Partida Rol por web

17 de Agosto de 2005
7:30 am

 Un sonido martilleante irrumpe de forma muy descortés en tus sueños. Tardas un rato en darte cuenta que el insistente ruido no es producto del mundo onírico, sino más bien un estruendo real lo suficientemente fuerte como para rasgar el velo de la inconsciencia y arrastrarte al mundo real con inmisericorde crueldad.

 El teléfono suena. Quizá el aparatejo sea consciente que debe sonar bien fuerte si quiere conseguir tu atención, pues el intenso sonido del que hace gala te parece mucho más fuerte que nunca. El repentino despertar hace que tu corazón bombee sangre con fuerza y un ramarazo de ira irracional brota desde tu subconsciente para hacerse palpable en tus gestos.

 Tomas un segundo de respiro, con la mano en el teléfono, para calmarte y centrarte. Sólo entonces descuelgas para responder un instintivo:

 - ¿Diga?

 Ruido de fondo. Quien quiera que sea, está en la calle. Recibes una respiración entrecortada por respuesta. Aun no eres plenamente consciente de tus actos, así que simplemente insistes.

 - ¿Diga?

 - Ho... hola. - Responde una voz de mujer. - S... soy Carmen Zafra. - Los sollozos con los que se entrecorta su voz muestran pena desconsolada, levemente ahogados por la fuerza de voluntad de la mujer, que pretende acallar para poder mantener una conversación coherente. - Han encontrado a mi padre... muerto. Di... dicen que se ha suicidado. Saltando al vacío.

 Quizá sea por la confusión del brusco despertar, pero no logras asimilar aun lo que te están diciendo. Balbuceas un - Pe... pero.

 - Sí, ya lo sé... - hace una pausa para sorber el llanto - ¡Es imposible que mi padre se suicidara! - Protesta con recobrada, aunque efímera, energía.

 - Oye... yo - Respondes, intentando aterrizar en esta inesperada realidad.

 - Siento haberte despertado así, pero es que no sabía a quien llamar. Estoy en una cabina, en el campus médico. Hay policías engreídos por todas partes y necesito ver a alguien que apreciase a mi padre, alguien que crea como yo que es imposible que él saltase. - Pierde definitivamente el control del llanto y se deshace en lágrimas. Reúne fuerzas para detener unos instantes el llanto y decir - Si no puedes venir lo entenderé.

 Cuelga el teléfono.

 Te quedas unos instantes como intentando separar la realidad del sueño, asimilando lo que acabas de oír por teléfono. Cuando por fin lo logras, recuperas el dominio de tus actos.

- Joder, ¿Zafra ha muerto? y ademas suicidio, dificil de creer. - pense mientras salia de la cama, me vesti rapidamente, aunque no por ello descuide mi imagen - bueno, todo tiene un lado positivo, si no es un suicidio puede que haya una exclusiva jugosa, y si no hay noticia, creo que Carmen estava bastante buena, y ahora que su padre no esta, sera mas... accesible.

Cogi la mochila y la camara, comprobe que llevaba carretes y condones de sobra, hay que estar preparado. Baje al garaje y cogi mi coche.

Bajo un solemne luto el día arranca con un sabor agrio y un nudo donde debería estar su estómago. –Joder! Tengo que darme prisa…- piensa Conrad mientras se apresura a vestir-se. Coge las llaves de casa y del coche, y sus pertrechos diarios (móvil, pistola, algo de dinero en efectivo, etc), y sin dar pegar bocado alguno se dispone a salir de su ático.
Al echar mano al pomo de la puerta, recuerda cabreado que debe de hacer sus rituales geománticos (hoy los necesitará más que nunca), por lo que le dedica unos angustiosos minutos. - No puede ser, Zafra. Tu no!!! Porqué tú? – Conrad no puede creer que haya sucedido realmente. Quien le brindó un nuevo renacer... está muerto! - Mierda! Siempre se joden los buenos! - Con rabia golpea la puerta del ascensor una y otra vez.
Finalmente se lanza contrarreloj, casi tropezando, en busca de su coche. Mientras conduce hacia el campus médico divaga, medita… -Si Zafra está muerto, es porque se topó con algo gordo.- piensa, mientras medio neumático tatúa el frío asfalto matutino. Las ruedas chirrían, el motor ruge y su cabeza es un caldo de pensamientos, lamentos y sangrienta bilis.

 Después de colgar el telefono me incorporo levemente en la cama, al mismo tiempo que estiro el brazo para encender la luz de la habitación. En otras circunstancias la maldeceria, pero ahora no puedo mas que intentar luchar contra ella, prescindiendo de la tonteria ocular y tratando de enfocar rapidamente  los objetos que me rodean. Se lo que tengo que hacer. No es la primera vez que  recibo una llamada como esta y en estas circunstancias. Mientras voy localizando la distribución de la habitación me sorprendo a mi mismo de la frialdad con la que estoy afrontando la situación. Es grave, muy grave. Es de esos momentos en la vida que se etiquetan como de derivada 0. Una vez emplazados todos los rincones y detalles del loft en mi mente, empiezo a idear el proceso a seguir. Tiene que ser rapido, sin fallos, eficiente, acallando lo que sin ninguna duda acaecerá mas tarde en forma de pena sentimental y que ahora no haria mas que entorpecer. Me levanto y me dirijo con velocidad constante al baño. Una ducha rapida, una camisa, una americana, pantalones regulares y zapatos comodos. Es impresionante como el tiempo se relativiza en estas circunstancias. Mas matematicas baratas en mi cabeza. Lo que haga falta para mantenerla ocupada.

Una vez listo y con un café hirviendo bajando por el esofago, me planto en la puerta pensando en todos los objetos que necesito, irrelevantes todos ellos, pero absolutamente necesarios para afrontar lo que van a ser unas duras horas: llaves del BMW, el zippo, tabaco en abundancia, cartera, pasta,  telefono ... mierda, sin carga para todo el dia ...., bueno, ya esta, seguro que me olvido algo, todo un clasico.

Me permito un pequeño relax mental hasta llegar al coche y arrancarlo. Esto permite el procesado de ideas oscuras al raciocinio, de ofuscacion de la objetividad, intentando argumentar el como, el porque, el cuando. Por suerte finalizan al oir el gruñido suave del motor. Empieza un desplazamiento veloz, raudo por la ciudad. No hay problema. La policia conoce el coche oficial, y puedo saltarme la mayoria de señales de tràfico sin que ningun poli de traje planchado se permita el lujo de mirar siquiera a la ventanilla. Ventajas del oficio. Y por cierto, espero que no me llamen a estas horas. No es habitual, pero ha pasado a veces con algun que otro follón familiar de la fabulosa familia del alcalde. Bien, ya sabia yo que parandome en algun semaforo acabaria pensando en lo que no debo, en el puto curro. Sigamos con lo nuestro, la conducción. Y pasando de los semaforos, que no hay ni dios por las calles. Me encanta esta modalidad. Avanzar rapidamente, con la velocidad justa, la maxima para evitar un accidente, viendo pasar esquinas, cruces, coches aparcados y buses en direccion contraria, a unas distancias de terror, y que curiosamente se controlan con una facilidad apabullante cuando se activa la modalidad del 'best score' ... como si competir hacia la facultad de medicina pudiera devolverme mi antigua vida.... joder! las basuras! OK, otra calle, otro atajo. Enciendo un cigarrillo y bajo las ventanas. Eso le da mas emocion al asunto, ya que me queda una sola mano hábil para manejar semejante fiera que llevo entre las piernas (como me gusta pensar chuleandome a mi mismo). Naturalmente, me dura tres caladas, y aprovecho para tirar la colilla a los pies de algun yonki deambulando por la calle. Soy un cabrón ... no, que seguro que aprovecha la colilla para algo... genial, mi cerebro se empieza a despertar.

Ya llego. Es facil saber donde aparcar. Solo tengo que hacerlo cerca de alguna de las cafeteras de la policia, que hay unas cuantas, casi mas que policias, o como minimo, suman mas capacidad intelectual que los que deambulan por la zona recordando burlescamente las veces que tuvieron que acercarse a la facultad para reprender alumnos borrachos amantes de esqueletos plasticosos extraidos furtivamente de algun laboratorio.

Encontar a Carmen no me cuesta mucho. Solo tengo que enfocar la persona la cual todos los agentes parecen disimular su existencia. Ese gran servicio a la comunidad que da mas facilidad de gatillo que de secado de lagrimas en un hombro. Antes de acercarme a ella me paro y  la miro fijamente. Intento captar el momento, la esencia del acto. No quiero perderme ningun parametro. Localizo los inspectores, localizo la zona del accidente (mas tarde me acercare tanto como pueda), localizo a mi amigo del turno de noche (mas tarde me acercare tanto como pueda ...), localizo el forense, localizo los curiosos en ventanas. Si, lo se, he visto muchas peliculas, pero tengo la necesidad de descartar que no hay nadie mirando fijamente la escena con seriedad y sin perpejlidad. Seria el asesino...

Joder, soy un friki pasado de vueltas. Me voy a acercar. Tengo que actuar con firmeza, con conviccion (que todavia no tengo), y con intencion de ayuda y comprension. Eso sera dificil. Porque Carmen, ... Carmen es Carmen... y su padre hace ya tiempo que se convirtió en una de las pocas personas dignas como para que me levante de la cama a preocuparme de su muerte.

Cara de poker mas ligera mueca de preocupacion (todo en su justa medida) y .... accion!

Cojo el teléfono derribando la mitad de los objetos que hay en la mesilla y escucho a la mujer sin saber qué decir. Ayer llegué a casa a las 5:30 de la madrugada, tras una noche de trabajo y alcohol. Con apenas dos horas de sueño me siento completamente incapaz de pensar con claridad.

- ¡Mierda! ¿Pero a quién coño se le ocurre llamarme a estas horas? - Murmuro malhumorado. Me acerco a beber algo de agua del lavabo del servicio junto a mi dormitorio. Tengo la boca seca después de los... ¿cuatro? ¿cinco vodkas? "¡Bah! ¡Los que fueran!". Lleno un vaso para llevarlo a mi habitación.

Vuelvo a sentarme en la cama y hago ademán de encenderme un cigarillo. Maldigo en voz baja al ver que tan solo quedan tres cigarros en el paquete. Busco el zippo encima de la mesilla hasta que lo veo tirado en el suelo. "Debí derribarlo al coger la puta llamada".

Encendiendo el pitillo me paro a pensar en la extraña conversación. "Carmen Zafra... ¿Quién coño es Carmen Zafra?". Pero el nombre me resulta familiar, así que cojo mi movil, que también se ha caído de la mesilla y busco en la agenda. "Y su padre está muerto..." Miro también si tengo algún otro Zafra en los contactos.

"¡Joder! ¡Maldita resaca!". Pienso mientras bebo algo más de agua intentando recordar de qué conozco ese apellido.

 Sabes por experiencia que el aturdimiento que padeces tardará en pasar. Una resaca con sólo dos horas de sueño y un despertar tan brusco hace que tu cabeza sea la caja de resonancia de tus propios latidos, que la golpean como si fuera el pellejo de un tambor. Quizá el agua y cigarro te calme.

 Achinas los ojos para evitar que la luz amplifique aun más el dolor de cabeza, mientras buscas entre los contactos del móvil.

 No hay mucha gente en la Z. Uno de los contactos coincide, Zafra, Ramón.

 Ramón Zafra.

 Hace ya algún tiempo que no tenías nuevas de Zafra. Unos tres meses más o menos desde la última vez que lo viste.

 Zafra podría estar metido en cualquier caso importante o no estar metido en ninguno. Era un tipo especial, proclive a aceptar casos que estuvieran a la altura de su catadura moral, y no tenía reparos en rechazar los que pudieran rozar la ilegalidad o que generasen problemas a gente humilde.

 La última vez que lo viste, acabasteis tomando un café en un bar y él te habló de su hija Carmen. De cuanto la quería y de lo que lamentaba que el trabajo de cajera en el supermercado que acababa de conseguir le restara tiempo para visitar a su anciano padre. Con eso de anciano os reísteis mucho, pues bien sabías entonces la vitalidad que gastaba Zafra.

- Ramón Zafra - digo en voz alta esperando que el nombre me resulte más familiar al escucharlo. - Joder, ¿quién coño es Ramón Zafra y a mí qué cojones me importa si ha hecho el paracaidista sin equipo desde su puta ventana?

"¡Bah! Yo me voy a dormir..." Termino el cigarro, sin llegar a apurarlo hasta el final y lo apago en el cenicero. En caso de deseperación cogeré la chusta más tarde, si me quedo sin tabaco. Me vuelvo a tumbar en la cama para intentar dormir, pero es agosto y a las ocho de la mañana empieza a hacer calor. Aparto la sábana de arriba de un puntapié y me doy la vuelta en la cama, esperando dormirme antes de que el colchón quede empapado en sudor.

¿!Pero qué...!? ¿!Cómo...?! Pero si estaba bien... La saliva parece ahora taaaaan densa. La respiración se hace entrecortada y la mirada se pierde unos segundos. ¿Cómo ha podido ocurrir? ¿Quién? ¿en qué estaba metido tan a fondo últimamante?

Voy a necesitar café...¡pero rápido!Me quito rápidamente el pijama de felpa y me voy directamente a la ducha corriendo por el pasillo, no sin antes meter un vaso de leche en el microondas.Me alegro de tener el nescafé de las emergencias

En la ducha pienso qué modelito puede ser más útil para tratar con la policía. Opto pot unos vaqueros bastante claros y un poco desgastados lo suficientemente ajustados como para ser femeninos y lo sufiecientemente holgados para moverme con naturalidad y poder echar un carrera si es necesario para llegar antes. Arriba me pongo una camiseta de manga hasta el codo con cuello y mangas de camisa, ajustada y con el escote justo y botas de piel marrones sin tacón. Me pondré las gafas, porque con lo que he dormido...¿conseguiré sacer algo en claro?¿habrá algún conocido?
¡Madre mía!. Tengo que conseguir que Carmen se serene, aunque conociéndola seguramente pronto se pondría bien sin ayuda, pero no quiero que haga ninguna tontería. Hay que ir con cuidado. Con un amigo perdido es suficiente. Después de lo que había superado... No me lo puedo creer. Quien sea que esté detrás más le vale ser listo, porque voy a por él. Toda esta diatriba era farfullada escaleras abajo. No me sentía capaz de esperar el ascensor y me iría bien para activarme, porque lo que es despejada, con la noticia era suficiente.
Me puse el casco y a los 28 minutos de la llamada estaba en el campus oteando entre uniformes para encontrar a Carmen con mi bolsa con mi blackberry y una cámara de fotos compacta pequeña en el bolsillo de la chaqueta.

 Llegas al garaje. Te está esperando, como un perro fiel, tu Porsche, que adquiriste hace a penas algo más de dos años, y al que tienes en más estima que a la mayoría de personas a las que conoces. Sabes de sobra que un coche así te ha facilitado muchas conquistas y muchas envidias. Y ambas cosas te encantan. Es por ello que, a pesar de lo aciago de la noticia que acabas de recibir, no puedes evitar que la satisfacción vuelva a inundarte, como lo hace cada día que realizas el mismo ritual, al bajar al garaje y contemplar uno o dos segundos la belleza que te espera, sumisa y poderosa, en el aparcamiento.

 Te subes al coche y arrancas, emergiendo por la puerta del garaje e ignorando el habitual y retórico saludo del guarda de seguridad que vaguea en su garita. Atraviesas las tranquilas y pulcras calles del barrio de Saboya, donde vives codeándote con la flor y nata de la sociedad cuniense. El barrio Saboya es probablemente el City Business District de la ciudad de Cunia, donde los acuerdos se firman y los pleitos actúan mientras la delincuencia casi no existe en sus calles ensombrecidas. Bajo la tutela de los gigantescos edificios que dominan más allá de las formas con las que las instituciones constitucionales han decidido marcar su impronta, pues la mayoría de edificios municipales y del gobierno se encuentran aquí, el Saboya hace tiempo que consiguió la atención de una gran parte de las empresas nacionales, abriéndose sedes de muchas de ellas.

 Vuelas sobre el rugido del motor en dirección sur. El campus de profesiones sanitarias se encuentra en el barrio Centro, enclavado junto al Colegio Mayor "Virgen de la Magdalena", en un recinto rodeado de zonas ajardinadas en las que los estudiantes acostumbran a sentarse a tomar el sol o a leer bajo la sombra de un árbol. Al llegar al campus, puedes ver la característica silueta de sus cuatro edificios principales, altos, interconectados y enrevesados, sin duda fruto de la paja mental de algún proyecto fin de carrera de algún arquitecto que debe andar por ahí hoy forrado de pasta. Los cuatro edificios contienen las facultades de Medicina, Farmacia, Enfermería y Fisioterápia (estas dos en uno sólo) y, por último, el Hospital Universitario, en el que todos los estudiantes realizan sus prácticas y los profesores llevan a cabo sus investigaciones.

 Llegas al campus con el calor comenzando su inmisericorde acoso. La última quincena de este agosto está siendo mortal para los cunienses, de hecho ya son dos los ancianos muertos por el calor y más de una y dos insolaciones han tenido que ser atendidas por los servicios sanitarios, tal como recuerda las absurdas noticias veraniegas en radio y televisión locales, como si no hubiera nada más interesante de lo que hablar.

 Sin embargo, lo que se encuentra ahora mismo en el campus no es una víctima del calor, precisamente. Sin necesidad de llegar al alto edificio de medicina, se puede ver la ambulancia y los dos coches de policía. Aparcas el coche en un amplio parking, reservado normalmente para los profesores, y, al bajar del coche, puedes distinguir ya claramente el cordón policial, así como el montón de curiosos y fotógrafos que se hacinan en torno a él. 

 El campus de profesiones sanitarias se encuentra en el barrio Centro, enclavado junto al Colegio Mayor "Virgen de la Magdalena", en un recinto rodeado de zonas ajardinadas en las que los estudiantes acostumbran a sentarse a tomar el sol o a leer bajo la sombra de un árbol. Al llegar al campus, puedes ver la característica silueta de sus cuatro edificios principales, altos, interconectados y enrevesados, sin duda fruto de la paja mental de algún proyecto fin de carrera de algún arquitecto que debe andar por ahí hoy forrado de pasta. Los cuatro edificios contienen las facultades de Medicina, Farmacia, Enfermería y Fisioterápia (estas dos en uno sólo) y, por último, el Hospital Universitario, en el que todos los estudiantes realizan sus prácticas y los profesores llevan a cabo sus investigaciones.

 Llegas al campus con el calor comenzando su inmisericorde acoso. La última quincena de este agosto está siendo mortal para los cunienses, de hecho ya son dos los ancianos muertos por el calor y más de una y dos insolaciones han tenido que ser atendidas por los servicios sanitarios, tal como recuerda las absurdas noticias veraniegas en radio y televisión locales, como si no hubiera nada más interesante de lo que hablar.

 Sin embargo, lo que se encuentra ahora mismo en el campus no es una víctima del calor, precisamente. Sin necesidad de llegar al alto edificio de medicina, se puede ver la ambulancia y los dos coches de policía. Aparcas el coche en un amplio parking, reservado normalmente para los profesores, y, al bajar del coche, puedes distinguir ya claramente el cordón policial, así como el montón de curiosos y fotógrafos que se hacinan en torno a él. 

 No tardas en quedarte frito y borrar de tu mente lo que acaba de pasar. Tienes demasiado sueño encima como para hacer caso de una llamada tan inoportuna.

 - Ramón Zafra... a saber quién será ese capullo. - Piensas mientras te entregas nuevamente al descanso que sin duda tu cuerpo te pide a gritos.

 Estás dormido, o quizá no tanto, pero sea como fuere tu mente parece que está más despierta de lo que parece y, cuando cierras los ojos, tienes aquellos clásicos sueños rápidos. Como flash backs. Y, sin venir aparentemente a cuento, una sucesión de imágenes comienzan a cobrar sentido.

 Era cuando Stash la lió parda. Ves en tus sueños a tus antiguos colegas que acabaron en la trena junto con aquel payaso que no supo hacer las cosas con un mínimo de cabeza. Los polis se echaron encima de todo el grupo y, aunque pudiste escapar de la redada, sabías que estaban tras tu pista.

 Ves la imagen de tu padre, comiéndote la cabeza con sus chorradas, como si tuvieran algún sentido para ti. Y lo ves hablando con un tío que no habías visto antes. Más o menos de la edad de tu padre, pero sus ojos parecían decir que era alguien de fiar y alguien con quien mejor no meterse. Algo en tu instinto te decía que quien quiera que fuese, sabía lo que se hacía.

 No tardaste en conocerlo, muy a pesar tuya, pues no te gustaba hablar con vejestorios, bastante tenías ya con tu viejo. Te dijo que era un detective, amigo de tu padre desde que se partieron una vez la cara en la escuela. Comenzó a explicarte que tenía contactos en la policía, que sabía que iban a por ti y que si no hacías algo al respecto pronto acabarías acompañando a tus colegas en el trullo.

 Al principio pasaste del tío ése, pero cada vez lo tenías más crudo para esquivar a los polis, hasta que no te quedó más remedio que hacerle caso. El tío era un crack. No sabías cómo se lo montó, pero sabía cosas de Stash y los demás que tú sólo sospechabas. Parece que el capullo se metió en algo demasiado gordo, pero tu nunca llegaste a pringarte las manos con eso. De hecho, ni siquiera sabías de qué iba realmente hasta que te lo contó aquel tipo.

 Finalmente, le hiciste caso. Seguiste sus consejos y, aparentemente, él movió algunos hilos. De alguna forma, los maderos dejaron de darte la brasa.

 Te sentías en deuda con ese tío, pero nunca pudiste saldarla. Volviste a ver a Ramón Zafra unas cuantas veces más, pero ahora hará como un año que no sabes nada de él.

 Te despiertas de golpe.

 Sabes que necesitarás toda la energía que tu pequeño centro geomántico de poder pueda darte. Te sitúas en el lugar designado de la casa, donde las líneas telúricas, geomagnéticas y energéticas se entrecruzan, ofreciéndote un espacio de recarga de energía vital.

 Por alguna razón, sientes que hoy las energías fluyen con fuerza. Nada mejor para lo que se avecina, pues necesitarás de toda la ayuda posible para enfrentarte a un suceso como aquel. Te concentras y te impregnas de esa energía. Cuando te levantas, sientes que serías capaz de cualquier cosa, y con esa convicción sales a la calle, cruzas a la acera de enfrente, donde tienes la plaza de garaje y te subes a tu Opel Tigra del 97.

 Piensas que deberías lavarlo, pero no lo harás. Como siempre. Aunque tampoco te importa, y te lanzas a la calle en dirección al barrio Centro.

 El campus de profesiones sanitarias se encuentra en el barrio Centro, enclavado junto al Colegio Mayor "Virgen de la Magdalena", en un recinto rodeado de zonas ajardinadas en las que los estudiantes acostumbran a sentarse a tomar el sol o a leer bajo la sombra de un árbol. Al llegar al campus, puedes ver la característica silueta de sus cuatro edificios principales, altos, interconectados y enrevesados, sin duda fruto de la paja mental de algún proyecto fin de carrera de algún arquitecto que debe andar por ahí hoy forrado de pasta. Los cuatro edificios contienen las facultades de Medicina, Farmacia, Enfermería y Fisioterápia (estas dos en uno sólo) y, por último, el Hospital Universitario, en el que todos los estudiantes realizan sus prácticas y los profesores llevan a cabo sus investigaciones.

 Llegas al campus con el calor comenzando su inmisericorde acoso. La última quincena de este agosto está siendo mortal para los cunienses, de hecho ya son dos los ancianos muertos por el calor y más de una y dos insolaciones han tenido que ser atendidas por los servicios sanitarios, tal como recuerda las absurdas noticias veraniegas en radio y televisión locales, como si no hubiera nada más interesante de lo que hablar.

 Sin embargo, lo que se encuentra ahora mismo en el campus no es una víctima del calor, precisamente. Sin necesidad de llegar al alto edificio de medicina, se puede ver la ambulancia y los dos coches de policía. Aparcas el coche en un amplio parking, reservado normalmente para los profesores, y, al bajar del coche, puedes distinguir ya claramente el cordón policial, así como el montón de curiosos y fotógrafos que se hacinan en torno a él. 

Salgo del coche con la mochila colgada del hombro. Desecho la idea de sacar la camara, no vale la pena, todos han cubierto ya esa noticia, no es algo que se pueda vender. En lugar de fijarme en la escena, busco entre el gentío a Carmen, seguramente estará cerca de los agentes, asi que me dirijo hacia allí.

Según me acerco a donde los polis aprovecho para fijarme en quienes andan por la zona, a demas de prensa, policía y servicios médicos, habrán estudiantes y quiza algún profesor. Puede que alguno haya visto algo, y con suerte prefiera hablar conmigo antes que con un uniforme. Me quedo con un par de caras por si me los encuentro mas tarde.

 Mientras me acerco al lugar intento adivinar el contexto con el que me voy a encontrar, la base de certeza en la que me voy a mover. Hasta este momento he asumido el asesinato. En una ciudad como esta no queda fuera de lugar que se acabe abruptamente con la vida de un ciudadano supuestamente normal. Y de eso parecia estar convencida Carmen. Pero claró está, en estos momentos no es la mejor persona para opinar objetivamente. Y está el calor y este mes, que no suele ser el más propicio para suicidios, pero tampoco se puede descartar. Creo que seria interesante hablar con alguien que sepa que ha pasado antes de encontrarme con Carmen. A ver si pillo por aquí a algun conocido de la pasma que me pueda informar.

Mientras me acerco intento empezarme a hacer una idea. Si ha saltado ha sido de alguno de los edificios de la facultad. Un lugar bastante eficiente para quitarse la vida. En que coño estaria pensando el viejo ... Bueno, ya pensare en eso mas tarde. A ver, tengo que encontrar una ventana abierta... joder, casi todas lo estan. Como se nota que no hay pasta en la universidad para pagar el aire acondicionado. Bueno, y esa es otra. Quien coño trabaja en la universidad en pleno Agosto? Mi colega, por supuesto, faltaria mas. No se si creermelo. En Agosto solo se va a la universidad si se tiene que hacer algo muy concreto o encontrarse con alguien. Bien, mirando hacia arriba no voy a sacar nada, y los jodidos niñatos becarios de verano de los medios locales se agolpan alrededor de lo que debe ser el cadaver para sacarle fotos. Por dios, espero que lo hayan tapado. Lo ultimo que quiero ver es a mi amigo con la cara rebentada. Prefiero recordarlo como era. Aunque me muero de curiosidad por ver lo que le rodea. Hay cristales? Lleva zapatos? Eso es un clasico, o al menos es lo que dicen por la tele. Me intento convencer a mi mismo que estoy racionalizando el momento, y que para nada se trata de alguna morbosidad de juego de polis y asesinatos. 

Mientras estoy llegando al cordon policial hecho un vistazo a mi alrededor, para ver si veo alguna cara conocida, a su vez para intentar localizar a Carmen. No creo que esté en medio del meollo. Se habrá retirado en algun rincon oscuro. Solo tengo que buscar aquel lugar que eviten los policias que por ahi deambulan, faltos de los creditos minimos de psicologia que los harian como minimo útiles para algo.

Bien, un vistazo alrededor para buscar caras conocidas, la búsqueda de Carmen, la búsqueda de algun conocido uniformado que me informe y la observación de la escena. Ah, y que no se me olvide la cara de sorpresa y pena, que me la suelo dejar olvidada en la mesita, y en estos momentos no es prudente parecer el asesino.

Me enderezo de golpe en la cama, con el cuerpo empapado por el sudor. No ha pasado mucho rato desde que intentara dormirme, pero en pleno verano es complicado conciliar el sueño una vez ha salido el sol.

- ¡Mierda! ¿Cómo no he reconocido el nombre desde el principio? - digo en voz alta para aclarar un poco la garganta.

Me levanto y voy una vez más al baño. Me mojo la cara en el lavabo, pero al mirarme en el espejo lo pienso mejor y me desnudo para meterme en la ducha. Debajo del chorro de agua me despejo algo más deprisa. Me apoyo con un brazo en la pared mientras dejo que el agua se deslice por mi espalda, recordando...

- ...y no te metas en ninguna bronca, están esperando cualquier oportunidad para cogerte, así que no les des ninguna escusa. - Me decía Ramón.

Ahora su rostro acudía a mi memoria perfectamente. "¡Joder, ni siquiera sabía que tenía una hija!". Salgo de la ducha y no me molesto en secarme. El agua no tardará en evaporarse y prefiero aprovechar para refrescarme un rato más. Desnudo, vuelvo a mi habitación. "¡Mierda! ¿Y este tío ha palmado? Ciertamente no me pega una mierda que se haya suicidado..."

Cojo lo primero que pillo en el cajón. Lo bueno de usar toda la ropa del mismo color es que no tienes que preocuparte por ir conjuntado. Cuando me pongo los vaqueros pienso en dejar la camiseta a un lado pero algo me hace sentirme intranquilo, incómodo. Saco otro cigarro, "sólo me queda uno" y lo enciendo de manera automática pensando nuevamente en Ramón Zafra.

- Stash era un gilipollas y la lió. Está en chirona porque se lo ha buscado, pero aún no tienen nada contra ti. Si usases esa cabeza además de tus puños te darías cuenta de que te conviene no meterte en jaleos por un tiempo.

Ramón. Él había evitado que acabase en la trena. Sabía que yo no respetaba a mi padre, pero él era la clase de tipo a la que es mejor hacer caso si sabes lo que te conviene. ¡Joder! Le debía una y ahora no podría devolvérsela... "¿O sí?..." Recuerdo las palabras de su hija, Carmen: "Si no puedes venir lo entenderé" y sé que no me queda otra alternativa.

Me pongo una camiseta sin mangas y las gafas de sol. Mientras enciendo mi último cigarro y tiro el paquete vacío a una papelera al otro lado de la habitación abro el cajón de la mesilla junto a mi cama. La pistola está arriba del todo, a mano y con un cargador puesto, por si hiciese falta durante la noche. Compruebo que la recámara está vacía, la meto en su funda y me la coloco en el cinturón.

"¡Maldita sea, Negro! Ya estás otra vez metiéndote en problemas." Bajo a la calle, guardando el móvil en el bolsillo. Compro una cajetilla de Marlboro en el quiosco de la esquina y me subo a la moto. "A estas horas es más cómodo para evitar atascos..."

Conduciendo entre los coches a toda velocidad, me dirijo hacia el campus médico.

- Aquí estamos entonces, alimentándonos a base de cruda realidad - Piensa cabizbajo mientras sale del coche. Conrad cierra su "pequeño azul" con un gesto mecánico y echa una ojeada a la zona en donde se apiñan curiosos, fotógrafos y policía. - Carroñeros... piensa con asco. ¿Donde estará Carmen?, me dijo que en una cabina... - .
Busca entre la multitud alguna cara conocida. Busca a Carmen y mientras lo hace, no deja de observar detenidamente a los presentes, en busca de alguna actitud extraña... nunca hay que bajar la guardia, primera norma "de su oficio".
Conrad se coloca sus gafas de sol y , chaqueta en mano reposando sobre su espalda, se acerca con pasos calculados al festín de morbosos y laboriosos funcionarios...

 El campus de profesiones sanitarias se encuentra en el barrio Centro, enclavado junto al Colegio Mayor "Virgen de la Magdalena", en un recinto rodeado de zonas ajardinadas en las que los estudiantes acostumbran a sentarse a tomar el sol o a leer bajo la sombra de un árbol. Al llegar al campus, puedes ver la característica silueta de sus cuatro edificios principales, altos, interconectados y enrevesados, sin duda fruto de la paja mental de algún proyecto fin de carrera de algún arquitecto que debe andar por ahí hoy forrado de pasta. Los cuatro edificios contienen las facultades de Medicina, Farmacia, Enfermería y Fisioterápia (estas dos en uno sólo) y, por último, el Hospital Universitario, en el que todos los estudiantes realizan sus prácticas y los profesores llevan a cabo sus investigaciones.

 Llegas al campus con el calor comenzando su inmisericorde acoso. La última quincena de este agosto está siendo mortal para los cunienses, de hecho ya son dos los ancianos muertos por el calor y más de una y dos insolaciones han tenido que ser atendidas por los servicios sanitarios, tal como recuerda las absurdas noticias veraniegas en radio y televisión locales, como si no hubiera nada más interesante de lo que hablar.

 Sin embargo, lo que se encuentra ahora mismo en el campus no es una víctima del calor, precisamente. Sin necesidad de llegar al alto edificio de medicina, se puede ver la ambulancia y los dos coches de policía. Aparcas la moto junto a la amplia zona de aparcamiento dedicada a estos vehículos, que está atiborrada de motocicletas de todo pelaje. Al bajar de la moto y encaminarte hacia la facultad de medicina puedes distinguir ya claramente el cordón policial, así como el montón de curiosos y fotógrafos que se hacinan en torno a él.