Partida Rol por web

Después de haber sido seleccionado para servir a la Inquisición, las cosas no han ido exactamente como habías imaginado. Apartado de tu anterior vida, has sido probado, medido, estudiado… interrogado. Sin embargo, aparte de unas pocas lecciones impartidas en oscuras cámaras que te dejaron una sensación enfermiza en el estómago y de cantidades aparentemente interminables de códigos y cifras para memorizar y destruir, te han dejado básicamente a tu libre albedrío. Alojado bajo nombre falso en un bloque habitacional anónimo de la Colmena Sibellus, en Escintila, el planeta capital del Sector Calixis, te has dedicado a esperar durante semanas la llamada de tus amos, y, tal vez, su veredicto.

Finalmente la llamada ha llegado y un correo de ojos perdidos te ha entregado una nota escrita en uno de los códigos del Sagrado Ordos. El mensaje era simple y maquinal, con una hora, una fecha y un lugar. La orden de ir preparado y en espera de compañía está firmada con un único epíteto – “El Emperador Protege”. 

Después de haber sido seleccionado para servir a la Inquisición, las cosas no han ido exactamente como habías imaginado. Apartado de tu anterior vida, has sido probado, medido, estudiado… interrogado. Sin embargo, aparte de unas pocas lecciones impartidas en oscuras cámaras que te dejaron una sensación enfermiza en el estómago y de cantidades aparentemente interminables de códigos y cifras para memorizar y destruir, te han dejado básicamente a tu libre albedrío. Alojado bajo nombre falso en un bloque habitacional anónimo de la Colmena Sibellus, en Escintila, el planeta capital del Sector Calixis, te has dedicado a esperar durante semanas la llamada de tus amos, y, tal vez, su veredicto.

Finalmente la llamada ha llegado y un correo de ojos perdidos te ha entregado una nota escrita en uno de los códigos del Sagrado Ordos. El mensaje era simple y maquinal, con una hora, una fecha y un lugar. La orden de ir preparado y en espera de compañía está firmada con un único epíteto – “El Emperador Protege”. 

Después de haber sido seleccionado para servir a la Inquisición, las cosas no han ido exactamente como habías imaginado. Apartado de tu anterior vida, has sido probado, medido, estudiado… interrogado. Sin embargo, aparte de unas pocas lecciones impartidas en oscuras cámaras que te dejaron una sensación enfermiza en el estómago y de cantidades aparentemente interminables de códigos y cifras para memorizar y destruir, te han dejado básicamente a tu libre albedrío. Alojado bajo nombre falso en un bloque habitacional anónimo de la Colmena Sibellus, en Escintila, el planeta capital del Sector Calixis, te has dedicado a esperar durante semanas la llamada de tus amos, y, tal vez, su veredicto.

Finalmente la llamada ha llegado y un correo de ojos perdidos te ha entregado una nota escrita en uno de los códigos del Sagrado Ordos. El mensaje era simple y maquinal, con una hora, una fecha y un lugar. La orden de ir preparado y en espera de compañía está firmada con un único epíteto – “El Emperador Protege”. 

Después de haber sido seleccionado para servir a la Inquisición, las cosas no han ido exactamente como habías imaginado. Apartado de tu anterior vida, has sido probado, medido, estudiado… interrogado. Sin embargo, aparte de unas pocas lecciones impartidas en oscuras cámaras que te dejaron una sensación enfermiza en el estómago y de cantidades aparentemente interminables de códigos y cifras para memorizar y destruir, te han dejado básicamente a tu libre albedrío. Alojado bajo nombre falso en un bloque habitacional anónimo de la Colmena Sibellus, en Escintila, el planeta capital del Sector Calixis, te has dedicado a esperar durante semanas la llamada de tus amos, y, tal vez, su veredicto.

Finalmente la llamada ha llegado y un correo de ojos perdidos te ha entregado una nota escrita en uno de los códigos del Sagrado Ordos. El mensaje era simple y maquinal, con una hora, una fecha y un lugar. La orden de ir preparado y en espera de compañía está firmada con un único epíteto – “El Emperador Protege”. 

Han pasado un par de semanas desde el suceso de Coscarla. Durante este tiempo habéis rellenado algunos informes y contestado a algunas preguntas, demasiadas....al final y sin saber por qué han decidido separar el grupo. Quizá hubo errores, quizá fuisteis demasiado beligerantes, quizá no forméis buen equipo, quizá no haya un motivo.

El caso es que os han dejado juntos y van a incorporar a otros acólitos para formar otro grupo. Hace unos días os mandaron un mensaje para ir a una casa de la colmena media donde un individuo de edad avanzado y aspecto amigable tomó nota de vuestras necesidades de equipo y dijo que vería lo que podía hacer. Acabáis de recoger lo que os han entregado, no está todo pero es más de lo que habéis manejado nunca.

El anciano os entrega una nota encriptada y sale de la habitación indicando que cerréis la puerta de la casa cuando hayáis terminado. La nota establece una plataforma de embarque de la colmena y una cita dentro de una hora...tiempo bastante ajustado para llegar.

!Vaya! ¿Has visto estos trastos compañero? Son increíbles. Comento mientras al antiguo rifle de nuestra ex-compañera Glary le coloco el accesorio nuevo y añado tres cargadores al mismo tiempo. Menuda calidad. Bien bien. ¿A ti que te han traído los reyes? Jajajaja.  Con sumo cuidado coloco el resto del equipo en mi mochila preparándome para el viaje que mi compañero y yo tendremos que emprender de nuevo. Algo me recorre la mente rápidamente al manejar entre mis manos el rifle de nuestra compañera. Compañera, compañeros, perdidos, ¿Destino?, ¿Qué más da?, otra gente a la que no volveré a ver, otra perdida... Levanto del rifle los ojos hasta que encuentro los de mi compañero, que gracias al Trono me acompañará en esta nueva misión y cuando él se da cuenta de la mirada, le comento seriamente:

Me alegro de que estemos juntos Victus, te he tomado cariño y todo. Intentemos hacerlo bien y no separarnos. Las buenas compañías son difíciles de conseguir. Las palabras sensibleras no eran lo mío, pero aquel sujeto... era especial, complicado a su manera, pero era un gran tipo. La mochila fue colocada en los hombros y el rifle a su lado, y todo quedó listo para partir. Cuando quieras Victus.

Octus sostuvo la nota de pergamino en los dedos un instante antes de dejarla sobre un espartano escritorio metálico reciclado de algun vertedero de escombros.

El Emperador Protege...

Recitó el mantra imperial de forma mecánica mientras tomaba asiento en la cama que completaba, junto a una silla plegable y una taquilla, el espartano mobiliario de su alojamiento. Tras una puerta corrediza se podía acceder a un baño tan pequeño que podía cagar y limpiarse los dientes sobre el lavabo a la vez. No era muy lujoso, pero era mucho mejor que algunos de los agujeros donde había vivido mientras era pandillero.

Paseó la mirada por las desnudas paredes de plasticemento reparando en los groseros defectos del modelado y que nadie se había molestado en disimular, mientras, localizaba mentalmente la ubicación que decía la nota y cuanto tardaría en llegar. Mecánicamente encendió una varilla de iho y el cuartucho se impregnó del olor ocre y amargo de la hierba, el humo hizo que el viejo reciclador de aire se pusiera en funcinamiento con un zumbido. En estos momentos se preguntaba si tenía sentido todo aquello, ni siquiera sabía si volvería a aquellas habitaciones o cómo sería su vida de ahora en adelante. Prometía grandes aventuras, pero de momento era un poco decepcionante. En cualquier caso solo había una opción, seguir adelante.

Apagó el cigarro y se levantó, abrió la taquilla y observó sus cosas, todo lo que tenía cabía en un petate de lona. En el reverso de la puerta, una placa de latón pulida, le devolvió su propia imagen desdibijada por los brillos del metal.

Que feo eres, cabronazo...

Pensó mientras contemplaba su cuerpo delgado, fibroso y su cara emarcada en acero. Se ajustó la cremallera del mono elástico que llevaba y se calzó sus gruesas botas antidisturbios. Sobre la cadera izquierda se enfundó la recortada, que llegaba hasta la mitad del muslo y sintió una punzada de doloroda nostalgia al ver su identificación de arbites en el fondo de la taquilla. La manoseó antes de guardarla en uno de los bolsillos de su pesado abrigo antifrgmentación y arrastró su petate hasta la puerta.

Sea como sea sigo siendo un arbites, las Dictates Imperialis son la única ley...

No sabía cuanto se equivocaba con ese pensamiento al cerrar tras de si la puerta del habitáculo y partir con el petate  acuestas de su equipo hacia el lugar reseñado.

A la hora convenida, abandonas el cuarto que te ha hecho de residencia estas semanas. Sales del edificio sin toparte con nadie pero no es raro ya que está en una zona apartada y parece habitado por obreros especializados que a estas horas estarán trabajando. Al llegar a la calle el agradable sonido de la colmena en plena ebullición inunda tus oídos; a tus ojos llegan miles de personas de un lado para otro, servidores cumpliendo tareas de sus amos, luces que permiten el ciclo diurno en estas zonas sin sol; olores a metal, aceites y humos...pero sobretodo a sudor y gente.

Tras el silencio de los lúgubres pasillo al bullir de la calle, el arbites tuvo que pararse un momento antes de entrar en el torrente humano. No es que le disgustaran las actitudes, pero como agente imperial estaba acostumbrado a hacer respetar su espacio. Antes de meterse entre el bullicio, mira a su alrededor, buscando algo que haga saltar ese sexto sentido que desarollas al patear las calles de una colmena bajo una armadura de arbites.

Cuidando que el poco dinero que el queda esté en el bolsillo delantero del mono, la escopeta cargada en la cadera y las nudilleras en el bolsillo del abrigo, junto a la granada de humo, comienza a mezclarse con la gente y a caminar en dirección a al lugar presignado, dando un rodeo y deteniéndose de vez en cuando fingiendo mirar algún puesto, escuchar a un predicador en una esquina o simplemente para mirara a una mujer guapa. Cada vez que se para mira atrás e intenta reconocer posibles perseguidores. Como una vez le dijo su mentor:

"Si a un desconocido dos veces ves, es una casualidad,
tres ocasiones es una extraña coincidencia,
cuatro veces, es el rostro de tu asesino"

Sabía que en todo momento le podrían estar evaluando, incluso puede que de no ser digno hubieran decidido terminar con su vida o simplemente que algún pandillero pensase que ese petate era mucha carga para un solo hombre. En cualquier cosa, Octus decidió forzar el destino, si tal era el suyo. En un momento determinado decidió sortear algunos callejones solitarios antes de llegar a su destino, con la idea de que posibles perseguidores se vieran obligados a abandonar la discrección de las multitudes.

Mientras caminaba escuchando el eco de sus propios pasos, la mano izquierda se posa sobre la empuñadura de cuero de la escopeta recortada.

Comienzas a tomar medidas contra un supuesto perseguidor: callejones solitarios, escaleras que regresan a una zona ya visitada, entradas por puertas principales de bloques habitacionales y salidas por traseras o ventanas...está claro que nadie te sigue o es demasiado bueno. Llegas a uno de los múltiples puestos de los agentes del administratum con sus uniformes verdes, marcan la diferencia de niveles en la colmena y en algunos casos de estatus social. Enseñas tu cognomen con la identidad falsa y continúas camino de la plataforma.

Por fin...

Ojalá que esta decisión me acerque más al Dios Máquina y a las obras que tiene desperdigadas por el universo. Sólo espero no haberme juntado con el aliado equivocado...

Victus que durante toda su vida habia sido introvertido, a penas se había relacionado con la gente, y mucho menos tenido amigos con los que reir o llorar, pero a pesar de su reversión por la gente se encontraba a gusto con la compañía de Tarkov, aunque nunca se lo expresaría tal y como lo siente.

Tras ver el nuevo material, puso los ojos como platos y sonrió con su nuevo equipo, sin duda la tecnología le agradaba después de todo, aunque los caminos de la mente eran para él el mayor misterio de la vida y lo más preciado....aquello a lo que siempre se había acogido.

Luego miró a Tarkov y dijo

Si, esto....amigo....es de lo mejor estar aqui para que me salves el culo y que yo te cure los balazos incrustados en tu carne- las palabras de Victus nunca eran las más adecuadas, pero algo le decía que Tarkov ya sabía lo que realmente quería decir el psiquico.

-Espero que el nuevo equipo que nos asignen sea eficiente....no como el anterior...aunque no eran mala gente...la verdad...en fin....espero poder usar bien estos nuevos juguetitos...a....migo.
Victus guiñó un ojo.

luego miró detenidamente la nota encriptada y dice
Ups...no debemos perder tiempo Tarkov.....esto es ya mismo!!!! debemos darnos prisaaaaa

Cierto, se nos echa el tiempo encima. Mientras solo sea el tiempo y no como la última vez... Jejejeje. Sonrío ante los pensamientos y recuerdos de la anterior misión. Cuando Victus tiene su equipo también recogido voy hasta la puerta y abriéndola le hago un gesto de "Por favor, tu primero". Mientras bajamos a la calle le pregunto: ¿Que te apetece más? ¿Nos aireamos paseando o tomamos transportes públicos?. Las dos posibilidades estaban ahí, y andábamos un poco justos de tiempo, pero con las dos vías podríamos llegar a la hora acordada.

Mejor el transporte público....por si llegamos tarde tendremos a quién echarle la culpa...¿no crees?

dijo Victus con cara de pillo, mientras se encaminaba a la salida del edificio

A la hora convenida, abandonáis los cuartos que os han hecho de residencia estas semanas. Salís del edificio sin toparos con nadie pero no es raro ya que está en una zona apartada y parece habitado por obreros especializados que a estas horas estarán trabajando. Al llegar a la calle el estruendoso sonido de la colmena en plena ebullición inunda vuestros oídos; a vuestros ojos llegan miles de personas de un lado para otro, servidores cumpliendo tareas de sus amos, luces que permiten el ciclo diurno en estas zonas sin sol; olores a metal, aceites y humos...pero sobretodo a sudor y gente.

Os dirigís a la estación de metro más cercana y determináis el mejor recorrido para llegara a la plataforma. Un par de trasbordos y luego u nos cinco minutos andando. Los vagones van repletos, vuestros cognomen falsos os franquean el paso y los agentes del Administratum no dicen nada a pesar de que sobresalís entre la mayoría de monos de trabajo.

En media hora habéis llegado a la plataforma pero no hay ninguna lanzadera. Hay un tipo esperando cargado de hierro media cara metálica y la placa del Adeptus Arbites a la vista.

Al llegar a la plataforma la encuentras vacía, casi a la vez que tú aparecen dos individuos: el primero lleva un chaquetón con todo el aspecto de contener placas de blindaje así como un casco y un rifle automático al hombro, el segundo viste un manto de antifragmentacion de color púrpura con varios simbolos en amarillo intenso y aunque no se le ven armas parece distinguirse una espada bajo el manto.

Yuri salió de la ducha y se vistió de forma mecánica tal y como hacía siempre desde hacía semanas,vestido y limpio se sentó cerca de la cama en una pequeña mesa donde depositó una botella de licor y el tabaco.-Un día mas...-Yuri desenfundó su pistola y la dejó sobre la mesa,encendió una varilla de LHO y se la llevó a los labios.-un aburrido día más.-Expulsó el aire de los pulmones mientra se preguntaba por que tenía esa rara manía de hablar solo.

Se pasó las manos por el pelo mojado y se lo recogió en una coleta,recogió el cigarro del cenicero y ¨!Voilᡨ sonó el timbre de la puerta,como un procedimiento habitual recogió la pistola de la mesa y comprobó que estaba cargada,tras lo cual se encaminó hacía la puerta.-Ya voy!.-Yuri miró a través de la mirilla y comprobó que solo era un cartero así que apoyó el cañón de la pistola en la puerta y la abrió.-Buenos días.-saludó de forma seca al correo y miró lo que este portaba en las manos y sonrió con el cigarro en la boca mostrando sus afilados dientes.-Está bien..-Cogió el paquete con la mano libre y enfundó la pistola en la parte trasera de su pantalón para poder revisar el documento,tras revisarlo asintió al correo y cerró la puerta a sus espaldas.

¨Preparado para la acción¨Con estas ultimas palabras en la mente Yuri introducía el equipo en la mochila,desmontaba con sumo cuidado la culata del rifle y su silenciador,las introdujo en sus correspondientes compartimentos,así como el resto de su equipo,se calzó las cinchas y la armadura,los cargadores,las pistolas,el cuchillo,las granadas y casi olvidándose lo mas importante guardó el tabaco en el bolsillo del chaleco y el licor en la botella.Tras haber revisado tres veces el equipo se recogió el pelo y se calzó el pañuelo de corte tallariano,tras lo cual salió por las puertas en dirección al punto de encuentro.

A la hora convenida, abandonas el cuarto que te ha hecho de residencia estas semanas. Sales del edificio sin toparte con nadie pero no es raro ya que está en una zona apartada y parece habitado por obreros especializados que a estas horas estarán trabajando. Al llegar a la calle el estruendoso sonido de la colmena en plena ebullición inunda tus oídos; a tus ojos llegan las imágenes de miles de personas de un lado para otro, servidores cumpliendo tareas de sus amos, luces que permiten el ciclo diurno en estas zonas sin sol; olores a metal, aceites y humos...pero sobretodo a sudor y gente.

Yuri seguía sin acostumbrarse a esos ambientes pese a vivir en ellos desde hacía años y no era raro que se tropezase con alguien o que incluso gruñera a alguien que se le acercara demasiado,pero incluso tras esos contratiempos consiguió llegar a donde quería.-Al fin...-Susurró Yuri cuando alcanzó la estación de metro de la división en la que se encontraba,sacó algunos tronos del bolsillo a medida que se acercaba al peaje.