Partida Rol por web

A Partir de Ahora.

Capítulo V

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12/04/2010, 04:01
Sastre

-Charles Patrick Avon... ¿Conocen vuestras mercedes a ese caballero? Dicen que ha huído a Londres, aunque es probable que escapase ya del país -comenzó a decir como si nada sin alzar demasiado la voz y asegurándose de ser oído únicamente por los presentes-. Se le acusa de haber conspirado en contra de la corona junto con un doctor de apellido Vintheville del que no se sabe hace mucho, seguramente huyó igual que ese caballero.

El sastre, de ágiles manos, daba los últimos toques al traje de Patrick.

-Al parecer andaba esparciendo por el reino la falsa alarma de una cuarentena, dicen que incluso se presentó en Winfield y que mantuvo por toda una noche a unos paroquianos encerrados en la iglesia. La iglesia del padre Thomas me parece oí, pero esa cuarentena era falsa, ese hombre lo único que pretendía era privar a esas gentes de las pocas cosas de valor que poseían. Me alegra saber, por ustedes, que la señorita Susanne y sus hermanas no fueron víctimas de ese engaño...

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12/04/2010, 04:55
Hypatia

Susanne se asomó por una de las ventanas divisando a lo lejos a la menor de sus hermanas. Sonrió, aunque con cierta melancolía.

-¿Le pasa algo señorita Susanne?

La voz de la señora Spooner llegó a sus oídos y una cálida mano se posó sobre su hombro.

Susanne negó con la cabeza y la miró.

-No pasa nada, salvo que no se qué va a pasar una vez me case. Con Patrick no hemos hablado de eso, él parece eludir el tema, y no se si nos quedaremos a vivir aquí o nos iremos a otro sitio.

Apoyó la mano en el cristal acariciando desde lejos a su hermana menor que observaba en dirección a la mansión, aunque probablemente ni siquiera la halla visto.

-No quisiera separarme de mis hermanas y sin embargo se que eso tarde o temprano va a tener que pasar… tengo miedo de perderlas si me voy.

La señora Spooner frotó la espalda de Sue, maternal.

-No piense en esas cosas y vaya mejor con su hermana que seguro siente tanto temor como usted, pero quédese tranquila, mi señor Francis está enamorado de ella y ella parece corresponderle. ¿No lo ha notado? Estoy segura que él va a mover cielo y tierra para que Elizabeth esté bien y feliz, con usted y con Anabel.

-Anabel… -suspiró Sue pensando en la mayor de sus hermanas- ¿Qué irá a pasar con ella? Juraría que el señor Banks está interesado en ella, pero no se, él es tan caballero y reservado con esas cosas. ¿Ha visto que pasan mucho tiempo juntos? Hace tiempo no veía a Anabel sonreír como lo hace con él, pero no se… desconozco lo que hay en el corazón de mi hermana.

La señora Spooner abrazó a Sue y ésta se tranquilizó un poco. Sonrió y le dijo luego que iría al jardín, quería reunirse con Liz y ver si acaso podían conversar un poco siquiera ya que con todos los preparativos de la boda era poco el tiempo que había podido dedicarle a sus hermanas.

 

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12/04/2010, 05:25
Susanne Cornwell

Susanne no tardó en bajar las escaleras, en realidad aprovechándose de que nadie más que la señora Spooner la veía las bajó corriendo mas se detuvo en la puerta y recogió el vuelo de su vestido. Así, con las polleras a medio remangar, caminó hacia el lugar en el que se encontraba Liz.

-Hola hermanita... ¿qué haces? -le preguntó con una sonrisa- ¿te puedo acompañar?

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12/04/2010, 19:21
Francis P. Spencer

Sir Francis dirigió una mirada tranquila pero inquisitiva a Patrick, una mirada que rogaba discreción.

-Hm... Así que Charles Patrick Avon...

Conocían a aquel individuo, pero ¿sería prudente mencionarlo? ¿Cuánta información poseía o creía poseer aquel sastre? ¿Cuánto había de verdad en sus sospechas?

-Agradecemos su consideración, pero le aseguro que no tiene de qué preocuparse. Las hermanas están a salvo.

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12/04/2010, 20:04
Elizabeth Cornwell

Liz, sentada bajo un árbol, esbozaba distraída la silueta de la casa y el jardín, por lo que no se dio cuenta de que Sue había venido hasta que le habló, lo cual la hizo sobresaltarse un poco.

-¡Ah! ¡Sue! Qué... Qué susto me has dado...!-reconoce jovial, la pequeña de las Cornwell.-Sí claro, siéntate a mi lado, si lo deseas.

Sonríe para luego mostrarle el esbozo:

-Simplemente hacía algunos apuntes rápidos de la zona... No... Uhm... Nada fuera de lo normal...-Vuelve a sonreír, aunque se la nota levemente forzada, sólo aquéllos que la conocían bien, como sus hermanas, podían percatarse de ello.

-¿Y tú? ¿No deberías estar haciendo algo relativo a tu boda? ¿No estás nerviosa? Aunque seguro que muy feliz, podrás vivir con el Sr. Collins tranquilamente...-
Señala, llevando la conversación para donde le convenía... Se le daba bastante bien crear "cortinas de humo"...

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14/04/2010, 18:48
Jean Antoine Lésdiguièrs

Quedarme a dormir en una mansión no es algo que iba a desechar a la ligera, comparado con mi modesta habitación en el pueblo, no había color, eso sin tener en cuenta de que mi mera presencia resultaba molesta para la gran mayoría de los allí presentes, con lo que la invitación paso de aceptable, a irrechazable.

Me desperté a media mañana, a eso de las tres de la tarde, el descanso era mucho más importante que la comida, aún así, me di cuenta de que en una casa como esta, la cocina no cierra nunca, tal privilegio seguramente no era valorado por sus ocupantes.

El paseo vespertino era una actividad dedicada a aquellas personas que tenían un exceso de tiempo libre, lo cual me incluía, pues mis servicios habían quedado “suspendidos” de manera indefinida, y ya que mi querido señor Byron había sido requerido por el mandamás, quedaba como único especimen masculino de la divertida reunión.

Un excelente jardín señora Hancock, inmaculado y hermoso, tal y como debe ser, por lo menos aquí en Inglaterra

Mi mirada recorrió el mismo, con ojos expertos, aunque en realidad no tenía ni la más remota idea de flores o árboles ¿a quién le importaban? Desvié la mirada finalmente hacia las dos jovencitas, con una sonrisa.

Debo decirle que no disfruto de una vista tan espléndida con frecuencia, ya que, como ha adivinado, las oscuras tabernas y los alegres teatros son paisajes para muchos más familiares para mi el tono era sereno y amable, no había perdido la sonrisa y permitame decirle, que comparto su opinión a que cada uno, debe saber cual es su papel y representarlo a la perfección detuve mis pasos y clavé los ojos en sus hijas fíjese en ellas por ejemplo, jóvenes, bonitas, y lo más importante para la mayoría de los hombres, muy ricas me atenía a la realidad si no existiera la necesaria diferencia social, cualquier don nadie se atrevería a cortejarlas con total impunidad alcé ligeramente la mano, pidiendo en silencio que se me dejara terminar con la argumentación, porque empezaba a dudar de que alguna pudiera controlar su caracter y ellas se preguntaran ¿acaso no podemos elegir nosotras a quien amar? Imite un poco su acento y femeneidad y un buen padre condescendiente contestaría que lo más importante es la felicidad de sus hijas, pero, yo les haría a ellas la siguiente pregunta me respondí con un tono más grave, me gustaba la teatralidad, era parte de mi trabajo, así que también deje las palabras en el aire unos segundos, antes de continuar...

¿Cómo sabrías si un hombre realmente os ama por lo que sois?

Me encogí de hombros, seguramente creerían saber la respuesta, y miré a la señora Hancock, tal vez hubiera ido demasiado lejos, pero, ¿qué iban a hacerme? ¿echarme de su casa? Eso era algo que tenía claro que iba a suceder de todas formas.

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14/04/2010, 22:35
Claire Windsor-Hancock

Y ahí estábamos, Byron con mi padre dentro de la casa y nosotras tomando un paseo con nuestra querida madrastra y con Jean. No era algo a lo que no estuviera acostumbrada pero no estaba tan de buen humor como para aguantar ciertas personas y ciertas caras. Respiré profundo, decidida a no meterme en la conversación porque realmente estaba más preocupada por otra cosa y entonces, Jean comenzó a hablar de aquella manera tan seductora que tenía y que de alguna manera convencía casi de cualquier cosa, yo ya le conocía. No pude evitar seguir su estúpido monólogo como una melodía que te cantan al oído.

Miraba a mi hermana y a veces a la mujer de mi padre y pensaba que debía estar soñando o algo así, claro, habría sido una pesadilla. Me quedé un poco atrás mientras lo oía alabar nuestro jardín, aquello era demasiado y con gusto habría retrucado cada una de sus palabras pero sabía que aquello podría provocarme un disgusto con aquella mujer y por ende, terminar en un disgusto con mi padre. Solté una sonrisilla irónica y preparé mi mejor excusa, hasta que él habló del amor; entonces le miré directamente, me convencía, como aquella noche del baile, de que Jean podía resultar un maldito petulante si lo deseaba.

-Mucha experiencia debéis tener en el amor para proferir dicho juicio sin más ni más-dije sin dejar de mirarlo.-Quizás ni mi hermana ni yo seamos capaces de distinguir si nos aman por lo que somos o sólo necesitan de la cuantiosa fortuna de nuestro padre...

Apuré el paso, hasta quedar justo entre Jean y Mary Ann, sin apartar la vista del profesor de francés, sabía perfectamente que sus palabras pondrían a la defensiva a mi madrastra y no me gustaba para nada el que hubiera la posibilidad de una alianza entre esos dos. Y me gustaba mucho menos, que aquellas palabras vinieran a la conversación pensando en Lord Byron, a saber, él era un hombre poderoso y no necesitaba el dinero de mi padre pero por un fugaz momento, Jean consiguió sembrar la duda en mí. Respiré profundo, evitando que el desconcierto se notara en mi rostro.

-Finalmente, me alegra que mi padre sea un hombre muy... Bueno, más que inteligente, al menos para algunas cosas-dije con ironía.-De lo contrario no tendría todo lo que tiene y no habría llegado tan lejos como ha llegado, de ese modo, sé que sabrá reconocer para nosotras, lo que no reconoció para...-miré a mi hermana y luego a Jean de nuevo.-Perdón, pero creo que el aire frío me está haciendo sentir un poco débil, volveré a la casa. Señora Hancock, hermana, señor Lésdiguièrs, ha sido un paseo por demás placentero.

Di media vuelta luego de hacer una irónica y breve reverencia, para volver por el mismo camino lentamente.

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15/04/2010, 20:40
Anabel Cornwell

Anabel observó el gesto de Edmund un tanto nerviosa, llegándose a ruborizar un ápice, pero en absoluto incómoda o molesta. Después le dedicó una sonrisa agradecida y cariñosa a modo de respuesta.

-Bueno tal vez no sea algo primordial... pero sí importante. No es necesario perder la educación para disfrutar de la compañía de otras personas- añadió con naturalidad, deteniéndose entonces a varios metros de la mansión de la cual ya se adivinaba el movimiento de los sirvientes.
Anabel vio a sus hermanas por la zona y supuso que sería buena idea unirse a ellas y dejar a Edmund trabajar tranquilo después de haberse relajado un poco, aunque aún así él parecía un poco inquieto.

-Supongo que tienes que volver al trabajo... A menos que quieras decirme algo más- la joven miró a Banks entonces con cierta expectación reprimida pero no insistió ni dijo nada más para presionarle. Era totalmente libre de irse sin más.

 

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15/04/2010, 22:53
Edmund Banks

Edmund había empezado a bajar los ojos al oir que Anabel pensaba irse con sus hermanas, pero la había vuelto a alzar al oir la última frase y creer notar algo en el tono... Era ahora o nunca.

- Si, Anabel... quería decirte algo más... Quería decirte que sé que ni soy joven, ni guapo, ni rico, pero aún así... ¿puedo aspirar a tu corazón Anabel?

Habló en voz baja, casi sin respirar, mirando fijamente a la joven.

 

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16/04/2010, 02:16
Patrick Collins

Durante un largo instante, se miró al espejo en silencio. Su vida parecía pasar ante sus ojos. Una vida marcada por la violencia, por la guerra. Habían partido muy jóvenes a combatir por el rey, por la bandera y por el difunto lord Heddington, que deseaba dar lustre al nombre de su familia. Lo consiguió, aún a costa de su propia vida.

Ahora, se le presentaba una encrucijada. Tener una vida totalmente propia, aún a costa del riesgo de la separación y la muerte, o vivir siempre junto a su amigo y señor. Pero no era justo que él lo decidiera, al menos no solo. Debía preguntarle a Susanne, porque esa sería también su vida. Su nueva vida.

El sastre habló sobre los sucesos de Winfield, y él recordó todo aquello como un flash. ¿El señor Avon? Era un joven teniente recién salido de la academia, de buena familia, que deseaba destacar. Quizá eran habladurías, porque él conocía la verdadera cara del doctor Vintheville. ¿Un hombre lobo ladrón? Le parecía improbable. Algún asunto mucho más oscuro estaría detrás de los sucesos de Winfield.

Pero un dato le relajó: la cuarentena era falsa. ¿Un complot con un puñado de militares? No creía que los militares que defendieron la iglesia fueran mercenarios contratados. No. Él sabía reconocer a soldados y oficiales que habían recibido instrucción. Pudo leer en su rostro la apatía de las guardias, la monotonía del servicio, y el temor al látigo del sargento de armas, y la voluntad caprichosa de sus oficiales snob. El asunto de Winfield distaba de estar explicado, pero al parecer la Corona, si es que estaba implicada, deseaba poner tierra sobre el asunto.

Entonces, parpadeó, ajustándose de nuevo la levita.

-Un traje exquisito, de gran elegancia, señor Tipper. Le felicito.

Dejó que le ayudara a desvestirse, ya que no iba a llevarse el traje puesto. Su señor tenía que arreglar la cuestión del pago, ya que sus propias arcas habían menguado al tener el detalle de pagar las exequias de la finada señora Cornwell. En un momento, se había vuelto a vestir.

-Está usted invitado a la ceremonia -dijo al sastre- Si desea asistir.

El reloj de torre comenzó a sonar, dando la hora en punto. Ya eran las dos, y se les había hecho tarde. Debían volver a la mansión.

-Milord, ya hemos hecho esperar bastante a las señoritas. Será mejor que volvamos.

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16/04/2010, 19:47
Francis P. Spencer

-Naturalmente.

Sir Francis se levantó y extendió una pequeña bolsa al sastre con una sonrisa.

-Ha hecho un buen trabajo. Espero que esto cubra sus honorarios. Y, como ya le ha dicho mi buen amigo Patrick, si desea acudir a la ceremonia nos encantará verlo allí.

No era una suma extraordinaria, al menos no para las posibilidades del noble. No era un traje especialmente caro. Era elegante y del gusto de quien iba a usarlo. Se había tomado la decisión de prescindir de toda opulencia innecesaria para la boda.

Una vez fuera del local lord Heddington juzgó prudente conversar con su compañero antes de volver.

-Bueno, Patrick... ¿Qué opinas de lo que ha dicho sobre Avon y la cuarentena? ¿Debemos anunciarlo a nuestros huéspedes?

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17/04/2010, 19:56
Mary Ann Windsor-Hancock

Mary Ann estaba en silencio parecía abstraida de todo aquello, como si no fuera con ella. Pero las palabras de Jean y después de su hermana la volvieron al jardín junto a ellos.

- Claire, no te preocupes, padre no solo es inteligente, también es bondadoso y ama a sus hijas como nadie. No dejará que sufras, te escuchará, solo tienes que hablarle con el corazón. dijo tomándola delicadamente de la mano y regalándole una dulce sonrisa. En cuanto a ti... ¿qué es lo que quieres? Te ofrecemos alojamiento, comida, incluso amistad, y ¿solo eres capaz de poner en duda nuestros sentimientos? Idiota, eso es lo que eres un completo idiota... dijo llorando pero sin perder la sonrisa... no solo no tienes experiencia con las mujeres, sino que no sabes lo que es el amor... Puede que seamos niñas ricas y tontas, pero el amor es algo maravilloso y merece la pena intentar amar a alguien y ser amada por encima de todo. Puede que nos engañen y nos utilicen... ¿¿pero acaso no es lo que intentas hacer tú?? Y encima sin la decencia de tratar de cortejarnos o engañarnos. se dio la vuelta para que su rostro notara el sol que calentaba ligeramente el día. Al menos sería más romántico que alguien tratara de conquistarme, fuera por dinero o no. se volvió a Jean y le miró fijamente, ya sin lágrimas en los ojos. Al final lo que importa es disfrutar de la vida, ¿no señor Lésdiguièrs? dijo toda la frase en un perfecto francés, demostrando que no le hubiera hecho falta ningún profesor, pues estuvo dando clases hace años, pero era un secreto para su madrastra, incluso para su hermana y su padre.

Mary Ann pensó una vez escapar y dejar la vida de la nobleza, quería vivir la vida de otra forma, no pensar en el dinero ni en el protocolo, pero la llegada de una madrastra odiosade hizo que cambiara su felicidad por estar junto a su hermana. Hizo que todo aquello quedara en un sueño imposible de realizar. Su hermana sufriría demasiado con aquella espantosa mujer.

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18/04/2010, 14:05
Anabel Cornwell

Anabel entrecerró parcialmente los ojos cuando Emund empezó a murmurar, intentando escucharle con claridad hasta que formuló la última pregunta y el rostro de la joven acabó encendiéndose.
No pudo evitar desviar la mirada al verde césped que pisaban un instante antes de atreverse a mirarle nuevamente a la cara.

-A mí no me importa nada de eso Edmund. Me basta y me sobra con un hombre honrado y trabajador y ese eres tú- le sonrió tímidamente y después asintió un par de veces -Claro que puedes aspirar- no podía afirmar con rotundidad que ya tuviera su corazón al completo pero sí era cierto que había conseguido tomar gran parte de él en muy poco tiempo y por ese motivo estaba convencida de que sería capaz de enamorarla por completo.

Después se limitó a observarle unos segundos y finalmente le abrazó sintiéndose reconfortada al instante, aunque el gesto no duró demasiado porque enseguida se obligó a separarse.

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18/04/2010, 20:51
Patrick Collins

Tomó las riendas del caballo, atado afuera y aguardando, mientras su señor hacía lo propio. Se mostraba reflexivo, pero la pregunta su señor le sacó un momento de sus cabilaciones, y le hizo pensar en otras cosas.

-Puede ser una justificación peregrina de la reina o algún ministro, para intentar tapar el asunto -dijo, mientras montaba- Aunque, realmente habrá que comprobar si es verdad. Yo informaría a las señoritas, pero también mandaría a un criado de confianza a Winfield, a reconocer el terreno. Quizá sea una añagaza o quizá no, pero debemos ser cautos.

Picó espuelas para poner la montura al paso cuando su señor ya estaba montado y listo. Comenzaron a encaminarse hacia la mansión, mientras él pensaba en que su Susanne no debía correr riesgos. La había sacado del peligro, y no deseaba volverla a meter en él.

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25/04/2010, 15:47
Susanne Cornwell

Sue se sentó en el césped junto a Elizabeth y observó el dibujo que ésta le mostraba.

-Un esbozo, dices, ya quisiera yo hacer alguna vez esbozos como los tuyos. Envidio esa habilidad tuya para dibujar -le dijo sin perder la sonrisa aunque no por ello dejó de percatarse de la tensión en el rostro de su hermana.

Abrió la boca, iba a preguntar, pero Liz desvió rápidamente el tema. Sue suspiró vaciando sus pulmones de todo el aire contenido en ellos y la miró.

-Sí, en eso estoy -dijo apartando un mechón de cabello del rostro de su hermana-, pero no todo puede ni debe ser mi boda, también tengo dos hermanas de las que preocuparme, en especial una pequeña a la que, aunque puede que no se lo diga muy a menudo, adoro. No te preocupes, estoy nerviosa pero no más de lo normal -ahora fue ella la que forzó una sonrisa-. Tengo sentimientos encontrados -confesó-, por un lado me siento feliz pero por otro me siento triste, temerosa… no quiero alejarme de ustedes.

Se estiró la falda.

-No se qué será de nosotros una vez nos casemos, quiero decir que con Patrick no hemos hablado nada al respecto y no se si planea quedarse aquí, al servicio del Lord, regresar a Irlanda o volver al servicio. Iré con él a donde él decida, pero me inquieta que a menos de tres días de casarnos él aún no se pronuncie sobre el que habrá de ser nuestro futuro.

Se mordisqueó el labio sin dejar de mirar a su hermana.

-Pero no es de mí de quién quiero que hablemos, sino de ti -su voz se volvió más suave y seria, no iba a dejar que su hermana le mareara la perdiz como cada vez que deseaba evadir un tema-. Lord Heddington está interesado en ti, todo el mundo lo sabe, y me atrevo a decir que su interés no te es indiferente… él te pone nerviosa, mucho, no me lo puedes negar. ¿Hasta cuándo piensas seguir haciendo que el pobre siga dándose de bruces cada vez que intenta un acercamiento contigo?

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25/04/2010, 16:41
Mrs. Windsor-Hancock

-Quien lo escuche hablar diría que es usted un conocedor, monsieur Lésdiguièrs. ¿Acaso además de profesor de francés es también jardinero? Porque si lo es mi esposo podría contratarlo, imagino que a un hombre de su condición no le vendría nada de mal un ingreso extra.

Darla Hancock, quien antes de desposarse era conocida como Darla Stanbrick, esbozó una sonrisa mientras se abanicaba. Era una mujer bella y joven, no tanto como las hermanas, pero joven al final de cuentas, difícilmente alguien podría creer que su matrimonio con Anthony Hancock podía responder a otra cosa que no fuera el interés económico.

Escuchaba las palabras de Jean sin mayor interés hasta que notó que éstas iban cuales dardos envenenados directo a sus hijastras. Un brillo malicioso iluminó sus ojos y aminoró el paso permitiendo que el francés se pusiera a su altura.

Claire fue la primera en acusar el golpe que las palabras de Jean habían proferido y, como era tan común en ella, respondió airosa dejando ver su molestia mientras que, como también era de esperar, Mary Ann acudió en su ayuda pese a que de las dos ella era quien se mostraba más dolida. Darla disfrutaba con la escena. Las dos hermanas sufrían, de un modo u otro, ambas sufrían.

-¡Señoritas compórtense! -alzó la voz, la suya era una orden, una orden que gustaba dar- Claire, por favor ¿qué clase de modales son esos frente a nuestro invitado? El señor Lésdiguièrs no ha hecho más que decir lo que piensa sin faltar el respeto a nadie, del mismo modo que vosotras, señoritas, estáis acostumbradas a hacer. ¿O es que acaso sólo vuestra lengua tiene permiso de ser ponzoñosa? Ninguna de vosotras tiene mi permiso para retirarse y si lo hace me veré en la obligación de castigarla, así que si no queréis pasar una vergüenza frente a los caballeros, en especial frente a Lord Byron, va a ser mejor que comiencen a comportarse como dos señoritas y no como el par de chiquillas malcriadas que estáis demostrando ser.

Notas de juego

Aclaro que han pasado tiempo desde los hechos de la iglesia, y durante todo ese tiempo los caballeros han sido invitados de los Hancock, fue una decisión que tomó Anthony tras enterarse de todo lo ocurrido.

No están tan avanzados como el otro grupo, aún, que ellos están a 3 días del matrimonio, pero pronto tengo que nivelarlos con ellos para que ya roleemos el epílogo de la partida.

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25/04/2010, 17:19
Mr. Windsor-Hancock

Anthony Hancock, tras oír lo acaecido la noche anterior, como ya se dijo, insistió en que ambos caballeros fuesen sus invitados. No podía ni quería arriesgarse a que, dado lo evidentemente agitado que estaba el pueblo, correr el riesgo de que sus hijas e inclusive ellos mismo se pusieran en un riesgo innecesario. Les invitó a quedarse y lo suyo más que una petición fue una suerte de imposición a la que ni Ethan ni Jean pudieron negarse.

Así pasaron los días, ambos hombres tuvieron ocasión de conocer a la madrastra de las jóvenes. Darla Hancock era una mujer joven, no tanto como las hermanas, pero igualmente atractiva. Byron sentíase bastante incómodo cuando estaba en presencia de ella, en especial si se la topaba a solas, pues ella no disimulaba en lo absoluto el interés que él parecía despertar en ella.

Así fueron pasando los días y las semanas. Ethan intentaba buscar el momento para hablar con Mr. Hancock sobre sus intenciones con Claire pero ese momento nunca llegaba y lo cierto era que no importaba cuántos intentos hiciera Ethan, Anthony Hancock siempre tenía un asunto de vital importancia que tratar y aplazaba la conversación.

La impaciencia de Ethan era evidente, no estaba acostumbrado a tener que insistir tanto para conseguir sus objetivos; pero todo aquellos tenía una razón de ser y no era otra que la de un padre estudiando al que, estaba seguro, se convertiría en su futuro yerno, necesitaba saber qué tan férreas eran las intenciones de éste para con su hija.

Y el momento llegó, a poco más de un mes de haber aceptado la invitación. A sus oídos habían llegado ya los rumores de la boda de Patrick Collins y Susanne Cornwell, seguramente pronto recibirían las invitaciones, y fueron precisamente esos rumores los que dieron pie para que Mr. Hancock, aprovechando que su esposa e hijas habían salido a dar un paseo acompañadas de Jean, hablara con Ethan.

-Bueno, bueno, señor Byron, hace tiempo pidió usted una audiencia conmigo y me parece que ya va siendo hora de concedérsela -le dijo sirviendo un par de copas de Bronte, un licor a base de Brandy, miel y hierbas que su familia elaboraba-. Tome asiento por favor -le dijo señalándole uno de los sitiales del despacho y entregándole una de las copas-, aprovechemos que nadie hay en la mansión que pueda interrumpirnos y hablemos sin rodeos.

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25/04/2010, 17:49
Hypatia

El sastre aceptó encantado la invitación, no se la esperaba y por lo mismo se mostró honrado y agradecido.

Los reparos de ambos hombres ante la información desvelada por el señor Tipper era del todo comprensible, pero ambos no tardarían -una vez llevasen a cabo las gestiones que consideraran necesarias- en darse cuenta que el hombre había hablado con la verdad -al menos la verdad por él conocida- y que no había en sus palabras más que sinceridad.

Cogieron las riendas de sus caballos y emprendieron el retorno a la mansión. El reloj daba las dos en punto y seguramente les aguardaban con la comida.

Picaron espuelas, de pronto fue como si la impaciencia los albergara y no tardaron en exigir a sus respectivas monturas emprendiendo una carrera, ambos alegres aunque, por razones obvias, uno más que el otro.

Francis todavía no conseguía hacer que el corazón de Liz se abriera del todo a él, pero confiaba y sentía que poco a poco aquellas barreras impuestas por la joven iban cediendo y aquello lo alentaba, en especial porque notaba el nerviosismo de la joven cada vez que él estaba cerca.

Pronto tuvieron Heddigton Manor a la vista. Francis fue el primero en divisar, a lo lejos, las dos siluetas femeninas sentadas sobre el césped. Sofrenó la montura e hizo una seña a Patrick para que hiciese lo mismo, estaban cerca, pero no lo suficiente como para saber de quiénes se trataba.

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25/04/2010, 17:50
Hypatia

Las mejillas de Anabel estaban irremediablemente encendidas, rubor que, sumado al aspecto angelical que parecía adquirir cada vez que se encontraba en compañía de Banks, la hacía lucir todavía más hermosa.

Ambos sonrieron y pudieron observar su reflejo en los ojos del otro. El reloj pasaba de las dos, Francis y Patrick debían estar por llegar pues aquella mañana, tras desayunar, habían marchado al pueblo mas se habían comprometido a llegar a tiempo para comer y ya era hora.

Desanduvieron el camino andado, Anabel tomada del brazo de Edmund y éste, a su vez, sintiendo el corazón henchido y contemplándola como quien contempla la más bella y delicada de las rosas. Aquello que hasta hace poco le parecía un sueño, un inalcanzable, se mostraba ahora ante sus ojos como una realidad y aquella joven a la que sólo en sueños se había atrevido a amar dábale ahora una luz de esperanza al permitirle aspirar a su corazón haciéndolo sentir vivo.

Regresaron a la mansión, Sue y Liz no estaban por ningún lado pero al preguntar a la señora Spooner por ellas ésta les dijo que se encontraban en el jardín. Anabel se asomó a la ventana y pudo comprobar que era así pues ambas se encontraban sentadas sobre el césped y conversaban. Al alzar la mirada Anabel pudo divisar a lo lejos la silueta de dos hombres sobre sus monturas. Seguramente se trataba de Francis y Patrick.

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26/04/2010, 18:34
Francis P. Spencer

Naturalmente, Francis supuso que se trataba de sus anfitrionas, ¿quién si no? No esperaba ninguna visita de ninguna clase y tampoco imaginaba que su situación fuera de dominio público.

Había pasado el camino cavilando sobre las palabras del sastre. ¿En qué se traduciriía dicha información para con su situación actual? ¿Cómo reaccionarían las hermanas al saber que era todo mentira? Probablemente no desearían permanecer en la mansión. Salvo Susanne, naturalmente. Francis se alegraba de que, si realmente era todo falso, al menos la broma había servido para que Patrick y Susanne se encontraran el uno al otro, pero ¿qué pasaría con él mismo? Tendría que quedarse de nuevo solo en su mansión. Podría intentar convencer a sus huéspedes de que se quedaran allí por precaución, hasta confirmar la historia del sastre... pero no le parecía ético.

Por otro lado estaba ese tal Avon. ¿Qué estaría haciendo ahora? Si realmente era un estafador quizá planeara también aprovecharse de las hermanas Windsor-Hancock y los demás.

-Patrick, cuando lleguemos, deja que sea yo quien cuente lo sucedido. Reuniré a todo el mundo y tomaremos alguna decisión. Al fin y al cabo, mientras estéis en mi casa debo responsabilizarme.

De modo que, con paso moderado, los dos hombres se dirigieron a la morada.