Partida Rol por web

- ¡Hombre, Negro! Hablando del Papa de Roma - Te suelta en cuanto le saludas, dejando claro que los refranes no son lo suyo - ¿Qué haces tío? - Entonces escucha lo que le dices de que han visto al del Mercedes - ¡Coño, joder que sí! Ha parao un Mercedes nuevecito, con los cristales negros, y se ha bajao un tío que ha preguntao por ti. Le dicho que entrabas a las dié y s'ha largao. - Su voz es de asombro por lo ocurrido - ¿T'as metío en alguna mierda, tío? Ten cuidao que ya sabes que a Lucio no le van esas movidas.

Lucio, el jefe del Orión, se encarga personalmente de organizar la seguridad de la puerta, así que es vuestro jefe directo y máximo al mismo tiempo. Se jacta de mantenerse al margen de los chanchullos de bandas y mafias que recorren la ciudad como el humo de los motores y siempre insiste a todo su personal que como tenga la más mínima sospecha que alguno o alguna se acerca más de lo razonable a esos jaleos, los echa a la calle en el acto.

A pesar de todo, cuando se habla con él es un tipo razonable y que conoce a fondo la noche y lo que se teje entre bambalinas. No podría ser de otra forma si ha conseguido mantener su garito en un complicado equilibrio al margen de la influencia de Don Víctor, que es quien controla la zona, aplicando el manido "Vive y deja vivir".

Asiento con la cabeza para mi mismo. "¡Joder! Ya sé que a Lucio no le va a hacer ni puta gracia... ¡Ni a mi tampoco, no te jode!"

- Pues no lo sé... - respondo sinceramente. Parece que todo esto es más gordo de lo que habíamos imaginado en un principio, así que realmente no tengo ni idea de en qué me he metido. - ¿Te dijo algo más el pingüino del traje? - pregunto finalmente.

Pienso en las implicaciones que puede tener esa visita. "Sólo me falta perder el puto curro...", pienso echando mano del paquete de tabaco. Si después voy a llamar a Arnau otra vez, me va a dar tiempo a echarme un cigarro rápido. "Puta suerte. Me largo del barrio Libertad cuando 20 moros se preparan para lincharme por cruzarme con unos calvos de mierda y ahora esto... ¡Joder!"

- Vale tío, - añado cuando me contesta si tiene algo más de información. - De todas formas, voy a ir algo antes por allí, así que te veo en la puerta y me cuentas, ¿OK?

Cuando termino de hablar con mi compañero, me levanto y estiro un poco las piernas. Mientras marco el número de Arnau, quito la pata de cabra que sujeta la moto y me subo a ella mientras espero a que conteste.

- Que va, tío. El cabrón se largó tirando la colilla en la puerta. Tuve que frenar a Dimitri, que ya se iba a por él. Este cabrón ruso no tiene nada en la cabeza.

Al acabar la frase suelta una carcajada muy característica suya. Dimitri es el otro segurata. En realidad es de Ucrania, pero todos le llamáis "el ruso". Un tipo temperamental que siempre va bien tener al lado cuando se lía parda.

Te despides de Rober y llamas a Arnau.

- Hola Negro, dime, averiguaste algo?

Arnau no tarda en contestar al teléfono.

- Algo, sí... Creo que eran hombres de Don Víctor, un mafioso local del barrio. No tengo ni puta idea de qué querían, pero me andaban buscando. Que yo sepa no tiene nada que ver con todo ésto, pero vete tú a saber... Imagino que volverán luego, cuando empiece mi turno.

La calada que le doy al cigarrillo se escucha perfectamente al otro lado de la línea.

- De todas formas voy para allá. ¿Han llegado ya los demás? Si no están por allí, dale un toque a Conrad. Que intente averiguar si Don Victor tenía algo que ver con Zafra. Yo tardaré unos 15 minutos.

- OK, Negro, ahora lo llamo - respondo mientras suelto un suspiro y dejo reposar la frente en la palma de mi mano.

Otro problema, mas complicaciones. Joder.

- Hasta pronto - digo y acto seguido cuelgo

Lanzo la colilla al suelo y me pongo el casco de la moto. Echando una última mirada en la dirección por la que he llegado, arranco el vehículo con estruendo para alejarme calle abajo a toda velocidad. En el último momento giro bruscamente la moto para tomar una salida en dirección a la circunvalación, camino del Orión.

Al dejar a los demás y sumergirte tú sólo en las calles de Cunia al volante de tu coche, una extraña sensación de relajación te envuelve. Como si se embotaran un poco los sentidos. Es increíble todo lo que ha pasado en poco menos de un par de días, pero ha pasado realmente. La oscuridad de Cunia, de la cual conocías una parte, es realmente densa y voraz. Y ahora parece que os ronda, como un depredador. Es como si el destino se empeñara en haceros caer al agujero más profundo.

Con todo, tenéis un hilo del que tirar. No parece muy prometedor: una psicoanalista a la que visitó Zafra unos meses antes de morir. Pero una cosa está clara, que la relación que tenía Zafra con la universidad parecía que sólo tenía explicación por el interés que tuvo en visitar a una psicoanalista, así que habrá que ver qué se saca de todo esto, por poco que sea.

Luego está el tema de Don Víctor. Los demás no parecen conscientes de este problema, por lo menos no tanto como tú. Pero es seguro que al Don le va algo en todo esto, si no de qué tanto interés.

Y Monzón con sus "chicos". Otra pieza incómoda y de difícil encaje.

Molina, los Amador... los otros casos de Zafra de los que aun no sabéis nada... demasiadas cosas para un único cigarro. Tiras la cajetilla vacía a un rincón del coche.

Dejo el coche en el garaje de casa y subo a cambiarme de ropa. La chaqueta está bien para ir al Ritz y ocultar la pipa, pero estoy hasta las pelotas de pasar calor.

Aprovecho para darme una ducha mientras pienso qué hacer. Bajo el agua, me quedo pensativo al mirar el baldosín de la pared estallado por mi puñetazo de antes de ayer. ¿Fue sólo hace dos días? Realmente parece que hayan pasado años de eso.

Pensando en todo lo que ha ocurrido, lo más extraño sigue resultándome la reunión con Amador. Tal vez porque Conrad y Arnau no me contaron todo lo que ocurrió con Molina mientras yo perdía el tiempo con Joan, pero no deja de resultarme curioso que el tipo nos cite en el Ritz para dejar caer que no sigamos tratando con Molina ni los Latinos. Si tiene razón y Ramón dejó de investigar ese caso cuando vió dónde se estaba metiendo, tampoco necesitaremos una invitación por escrito para dejar de tirar de esos hilos. De momento no parece que lleven a nada productivo de todas formas, así que, salvo que nos veamos obligados a ello, será mejor dejar ese camino a un lado.

Lo cual nos deja dos opciones para continuar la investigación, al menos hasta que mañana hablemos con la psicoanalista esta: Monzón y Don Víctor. El primero envió a esos tipos al despacho de Zafra y he de suponer que luego les encargó acabar con nosotros de camino a la universidad. El otro, por el contrario, parece interesado en descubrir qué le ocurrió a Ramón.

Lucio me mataría, pero realmente la única opción que veo ahora mismo es tratar de pactar con Don Víctor. ¡Quién me lo iba a decir ayer por la noche cuando estuve a punto de jugarme la vida liándome a leches con el gilipollas de la cicatriz! Sin embargo, con parte de la mafia tratando de acabar con nosotros y otra parte avisándonos "amablemente" de que no nos metamos en sus asuntos, llegar a un pacto con unos terceros para compartir la información de Zafra a cambio de un mínimo de protección no me parece tan descabellado.

¡Joder! Si Arnau no se hubiera pasado de listo con el puto decano igual teníamos alguna forma de contactar con ellos. De momento sólo se me ocurre volver a la zona del Orión, pero cruzarme con el mercedes de ayer puede ser como encontrar una aguja en un pajar. Además, tampoco estoy muy seguro de tener derecho a hacer ese tipo de pactos que impliquen a todo el mundo sin consultarles primero... Aunque, ¡qué les jodan! Ellos se liaron a charlar con Molina y los Latinos sin preguntar, así que se lo han ganado a pulso. Eso sí, espero que no se les ocurra volver a hablar con esa gente, porque nos pueden meter en un buen lío.