Si Eguzki no los veía sanos era bastante posible que no lo estuviesen. De todos modos era menos preocupante que las bestias muriesen reventadas a que no estuviesen domadas y pudiese costar la propia. Algo había en ellos para estar a ese precio, pero Sebastián no estaba dispuesto a fallarle de nuevo, ya no a Don Alejandro, si no a Dios, pues era un demonio a lo que se enfrentaban.
-Si logramos reducir el tiempo aunque sólo sea un día, habrá válido la pena. El tiempo es oro-
Volvió a mirar a Eridane y repitió su oferta:
-Si pudiese montarlos, para que vea como responden y se mueven con jinete, si van bien me llevaría los cuatro- et quizás un borrico para la carga.
Asentí con la cabeza las palabras de Sebastián. Estaba claro que en el campamento querían timarnos, ochenta maravedies era menos del valor de una buena espada así que esos cuatro animales que teníamos delante debían de valer aún menos para el tal Eriadne. Pero cada legua recorrida en ellos era una legua que no habíamos de hacer caminando.
Estoy con vos.- Le dije a Sebastián.
Os dejo este finde semana para que posteen todos :) El lunes actualizo la partida.
Pese a las palabras de Eguzki, Sebastián pensó que aquellos animales, si habían de darles buenaventura de viaje unos días, que quizás valiera la pena hacerlo. Y tal que así pensó también el caballero Dalmau, a riesgo y sospecha de que la estafa de la que éste parecíase estar haciendo eco resonara en su mente. Pese a ello, el Gavinet no le importaba ir a pie, pues en su oficio no abundaba el cruzar mares sobre una cubierta y a la vez sobre unos cuartos de bestia.
Id y montad, señor, sin reparo alguno -dijo Eridane, en respuesta afirmativa-. Iba a ofrecérselo ahora mismo. Montad vos y cualesquiera otro de vuacedes -le dijo al resto-. Yo no he sido capaz de domar del todo al Turco y a Cuchillo -hablando de los dos caballos más vivaces-, pero sí tal vez voz. ¡Andad y subid a ellos sin miedo! -os incitó el vendedor-.
Al final revisando la partida veo que más o menos todos habíais concretado qué hacer, asi que actualizo ahora.
El que suba a los jamelgos que haga tirada de Cabalgar o AGI (malus del -25%). Si queréis subir a los pollinos, tirada de Cabalgar o AGI normal.
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Intento acercarme a un pollino, pero no hace nada más que brincar y moverse a un lado. Tras desistir examino el bicho y le comento al tal Eridane.
- Estos animales están mal, algo les pasa, un pollino se deja montar docilmente. - Miro más detenidamente al pollino y me giro hacia Eridane.
- ¿Azogue? ¿les habéis dado azogue a estas pobres bestias? ¿queréis que nos maten en una carrera desbocada o que revienten cuando apenas hayamos recorrido un par de horas? -
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Motivo: Madreeee, como se mueve este bicho. Cabalgar.
Tirada: 1d100
Dificultad: 10-
Resultado: 90 (Fracaso) [90]
No consigo subir, lo sospechaba XDDD.
Dalmau no tenía entre sus pensamientos probar a las bestias antes de comprarlas, pero en cuanto el sanador se decidió a entrar y acercarse a un pollino, sintió tocado su orgullo.
El caballero se acercó lentamente a uno de los caballos que había señalado el tal Eridane.- shhhh, calma, calma.- Le pidió al bicho mientras se arrimaba. En ese momento vinole una idea a la cabeza, al principio no había relacionado lo dicho sobre los humores por Eguzki y el hecho de que estaban en una feria llena de timadores. Seguramente drogaban esos caballos para apostar cuanto duraban los jinetes encima y necesitaban que estuvieran sobrexcitados. Lo que necesitábamos saber era si sobrevivirían al día de hoy.
Si lo que mi buen amigo Eguzki dice es cierto, seguro que no aguanto un minuto sobre este pobre animal, pero…..¿Cuánto si al menos lo hago treinta segundos?- Preguntó al vendedor mientras montaba al pobre caballo. Había que entrar en su juego para soltarle la lengua y Dalmau no encontró modo mejor de hacerlo.
Motivo: Cabalgar
Tirada: 1d100
Dificultad: 63-
Resultado: 33 (Exito) [33]
Por si no queda claro en el mensaje. Dalmau se sube con independencia de lo que le ofrezca el vendedor por aguantar, como si es nada.
La idea es hacerle ganar al vendedor algunas monedas, ya que si está en lo cierto. Alrededor de ellos ya se habrán organizado las suficientes apuestas sobre "¿cuánto duran unos caballeros cristianos sobre los caballos de Eridane?" Como para que le merezca la pena seguir hablando con nosotros y contestar a Eguzki con mayor sinceridad
El pirata Damiá y el caballero Sebastián miraban atónitos cómo su querido Eguzki echaba un paso adelante y se dedicaba a probar aquellas bestias bajos sus piernas a horcajadas. Una vez encima del caballo, sus intenciones no eran sino saber si aquel domador de bestias les había suministrado algún tipo de sustancia. Sin embargo, cuando Eridane fue a responder, que el pollino, no habiéndose dejado someter por el curandero, levantó sus cuartos traseros y mandó al barro al bueno de Eguzki, en un especátulo lamentable. El propio vendedor se echó a reir, y algunos tipos que paseaban por allí, junto al redil vieron la cómica escena también...
Azogue no... -respondió Eridane-. Mucha mala leche es lo que tienen, ¡Ja ja ja! -añadió, mientras Eguzki ya se levantaba-.
Después, el caballero Dalmau se subió en el tal Turco, el caballo negro que su dueño aseguraba que tenía malas no... malísmas pulgas. El tipo levantó las cejas al ver a Dalmau acercarse a él como si nada. Turco ya miraba de reojo y espoleaba su crin, como haciéndole ver al hombre que no le dejaría someterle así como así.
Con gran maestría, el caballero Dalmau tomó las desgastadas riendas que tenía el caballo, y de un salto se alzó, con armadura y todo, sobre los lomos de la bestia. Eridane quedó petrificado, lleno de asombro.
Vive Dios... qué maestría, señor, no como vuestro amigo -le dijo-, pero vos no se ofenda -a Eguzki-. Entonces Turco comenzó a tambalearse sobre sí, tratando de sacudirse con espoleos y relinches al caballero, mas no lo consiguió. Tras unos segundos, los que pasaban por allí quedaron asombrados, asintiendo ante la maestría de Dalmau.
Es vos un gran caballero, mas no es éste un sitio de apostar -respondió Eridane, cuando el caballo Turco ya estaba tranquilo con su montador aún sobre él-. Tal vez en ese tablado de allí -señaló con la cabeza el lugar donde antes el otro feriante, Alonso, os había ofrecido luchar un caballero contra otro (Sebastián contra Dalmau). Bueno, ya que han probado todo, os lleváis vuestras mercedes estos animales o no? -preguntó finalmente el joven domador-. Los caballos son veinte maravedíes, y cada asno quince, vos recuerdo.
Eguzki, no sufres daño, pero sí te has embarrado todas las ropas en la caída ;)
Bueno, es el momento de decidir. Hacer colecta y comprar o seguir en la feria/regresar a Burriac.
El pirata no las tenía todas consigo, como mucho pondría dinero para comprar los asnos que eran animales más dóciles y fáciles de llevar. Creo que esto nos esta llevando mucho tiempo, compremos las bestias o no las compremos tendríamos que ponernos en camino.
Tengo 20 maravedís para gastar como mucho.
Hago recuento de mi magra bolsa... y cuento poco, dieciseis maravedíes...
Sebastián había estado más observante que montante, pero había de reconocerse el talento de Dalmau.
-Pues ya sabéis cuál será vuestra montura de llegar a cerrar negocio- dijo el de la Torre.
Serio como era posiblemente sería el único que no rio cuando el curandero dio de bruces contra el suelo. En cambio se acercó tranquilo a comprobar que el hombre estuviese entero.
-No parece faber sido mala caída, pero ¿estás bien?-
Asintió a Damià, ciertamente no tenían tiempo que perder. Y se puso a hacer cuentas mentalmente.
-Me llevaría los 4 caballos et un borrico si todos logramos mantener las posaderas en su sitio. Pagaré por ellos 80 maravedíes - dijo recordando la recomendación de regatear -dudo que deis facilmente con otro jinete como mi compañero, et por tanto, que pudieseis venderlos- alegó señalando a los dos corceles más indómitos.
No podría yo calmar a los caballos, que como ve, señor -le dijo al caballero Sebastián-, son como son. Tampoco puedo hacer que nadie aguarde las posaderas sobre una bestia, si es que uno no sabe montar. No tengo prisa, pues, de vender a Turco y al resto. Mi última oferta, aunque sea para salvaguardar la caída del suyo amigo... -se refería a Eguzki-, es aceptar lo que me dice: ochenta maravedíes por cinco bestias, como bien me dice... -había cuatro caballos y dos pollinos-. Es lo último y he aquí que no puedo nada más ofrecer.
La tarde ya había entrado, hacía un buen rato, pues el sol estaba en todo su esplendor. En breves minutos comenzaría su periplo de puesta, que se cerraría en un par de horas, momento en que las estrellas alumbrarían vuestros pasos.
Eridane da su última oferta.
Asintió el de la Torre.
-Pues escoged montura- dijo a Damià y Eguzki, pues Dalmau ya tenía la suya.
Por su parte, el caballero de Santiago pretendía hacerse con el otro corcel vivaz, y dejar de este modo los más tranquilos a los otros dos.
Eridane escuchó la propuesta que finalmente aceptásteis*, y tal que así que tras el pago concedido de ochenta maravedíes, os dejó escoger las monturas pertinentes, a vuestro gusto, entre todas las del redil. El caso es que el muchacho fue a avisar a otro feriante y entre los dos recogieron a los animales y los sacaron del redil.
En cuestión de unos minutos, Eridane había hecho un buen negocio, y seguramente vosotros, puestos que ahora podríais salvar bastante tramos de vuelta a Burriac. Con el saludo del comerciante, finalmente, marchásteis de aquel lugar apostado a las puertas de San Cristofol. Ojalá don Alejandro de Burriac aguantase ante vuestra llegada, aunque aún debíais marchar a Puiggraciós, lugar donde habitaba la tal Adelaida, portadora del extraño brebaje que tal vez le devolviera la salud a don Alejandro (puesto que doña Bárbara ya no podría disfrutar de él).
*Entiendo que la aceptáis, y le doy un gran empujón al asunto. Me tenéis que decir quién se resta los ochenta maravedíes o si bien hacéis colecta. También supongo que escogéis los cuatro caballos y un pollino, ¿no? En respuesta a Sebastián, los caballos tienen malus del -25 en cabalgar (pero no para el tema del límite de porcentaje en acciones sobre caballo); y los otros animales no. Estas cosas me las tenéis que especificar (dineros y elección) en el siguiente capítulo).
Fin del capítulo 6. Procedo ahora a actualizarlo en el resumen de los capítulos. En breves comenzamos el siguiente.