Partida Rol por web

Dirías que las sirenas que se acercan son de la policía.

Dirigiéndome a Negro - Agente, están apunto de llegar nuestros compañeros de comisaria. Puedo escuchar las sirenas como se acercan. ACASO NO SE DIO PARTE QUE CHARLIE-BRAVO ESTAVA EN EL HORNO? Maldita Gertru, PORQUE NARICES NUNCA SE ME INFORMAN DE ESTAS COSAS?!!! -.

Rápidamente y con seguridad me dirijo al Célica. Mientras y mirando al doctor, irritado, cabreado y con autoridad le digo : - Usted, ACABE PRONTO! Este narco debería estar siendo interrogado, y no siendo atendido con dulzura.

- APÁRTENSE, SECRETA TRABAJANDO! - Casi boceo a la gente mientras procuro recoger el subfusil sin dejar huellas.

- AGENTE, DÉSE PRISA Y RECOJA LAS PRUEBAS - Grito desde el Célica a Negro

Escucho los coches de policía acercándose poco antes de que Conrad nos avise de las sirenas. Miro un momento al médico que se ha acercado a Ibrahim, planteándome si partirle la cara y arrastrar al moro a nuestro coche.

- ¡Joder! Le aseguro que sería mejor para ustedes que este pieza estuviera muerto - le digo al médico finalmente mientras le cojo rápidamente el móvil y la cartera a Ibrahim. - Pero si quiere mantenerle hasta que lleguen nuestros compañeros, es problema suyo.

Abro la cartera tomándomelo con calma.

- Jefe, aquí está la dirección - le digo a Conrad mientras vuelvo rápidamente hacia el coche de Arnau. - Vamos a toda leche no vaya a ser que se escapen. Estoy seguro de que este cabrón ha contactado con su gente...

Miro a la gente que se agrupa a nuestro alrededor y me coloco las gafas para cubrirme la cicatriz de la ceja. - Nuestros compañeros están de camino. Dejen hacer a este hombre mientras vuelven.

Entro en el coche, ocupando el sitio detrás del copiloto en el que antes estaba Eduardo.

- Vámonos cagando hostias antes de que llegue la pasma... - le susurro a Arnau.

Pienso para mis adentros que estos tipos están como una chota. Zafra era bastante temerario cuando consideraba que la ocasión lo merecía, y estos tres parece que tenían eso en común con el bueno de Ramón. Yo prefiero quedarme en el coche sin asomar.

Negro vuelve al coche y casi me atropella, ocupando mi asiento. En cualquier otra situación le habría dejado ir una frase punzante, de esas que hacen sangrar la bilis, pero bastante tenía yo con lo mío. Mi cuerpo aun está adolorido por la caída de ayer.

Lanzo una mirada cargada de mala leche contra el muchacho de las gafas de sol mientras le cedo mi puesto con un gruñido.

- ¡Vámonos de aquí cagando hostias! - Le espeto a Arnau.

Impresionante la actuación de los colegas. Aunque no es para menos dadas las circunstancias. Por mi parte no pienso bajar del coche. No me veo capaz de actuar. Si bajo es para rematar a esos dos. 

El motor sigue en marcha y mis manos no han dejado el volante. En cuanto entren todos, le piso al acelerador y nos largamos de aqui

Las caras de estupefacción de los transeúntes se hacen evidentes al ver la actuación de los presuntos policías de la secreta. Aunque a todas luces la actuación de Negro no ha sido precisamente de Óscar, puede haber quedado suplida con la profesionalidad mostrada por Conrad, que realmente parecía un policía real.

"Sea como fuere, la suerte está echada y todo dependerá de las circunstancias". Este es el pensamiento, con algún que otro matiz, que aflora en la mente de los cuatro justo cuando Conrad irrumpe en el BMW con lo que ha podido conseguir del coche siniestrado.

Al sonido del cerrar de la puerta de Conrad, Arnau pisa el acelerador sin dar mucho tiempo a los presentes a posicionarse en sus respectivos asientos. Un volantazo, un derrape hacia la derecha, encara una rotonda pequeña a la órbita de la cual se engancha el coche negro para salir despedido en alguna dirección que todos esperáis que por lo menos tenga sentido para Arnau, porque los demás, acabáis de experimentar una sensación muy parecida al "cero G" mientras intentabais agarraros a algo.

Finalmente, Arnau encara una avenida que le permite acelerar a placer y se imbuye en el tráfico cuniense rumbo a la Universidad.

- ¡Joder! - Exclamo mientras consigo liberar tensión de mi antebrazo, que ya tiene los músculos agarrotados de apretar la agarradera de sobre la ventana.

- Os juro que llevo una historia como esta a un editor y me la tiran a la cara por inverosímil. - Es cosa de la tensión, me da por soltar chistes del gremio - ¿Sabéis qué habéis hecho ahí? ¡Os habéis pasado por polis!

Sacudo la cabeza incrédulo mientras evalúo la situación, pero sin poder calmarme aun lo suficiente como para conseguir ordenar mis ideas.

Tuerzo el gesto, sabiendo que probablemente alguno de los presentes se haya planteado que yo era, cuanto menos, un poli algo particular.

- Bueno, más o menos... - contesto a Eduardo. - Con suerte creen que soy algún colaborador. Pero si no hubiera estado el puto médico ese, igual teníamos a alguien a quien interrogar.

Y estaría con nosotros ahora y no en el puto maletero...

Cuando Arnau levanta un poco el pie al alejarnos de la escena del accidente, saco la cartera que le he cogido a Ibrahim y empiezo a mirar su contenido, guardándome el dinero en un bolsillo. Al ritmo que vamos, me voy a quedar sin pasta cagando leches, y ni siquiera sé si podré mantener el curro después de esto. ¡Puta mierda!

Cuando termino de mirar la cartera, le echo un ojo al móvil de Ibrahim.

Escucho las impertinencias de Eduardo mientras reviso la documentación del coche, por si encuentro algo interesante.
Vamos hombre, no nos lo hagas mas difícil pienso para mis adentros.

- Si,... por polis Eduardo, pero polis DE LOS BUENOS, no lo olvides! Cada uno hace lo que buenamente puede, verdad? - pregunto en tono inquisitivo levantando un sugerente ceja. - Pero no te preocupes, que tan solo se han quedado con nuestras caras indicando a Negro (que no parece que le haya echo mucha gracia el espectáculo) y a un servidor Y la verdad, yo no te he visto en ningún momento en el percal. Así que por mi no sufras. - espeto soltando un guiño.

- No creo que te puedan relacionar directamente. Y yendo muy mal, tendrás un buen artículo que vender - no puedo evitar que se me escape una buena carcajada.

- Por cierto, alguien sabe utilizar este arma? - pregunto haciendo un gesto al subfusil que he requisado.

Observo a mis pasajeros sin abrir la boca. Estoy exhausto y necesito un trago, una ducha, un entrecot o un polvo. Yo que se. Miro al frente. La selva de trafico y monovolumenes conducidos por mamas histericas me parecen ahora un teatro de variedades cutre. El cansancio postadrenalítico me da la suficente paciencia como para ir tranquilo, sin prisa pero sin pausa, hacia la Universidad. 

- Señores, premios BAFTA aparte, alguien recuerda para que coño ibamos a la Universidad? Es mas, alguien sabe si hay alli taquillas para guardar subfusiles?

Sí, y puta la gracia que me hace que se hayan quedado con mi jeta.

- Nunca he usado uno de esos - contesto a Conrad señalando el subfusil - pero tal y como las están pintando, puede ser útil. A veces es mejor poder llenar el aire de balas, aunque no vayan a ningún sitio, que tener que salir por patas. - Sé que Eduardo no estará de acuerdo con esa afirmación, pero no es momento para discutir temas filosóficos ni para ensanchar la brecha que nos separa. - De momento guárdalo bajo el asiento, no es cuestión de pasearlo por el campus.

Cambio rápidamente de tema, mirando a Arnau mientras levanto una ceja.

- ¿Tienes memoria de pez, colega? ¿No te había llamado el decano porque había conseguido información del caso? - pregunto recordando la interrupción del teléfono en el bar a la salid del Ritz. - ¡Joder! Ahora que lo pienso, por lo que comentaste del tipo este, parece un cambio de actitud un poco raro, ¿no?

Negro, tío, te estás volviendo un paranoico que te cagas... pienso. Pero ya sabes lo que dicen, "sólo porque sea un paranoico, no significa que no vengan a por mí", me contesto a mí mismo.