Partida Rol por web

Pone cara de sorpresa, primero, y tuerce el gesto después. Se encoje de hombros como toda respuesta.

- Ni puta idea, tío.

Le mete una larga calada al cigarro, achina los ojos mientras te mira con insistencia.

- Oye. ¿Por qué mierda haces tantas preguntas? ¿Quieres escribir un puto libro o qué?

Parece que el tipo se mosquea. Quizá algo le esté oliendo mal o, simplemente, haya perdido las ganas de charlar. No lo sabes, pero no te gusta el tono que usa.

Sonrío y me quedo mirando al camello que se ha mosqueado. Tampoco esperaba obtener demasiada información sólo con la conversación. Bueno, hasta aquí los buenos modos... Miro a ambos lados de la plaza, comprobando que no hay nadie por la calle. Con el calor que hace a medio día en mitad de la ciudad es improbable que nadie se cruce por aquí.

- Nope! Un libro no... - digo clavando mi mirada en él a través de las gafas de sol. Me quedo un momento en silencio, observándoles. - Pero uno de esos peces gordos se ha bajado a un colega mío y eso me ha tocado los huevos. Así que prefiero preguntar para saber en qué cojones andan metidos todos estos cabrones. Y ahí es donde entráis vosotros... Mala suerte, chico. Si me decís lo que quiero saber por las buenas, de puta madre para todos. Si no... Bueno, teniendo en cuenta la movida en la que me estoy metiendo, acabar mal con dos camellos de la calle es un riesgo que puedo asumir, ¿no crees?

Me apoyo en el banco y levanto ligeramente la pernera del pantalón, dejando que se vea la pistola que llevo encima. Al final lo que le he dicho es completamente cierto. Estamos moviéndonos en terreno peligroso, como demuestran las muertes de Zafra y de Sento, así que pelearme con dos camellos medio fumados no es el mayor de mis problemas ni por asomo.

Los dos se echan un par de pasos hacia atrás, al tipo del cigarro, se le cae de la comisura de los labios y no se preocupa de recogerlo.

- ¡Eh, tío, tranquilo, joder! - Repiten ambos casi al unísono - No sabemos una mierda de lo que dices, coño, pero hostia, no hay que liarla tan gorda, tío.

Sus voces son de sumisión. Como si estuvieran seguros que podrías echar mano de la pistola de un momento a otro.

Aguanta un poco mejor la compostura que su colega, que casi se cae de culo al retroceder sin mirar.

- No es que no queramos ayudarte, joder. Es que no... no sé... si nos das más pistas, igual nos suene de algo ese Molina. ¿Por dónde se mueve?

Miro a la pareja de camellos con seriedad, manteniendo un gesto ligeramente amenazador pero tratando de no acojonarles demasiado para que no se piren corriendo o les de por intentar alguna tontería.

- Alejandro Molina - repito haciendo memoria. - Estuvo hace poco involucrado en un tiroteo en el puerto... Asuntos de drogas. ¿Os suena?

La última pregunta tiene poco de amable. Una vez pasada la oportunidad de ir de buen rollo dejo escapar parte del mal humor acumulado durante el último día, y por costumbre de mi trabajo como portero, ese mal humor no suele acabar bien para quien me toca las narices. No en vano me he ganado cierta mala fama en el barrio por darle una paliza a algún tipo que se ha intentado pasar de la raya en el Orión.

- ¿Alejandro Molina... en el puerto? - Parece que está rascando en la memoria, mira a su compañero que ha palidecido y, de repente, su expresión cambia completamente. - ¡Hostia claro, los Latinos!

- Esa gente mueven mucha pasta, tío. Controlan el puerto y todo lo que entra y sale. Lo llevan los Molina. Al viejo se lo cargaron hace poco, ahora llevan todo el tinglado los hijos. - El tipo explica como si fuera recordando las cosas poco a poco. Mira nuevamente a su colega - ¿Te acuerdas del Puyas, que se metió con los Metropolitanos? Me lo encontré ayer en el Mojito's. Estuvo una hora dándome la brasa con la coña esta.

El otro asiente desde su posición. Mientras, su colega se vuelve de nuevo hacia a ti y continúa relatando.

- Mi colega me apretaba para que me fuera con ellos. Decía que ahora que el viejo la había palmao los Metros podrían levantarles el negocio del puerto a los Latinos y que entonces se iban a forrar. A mí no me van esos rollos, por que a la mínima acabas con un piercing en el hígado y prefiero ir tirando que dejar la piel por otro.

¡Joder! No me extraña que L me mandase a tomar por culo... Parece que más que una pipa debería conseguir un puto lanzamisiles para salir de esta...

- Mucho mejor... - digo con respecto a su decisión de colaborar. - ¿Quién manda a los Metros? Y otra pregunta más. ¿Qué relación tienen Los Latinos con la gente de Don Víctor y la peña del Barrio Libertad? Parece que hay una puñetera guerra a punto de empezar en esta ciudad, y me gustaría saber quien está en cada bando...

Relajo el tono ligeramente, para no forzar, pero mantengo una mirada seria, amenazante. Al fin y al cabo, les he enseñado algo de pasta antes, y si colaboran tal vez se lleven una ligera recompensa... Una opción mucho más lucrativa que meterse en una pelea con un tipo armado, seguramente.

Ahora que hablas con estos chavales, te vienen a la cabeza algunas noticias y habladurías al respecto de los Metropolitanos y los Latinos:

Los Metropolitanos es una banda que controla un extenso territorio que, como una mancha, abarca parte de los barrios de Génova, Catedral, Puerto y Centro. La forman chavales de antiguas bandas minoritarias que no tienen otra cosa que hacer que vivir deprisa, por que tienen muchos números de morir pronto. Si de algo tienen fama es de estar chalados y no importarles meterse en cualquier negocio, por peligroso que sea.

Los Latinos es una banda mafiosa al más puro estilo familia siciliana, pero con orígenes sudamericanos. Controlan la mayor parte del barrio del Puerto. Desde la muerte de su cabecilla y padre de la cúpula, se ha debilitado bastante. Nadie sabe quién es el responsable de su muerte. Carlos Molina murió en un tiroteo bastante espectacular, la imagen del coche agujereado al más puro estilo Chicago años veinte fue una de las imágenes de las portadas de todos los periódicos de Cunia y varios informativos, incluso nacionales.

El chaval parece que se relaja cuando aflojas un poco tu posición agresiva. Con vuestro lenguaje no verbal os dais a entender que puedes aflojarles algo de pasta si colaboran, así que el camello sigue largando.

- A los Metros los manda ese tío que vive en el yate del río. ¿Cómo se llama?... González, sí. Rafael González. Le llaman El Profesor.

Cuando escucha tu segunda pregunta, niega con la cabeza.

- No tienen nada que ver, que yo sepa. La Libertad es una puta jungla, no lo controla nadie y el Don pasa bastante del sur de Cunia, creo. Si hay una guerra, la pueden liar los Metros con los Latinos, y puede que se apunten algunos de los amarillos del barrio Chino, a ver si rascan algo.

Se encoge de hombros.

- Yo no sé más, tío.

Asiento con seriedad antes de meter la mano en el bolsillo. Saco la china que me han pasado y se la lanzo al camello.

- Fumárosla vosotros a mi salud... - le digo. Me quedo pensando un momento y les paso también la droga que le cogí a Izan. - Y ya de paso, esta también. Creo que es polen. Me lo pasó un moro que trabaja para Monzón, un tal Ibrahim... ¿Le conocéis?

Es un tiro a ciegas, pero con suerte me pueden dar algo más de información. El maldito Ibrahim no ha tratado de contactar conmigo. En cierto modo no me extraña, pero si yo fuera Monzón le cortaría las pelotas por largarse corriendo y dejar tirados a sus compañeros.

Los dos niegan con la cabeza ante tu pregunta sobre Ibrahim, al tiempo que abren los ojos con sorpresa cuando les sueltas las dos chinas.

- ¡Ni idea tío!

- No. - La sonrisa en la cara del chaval parece incluso cómica. - Pero, ¡Eh! Si necesitas algo ya sabes donde estamos.

Está claro que lo de la segunda china les ha llegado al corazón.

Asiento en un gesto cómplice.

- Claro tío. Nos veremos por aquí... - Si sigo vivo lo suficiente. - Eso sí, está claro que nunca hemos tenido esta conversación, ¿verdad? - pregunto con gesto serio. Una pregunta retórica, claro, porque ni siquiera espero a que me contesten antes de alejarme.

Miro a los camellos por el rabillo del ojo mientras dejo la plaza. Si quieren contar lo que me han dicho no puedo hacer nada por evitarlo, salvo que me decida a mandarles al hospital o al tanatorio, pero no estoy por la labor. Ya tengo suficientes cosas en las que pensar de momento.

Saco el móvil y tecleo rápidamente un SMS para Eduardo. Será más rápido que llamarle.

"Tengo lo que querías de Molina: Banda Latinos en el puerto, enfrentados con los Metropolitanos. Llámame"

Me enciendo un cigarro y miro el reloj para comprobar cuánto falta para el funeral. Después del plantón de Joan no tengo muy claro que vaya a ir, aunque es posible que sea nuestra única oportunidad para asegurarnos si alguien está vigilando todo este asunto. Barajo otras opciones mientras espero que me llame Eduardo. El caso Palma sigue sin investigar, porque dudo bastante que Joan haya dejado a Pablo y compañía este rato para ir a preguntar nada, pero tampoco yo tengo los datos para acceder a los implicados. Ibrahim sigue sin dar señales de vida y no tengo ninguna pista de dónde buscarle salvo que vuelva al Barrio Libertad. También está el coche del poli, pero presentarme en la comisaría pidiendo ver el coche accidentado de un poli muerto no me parece una gran idea... Aunque tal vez pueda enterarme por mi viejo o alguno de sus compañeros a qué desguace se han llevado el coche de Sento.

Te metes en una tasca conocida a comer un bocata y unas tapas, que tu estómago agradece pues el hambre ya acuciaba con fuerza. De alguna manera consigues desconectar un rato. Comes, desenchufas el cerebro mientras en la tele ponen un especial de Humor Amarillo y te descojonas un rato junto con algún conocido del lugar.

Ese rato te sienta bien.

Cuando te quieres dar cuenta, ya es hora de salir para el funeral de Zafra. Supones que verás a los demás allí.