Partida Rol por web

Aquella misteriosa reunión había concluido revelando su motivación pero sin embargo había dejado en el aire muchísimos más enigmas por resolver. Si la intención de los asistentes era irse a casa con respuestas, lo cierto era que habían logrado todo lo contrario.

Pero por otro lado, todo aquel extraño asunto les había logrado suscitar el interés suficiente como para decidir zambullirse en aquella historia.

Algunos buscaban redención, otros buscaban marcar la diferencia o simplemente tener un motivo para levantarse por la mañana, pero lo que estaba claro es que la Brigada de Crimenes Raciales de la NYPD volvía a las andadas.

Mientras Johnson se dedicaba a cerrar la barrera del almacén, tanto Jefferson como Everton se afanaron en desaparecer en la oscura y brumosa calle de aquella zona industrial, con una escueta despedida.

Vaamar se había acomodado en una zona especialmente oscura, apoyando la espalda y la planta de un pie en una fachada de ladrillo visto. Por su parte, Woods, quizá por cortesía, parecía estar esperando a que Peter terminara de cerrar para poder despedirse como era debido.

Con un estruendo, Peter bajó la pesada verja de metal, para luego agacharse y cerrar con un pesado candado que ya llevaba en la mano.

Zoddery y Frank ya no se encontraban allí. Habían desparecido entre la bruma de las oscuras calles nada más salir al exterior del edificio, previa escueta despedida. Vaamar se había refugiado en una zona en penumbra gracias a una farola rota y apoyando la espalda y la planta del pie derecho se encendía un cigarrillo, mientras en sus adentros maldecía a todos sus demonios interiores. Por su parte, Lyara se mantenía de pie esperando a poder despedirse como es debido antes de marcharse.

Tras desempolvarse las manos con algunas palmadas, Peter se giró en dirección a las dos elfas, que aún se encontraban cerca del almacén. Poniendo los brazos en jarra y torciendo los labios suspiró.

-Orcos...siempre los primeros en irse- Negó con la cabeza- Ni que les estuviese persiguiendo el Señor Oscuro...-dijo en relación a la súbita desaparición de los dos compañeros de raza orca, para luego recuperar la sonrisa y sacar un nuevo pitillo, que se puso en los labios sin encenderlo.

-Pero lo cierto es que contaba con ello. Necesitaba hablar con vosotras dos a solas. Y no voy a aceptar un no por respuesta, así que...-agregó dirigiendo una mirada hacia Vaamar, para luego encogerse de hombros y realizar un gesto con la cabeza indicándole que se acercase a ellos dos.

Desde luego Peter había cambiado mucho. Poco parecía quedar de aquel policía de trato serio y algo falto de confianza en si mismo. La persona que tenían delante desbordaba resolución y parecía saber en todo momento lo que estaba haciendo.

-Que os parece si lo hablamos en un sitio algo más agradable. Celerian, recuerdo que había un garito que te gustaba especialmente. ¿Vamos?-dijo sacando de su bolsillo las llaves de un coche.

A Woods le habría gustado que aquella reunión se hubiera desarrollado de un modo distinto, pero ya era tarde para lamentarse. Aunque miró apenada a Vaamar allá donde estaba, no se atrevió a hacerlo de manera demasiado directa ni a interrumpirla: ya había dejado su posición clara y Lyara creía que necesitaba algo de tiempo para si misma.

—Tienen mucho en lo que pensar, como todos. —expuso de manera sosegada, sin darle mayor importancia. Aunque el encuentro había acabado con la tensión en alza, aquellos momentos estaban siendo más calmados.

Miró alternativamente a ambos cuando Johnson expuso aquello que tenía por decir, y afirmó levemente con la cabeza, si bien no tardó en tratar de valorar la disposición de Celarian.

—Por mí está bien. —añadió de manera sencilla.

Lo mejor que podía hacer era largarme de allí, y deprisa, sin mirar atrás, sin pensar en el pasado y concentrándome únicamente en la imagen de Claire. Las habilidades de Peter no parecían suficientes para mantener al grupo unido, al menos por mi parte. No solo todos me hacían responsables de lo que había sucedido, sino que yo misma me acusaba de haber echado a la basura mi vida entera.

Y no necesitaba a nadie recordándomelo; estaba de puta madre muriéndome yo sola, en mi casa, lamentándome por las esquinas. 

Pero ahora, de repente, una mierda de razón que podía ser válida para tantos, se suponía que debía serlo también para mí y hacer que me olvidase de todo lo que sentía para seguir aquel camino de baldosas amarillas. No, no me convencía. El mundo podía irse al infierno, que yo le seguiría no mucho más tarde.

Sin embargo, me daba cuenta por mí misma que de que intentaba convencer de que me daba igual todo, porque no era así. El dinero me venía bien, pero no lo necesitaba tanto como para venderme. Si nunca lo había hecho, no iba a empezar ahora. Y aquel cuento para viejas podía tener mucho de verdad y ser el comienzo de algo que de verdad le diese sentido a todo.

Claro que no iba a reconocer nada de todo aquello. Cerré la boca, malhumorada, como siempre, y esperé a que el grupo se dispersara para irme yo también y darle más vueltas a todo aquello. No me esperaba que Peter nos llamase a Lyara y a mí.

-Supongo que te debo eso. Soy una gilipollas, pero no una gilipollas desagradecida. Sé cuál dices y no está lejos, así que vayamos. Después de todo, tú invitas, ¿no?

Miré de reojo a Lyara, más segura de mantener la mirada, quizás porque después de aquella reunión, había vuelto aquella sensación de familiaridad entre ambas, porque después de todo, habíamos compartido mucho, seguramente demasiado en muy poco tiempo. Sin embargo, aún no estaba preparada para hablar con ella de otra cosa que no fuera trabajo, así que hice todo lo que pude por dejar a un lado cualquier otro pensamiento que no tuviera que ver con aquello.

Justo en frente del almacén les esperaba el coche de Johnson. Un Ford Mustang de tercera generación color oscuro de lo más cuidado. Aquel coche tenía que valer una fortuna, lo que en cierto modo parecía demostrar la capacidad económica del Escudo de Luz o bien la propia del ex-policía.

Pese a tener una butaca trasera para dos pasajeros, el vehículo estaba principalmente pensado para dos plazas, pero en casos como ese era cuando la pequeña estatura de Lyara salía a relucir.

El traytecto transitó entre el silencio incómodo de las elfas y algunos comentarios intrascendentes de Peter. POr suerte, el Pub Hogan's no se encontraba a más de 10 minutos en coche, gracias a que debido a lo tarde que se había hecho, el tráficpo fluía sin problemas. Podría decirse incluso que ellos eran "El tráfico" a juzgar por la escasez de vehículos con los que se cruzaron.

Una vez estacionados justo en frente del Hogan's, Peter abrió la puerta de Vaamar y ayudó a Lyara a salir de la parte de atrás. Con pase decidido, encendiéndose un cigarrillo, se dirigió hacia la puerta del local que aparentemente ya había cerrado, si bien tenía las luces del cartel aún encendidas.

Dos golpes con el puño fueron suficiente para que unos pasos repiqueteasen sobre el suelo de madera del interior del Bar en dirección a la puerta, la cual se abrío de sopetón, mostrando a un corpulento hombre de no menos de 60 años que lucía un bigote a lo Hulk Hogan el cual les miró inquisitívamente el tiempo que tardó en reconocer a Johnson, quién abría la marcha.

-¡Hombre, Johnson!- Gritó aquel gigantón, chocando la mano de una forma algo peculiar a Peter, el cual respondió de igual manera.

-¿Que te traes entre manos esta vez, viejo zorro...?¿Ahora te atreves a probar de dos en dos o que cojones?-inquirió McFadden en tono acusador, antes de estallar en carcajadas y golpear con su gran palma en la espalda de Johnson.

Las carcajadas, sin embargo, cesaron súbitamente cuando reconoció a Vaamar, su parroquiana más o menos habitual. Su rostro se tornó serio y intercambió una mirada con Peter.

-Tranquilo, John, las dos están colaborando actívamente con nosotros. Son miembros a prueba-se giró y les dedicó un guiño de ojo acompañado de una sonrisa.

Ante aquella información, el barman pareció tranquilizarse nuevamente, abriendo la puerta del todo para que pudiesen acceder al local. Del interior del mismo comenzó a sonar la banda sonora del Hogan's, música de los 70.

El Hoogan's era el típico local de copas irlandés donde a todas horas se visionaba la cadena VH1 de clásicos de los 80, a excepción de cuando jugaban a ese extraño deporte llamado fútbol gaélico en el que el campo era ovalado y se fusionaba el soccer con el rugby. Por lo demás era un establecimiento como cualquiera otro. Poca luz, música suave y clientela tranquila, cuando la tenía.

Por el tamaño del Pub, en sus horas puntas podía acoger fácilmente a 20 o 30 clientes entre la barra, alguna de las seis mesas con asientos acolchados, la zona del billar o su pequeña pista de baile. Pero aquella noche iban a ser los únicos clientes a juzgar por el hecho de que el grandullón con bigote había cerrado con llave después de su entrada.

Vaamar era una clienta habitual del establecimiento y le cogió completamente por sorpresa el recibimiento que John brincó a Peter. Aparentemente había estado frecuentando un local perteneciente a la influencia del Escudo de Luz de forma absolutamente casual y sin saberlo.

Por otro lado y pese a eso, el simple hecho de encontrarse en un ambiente conocido como ese le hacía bajar un poco la guardia. No por nada consideraba el Hogan's como "su territorio". Allí solía coronar sus conquistas. Lo había hecho con Claire y anteriormente con sus ex-compañeras Jeanine Courier y la propia Woods, entre otras.

Lyara por su parte a penas había ido alguna que otra vez acompañando a Vaamar el poco tiempo que estuvieron juntas. Ella nunca había sido mucho de salir, pero si lo hacía prefería lugares tranquilos como ese. 

-¡Adelante, pasad! Ya había cerrado, así que no hay clientes dentro-indicó, invitándoles con un gesto de mano.

Sin tener que pedirlas, ya tenían tres botellas de Guinness abiertas sobre la mesa.

-Pues cuenta que ya hay tres. Esta noche venimos buscando un buen garito, nada más-respondió Johnson, a lo que McFadden asintió.

- ¡Entonces habéis ido al mejor! - Dejó caer aquel hombre al que los tres conocían, pero del que la dos elfas, nunca hubieran sospechado que pudiera estar dentro del Escudo de la Luz o al menos conocer de su existencia.

Peter se acomodó en el asiento acolchado y agarró el cuello de una de las cervezas, para darle un trago.

-Bueno, comprenderéis que esto es algo tremendamente importante. Algo que nos trasciende completamente, por lo que necesito saber que está todo bien- Con un gesto de cejas les invitó a agarrar sus bebidas.

-Soy consciente de que quedaron cosas pendientes entre los tres. Tú y yo nunca llegamos a congeniar-señaló con la cerveza a Vaamar-Yo te tenía envidia...-reconoció sin tapujo alguno-Por muchas cosas. Y basar una relación de superior-subordinado en algo así fue un error absoluto por mi parte-negó con la cabeza.-Te debo una disculpa de las gordas.

Dio otro pequeño trago de cerveza y centró su atención en Lyara.

-¿Y que decirte a ti, Lyara...?-bufó con una media sonrisa dibujada en el rostro. -Me atreví a ponerte en una situación terrible. Jamás debí ni tan si quiera sugerirte nada. Me gustaría decir que fue culpa de mi sangre humana, que vivimos este tipo de cosas de forma atolondrada debido a nuestra vida tan breve, pero sólo sería una excusa barata. Simplemente era un imbécil. Y por ello también me disculpo...

Estaba decidido. Habría que aguantar más rollos antes de descubrir qué se traía entre manos el bueno de Johnson. No parecía irle muy mal trabajando de parte de aquel grupo de la luz de mierda, por la clase de coche que llevaba, aunque no sabía si me daba más rabia tener que ir apretada en su interior.

-Joder, Peter. Ya podías haberte conseguido un coche más grande. Tengo tampones más grandes -comenté, a mi habitual manera.

Fuera como fuese, el viaje no iba a ser muy largo, aunque cuando crucé una mirada con Lyara, al ayudarle a salir del coche, me sentí lo suficientemente incómoda como para no repetirla. Me apetecía hablar y preguntar, pero sabía que lo que estaba enterrado, era mejor dejarlo así y seguir adelante.

El Hogan's era un local de mierda, hecho expresamente para gente cuyas vidas estaban ya tan hundidas que no notaban el hedor que les rodeaba. Era un bar para perdedores, lo que a mí mejor me iba, desde luego. Nadie hacía preguntas ni tampoco daba consejos estúpidos de la clase "verás como las cosas mejoran". 

McFadden, el dueño, era una mezcla entre dos armarios roperos y una montaña, pero con un bisonte debajo de la nariz. Me caía bien, aunque a veces cogía demasiada carrerilla gastando bromas, como justo estaba haciendo con Johnson y nosotras dos.

-McFadden, yo no tendría ni para empezar con Johnson... si es que los tíos tuviesen algo que me interesara -le respondí con tranquilidad.

Para mi sorpresa, también él formaba parte del grupo, lo que hizo que me volviese hacia él con los ojos muy abiertos.

-Maldita sea. Ya veo que la cantidad de locos ha aumentado en esta ciudad desde que dejé la policía -comenté, en voz alta. Sabía que estaba a prueba, como había dicho, pero lo que no sabían ellos era que también estaban a prueba por mí. Según lo que viera, podía mandarlos a la mierda y marcharme igual que había venido.

Aunque en ese caso, tendría que cambiar de bar. 

No tardó más que un suspiro en tener una mesa preparada con tres cervezas para nosotros. No dije nada, sino que solo me senté y le di un buen sorbo al botellín, más o menos la mitad, para a continuación lanzar un profundo eructo. Ese también era mi estilo y a quien no le gustase, ya podía irse con viento fresco. Hacía tiempo que no me contenía, porque al final, no tenía muchos motivos para hacerlo.

Quizás con Claire, pero no estaba segura de que lo que había entre nosotras, pudiera mantenerse intacto. Seguramente, no estaba hecha para mantener relaciones largas, de más de una noche quería decir.

Mientras tanto, Johnson empezó a hablar. Lo hacía como si hubiese hecho un curso de psicología por correspondencia, aceptando cómo era, lo que había hecho mal y bla, bla, bla. 

Sentía envidia de que hubiese conseguido encontrar la paz consigo mismo. Yo aún andaba buscándola en los lugares equivocados, con muy pocas posibilidades de tener éxito.

-Olvídalo, Peter. Ya sabes que he hecho mil y una estupideces en mi vida, pero ser rencorosa nunca ha sido una de ellas, al menos cuando se trata de cosas sin importancia. Incluso no siento la más mínima animadversión por Everton. Lo único es que los orcos son unos gilipollas engreídos y a veces me sulfuran. Así que todo está bien entre nosotros. Si mi vida se ha ido a la mierda es solo por mí y nunca le echado la culpa a nadie más.

Después, se disculpó con Lyara. Aquello se parecía cada vez más a una sesión de imbéciles anónimos, así que una vez hubo terminado, tomé otro trago de cerveza y lo miré seriamente.

-Está bien. Ya te has disculpado y ha quedado claro que no hay rencores entre los tres. La vida nos pasa factura a todos y ya está. Así que vamos al grano. ¿Para qué querías hablar con nosotras?

Lyara los siguió hasta el coche con su habitual corrección, si el reducido espacio que ofertaba aquel vehículo le resultaba incómodo, no se pronunció al respecto, aunque no pudo evitar mirar de reojo a Vaamar cuando lanzó su comentario. Sonrió entonces de manera discreta, quizás aquella reacción opuesta a la propia la divertía ya que en el fondo pensaba de manera similar.

—Tampoco debería llevarnos demasiado tiempo, sobreviviremos. —comentó sin alzar demasiado la voz.

Aunque durante el trayecto se ensimismó observando las distintas calles que atravesaban, no tardó más de la cuenta en salir del coche una vez alcanzaron su destino. Si bien durante la conversación intercaló miradas entre John y Peter, no intervino más allá de saludar discretamente cuando no interrumpía. Al escuchar la broma del primero se frotó el cuello desviando la vista con incomodidad, aún tomando nota de lo que su presencia allí implicaba.

—Yo estoy bien. —comentó tomando su propia cerveza, aunque jugó con el botellín como si no planeara ir a dar un trago a corto plazo— No creo que debas disculparte conmigo. —expuso de manera demasiado concisa, resultaba evidente que se encontraba incómoda.

Desvió la vista hacia Celarian cuando escuchó su voz, dejando escapar un ligero suspiro.

—Hemos venido aquí por una razón, y es mejor tratarla ahora. —afirmó con la cabeza apoyando la idea— Aunque me gustaría hablar contigo más tarde, ya habrá tiempo para limar asperezas. —dijo mirando de manera fugaz y directa a la elfa. Después terminó por dar un trago a su cerveza apoyándola después sobre la mesa. Finalmente se tomó una mano con la otra.

La gramola seguía sonando con éxitos de los 70 y 80, mientras la cerveza negra se iba vaciando de los vasos de los tres extraños compañeros reencontrados en el ámbito de una nueva organización que dos de las presentes hasta la fecha creían más un mito o una leyenda, que una realidad. Fue ene se momento Peter el que continuó con la conversación.

- Es precisamente para lo que hemos venido aquí. - Dijo Peter sonriendo ante el último comentario de Lyara. - Quiero que trabajéis por parejas. Jefferson y Everton ya son el primer binomio y... - Chasqueó la lengua a la par de ladeaba la cabeza. - No os queda otra que ser el segundo binomio. - Alzó los hombros. - Necesito que os llevéis bien y necesito... - Suspiró mirando a Vaamar. - Necesito que interpretes un papel. Todo ese ímpetu que tú tienes, es muy bueno, o más bien puede serlo. - Comentó. Hizo una breve pausa y continuó hablando. - Tienes que saber reconducirlo, Celarian. Esa rabía, esa ira que demuestras, te acabara autodestruyendo tarde o temprano, pero si reconduces toda esa energía... - Tomó aire. - Se que eres una gran agente de policía. Te conozco, pero necesitas calmarte. Se que Lyara y tú podéis hacer una gran pareja de investigadoras. ¿Puedes intentar se un poco menos... destructiva?

Que Johnson me diese lecciones era lo último que necesitaba; claro que podía ser menos autodestructiva, pero de haber sido sencillo, ya lo habría hecho antes y en aquellos instantes no estaría en aquel antro de mala muerte y con cara de pocos amigos, sino en un cómodo despacho y con media docena de oficiales lamiéndole el culo.

Pero mi furia no eliminaba mi capacidad para razonar.

Sabía perfectamente lo que estaba intentando hacer y también, que si estaba allí era porque lo necesitaba, y para eso tendría que hacer concesiones. Trabajar con Lyara no era un problema; podía formar pareja hasta con una rata si era necesario, y ella no era una mala agente, sino únicamente algo de mi pasado que aún me dolía.

Mi mirada hacia Johnson fue poco menos que asesina, pero no iba a despedazar a nadie... todavía.

-Tranquilízate, Peter. ¿Estoy aquí, verdad? Eso significa que puedo controlarme si es necesario, mientras me dejen hacer mi trabajo y también no me toquen mucho las narices, algo que por el momento no ha ocurrido. En cuanto a Lyara y a mí... no hay nada qué decir. Estamos juntas en esto y punto. Pero quieres... por favor, ¿ser más concreto? Si hay algo que me irrita es no ir al grano.

Bueno, eso y que todos me dijesen lo asquerosa que era mi vida, pero por lo visto, se había convertido en algo así como el pasatiempo nacional.

—Estoy segura de que Celarian hará un buen trabajo, nada impedirá que colaboremos en el caso que se presenta. Solo debemos decidir cuáles serán nuestros primeros pasos —afirmó con mayor confianza de la que realmente tenía. Resultaba evidente que la situación distaba de ser la idónea, pero por el momento no habían tenido ningún enfrentamiento directo.

En cualquier caso se tomó una mano con la otra, sin insistir en su petición y aguardando para valorar aquello que Johnson tuviera que decir.

Aunque mantenía un oído en la conversación y se mostraba atenta, de tanto en tanto su mirada se abstraía en el entorno. Pensándolo ahora, no recordaba cuál era la última vez a la que había ido a un sitio parecido al que se encontraban.

- Yo también estoy seguro de que Celarian hará un gran trabajo. - Le dijo Peter muy serio a Lyara, aunque mirando de reojo a la propia Celarian. - Si no fuera así, no le habría invitado a unirse a esta... - Sonrió. - Aventura. 

Peter se encendió otro pitillo y le dio varias caladas antes de sentarse sobre un taburete frente a la barra y junto a su cerveza negra. 

- ¿Al grano, eh? - Preguntó de forma retórica mientras asentía con la cabeza. - ¿Os suena el "Círculo Camile"? - Les pregunto a las dos muchachas.

- Se trata de una sociedad semi-secreta, digamos. Se presenta como un club cultural dedicado a eventos artísticos y conciertos con una estricta política de afiliación.- Intervino John dando por hecho que no tenían ni idea acerca de aquel club. - Tiene sede aquí en Nueva York. Se dice que tiene una cuota de entrada de casi cincuenta mil pavos y una cuota mensual que ronda los diez de los grandes. Es un club exclusivo en el que se reúnen directores de grandes empresas, miembros de la realeza y personas influyentes en general. Todas ellas personas más poderosas e influyentes en términos de la economía. - Hizo una breve pausa. - No se conforman con ellos, pues sólo aceptan personas creativas que han mostrado un fuerte compromiso con sus campos profesionales.

- Nuestros amigos Elagor Vashjdiel y Wentra Didaran, suelen frecuentar el club. - Comentó Peter. - Por lo que podéis deducir, fácil no será infiltrarse en el club y tampoco barato. Los miembros se suelen conocer entre ellos, así que una identidad falsa tampoco puede llegar a ser demasiado efectiva pero... - Se encogió de hombros mostrando una sonrisa divertida. - ...estoy seguro de que con vuestra creatividad no os será difícil conseguir una invitación. - Dio una calada a su cigarrillo y se mostró algo más serio. - Si, se que es poca cosa la que os doy, pero ya es más que nada. Es una forma de acercaros a esos tipos. Aunque tenéis que andar con mucho cuidado, pues... si os reconocen, cosa que puede pasar, la cosa puede ir mal. Un buen maquillaje y unas pelucas podrían servir. Conozco a un tipo que trabaja como caracterizador en Holywood.

Bueno, por fin parecía que estábamos llegando a algo. Por desgracia, parecía que de nuevo íbamos a tratar sobre una organización de la cual nada sabíamos. No sabía si sentirme sorprendida o muy cabreada por haber descubierto que el mundo que conocíamos estaba lleno de gilipolleces secretas por todas partes.

Casi era más feliz cuando me parecía que las conspiraciones eran obra de imbéciles como nuestro querido alcalde, que buscaba fortuna y gloria, más que por misteriosas sociedades que habían convertido la ciudad en un campo de batalla. 

-Vale, así que es una sociedad de putos ricos. Está claro que nosotras no encajamos ahí ni como envoltorio de regalo -comenté, tras las explicaciones de McFadden.

Johnson continuó hablando y esta vez sí, logró despertar mi sorpresa. Así que al final, íbamos a intentar llevar a cabo una infiltración, solo que en lugar de hacerlo como había sugerido yo, quería que lo intentáramos en aquel grupo exclusivo. 

-Peter, estás como una regadera. Ni en sueños conseguiríamos ser aceptadas allí. Aunque no te lo creas, puedo pasar por una mujer elegante si me lo propongo, pero como para entrar allí... no sé. Quizás si necesiten a un par de putas pueda ocurrir -comenté, mirando a Lyara para ver lo que opinaba.

Pero el caso es que ya había tomado mi decisión, por lo que ahora no iba a echarme atrás.

-Bueno, pues espero que sean unos maquilladores de óscar, pero ya no es solo eso. Necesitamos alguna tapadera -dije, resoplando, viéndolo complicado, sino casi imposible -. Lo de las putas no iba completamente en serio pero a lo mejor sí que es una forma. ¿No conocemos a nadie más que forme parte de esa sociedad? Está claro que a partir de estos dos no conseguiremos nada, pero quizás a través de otros sí.

Aunque Lyara se mantuvo silenciosa desviando la vista de uno a otro interlocutor según tomaban la palabra, su expresión se mantuvo neutra mientras se hacía sus propias ideas de aquella organización. La sugerencia de Vaamar hizo que ladeara ligeramente el rostro, alarmada inicialmente por su propuesta.

—Es cierto que infiltrarse en un lugar así por métodos convencionales llevaría bastante tiempo: aún con la organización cubriendo los gastos y aunque seamos capaces de dar una buena impresión... habrá que trabajar en esas identidades. —se frotó el puente de la nariz— La charlatanería puede funcionar durante un breve periodo de tiempo pero nuestra existencia ha de ser contrastable. Y supongo que suplantar a alguien sería exponerse demasiado. —se tomó una mano con la otra y terminó por suspirar.

—Un perfil como el que mencionas, Celarian, podría funcionar. —admitió con ligero desagrado— No debería resultar demasiado complejo construir esos personajes... y a fin de cuentas dudo que los clientes ahonden demasiado en la veracidad de cualquier historia que puedan presentar. —comentó apoyando ahora la diestra al cuello— Pero evidentemente eso nos dejaría en una posición de vulnerabilidad. Podría torcerse rápidamente. 

Si bien no dudaba de la disposición de Celarian, seguía temiendo su carácter en ocasiones volátil. Y al fin y al cabo si había algún colectivo que no tuviera demasiados escrúpulos a la hora de hacer desaparecer a dos prostitutas, era el de los inferni y sus allegados.

Johnson sonrió complacido ante la predisposición de las dos elfas. Por algo había confiado en ellas y estaba claro que no le estaban defraudando en absoluto.

-Bueno. No estamos hablando de infiltraros en los Inferni. Eso sería un suicidio-habló en tono rotundo.

-Se trata de que entréis en un club elitista en el que sabememos que se mueven dos Inferni. La diferencia puede parecer sutil pero realmente es  un abismal- Apagó el cigarrillo en el cenicero de la mesa y buscó la cerveza para robarle un nuevo trago a su interior.

-Nosotros os podemos conseguir la invitación, pero el resto deberá correr a vuestra cuenta. Que sean personajes trabajados pero no excesivamente complejos; a veces lo más simple es lo que mejor funciona. La idea de las prostitutas de alto standing no es ninguna tontería-admitió mesándose la barba- Es una tapadera sencilla de mantener y de presencia fácil de justificar, pero... ¿Estaríais dispuestas realmente?- preguntó achinando un poco los ojos y mesándose la barba incipiente que cubría todo su rostro.

-No os pienso pedir que hagáis nada de lo que no estéis convencidas...-sus ojos, serios e inexpresivos, mostraron un deje de preocupación fugaz al mirar a Woods.