Partida Rol por web

Saco un billete de cincuenta euros de la cartera, como si estuviese buscando otra cosa, y me lo hubiese encontrado.

- Vaya hombre, no sea asi, ¿seguro que no puede dejarme pasar? de verdad le estaría muy agradecido agente... - digo mientras mantengo el billete a la vista.

 Se te acerca como si quisiera amenazarte con un cabezazo, con las manos en el cinturón. Mira de reojo a ambos lados y con la mano izquierda hábilmente se apodera del billete sin que nadie se percate.

 - Así que es usted familiar de la víctima. - Dice en voz demasiado elevada, dejando en evidencia sus más que escasas dotes de actor, y sin poder reprimir una sonrisa que no vendría a cuento para quien no sepa que se acaba de embolsar cincuenta euros de esa forma tan sencilla. - Venga, sígame.

 Gira ciento ochenta grados sobre sí mismo y se dirige a la zona de detrás de la ambulancia.

 - Ahí la tiene. - Te dice en tono más normal mientras señala con la mano extendida a una mujer sentada en el alféizar de un ventanal de la facultad, a la sombra del edificio, justo tras la ambulancia. Mantiene las piernas recogidas, apoyando su llanto sobre sus propias rodillas. Tiene un vaso de café aun humeante a un lado, sobre el mismo alféizar. Viste pantalones vaqueros, camiseta azul marino y zapatillas deportivas. Una banda azul celeste le recoge el pelo largo hacia atrás y evita que le cubra el rostro y se empape de lágrimas.

 No la conocías de antes. Zafra, en alguna ocasión, te había enseñado una foto vieja de la cartera, donde Carmen tendría unos veintipocos años, aunque sabes que ahora debe rondar la treintena.

- Gracias - le digo al agente, y mientras se aleja me dirijo a donde esta la mujer sin poder evitar repasar su figura de arriba a abajo valorando su atractivo. Una vez me he acercado los suficiente para que me oiga sin levantar la voz le digo.

- ¿Carmen verdad? - espero a que levante la vista antes de ofrecerle la mano y decir con expresion seria y un poco compungida - Le acompaño en el sentimiento, soy Eduardo, Eduardo Armero.

El policía le dice al periodista:

 - Haga el favor de salir de la zona acordonada, de lo contrario me veré obligado a acompañarle hasta fuera del cordón policial. - Dice el madero mientras da un paso hacia delante (por tanto, hacia el periodista), extendiendo su mano derecha para señalar el perímetro exterior. Con aire intimidatorio.

 El periodista le dice algo que no logras entender. Entonces el policía se le acerca aun más, como si pretendiese darle un cabezazo y se lo queda mirando mientras el periodista le está hablando.

 - Así que es usted familiar de la víctima. - Dice en voz demasiado alta, quizá demasiado alta, y sonríe de forma estúpida. - Venga, sígame.

 Gira ciento ochenta grados sobre sí mismo y se dirige a la fachada del edificio. Se detiene y se vuelve nuevamente hacia el familiar/periodista.

 - Ahí la tiene. - Te dice en tono más normal mientras señala con la mano extendida a un área tras la ambulancia que queda fuera de tu campo visual.

- Como le dije anteriormente, soy amigo del difunto. Muchas gracias por la información agente. - dice Conrad algo molesto. Echa una ojeada a la zona del suicidio, el cuerpo, la gente, el lugar donde supuestamente saltó... Claramente esto huele a montaje... Es imposible que Zafra se haya quitado la vida. Él lo haría con mas estilo..., piensa mientras se le escapa una dolorosa sonrisa. A Zafra siempre le gustó el humor negro. Va por ti Zafra.

 - Si quiere ver a la hija del muerto, de la vuelta por allí, por donde la cabina telefónica. - Le dice a Conrad señalando con una mano hacia donde la cabina, un poco más allá de la ambulancia. - Si atravesase por aquí podría contaminar las pruebas.

 Está claro que al policía le gusta hablar con esa jerga sacada de CSI, tan claro como que si ya han levantado el cadáver es porque el forense ha acabado y no hay nada que "contaminar".

 Oyes a otro policía que habla por radio y dice.

 - Diez uno, repito, Diez uno. Diez nueve, por favor. - Se oye la una voz distorsionada por el comunicador - Diez cuatro. De todas maneras, todo apunta a un doce trece. - Escucha unas cuantas palabras más - Bien. Diez cuatro. Diez veintidós. *

Jodido curioso de oficio. Ha conseguido pasar. Yo no voy a ser menos, aunque no puedo utilizar la misma escusa.

Decido acercarme al mismo poli, dado que ha demostrado tener una capacidad de raciocinio bastante mermada.

Lo hago con paso firme, decidido, pero sin mostrar prisa, solo determinación absoluta.

- Agente! Soy el chófer oficial del alcalde y estoy aqui por un caso de tipo personal y tipo extra oficial, ya me entiende. Necesito hablar urgentemente con la Srta. Carmen Zafra. - Le digo mirándolo fijamente a los ojos y solo apartando la vista para ladear la cabeza hacia donde esta el coche. Naturalmente, lo que he dicho es cierto, ya que es personal y extra oficial, ademas que soy el chófer del alcalde, aunque no se trate de una misión personal de su parte, pero eso yo no lo he especificado ... , ni tampoco le he dicho que el alcalde esté dentro del coche.

Antes que me conteste, intento elaborar la siguiente frase por si mi plan no sale bien. Si el policia se me pone burro como con el periodista, le aguanto la mirada y le espeto

- Agente, este es un caso que tengo que resolver diligentemente, usted verá. Si lo prefiere, me vuelvo al coche

Y si ni así consigo mi objetivo, me preparo un

- Mire agente, estoy seguro que ni a usted le conviene que cierta persona sepa que ha dejado pasar el cordon policial a un conocido periodista de la prensa amarilla, ni a mi me conviene no finalizar lo que he venido a hacer aquí.

 Ante tu firmeza y tus argumentos, el agente de policía no puede más que dejarte pasar. Notas en su rostro una evidente expresión de ira, pero al nombrarle al alcalde y tu intención de denunciarle sin miramientos, el rostro se le desencaja y se rinde a tu demanda.

 - Está ahí detrás. Entre la ambulancia y la fachada del edificio. Tomando un café.

 Dice esto con una cara de como si tragara bilis. No hace ademán alguno de acompañarte. Ni falta que te hace.

Un poco confuso, Conrad agradece al agente su atención. En cuanto puede se dirige lentamente a donde le indicó el agente, mientras le da vueltas a la conversación oída. - Todo indica a un suicidio... no puede ser... tengo que examinar la zona en cuanto hable con Carmen - piensa mientras se acerca a la ambulancia. - Zafra, en que lío te metiste? quien te ha puso el cascabel? -.

Tras llegar a la ambulancia, echa una ojeada a la hora y examina al personal buscando a la que debería ser la hija de Zafra.

¿Hay alguna forma de poder localizarle, sr Agente? Su móvil no está disponible y es realmente importarte que me ponga en contacto con él. Si pudiera indicarme en qué zona del edificio pudiera estar yo misma iría a buscarlo y no le importunaría más. Le miro fijamente a los ojos con una gran sonrisa cuando le pido el favor y frunciendo levemente una ceja y jubntando los labios cuando me refiero a lo vital de las circunstancias, apoyando el énfasis con los brazos mientras apoyo imperceptiblemente los codos contra los pechos de forma que se juntan y guardan mi medalla de san Judas Tadeo, santo de los imposibles.
Pienso ¡Oh, Dios mío!, no sé si estoy hecha para estos juegos.

 Ignorando al policía y sintiéndote libre de campar a tus anchas por la escena del crimen, te diriges hacia donde debe estar Carmen.

 Te diriges hacia la parte de atrás de la ambulancia por la zona externa del cordón. Tu intención es identificar a Carmen y poder así acercarte a la apenada hija, si ella te franquea la entrada a la zona acordonada no debería haber problema alguno.

 Cuando ya te desplazas hacia allí, ves a un chaval joven con camiseta blanca y gafas de sol que se abre paso hasta el cordón policial, a empujones cuando es necesario. Cuando llega hasta la cinta de separación pasa por debajo sin dudarlo un momento y se acerca caminando al policía más próximo, como si tuviese todo el derecho del mundo a estar allí. 

- Buenos días - le saludo cortes pero secamente con una rápida inclinación de cabeza. - Soy amigo de la víctima y su hija Carmen me ha llamado para que venga a apoyarla en estos momentos. ¿Me puede indicar dónde encontrarla?

 Saca un cigarrillo y, con manos temblorosas, lo enciende mirando al policía vehementemente.

 El policía se mira de arriba a abajo al intruso que se ha saltado el cordón policial a la torera y le dice:

 - Por favor, apártese de esta zona, podría estar contaminando la escena del crimen. - Dice el madero, exagerando a sabiendas los aspavientos y sus expresiones de alarma. 

 - Si quiere hablar con la hija de la víctima, dé usted la vuelta a la zona acordonada desde fuera y dirígase a la parte trasera de la ambulancia. Allí veremos si es usted conocido de la familia o no.

 El policía pierde sus ojos tras la medalla de San Judas y una sonrisa bobalicona le brota en la cara. Levanta su mirada y te mira a los ojos (sí, sí, a los ojos) y, sin borrar la sonrisa de la cara, activa el walkie-talkie que lleva al hombro y dice:

 - ¿Gutierrez? ¿Estás en el doce trece del campus médico? - Se espera unos segundos hasta que el aparato chilla con una voz distorsionada que no logras entender, pero que se parece levemente a la de Sento - Hay aquí una señorita muy guapa que pregunta por ti. - Dice, mientras te mira de reojo con una sonrisa picarona. Otra vez se espera y escucha nuevamente el distorsionado mensaje. - Diez cuatro. Diez veintidós.

 - Bien, señorita, está usted de suerte. Diríjase al cordón policial, allí la dejarán pasar. Gutierrez está en el primer piso, pero dice que ahora baja.

Por un momento Conrad duda sobre el comentario del policía... - Allí veremos si es usted conocido de la familia o no. -.
¿Tan pronto empiezan los interrogatorios o Carmen esta esperando a varias personas? ... piensa para si mismo.
Finalmente decide esperar un poco en la cabina de teléfono a ver como acaba la cosa.

 Llegas a la cabina telefónica. Desde ese ángulo puedes ver a Carmen.

 Bien, tú dirías que es Carmen. O por lo menos encaja en las descripciones de su padre y se parece a alguna foto que viste alguna vez. 

 Está sentada en el alféizar de una ventana del edificio de la facultad, justo detrás de la ambulancia. Con ella hay dos tipos, uno de ellos con poco pelo, vestido informal y una cámara al hombro. Tu instinto te dice que es periodista. El otro es más exótico, o por lo menos lo es en este entorno. Se trata de un tipo alto, vestido con traje negro y corbata.

 A unos seis metros de donde te encuentras está el cordón policial, dentro de él la ambulancia y tras la ambulancia, Carmen.