificar por ser la más alta de todas, y por el escudo de armas de los Navarres, que cuelga de la rama de un árbol:

A la izquierda de la tienda descansan los acemileros, junto con las mulas y los carros que contienen la impedimenta, custodiados por algunos de los hombres de Pierre. Cuando el hambre amenaza, basta con poner a vigilar a dos o tres hombres de confianza para evitar los intentos de robo por parte de la gentuza que arrastra la tropa detrás de sí; la apariencia de esos hombres, algunos con sus rostros llenos de horribles cicatrices que denotan lo curtidos que están en el combate, suele ser suficiente para que nadie se atreva a merodear por allí.

Los malencarados guardianes os observan mientras entráis en la tienda precedidos de Diego, sin que ninguno de ellos os detenga. Dentro os encontráis al francés sentado en su trono particular: una lujosa silla tallada con motivos vegetales, de procedencia árabe, frente a una improvisada mesa construida con dos caballetes y una tabla. Viste a la manera de los generales granadinos, con una coraza corta muy ornamentada, una maravillosa espada jineta enfundada en una vaina de plata y un casco dorado con plumas que ahora descansa sobre la mesa. Su pelo es largo, rizado y rubio, y su atractivo rostro mantiene una expresión entre orgullosa y triste que le confiere un aspecto autoritario, teñido de dignidad. Le rodean cuatro hombres en pie armados hasta los dientes, pero sin ninguna uniformidad en sus protecciones. Alrededor de ellos hay todo tipo de lujos y comodidades: una cama cubierta de sedas y paños de calidad, objetos de oro y plata, colocados con gusto por toda la tienda, coloridoas alfombras de intrincadas cenefas cubriendo el suelo por completo, cojines de terciopelo con borlas y bordados dorados... En resumen, una tienda a la altura de un rey; pero todo lo que hay en ella es fruto de años de cabalgadas y saqueos de toda clase de pueblos y aldeas.

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23/10/2012, 00:49
Pierre Navarres

Diego y vosotros os plantáis frente al francés, y sus hombres se apartan para que pueda veros, pero este ni siquiera os mira; está jugando al ajedrez con Ben Job, un judío que es su hombre de confianza y con el que habla en su idioma. El tablero es magnífico, de cristal, con piezas hechas en bronce. Tras una tensa espera, en la que intercambiáis miradas con sus hombres, a los que parece divertirles que os tenga allí esperando, Pierre suelta una risotada, le dice unas palabras en francés al judío y este le replica, retira la mesita a un lado y os observa mientras ordena las piezas.

-¿Y bian? -dice al fin, con un fuerte acento, dirigiéndose a Diego.

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23/10/2012, 00:50
Diego Hurtado

-Estos son los hombres, señor -contesta este, y se os asemeja a un perrillo que mueve su colita contento por servir a su amo.

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23/10/2012, 00:51
Pierre Navarres

-Lo sé, no soy estúpido -dice, mostrándose especialmente agrio y antipático-. Quiego desig que si deseas algo más.

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23/10/2012, 00:53
Diego Hurtado

-Eh... no, señor, yo solo...

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23/10/2012, 00:53
Pierre Navarres

-Pues entonses sal de aquí -le corta; Diego os mira un instante, y luego sale, consternado, teniendo que soportar las risitas de los hombres de Pierre. Parece como si al francés le gustara jugar con él y humillarle delante de todos-. Sois vos, supongo, el que gesponde pog todos... -dice, dirigiéndose a Xoan, a quien por ser caballero supone jefe de vuestro grupo; antes de que este pueda responder, el judío se acerca a Pierre y le susurra algo al oído-. Ah, sí: Xoan Manoel, ¿vegdad?

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23/10/2012, 11:38
Íñigo de Arreba

Se mantiene tieso y altivo, como si le hubieran metido un palo por el culo. Nunca había estado tan cerca del francés, al menos que él recordara.

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23/10/2012, 11:51
Ventura Montesinos

Observo con curiosidad la magnífica tienda de Pierre mientras Diego nos presenta. La respuesta del francés hace que casi se me escape una carcajada pero consigo disimularla con atino antes de que logren verme.

Estoy apunto de dar un paso al frente cuando Pierre solicita a aquel que habla por todos pero está claro que el francés quiere hablar con Xoan. Le miro con una mezcla de admiración y envidia y espero a que diga algo.

Mientras continuo observando las comodidades de la tienda del que lleva guiando nuestros pasos los últimos años.

De buen gusto ocupaba yo esta estancia en su lugar. Nosotros echando el costado para que el francesito tenga todo tipo de lujos. ¡Maldito sea mi sino! pienso mientras espero la presentación de Xoan.

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23/10/2012, 12:07
Xoan Manoel

Después de caminar un poco preocupado por tener que asistir a la recepción con Pierre, llegamos hasta la tienda.

-Correcto sire.

Le contesto a Pierre de forma brusca, ya que es la primera vez que tiene cierto interés en mi un "igual" en bastante tiempo.

Le hago una pequeña reverencia, y espero que nos conteste.

-¿en qué podemos servirle?

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23/10/2012, 22:57
Simplicio Ruipérez

Simplicio calla, pues al parecer su bocota llena de palabros, frases y refranes, le habia ocasionado problemas con anterioridad, así que le pareciò sabio callar y oir, que ya preguntaran los de su pequeña compaña, que algo de nobles tienen, que por poco más que él,  de seguro.

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23/10/2012, 23:29
Ruperto

Desde luego, Pierre no era una figura de ley. No tenía nada que temer al estar en su lujosa tienda. Sin embargo, esos cuatro tipos armados hasta los dientes no me gustaban mucho.

Sin decir nada, espero a que Diego se marche, mientras contemplo la cantidad de objetos lujosos de los que Pierre vive rodeado. Si no fuese porque estoy donde estoy, estaría encantado de aligerar su equipaje.

Pero mientras, sólo queda mirar.

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24/10/2012, 00:45
Pierre Navarres

-A una legua de aquí hay un pueblo. Vamos a asaltag-lo -afirma sin rodeos ni explicaciones, aunque sabéis que la única y poderosa razón del ataque es que os estáis quedando sin víveres, y a Pierre no le interesa teneros con hambre, ya que la compañía podría disolverse fácilmente si la situación se prolonga demasiado-. Pego paga eso antes hay que conoseg sus defensas: cuántos guagdias hay, pog dónde es más vulnegable la mugalla, la posisián del castillo... todo lo que me podáis dag -dice, dirigiéndose exclusivamente a Xoan, y haciendo como si los demás no existiérais o fuerais solo los perros que el caballero lleva cuando va de caza-. Pagtid ahoga y volved cuanto antes con la infogmasián. ¿Alguna pgegunta?