Partida Rol por web

Ad intra mare (Mar adentro)

PARTE IV. Hacia St. Bartomeu

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19/05/2020, 12:13
Director

Finalmente, los dos caballeros militares asestaron un último golpe a la última criatura "muerta-viviente" que quedaba en pie. El humo seguía extendido por el pueblo de Maratá, al igual que las lenguas de fuego, que estaban acabando de devorarlo. Sebastián de la Torre estaba estupefacto, pues no entendía cuánto engendro maligno se aparecía a cada paso que dábais. Dalmau tenía en el suyo corazón la idea de que antes o después debían acudir a ayudar a Osvaldo, pero eso acongojaba su corazón y espíritu (y con razón). Eguzki y Caitán seguían estupefactos, pero fue el pirata Gavinet quien se adelantó, como horas atrás lo hiciera, en acudir a ayudar al caballero. Antes o después todos avanzásteis un poco más hacia el cerro donde Osvaldo luchaba.

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19/05/2020, 12:13
Osvaldo

Al acercaros un poco más, entre el humo de las llamaradas vísteis al caballero levantar su arma en una mano, y una cruz de oro en la otra. Luego se lanzó contra la bestia viperina.

¡VUELVE AL LUGAR DE DONDE LLEGASTE, ENGENDRO DEL DEMONIO! -gritó antes de hacerse a la carrera-.

Y tal que aquellas palabras llegaron a vuestros oídos, no serían los muertos derrotados la última sorpresa de la mañana. La cruz de oro que llevaba en su mano comenzó a brillar, y una luz azulada brotaba de su interior, cada vez más intensa. Al principio la bestia rugió mostrando sus colmillos y apartándose un poco de vuestro amigo. Luego lanzó una bocanada hacia él, pero las lenguas de fuego golpearon contra la barrera azulada de protección que parecía haberse formado en torno a Osvaldo, como bifurcándose el fuego en dos chorros que perdían su poder poco a poco.

Y tal que así, antes de que el pirata acudiese y pudiera hacer nada, el dragón comenzó a perder algo de terreno. Cuando parecían tornarse las cosas muy claras, la bestia alzó sus alas y echó a volar, huyendo del lugar, y tal que así que la victoria parecía asegurada. Cuando ya era el ser inalcanzable en el aire, entre las nubes heladas sobre Maratá, una enorme grieta comenzó a abrirse en el cerro, bajo los pies de Osvaldo. El suelo temblo, vuestro equilibrio se vio comprometido, y la enorme grieta ENGULLÓ al caballero, tragándoselo en una bocanada de fuego cual volcán. El templario desapareció de vuestra visión, siendo engullido por la tierra gritando de auténtico dolor.

En pocos segundos a Maratá llegó la tranquilidad del dolor, de los rescoldos. Todo había pasado, y todo había quedado destruido.

Notas de juego

Fin del capítulo 4. Procedo ahora a actualizarlo en el resumen de los capítulos.

RECOMPENSAS: La aventura ha finalizado. Cada uno de vosotros Gana 40 puntos de aprendizaje para gastar en subir sus habilidades (o guardarlo para más adelante). Para ello, os recuerdo, abrí una escena donde explico como podéis hacer esa subida. Explicadme en el off lo del reparto, cualquier duda os ayuda a hacerlo.

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19/05/2020, 14:03
Damiá, el Gavinet

La alegría del pirata al ver como su querido amigo Osvaldo derrotaba a la bestia duro muy poco, justo cuando la bestia era derrotada el caballero era devorado por las llamas del averno.  Damiá cayo de rodillas, dejando que sus dos dagas se escaparan de las manos. ¿Y ahora qué? En esa pequeña pregunta se resumía toda la frustración e impotencia del pirata. No había conseguido salvar a su amigo, tampoco habían conseguido salvar el monasterio de las garras del demonio y tampoco había conseguido finalizar su más principal misión, encontrar las hiervas que ayudaran a la pobre Doña Bárbara.

Solo les quedaba una opción, continuar su periplo hasta el pueblo de St. Cristofol de Monteugues. Habían fracasado en misiones acaecidas durante el trayecto hacia el norte, pero no podían fallar a doña Bárbara. El Pirata se volvió a levantar y recogió sus armas que guardo después de limpiar. Hay que continuar.

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01/06/2020, 21:49
Eguzki el Calvo

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   Golpeo de forma mecánica y avanzo entre la confusión de la batalla, un poco a refajo algo retrasado mientras los caballeros avanzan adelante.

    Pero las sombrías figuras que se interponen caen ante los caballeros como hierba fresca segada con la guadaña, pero que brutos que son, pienso para mi mientra avanzo e intento seguirles el paso.

   Un poco más adelante Osvaldo pelea contra el... bicho... o lo que sea, pareciera que mismamente el Gaueko* se hubiera personado en este irreal paraje. Pero he aquí que Osvaldo empuña una cruz cual si fuera una cruz de caravaca, pero pareciese más divino su poder y consigue ahuyentar al bicho... ¡sólo para caer en una sima ardiente!.

   Al llegar allí lo único que pude hacer es improvisar una cruz donde cayó y pedir a los dioses que le protegieran y guiaran en su viaje al inframundo o en su caso, a los cielos.

   Ante las palabras de Damiá, asiento y nos ponemos en marcha.

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Notas de juego

*Dios vasco de la noche y el mal.