Partida Rol por web

Cojo la tarjeta del inspector y la guardo en mi cartera.

- Claro. Si recuerdo algo les avisaré. - Le digo antes de que se gire. - Ahora, ¿puedo coger mi moto e irme ya? Mis amigos están esperando y tengo que arreglar las cosas con el seguro...

Mientras espero sus respuestas, saco algunas fotografías de la moto con el movil, como si quisiera documentar el golpe para el seguro. Cuando me dejen hacerlo, recojo los papeles de la moto, la cuerda y los mosquetones esparcidos por el suelo y lo guardo todo antes de disponerme a marchar.

Se detiene un momento de lo que estaba explicándole al policía y se gira hacia tu posición para responderte, en un tono cortés, aunque a todas luces rutinario.

- Sí, por supuesto. Le rogaría que estuviera localizable, por si necesitamos aclarar algún punto.

Sonríe secamente antes de reemprender las instrucciones al policía donde las había dejado.

"Sí, claro... Localizable...Pronto me vais a pillar, panda de capullos", pienso mientras le doy un par de golpes al manillar de la moto, tratando de enderezarlo. Sin quitarme las gafas de sol que me cubren la cicatriz, me pongo el casco de la moto. Hace un calor endiablado, pero estando al lado de la policía no me apetece que me soplen una multa de 100 eurazos.

Lanzo una última mirada a la ambulancia en la que está Tomás, sin saber si en todo este tiempo parada habrán conseguido reanimarle. Si no salen zumbando hacia el hospital, las cosas pintarán muy chungas para el gordo. Empiezo a empujar la moto, relegando mis pensamientos a un segundo plano. "¡Joder! Él se lo buscó. Estaba allí apuntando a la peña y dispuesto a volarnos la cabeza... Pero, ¡mierda! ¡puto Arnau! Yo no quería matar a nadie..."

- ¡Quítense del medio! - digo a la gente mientras saco la moto del cordón policial. "Se lanzan a cotillear como buitres sobre la carroña... ¡El daño que os ha hecho Tele5, mamones!", pienso mientras giro el puño derecho para abrir el gas de la moto una décima de segundo antes de soltar el freno.

Con un rugido, la vieja Gilera se incorpora a la circulación. Aún debo llamar por teléfono para quedar en el centro comercial, pero hay algo más importante. A toda velocidad me dirijo hacia el desguace dónde le dije a Arnau que me esperase.

Cuando te montas en la moto y justo antes de ponerte el casco, aparece por el portal del piso de Zafra el policía amigo de Joan.

Te mira con gesto disimulado de sorpresa, y por un momento, dudas al ponerte el casco y vuestras miradas se cruzan durante un largo segundo. Finalmente, te alza las cejas a modo de saludo y se apoya despreocupadamente en la pared del edificio mientras saca un cigarro y se lo enciende.

Arrancas la moto y te incorporas al tráfico, sin que el tal Sento haga nada para impedirlo.

Debes atravesar el corazón de la ciudad para llegar a tomar las rondas de Cunia. Así que, tras un buen rato de hacer slalom a través del tráfico congestionado, llegas a la circunvalación de la ciudad. Tomas la autopista y bajas hacia el sur, a unos cinco kilómetros del casco urbano, tomas la siguiente salida que ha de dirigirte hacia el apartado depósito de cadáveres de automóviles.

Al poco de adentrarte por la vía de servicio, ves una pintoresca torre que indica la presencia del desguace, así que no tardas en llegar.

Ves la entrada del desguace a pocos metros, aminoras la marcha. Parece evidente que está cerrado, no te hace falta acercarte demasiado para saber qué pone en el cartel de la entrada (cerrado por vacaciones, seguramente).