Partida Rol por web

Una vez comprobado que no era amenaza, Heinrich fue más afable. Puso una mano suya en uno de los hombros del hombre, y esbozó una sonrisa:

-Tranquilo, estamos aquí para ayudar, pero visto como está el camino hasta llegar aquí tenía que asegurarme.

Sacando de su mochila algo de comida de sus raciones se la tendió al pobre hombre:

-Ten, como un poco, a saber cuanto tiempo llevas sin probar bocado, y de paso, si no te importa, cuéntanos que has visto aquí dentro.

Al principio sujeta las comida que le han dado con dudas, pero cuando empieza a comer lo hace como un animal hambriento. Entre masticaduras y gruñidos con la boca llena alcanza a decir. 

- Yo mucho miedo. Ahí fuera cosas horribles y hombres disparando. No salgo. ¡Quieren comerme!

Los ojos de Hieronymus fueron cambiando lentamente su mirada de sospecha por pena hacia el lastimoso hombrecillo. Si de verdad llevaba encerrado desde el comienzo habría pasado días ahí, en la oscuridad y probablemente sin comida ni agua (lo que no dejaba de ser sorprendente y sospechoso a un tiempo). Sin dejar de vigilar su pasillo, se volvía de tanto en tanto para preguntar, sin dejar claro si interrogaba al "minero" o le pedía a Heinrich que lo hiciera.

- ¿Qué hacía cuando empezó todo?

- ¿Qué pasó antes de que llegaran los soldados? ¿y después?

- ¿De dónde vinieron las cosas?

- Psss, Reshi, aquí- llamó al asesino a su lado y le susurró algo al oido.

- Psss, Reshi, aqui - susurró, llamando al asesino a su lado, recordando lo que éste había comentado, le dijo al oido, para que el hombre no le oyera - averigua que hay de los tentáculos, pero sé delicado, no queremos que le entre un ataque de pánico.

Ante la avalancha de preguntas el obrero vuelve a encogerse como si quisiera desaparecer.

- Yo no se, yo huyo de gritos y disparos, pierdo y acabo aquí. Abajo no sol, no luz, mucho tiempo.

A los entes malvados la luz del sol y la luz normal les incorida. Prefieren la penumba o la oscuridad total. Eso ha de ser una buena señal.

Ante la petición de Hieronimus bufo y me acerco al hombrecillo.

-Dime hombre. ¿Que les atacó? ¿Que oiste?- Dije con voz lenta y calmada.

- Cosas salían de la oscuridad y les comían. No quiero saberlo. No quiero.

Heinrich, poniéndose cerca del individuo desconocido pero a una distancia prudencial, enfocó con su fusil a la puerta. En el Schola Progenium le habían enseñado a estar siempre atento, y no quería descuidarse por una charla que apenas daba frutos.

-Supongo que este hombre poco más sabe. Continuemos, y si hallamos mas supervivientes, que vengan a esta sala. Si el ha sobrevivido tanto tiempo sin armas aquí, debe ser un sitio medianamente seguro. ¿Que os parece?

- Me parece buena idea Heinrich - y asintió hacia el soldado. Continuaremos y nos llevaremos a éste hombre con nosotros, dirigiéndose a éste dijo con voz calmada - tranquilo buen hombre, le protegeremos - y vigilaremos, pensó para sí - Heinrich, revisa la habitación por si hay algo útil, o peligroso, no dejemos nada atrás.

- Stig ¿qué hay en tu pasillo? no me gusta el pasillo norte, hay algo, lo he visto, no sé que es, pero ahí hay algo. Preferiría que empezásemos por tu lado, si parece más seguro. Odiaría que cuando empezara el jaleo nos quedásemos rodeados.

- Hombre justo, en este pasollo sólo ha diesconfianza. Stig miró atrás de soslayo al decir esto y enseguida siguió vigilando su pasillo, pero no callado. - Un tipo no sobrevive en una zona de guerra, con miedo y escondido tras una puerta que la abre una nenita de 7 años sin esfuerzo alguno, al menos, no lo hace sin un poder o un arma que mantenga alejado al resto de peligros.

- Mi padre diría ... "No me creo n'ah".

El pobre "rata" gimoteó cuando le hicisteis salir de la habitación que se había convertido en su refugio durante quien sabe cuanto tiempo. Andaba a trompicones, girándose hacia todos los pasillos atemorizado. Si Heinrich y Reshi no hubieran estado tras él para hacerle avanzar habría retrasado mucho la marcha.

No os habíais adentrado ni unos metros cuando llegásteis a la bifurcación que ya habíais visto antes. Frente a Stig se abría una sección poco más ámplia que el cuarto donde habíais encontrado antes al minero. La linterna apenas iluminaba lo suficiente para revelar una pequeña montaña de objetos redondos en el centro de la sala, pero Stig casi podía afirmar haber visto la pared al fondo, lo que significaría que ese camino no tenía salida.

El camino de Hieronymus no parecía nada nuevo. Un tan estrecho como el anterior, pero parecía que al fondo el tunel se ensanchaba, tal vez a otra sección de la escombrera.

Estaba serio manteniendo un ojo puesto en la "Rata" del cual no me fiaba mucho. Aun no había enfundado mi monofilo, y al llegar a la bifurcación no pude evitar que un estremecimiento me recorriera la espalda dejando un sudor frio en su lugar.

-No me gusta nada... Este sitio es un asco.

Estas seguro que del túnel hacia el que mira Hieronymus sale un ruido húmedo y babeante, lo único con lo que lo puedes comparar es con el ruido que hace una bestia salvaje alimentándose con ánsia.

Heinrich suspiró para sus adentros, pretendía dejar al mendigo allí, pero habían optado por otra decisión. Todos miraban con desconfianza al pobre hombre. Heinrich pensaba que el peligro que podía ocasionar, estaba motivado por su instinto de supervivencia, y como mucho desharía el camino corriendo. Si encontraban mas supervivientes, que el mendigo les hiciese de guía hasta la "sala segura".

Una vez llegados a la bifurcación siguiente, Heinrich pidió un alto, y se dispuso a revisar la sala.

-Un momento chicos, asegurémonos al 100% de que no dejamos atrás nada que nos pueda joder por la espalda cuando aparezca algo por delante.

Hieronymus fue el primero en llegar a la bifurcación, mientras Stig y Heinrich se asomaban a la cámara de la derecha, el veterano se aproximó al camino de la izquierda, por una vez, mantuvo la linterna algo más baja, para no delatar su posición si había alguien más adelante. Eso le daría también una mejor visión en la oscuridad.

Stig avanzaba, pero en esta ocasión no se encontraba a gusto al ir en cabeza. Igual era porque desconfiaba de lo que había a su espalda (Un rata). Eso no podía estar bien.

Silencioso, taciturno y malhumorado vigilaba su sector. Si algu aparecía, tal vez tuviera que soportar a base de golpes su frustración.