Partida Rol por web

Espero a que Conrad coja el post-it y veo cómo Arnau se levanta dando por finalizada la conversación.

- Muchas gracias por su ayuda. Si recuerda alguna cosa más que pueda servirnos, por favor póngase en contacto con nosotros. - Le escribo mi número de teléfono en otro post-it y se lo paso a Conrad, ya que el profesor dijo que no había conseguido encontrar su número.

- ¡Ah! Y una cosa... - digo sin parame a pensar demasiado. - Su decano, además de un capullo de mierda, no es trigo limpio, así que tenga cuidado con él. - Después de todo, fue él quien nos dirigió a este tipo y, hasta ahora es el único que se ha mostrado dispuesto a ayudarnos sin pedir nada a cambio. No me gustaría que la gente de Don Víctor venga a hacerle una visita después, la verdad, así que prefiero ponerle sobre aviso para que se ande con cuidado.

Guardo a buen recaudo el post-it, con esa familiar letra apuntando a una nueva pista.
Me incorporo de la silla y me afano a salir, no sin antes despedirme del buen Pin.

- Muchas gracias por su ayuda - digo al profesor, alargando una mano - Me ha gustado mucho volver a saber de usted. Ah... y haga caso de aquí mi compañero. Ese decano no es de fiar, así que haría bien en andarse con cuidado unos días, ya me entiende... -

La media sonrisa de Pin me parece franca, lo suficientemente franca como para entender que esa mirada abatida es sincera.

- Bien, cuando queráis - digo observando a este peculiar grupo que formamos, creado por una misteriosa muerte que se resiste a ser revelada.

Salgo del despacho y espero fuera a mis compañeros.

- ¿Y ahora qué? - pregunto mientras saco un cigarro de la cajetilla sin llegar a encenderlo. - ¿Vamos a ver a la loquera esa? - pregunto señalando el post-it que tiene Conrad. - ¿O la llamamos primero por teléfono?

La verdad es que no tengo muy claro qué va a aportar esa mujer a nuestra investigación. Aunque es posible que sepa algo sobre Zafra y en qué estaba metido últimamente. A parte de todos los líos de mafias, claro.

No puedo evitar pensar en Don Víctor y el encuentro que tuve con su gente anoche en la plaza junto al Orión. "Volveremos a vernos" o algo así, me dijo el capullo de la cara rajada. Y, sorprendentemente, ahora mismo espero esa nueva reunión no sin ciertas expectativas. Si lo que dijo el decano es cierto, tal vez podamos encontrar un inesperado aliado en Don Víctor.

Recoge el papel con el teléfono de Negro.

- Sí, claro. - Lo mira y añade, - También os agradecería que, si llegáis a saber qué pasó realmente con Ramón, me saquéis de dudas. - Su mirada es de sincera preocupación y casi suplicante. No hace falta se psicólogo para saber que necesita saber que Ramón no se suicidó, para liberar su sentimiento de culpa.

Asiente a vuestras recomendaciones sobre el Decano, pero no dice nada. Cuando salís del despacho, os acompaña para cerrar la puerta de su despacho suavemente y volver a sus quehaceres.

Volvéis a estar en el pasillo de la facultad, esta vez con un papel con una dirección garabateada.

- Todo esto me huele muy raro, la verdad. - Espeta cuando os quedáis solos, parece que ha olvidado levemente su habitual tono cínico. - Le he estado dando vueltas a un par de cosas y he recordado algo que puede tener alguna relación con todo esto. Antes de deciros nada, voy a tener que hacer un par de llamadas y cobrarme algunos favores.

Comienza a caminar por el pasillo de la facultad sin esperar a nadie.

- Estamos en contacto. Cualquier cosa, ya tenéis mi número. En cuanto sepa algo os llamaré.

Sus pasos retumban en los pasillo vacíos y se aleja rumbo a las escaleras por donde habéis venido, en su caminar se adivina una leve cojera.