Partida Rol por web

Sombríos han sido los últimos días. Sangrientas las últimas noches. No obstante, estáis vivos. El clan de Bend, los Cazadores Salvajes, ha conseguido defender el Refugio de una banda de paletos locales, basura endogámica y montañera que se había conchabado con espíritus oscuros para controlar la zona mediante drogas y putas. Les habéis enseñado que en el territorio de los Wyld Ones no se puede traficar con chicas yonquis adormiladas y medio muertas, que no se pueden grabar videos caseros con niños, y que no se puede vender mierda mal cortada a camioneros obesos. Hoy, este rincón de América está limpio gracias a vosotros. Pero no ha sido gratis...

Dos de los novatos han caído en un fuego cruzado. Y además, el viejo presidente, Otto "Como-una-moto", ha muerto también, después de sufrir cien heridas. Ha tardado tres días en rendirse, con balas de plata y quemaduras del Wyrm por todo su cuerpo. Según parece, Eddie "As-de-picas", su vicepresidente Theurge, será el nuevo presi. Pero eso no es lo que importa ahora. Esta noche es de solemne despedida y de celebración. Por los muertos y por los vivos.

Esta noche, la joven Belén, una Garou con poca experiencia, se ha ganado las espuelas y la chupa. Será una hermana de los Wyld Ones. Se lo ha ganado, pero pocos saben como. Es su momento de dar un paso adelante y contar su historia, de cómo luchó contra los paletos de campo y cómo alcanzó la gloria. Si su historia vale la pena, le pondrán el chaleco esta misma noche. De hecho, se murmura que usarán el viejo chaleco de Otto para remendar el suyo, si cuenta una buena historia.

Para Jeremiah Dankworth, es la noche de despedida. Mañana marchará a la carretera de nuevo. Aún no ha encontrado una manada o un lugar en la banda, pero en los Nómadas podrá purgar su soledad, le han dicho. Bebe tranquilamente, regodeándose en su propia gloria obtenida contra el enemigo, mientras todo el club y los invitados miran el árbol iluminado con velas, esperando a que la pequeña Rodríguez de un paso adelante y reclame lo que merece...

La pérdida, La gloria y el alcohol eran un conjunto confuso de sabores en varias bocas. Habíamos perdido más de lo que ganamos pero varios se habían demostrado que ahora podían llamarse Wylds, Jeremiah miro hacia la dirección de la ruta cercana entendió el llamado pero por alguna razón omitió el mismo por lo menos un par de horas más. Antes de beber el primer trago de la cerveza que se estaba calentando en sus manos dejo caer un chorro de la bebida al suelo y luego levanto la botella hacia arriba murmurando unas palabras.

-Por los caídos, que la madre los cuide y no se acobarden sabemos que estarán aquí para la última batalla- Sonrió ampliamente, tras volver a tomar otro trago se acercó a la muchedumbre codeándose con compañeros de batalla y amigos, observo desde una segunda fila a quien reclamaría su destino? Lo que había conseguido? O lo que realmente necesitaba ser?.

El Philodox no espero – Habla Rodriguez!!!- Grito levantando la botella – Los caídos y tus futuros hermanos quieren oírte!!-

Tenía que contar mi historia, de eso dependía que me aceptaran dentro del grupo. Jeremiah me animaba con esa expresión suya y varios ojos se habían posado sobre mí, pero más que nada me importaba el de mi abuelo. En alguna parte me estaría mirando; a mí, su mariposa.

Di un paso al frente, me pasé la mano por el abundante cabello negro, y dije:

-Estaba delante de mí, ese y otro más. Ojos rabiosos y ese aire prepotente de que pueden con todo, de que todos somos su estiércol. Los demás se encontraban en sus luchas particulares… así que no era una opción pedir ayuda-subí los ojos al cielo –dos están con nuestra madre, -y eso no me alegra, aunque entiendo que se muere por estas cosas: por la manada, por el deber, por algo más profundo.

-Así que me agaché justo a tiempo cuando el primero lanzó un golpe hacia adelante. Todos sabéis que mi cambio ha sido bastante tardío pero cuando muté se dio natural. Me sentí poderosa: algo entre lobo y hombre.

“Un Garou…”

-Y el ímbecil le pegó a su compañero que estaba atrás –rememoré todo en mi cabeza con una creciente emoción, las palabras tomaron rienda suelta –mordí su pierna tan fuerte que me quedé con un pedazo. Pero entonces sentí el filo en mi lomo, había otro cerca. Otro que no había visto.

Mis ojos se agrandaron.

-Y  tenía a una humana como rehén, el muy hijo de puta… era una niña apenas. Me comenzaron a golpear de nuevo pero aullé.

Sonreí con dientes blancos y afilados aunque estaba en mi forma homínida –y me cargué a uno de ellos con una furia que desconocía. Sabía que no debía dejarme llevar por la furia pero fue ese momento el que hizo que el tercero soltara a la pequeña para correr.

Me mordí los labios acallando una risa salvaje.

-Nadie les enseñó que no se debe correr ante un depredador.

Levanté ambas manos en un gesto de triunfo.

-Y no voy a sentirme avergonzada de decir…

Que su carne supo a gloria!!!!

Esa era mi historia, mi narración de una noche espantosa pero que me dejó ver que yo era mucho más que Belén, yo también era especial.

“Solo que no como mariposa, abuelo, como lobo…”

El silencio se apodero del lugar, los espíritus de los ancestros, los caídos y los presentes escucharon con suma atención las palabras de Rodríguez, Jeremiah bebió nuevamente de la botella y siguió escuchando el relato de la batalla. El tiempo transcurrió lento en un complejo menjunje de sensaciones calculaba que todos se sentían similar, miro al cielo y luego a un costado –Ojala Peter estuvieras aquí- Murmuro casi para sí mismo mientras se acoplo a los aplausos, silbidos y elogios.

Pero algo sabia y tenía tatuado en su propia piel, la guerra, la guerra nunca cambia; Escucho el murmullo de la ruta llamándole, oía el sonido del viento y también ese extraño silencio que la carretera te brinda cuando estas solo. Se apartó del grupo lentamente en busca de otra cerveza y tras esto camino hacia su moto, pero no se subió en ella, solo la miro, se quedó allí entre recuerdos y experiencias. A veces uno olvida esa sensación. Por eso me encantan estos viajes largos. Todos tus problemas, todo el ruido, se van. Nada por lo que preocuparse excepto lo que está enfrente de ti. Quizás solo debemos aferrarnos a estos simples momentos, apreciarlos un poco más. No quedan muchos de esos. 

Se hace el silencio unos segundos después de que Belén de un paso adelante y cuente su historia. Algunos hermanos se miran, quizá preocupados por la mención a probar la carne, que es una parte importante de la Letanía, pero en general, todos asienten y sonríen. Incluso algunos alzan la cabeza, mostrando la garganta, es un símbolo de respeto heredado del lenguaje lupino.

Uno de vuestros camaradas da un paso adelante. Es joven, pero ya es vicepresidente de la filial. Eddie es un Theurge experto en tratos espirituales y emboscadas desde la Umbra. Aún cuentan cómo consiguió "deslizar" un camión cisterna por la Penumbra para evitar un control policial. Es un bribón y un hombre de risa, un pirata que siempre está alegre.

Avanza hacia Belén con una media sonrisa y toma su mano para alzarla hacia el cielo unida a la suya.

- ¡Vuestra hermana, Cazadores! - grita - ¡Una nueva guerrera por el guerrero que perdemos!

Luego, mientras comienzan los gritos, entre los que destaca el entusiasta Jeremiah, siempre encantado con el divertido protocolo de la vida motera, el vicepresidente proclama:

- ¡Bebed, bastardos, pues mañana moriréis!

La fiesta daba comienzo, Rodriguez finalmente era uno de los nuestros, Jeremiah alzo la cerveza y desde lejos grito –Bienvenida a los WYLDS!!- era una vida diferente, un cambio para cualquiera que entrase en el club. Bend era un hogar para el Philodox, un lugar que le salvo de la más agónica de las tristezas. Acaricio el tanque de combustible y dijo unas palabras – Tranquila, solo un rato más aquí y nos echaremos a la carretera como los viejos tiempos –

El fenris mestizo volvió a caminar hacia el grupo, camino entre ellos hasta que pudo llegar a Eddie – Beberé contigo Hermano, hoy y hasta el último de mis días – Sonrió de lado, miro a Belen – Bien hecho Novata – dijo para picarla un poco.

-Que harás con el parche ahora que lo tienes completo, buscaras un grupo, una manada o recorrerás la carretera como el Viejo Jeremiah?- pregunto con bastante interes en la respuesta que se avecinaba.

Era parte de la manada ahora, los vítores y miradas me aprobaban. Pero, por dentro, muy dentro, me sentía desolada. No me había gustado tener que matar, había sido mi primera vez y el sabor amargo de la sangre aun parecía teñir mi paladar.

-Eddie, gracias –dije a su felicitación y di un sorbo largo a mi cerveza. “¿Por qué no se me quita el sabor? Es la guerra, estamos en guerra y aunque nos encontremos celebrando nadie puede dudar de lo que implica.”

Miré al otro Garou, al calvo de mirada firme.

-No lo sé –le contesté respecto a lo que iba a hacer. –Me sigo sintiendo una novata y todo este… mundo –mis ojos miraron alrededor con tristeza y anhelo –es parte de mí pero a la vez aun me siento una extraña. Pero, pero honraré a los que murieron por Gaia.

Suspiré y mis ojos captaron el brillo de las estrellas. Todo era tan hermoso que una podría olvidarse de la cruel realidad.

-¿Qué harás tú, Jeremiah?

Inquirí a su vez. Tomé otro sorbo de cerveza y me fui sintiendo un poco menos mal. Aunque esos hijos de perra se merecían la muerte, no habría querido tener que dárselas. Quizás le estaba pidiendo al calvo una orientación, una pista de qué se suponía que debía hacer ahora.

-Veamos- dijo rascándose la barba pensativo – Primero seguramente beber hasta quedar alegre, luego tomar mi moto y echarme a recorrer las carretera, pero como sabrás el orden de los factores no altera el producto- sonrió – Mi trabajo aquí está terminado a menos que- Miro a Eddy por un instante, antes de tomar de un trago e resto de la cerveza.

-Si tienes algún encargo, creo que podría llevarme a Rodriguez conmigo por unos días, antes de dejarla a su suerte- estallo en carcajada – pensar que la creíamos una simple flor y término mostrando las espinas en la batalla-

- Me recuerda lo que me conto Peter hace tiempo, esto se lo conto a él un buen amigo "El aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo" y creo que esta Wyld lo demostró. A esa frase podía dársele una millón de conceptos, peo aquí demostraba la valiente lucha.

Hizo una pausa

-Tambien tengo que ir a ver a mi hija- cuando dijo esto el Fenris ahora wylds mostro su lado sencible o eso parecia ante los ojos ajenos.

Eddie guiña un ojo pícaramente a Belén.

- No me des las gracias, hermana, tú has hecho tu trabajo y yo he hecho el mío - suena frío, pero la sonrisa con la que lo dice es más amable. Parece una persona bastante alegre. Un bromista que siempre está haciendo travesuras.

Con una botella de cerveza en la mano, el Vice, que seguramente será Presidente mañana, os escucha.

- Pues acabamos de poner en fuga a los malos, así que no tengo nada que mandaros para que os ganéis más espuelas - dice tras dar un sorbo -. Aunque, quizá...bueno, hay una cabaña bosque adentro. No creemos que sea nada, pero se supone que allí era donde guardaban las pastillas manchadas con las que traficaban - se encoge de hombros -. Está como a una hora de aquí por carretera de montaña, y seguramente se lo habrán llevado todo, pero si queréis, podrías pasaros mañana y aseguraros

Os mira a ambos y le vuelve la sonrisa.

- Un picnic de bienvenida para la joven Belén, ¿Qué te parece Dankworth?

Eddie dice que no tengo nada que agradecer y sonríe. Tiene esa forma de ser que me agrada, serio a veces pero travieso tras su mirada firme. Como que sabe tomarle humor a la vida. Le dice a Jeremiah sobre esa cabaña a una hora de aquí, a la que podríamos echar un vistazo. El otro Garou había nombrado lo de la mariposa y mi corazón se llenó de imágenes del abuelo. Su mirada comprensiva y cómo sabía decirme que todo estaba bien solamente con un simple cuento, no entendía la profundidad de cada fábula que me decía, aunque sí el sentido. Suspiré mientras me acerqué a su moto.

-Yo digo que no perdemos nada con mirar. Aunque no haya quedado algo allí, no está de más estar seguros. Y ni modo que voy a poder descansar con tanta emoción encima. Así que...  ¿vamos?

"La ruta me llama, siempre lo ha hecho. Tengo mucho de mi padre en mí, también. Aunque no fue un tipo agradable, pero debo quedarme con lo bueno. El amaba viajar, su trabajo de camionero lo liberaba. Lástima que nunca supo controlar ese maldito carácter." 

Abracé a Eddie y le di una palmada en la espalda a modo de agradecimiento, era un buen sujeto. Y él lo sabía, luego me preparé a partir.
 

Dankworth lo pensó por unos segundos y luego asintió con firmeza – Que podría pasar con solo echar un vistazo a la cabaña – comento mientras se acomodaba el chaleco y los guantes, claro solo lo que estaba dedicado allí era el chaleco mismo. Algún día vendría la ropa, pero eso no era prioritario cuando el wyrm te pisa los talones, si tienes que correr con el culo al aire lo haces y luego te preocupas si quedas vivo de conseguirte pantalones nuevos. Miro a Rodríguez – Pues bien, dejemos de perder tiempo, junta tus cosas y nos vemos en la salida a la carretera en diez minutos; antes de subirse a la moto pregunto – Hey Rodríguez! Tienes como moverte o tendré que cargar contigo todo el camino?-

Sonrió ampliamente y realizo un gesto con la cabeza en señal de que todo estaba bien hacia Eddy, el sonido del motor lleno su corazón, la acelero un par de veces para darle vida a las partes de la moto, nuevamente recorrerían un camino juntos. Desde su cuello levanto unas chapas militares, eran más de las comunes, cuatro para ser exactas. Jeremiah las miro por un instante y las apretó en su mano.

-Nos vemos en unos meses, iré con Scar luego de visitar a mi hija, aunque ya sabes dónde encontrarme-

-Hey malote, no seas desagradecido que tienes la fortuna de pasar tus viajes en la ruta con la más bella de... de algún lado. Ahora voy por mi moto. No quiero ir en ese armatoste tuyo, a ver si tiene tu carácter y me tira a mitad de camino.

Le guiñé un ojo y me fui a buscar mis cosas. Me encantaba el hecho de viajar, desde pequeña. Esa sangre de mi padre, me gustara o no, pesaba en mi torrente sanguíneo. No tanto como la de Garou, claro está... pero esa era otra historia. 

No tenía muchas cosas: solo mi moto, una mochila con mudas de ropa, algunas herramientas para cuando te quedas en el camino, y algo de comida. Y claro, perfume y labial... y alguna que otra cosa homínidamente femenina.

-Perder el tiempo me dice... en cualquier momento te muestro mis movimientos de lucha libre, calvo!!! Ahí vas a perder más que un pelo -le contesté pero en tono de broma. Él me caía realmente bien. Antes de partir le di un abrazo a Eddie.

-Gracias... volveremos a vernos por supuesto.

Las motos rugieron y comenzaron a moverse luego de los diez minutos estipulados por el camino de tierra que les separaba de la ruta, llegando a la separación entre la tierra y el asfalto Jeremiah se detuvo para revisar su carga. Dos mantas, una botella de Jack la cual saco y derramo un poco en el suelo para luego beber un trago – Que la ruta sea segura – susurro pero en un tono audible.

Volvió a guardar todo y se sentó en la moto para hacerla rugir nuevamente, el corazón del Philodox se emparejo con el ruido del motor así como la alegría oculta de volver a moverse, los conflictos desaparecían, el viento acompañaba a los viajeros en aquella dirección que habían tomado hacia la cabaña.

Dankworth se acercó a Rodríguez, luego de andar por la ruta algunas horas – En la próxima salida, diez kilómetros y llegaremos – alcanzo a decir antes de acelerar más la moto.

La ruta delante era como una promesa de aventura susurrada de viento y bosque. Seguía a Jeremiah de cerca viendo que sabía manejarse con su moto como si ambos fueran uno solo. Esa conexión era especial, el vehículo era como un caballo de plata al que podías montar para perderte en el camino que quisieras. Mi cabello se arremolinaba con el "paseo" pero no me molestaba, al contrario, me sentía libre, libre en verdad.

Entonces me dijo que no faltaba mucho.

-De acuerdo -contesté con una sonrisa torcida. Estaba entusiasmada con todo lo de formar parte de una manada y ahora con esto de la exploración de la cabaña, aunque sabía que siempre existían los riesgos. Pero mi abuelo me decía que no vivías a menos que los tomaras, y la vida no era durar... sino arriesgarse, disfrutar, sufrir, ser... ser lo que te tocaba hondo.

Los motores rugen mientras recorréis las carreteras de Bend, algo mal asfaltadas y rodeadas de bosque. Al alejaros del túmulo, creéis ver algunas sombras entre los árboles, en los márgenes del asfalto. Son el tipo de cosas que hacen dar crédito a las historias sobre algunos Lupus, Garou nacidos entre los lobos, que habitan en este túmulo. ¿No será un mito muy conveniente? ¿Quién podría creer que hay Lupus interesados en guardar un túmulo junto a un montón de moteros que se dedican a hechizar máquinas y disparar armas muy ruidosas, a las que los lobos han aprendido a temer? En fin, esos rumores son siempre interesantes para una conversación de bar, pero en este momento, la carretera, la velocidad y la libertad de esta vida fuera de la Ley es lo único que importa. Cuando montáis, sois libres y os encontráis cara a cara con Gaia, sentís su amor en el viento que os golpea y en el sol que tenéis sobre vosotros. Ella está en el horizonte que nunca alcanzaréis y en los hogares que siempre quedan atrás cuando os llama el camino.

Subís por algunas rutas secundarias, levantando polvo, y veis el lugar. Una caseta de caza, o de veraneo. Está lo bastante lejos como para que no se quiera acercar nadie, y lo bastante cerca como para poder ver Bend y alcanzar el pueblo en una o dos horas. El sitio perfecto para reagruparse. Eddie tenía razón, es un lugar que vale la pena comprobar.

-Esa es...-le digo a mi compañero, -parece bonita, medio mmmm, con un no sé qué, que le da un aire... de... sí, sí, me callo-bromeo a Jaremiah antes de detener del todo mi moto y descender de ella. Miro al sitio: está rodeado de bosque y aunque eso me gusta, sigo pensando en las sombras que vimos entre los árboles mientras veníamos hacia aquí.

"Tenemos que estar atentos, no sea que haya más interesados en venir aquí. No sé si hablar de ello ahora a mi compañero, esas sombras quedaron atrás. ¿No? "

Espero su iniciativa para entrar a la caseta, mirando en derredor, y aunque no lo,parezca, le estoy prestando mucha atención al entorno. Finalmente decido decir algo.

-¿Viste las sombras cuando veníamos para esta parte? Por las dudas aunque sea prefiero que nos mantengamos alerta. No tanto por lo que haya en la cabaña sino afuera.

Doy unos pasos hacia adelante pero espero al otro motero para entrar.

El olor de la soledad, el olor de las hojas, el del rocio, el de la paz; todo parecía aglomerarse en un conjunto que traía ciertos recuerdo al corazón. No por ser fenris y tener los legados de centenares de guerreros uno debe perder el sentimiento o la pasión. Quizás a veces Jeremiah era un tipo duro pero para ocn sus pares era un sujeto cálido y protector. Miro a Rodriguez mientras abandonaba el vehículo y se encaminaba junto a ella a la puerta de la cabaña – Descuida, son compañeros pero debemos presentarnos, ya que es parte de su territorio –

El fenris ahora tomo la delantera, golpeo tres veces la puerta esperando respuesta si algún hermano estaba allí tomando resguardo o simplemente de paso, si respondía hablaría y si no se adentraría en la casa haciendo una seña a la nueva Wyld para que ingresara.

Miro sobre el hombro - y que te trajo hasta aqui Rodriguez? fama? fortuna? o simplemente la desgracia como a muchos? - la pregunta fue directa.

Jeremíah desciende de la moto y golpea la puerta. Parece que nos esperan. Me pregunta sobre qué me trajo aquí, creo que más para darme conversación porque sabe que estoy nerviosa que porque realmente le interese dicha respuesta. Igual se la doy:

-El instinto... no puedo definirlo de otra forma.

Me acerco a él, quedando a sus espaldas, me ato el cabello en una cola mientras espero que alguien abra. -Digamos que las casualidades no existen, compa; algo me arrastró a buscaros, luego siempre me llamó la ruta. Desde pequeña... lo llevo en la sangre.

Sonrío con una sonrisa torcida.

-Soy libre cuando estoy sobre el asfalto, o corriendo bajo el bosque. No me veo trabajando en una oficina, por decirlo así.

Cuando Jeremiah golpea la puerta, mientras mantenéis vuestra conversación informal, os parece que la casa entera se va a venir abajo. Todo cruje, o chirría, si es metálico. Es como si el sitio estuviera...carcomido.

Parece que King tenía razón sobre este lugar. Hay algo raro en la casa, y en el aire. Hasta ahora no lo habíais notado, pero de pronto, ese aroma dulzón y repugnante os invade las fosas nasales. Huele a pus, a herida infectada. ¿El olor se habrá liberad con los golpeas de Jeremiah? ¿O estaba aquí ya y no lo habíais notado?