Partida Rol por web

Asiento con la cabeza al escuchar lo del coche.

- Sí, por favor... Pregúntaselo a ver si podemos sacar algo de información de ahí.

Sin embargo, no estoy muy convencido de investigar a Molina. Sólo se me ocurre una forma de hacerlo, tratando de averiguar en qué está metido ese tipo en las zonas más chungas de la ciudad, pero no se me ocurriría llevar a Joan al Barrio Libertad ni harto de pastillas. Yo mismo he tenido que salir de allí a toda pastilla en alguna ocasión para evitar una paliza, así que pensar en qué haría la gente de ese barrio al ver a una persona con algo más de clase como la secretaria me convence de que no es una alternativa viable.

- Salvo que tengas algún otro contacto en la pasma que te pueda dar información sobre Molina, diría que si Eduardo quiere más información puede buscarla él. - ¿Cómo era...? ¿"Quien quiera un pez que se moje el culo"? - Así que diría que, si tenemos que descartar el caso Palma, vayamos a hablar con la parejita feliz - el sarcasmo es evidente, pero pensar en Eduardo me ha recordado mi mal humor. - Si no tienen nada que ver no debería costarnos más de un par de horas descartarlos...

Aprovecho un momento en que nadie está con Pablo (ya que a CArmen de momento no le dan un respiro) para ditigirme a él.
Le pongo una mano en el hombro.
¿Cómo estás, Pablo? Imagino que se sentirá más o menos como yo y después de su mutis ayer estoy bastante dolida, pero no voy a ir a quemarropa a hablar sobre lo de ayer ni sobre Carmen.

Joan y Negro estaban hablando sobre el siguiente paso a dar cuando, de repente, pasa Pablo cerca de donde se encuentran ambos y Joan interrumpe la conversación para llamar la atención de éste último.

Se encoje de hombros. Tiene ojeras marcadas, de haber pasado la noche en vela y haber derramado recientemente alguna que otra lágrima por su tío. - Esto es una mierda. - Dice en un susurro audible para vosotros dos. - Pero Carmen está hecha polvo. Es fuerte, pero su padre era lo único que le quedaba. La única familia de verdad. - Tuerce el gesto - Vale sí, yo soy su primo, pero tampoco le tengo la confianza que seguramente ella necesite ahora mismo. Y su marido, hace lo que puede, pero no puede permitirse dejar de trabajar. Se ha cogido la mañana libre y estoy seguro que le va a salir caro. Su jefe es un cabrón. Y ella mañana mismo tiene que volver a su trabajo en Aguaclara.

Poco a poco, el velatorio se va vaciando de gente. Cuando estáis hablando con Pablo, ya deben quedar unas cuatro o cinco personas sin contaros a vosotros, Carmen y su marido.

Yo entiendo que lo que está pasado es terrible y que no hay tiempo para tonterías, pero me siento en la necesidad de apoyar a Carmen en este momento. Y también a la mujer de Sento. Ambas me han arropado en momentos difíciles y me han acogido como a uno más de sus familias y me han buscado en momentos de desaliento y yo...¿qué estoy haciendo yo? ¿Jugar a los detectives? ¡Por el amor de Dios! Claramente esto no es lo mío. ¡¡Casí me matan!!
Miro a Carmen. Luego a Negro y digo en un susurro con cara suplicante: Negro, tengo que quedarme con estas personas. Son mi familia. Tengo que apoyarlas,¿entiendes? Lo siento. Te llamaré en cuanto esto acabe.
Regreso tras Carmen y pongo una mano en su espalda muy suavemente.

Miro a Joan y arqueo una ceja. De alguna forma tiene razón, yo aquí no pinto nada. Observo a los presentes un momento, y me fijo en el único desconocido que hay en la sala, el marido de Carmen. No sabía ni que estuviera casada... Razón de más para irme ahora.

- Está bien, tú misma - contesto a Joan poniéndome las gafas de sol.

Saludo con una rápida inclinación de cabeza a Carmen y me acerco a Pablo. No me fío demasiado de él, pero bueno, a estas alturas no confío realmente en nadie.

- Pablo, cuida a Joan. Intenta que no se quede sola y avisadme si veis algo raro. - El mecánico es impulsivo y los tiene bien puestos, como demostró en el despacho de Zafra, pero espero que no se le ocurra ninguna tontería.

Salgo del tanatorio y enciendo un cigarro, aprovechando cuando me paro a sacarlo de la cajetilla para observar a mi alrededor. Que no haya nadie más dentro no significa que no les estén vigilando desde fuera. El chispazo del zippo me hace parpadear un momento y con el cigarro humeando en mi mano, me alejo hacia mi moto.

¡Joder! ¡Qué puta pérdida de tiempo! Espero que al menos se le ocurra mirar lo del coche de Sento. Si le han matado me gustaría saber cómo.

Subo en mi vieja Gilera y le doy una última calada al cigarro antes de ponerme el casco. ¿Y ahora qué? No tengo demasiadas ganas de investigar el caso Palma... ¡Mierda! Todo esto ha sido una mala idea. Acepté venir con Joan para que no se quedase sola, pero tenía que haber insistido en ver a Molina. Seguro que hubiera sido más útil allí. ¡Bah! De todas formas estoy mejor solo... Al fin y al cabo llevo así desde que conocí a Zafra, no tengo por qué cambiar eso ahora. Y hay más formas de averiguar exactamente quién está detrás de todo esto. Demasiados peces gordos para que no se haya escuchado nada en la calle.

Dudo un momento más. Después de la experiencia de ayer, volver al barrio libertad sin un buen motivo no me parece una gran idea. Además, parece que Ibrahim no se ha metido en demasiados problemas con Monzón, de otra forma probablemente habría contestado a mi mensaje. Sin embargo, también está Don Víctor y desconozco qué papel juega en todo esto. Bueno, es hora de ir colocando a cada cual en su sitio...

Pongo en marcha la moto y vuelvo a mi barrio. Al fin y al cabo es la zona que mejor conozco y donde hay más gente que me conozca a mi. Allí podré encontrar a alguno de los camellos de poca monta que no trabajan para ninguno de los grandes mafiosos del barrio, de esos a los que dejo pasar de vez en cuando al Orión a cambio de un poco de dinero extra. Si no trabajan para nadie, tendrán que saber bien en qué está metido todo el mundo... Como Lucio, pero consultar a mi jefe, o ex-jefe no lo sé, debería ser mi última alternativa.

Espero q que se calme todo para hablar un poco con CArmen

Ya se ha ido casi todo el mundo. Sólo queda Carmen, su marido, Pablo y tú.

- Gracias Joan, por tu apoyo. Significa mucho para mí.

Cualquier cosa que pudiera hacer por ti, dimelo, corazón. Estoy a tu disposición. Espero que por lo menos la policía no haya vuelto a molestarte.

No sé qué pensar. no sé si quedarme con Carmen un rato o buscar a la mujer de Sento. Se me acumulan las pesadillas. Estoy segura de no pensar con claridad. Si al menos puediera aliviar o servir de ayuda a alguien...

Estás un rato más, consolando a Carmen y dando todo tu apoyo. Pablo también se queda y se nota que la hora de comer está cerca, pues no hay casi nadie más que vosotros.

Tras una charla de disculpa y completa comprensión por parte de Carmen, así como su absoluta gratitud por estar a su lado en un momento como este, sales del Tanatorio en compañía de Pablo.

Al salir, estáis un rato en silencio, con caras largas por la situación de profunda tristeza que habéis vivido allí dentro y que aun arrastráis. Es Pablo quien rompe el silencio finalmente.

- ¿Sabes, Joan? He estado pensando todo es tiempo. La impotencia que siento por todo lo acontecido me está pudriendo el alma. Pero he llegado a la conclusión que tenemos la relativa "suerte" de poder hacer algo al respecto.

Te mira a los ojos, mostrando una seguridad inusual en Pablo.

- Mi tío ha muerto. Pero no ha muerto por que sí. De eso estoy seguro. Pero él ya no puede continuar y depende de nosotros para tirar de la manta y descubrir al responsable de todo esto. Tiene que ser un pez gordo, por que lo de Sento, no lo hace un cualquiera. Eso seguro que no.

Te observa titubear.

- Es casi hora de comer. Tengo un nudo en el estómago que será difícil deshacer, pero quizá nos venga bien sentarnos y charlar sobre el tema. Me gustaría hacer algo y me gustaría que me ayudases.

Me parece bien. TEngo que hablar con la mujer de Sento y apoyarla. También le edbo mucho y tal vez me pueda dar alguna lista sin salir perjudicada. No pienso ir a preguntar a quemarropa ni darle la angustiosa noticia de que el accidente no ha sido tal cosa. Hago una pequeña pausa y tomo aire.
Comamos algo y me dices que impresión tienes. ¿ Hay algo que te haya llamado la atención desde la última vez que hablamos?

- Me parece bien, Joan. Te acompaño a ver a la mujer de Sento. De todas formas, si pudiera echarle un vistazo al coche, sabría decir si alguien lo manipuló. Soy mecánico, así que, a menos que se hayan fundido todos los conductos, podría saber si hubo sabotaje. Quizá podríamos convencer a la mujer que iremos a buscar las cosas de Sento en su nombre y, una vez en comisaría, ingeniárnoslas para acceder al vehículo. ¿Qué te parece?

Me parece una gran idea. Me alegro de que me des ua dirección hacia dónde ir. ültimamante me da la sensación de que estoy tan desorientada que no sabría ni ponerme los zapatos

Me alivia muchísimo estar acompañada por alguien familiar.
VAmos a comer algo y mietras voy llamando a para ver si podemos encontrarnos con ella para el café