Partida Rol por web

Ad intra mare (Mar adentro)

PARTE VI. A las puertas de St. Cristofol

Cargando editor
09/09/2020, 12:20
Director

Salísteis por la parte oriental del pueblo.

Esa mañana, la nieve lo cubría todo de nuevo, pero el cielo estaba despejado, apenas había nubes. Soplaba una ligera brisa y el sol iluminaba caliente de pues de ciertos días infames. Faltaba poco para la primavera. Ese día no ocurrió nada de importancia en vuestro viaje, salvo el encuentro con algunos pastores, viajeros y poco más, sin incidencia.

Y lo curioso es que tras otro día de viaje, llegásteis vadeando dos cerros y un bosquecillo (todos ellos cubierto por el manto blanco, claro), hasta un pico rocoso, desde el cual se veía bajo vuestros pies la localidad a la que tanto os había costado (tanto en viaje como mentalmente) llegar: St. Cristofol de Monteuges. Lo único que teníais que hacer era descender el pico a donde os había llevado el camino y adentraros en la población.

Claro que, una vez que lo hicísteis, contemplásteis algo más que no habíais visto desde la parte superior: en una explanad al lado del camino encontrásteis una serie de tiendas de tela. Eran una parada de hombres y mujeres nómadas. Había un agradable olor a chuletas de cerdo por el lugar. Atados a varios tablones había algunos caballos, además de las tiendas. Al lado de éstas, además, había numerosas carretas de viaje.

Desde el camino podíais ver a varias personas andando de aquí para allá, algunos junto a las carretas, otros entrando en las tiendas y otros saliendo de ellas. Había también unos chiquillos corriendo alrededor de una hoguera, jugando a darle patadas a un bulto amarrado con una cuerda. Algún que otro viajero que iba o venía a St. Cristofol se detenía casi a vuestra altura a vislumbrar la pequeña "feria" montada en el lugar. Os pareció que eran árabes, por sus ropajes anchos y de cierto color, así como el color más oscuro de su piel que lo típico de la zona; sin embargo, pronto descubrísteis que no debía ser así, pues les veíais también comer cerdo, asarlo y cuidarlos en un rebaño pequeño. Definitivamente, os pareció una gente de cierta extrañeza reseñable.

Cargando editor
09/09/2020, 12:21
Alonso

En cierto momento, uno de los tipos que parecían morar en aquel lugar os divisó y enseguida se os acercó. Era delgado, de aspecto sucio y con una mirada penetrante. Se acercó a vosotros con una sonrisa que invitaba a escucharle.

¡Vengan!, ¡Vengan! Dinero fácil, amigos, muy fácil. Me llamo Alonso -anunció, mientras se acercaba al camino, sin dejar de sonreiros-. Vengan y no se extrañen, ¡diviértanse! Sus palabras y gestos parecían invasivos, pero no llegaba más allá que a las tretas de un comerciante. Entonces comenzó a sonar una música, procedente de varios instrumentos que debían estar tocando en el improvisado campamento. Parecía un ambiente acogedor y festivo.

Notas de juego

Nota: el campamento parece contener bastantes cosas que ofrecer. Comidas, alojamientos, bebidas, caballos, diversiones y tal vez más servicios. Podéis seguir a St. Cristofol, que está muy muy cerca o visitar el campamento.

Cargando editor
11/09/2020, 13:04
Damiá, el Gavinet

Los siento, pero tenemos asuntos que tratar en el pueblo. Una vez finalizado los deberes, nos daremos algún capricho. Esta no era la forma natural de actuar del pirata, pero el viaje había cambiado mucho su forma de ser. Había visto muchas cosas, y había perdido amigos en esta misión. Ahora que estaba tan cerca de finalizarla, no podía entretenerse en un campamento de nómadas a echar un par de tragos.

Cargando editor
13/09/2020, 17:28
Eguzki el Calvo

.

   Mire con suspicacia, todo ese entramado de gente y tiendas. Recién levantado el invierno y con los hechos que hemos pasado, no terminaba de fiarme y andaba suspicaz.

   - No termino de fiarme del todo de esta gente, mis señores, estando las nieves y ventiscas tan cercanas. - susurro y añado en voz queda. - Y no termino de fiarme de nadie que prometa dinero fácil que no sea ganado con el sudor de la frente. -

   Y me quedo en discreto segundo plano.

.

- Tiradas (1)
Cargando editor
16/09/2020, 15:56
Dalmau Font de Tossa

Dalmau estaba cansado de caminar como un siervo y vió en aquellas gentes la oportunidad de comprar un nuevo caballo con el que descansar sus pies, más las palabras de Eguzki pusiéronle sobre aviso.

En otra ocasión.- Díjole al tal Alonso.- Ineludibles asuntos reclaman nuestra atención en San Cristofol.

Cargando editor
16/09/2020, 17:26
Director

Esta vez calaste al tipo que  tenías delante, en esta ocasión el tal Alonso. En tu interior te cercioraste de que el muchacho solo quería ofrecer servicios, como cualquier tabernero o comerciante. Solo que ellos parecían ambulantes. No habia en su tono "gato encerrado".

Cargando editor
17/09/2020, 11:25
Director

Creería aquel tipejo de aspecto árabe (aunque no tenía acento para ello) que os podría engatusar con tantos divertimentos. Teníais una misión que acabar, y vuestro objetivo parecía darle cumplimiento. Tras rechazar vuestra oferta, el tal Alonso torció el gesto de su rostro, y sólo emitió una cosa por su boca: un ¡Bah!, como rechazando ahora vuestra presencia. Se giró pues y volvió a los puestos, tiendas y tenderetes de la pequeña feria ambulante.

Por vuestra parte, que seguíais caminando sin montura algun hacia St. Cristofol. Estábais ya a sus puertas, y tras andar y girar en un peñasco, vísteis la población a la que finalmente el médico de don Alejandro de Burriac os suplicó acudir. Recordásteis entonces sus palabras "... en la taberna de Pedro, que se encuentra en un pueblo llamado St. Cristòfol de Monteugues, y allí, preguntadle al tabernero por la casa de Adelaida. Ella tiene el líquido...". Nada más ver el bloque desperdigado de casas en mitad de la llanura nevada, un sonido estridente volvió a sorprenderos de nuevo.

No era otro joven ambulante como el de antes, ni el ruido de un alarido de auxilio. Levantásteis la cabeza y bajo las nubes y el sol se precipitó en picado, dando vueltas sobre vosotros, un águila, el mismo que otras veces os había dado consejo de una amiga vuestra. Sobre un roble con la copa blanca de la nieve se apoyó, y después dió un salto hasta una peña que sobresalía junto al árbol.

Sabíais que era un mensaje para vosotros, por lo que acudísteis a su llamada. El rapaz, manso animal ante vuestras manos, se dejó tocar un poco y pudísteis arrebatarle el rollo de piel que tenía asido a una pata. Después se impulsó y echó a volar, perdiéndose en las alturas.

Tras leer el mensaje, quedásteis un poco abatidos. Tal vez por mucha prisa que os dísteis, no fue suficiente como para acudir a tiempo. Sin embargo, ahora el que estaba enfermo parecía ser don Alejandro de Burriac, vuestro benefactor. Al menos habría que intentar salvarle la vida a él.

Tras resoplar un poco, os dísteis cuenta que St. Cristofol de Monteugues se presentaba allí delante. No era sino un puñado de casas bajas, todas ellas juntas, con bastante actividad de viajeros y campesinos. El trasiego era casi constante. Parecía un pueblo con vida, y en su centro sobresalía un campanario, pues allí se dibujaba la iglesia. Un par de edificios altos en mitad de las casas os hizo pensar que tal vez uno de ellos fuera la esperada posada de Pedro. Era media mañana.

 

 

 

 

Notas de juego

Estáis ya en St. Cristofol.

He adelantado la historia a pesar de que faltaba Sebastián porque tres de vosotros habéis rechazado los servicios de Alonso (y he supuesto que Sebastián también lo haría).

Cargando editor
17/09/2020, 11:56
Sebastián de la Torre Quebrada

Ya se habían entretenido mucho, y Sebastián, cansado y atribulado con tantas cosas malignas que habían visto y vivido, tan sólo pudo pensar que mucha casualidad era que diesen ahora con algo tan tentador. No eran ni el vino ni las mujeres (a las que no era insensible, pero sí tenía, por suerte, una voluntad y fe férreas), si no comida y montura lo que deseaba. Y respuestas, claro está, porque a cada jornada surgian nuevas incógnitas. Que allí, tan cerca de su destino, pudiesen complacerse con todo tipo de tentaciones, no le parecía otra cosa que una nueva trampa del maligno, que decidía ahora presentarse con un trato más afable, pero no mejores intenciones. 

 

Aspecto de infieles tienen, mas comen cerdo. 

 

Muy sospechoso todo, pero por suerte no hubo de apelar a la razón, pues en esta ocasión sus compañeros no cayeron en la trampa. 

 

Más animado de espíritu reemprendió senda a San Cristofol, ya podían ver las pocas casas, pero entonces descendió alardeando el águila de sus habilidades y pudieron acceder al mensaje que les traía. 

 

Doña Bárbara ha perecido- informó mordiéndose la lengua. El demonio había logrado hacerles perder un tiempo precioso, y aunque el cura que habían dejado bajo su parroquia no les había detenido ni un día, no podía evitar pensar en que mejor hubiesen hecho pasando de largo. Y también maldecia su debilidad, porque la enfermedad les había tenido quietos demasiadas jornadas. Pero no era tiempo de reproches, todavía podían salvar una vida, y en esta ocasión ya no estaba dispuesto a perder. 

-No podemos permitir que también se lleve a don Alejandro. Entremos, consigamos el remedio y después bien haríamos en conseguir monturas para que el camino de vuelta sea más rápido. - Miró con más dureza de la pretendida a el Gabinete y al curandero. No es que les echase la culpa de nada, simplemente se preguntaba si sabrían cabalgar. Las posaderas de villano no estaban hechas para subir en buenos corceles, tampoco valían sus dineros. 

Pollinos tal vez, pero nos retrasaria... Mulas, dos mulas pues, tal vez tengan ahorros... 

 

Lo primordial era la misión encomendada, enfrentándose directamente con aquel demonio y sus planes. 

Cristo era humilde

quiso recordarse para apaciguarse. 

 

-Vayamos pues- y comenzó a caminar abriendo la marcha, sin aguardar más, no fuesen a repensárselo  Damiá o Eguzki y cayesen en las garras de la Feria. Ya llegaría el momento de elucubraciones sobre pollinos, mulas y corceles. 

Cargando editor
17/09/2020, 18:54
Eguzki el Calvo

.

   Según nos alejamos, ya lejos de oídos comento, - pues no parecía que tuviera malas intenciones el tal Alonso, pero con este viaje... estoy de los nervios. - Luego sigo en silencio, hasta que el pajarraco ese se posa.

   Lo observo con curiosidad, pues no es la primera vez, estaba acostumbrado a ver a los halcones de los nobles a lo lejos, si recordaba bien los nombres, pero no era un halcón... más grande... lo tenía en la punta de la lengua y en ese rincón de de la memoria el nombre del pájaro. Buena daba igual, era un pájaro como los halcones, pera más grande.

   Tras leer el mensaje, me retuerzo las manos nervioso, mal va este encargo que se muere la enferma antes de que se le pueda haber administrado la medicina. Y parece que es contagiosa, pues el que nos la encarga va por el mismo camino. Ante las palabras de Don Sebastián asiento.

   - Sí, menos mal que uno va con nobles que tienen dineros, - pienso para mí, mientras noto mi menguada bolsa casi vacía que cuelga en mi cinto, como un odre desinflado.

.

- Tiradas (1)
Cargando editor
17/09/2020, 20:51
Dalmau Font de Tossa

La carta nada alagüeña resultó ser. El motivo por el que habían emprendido tamaña empresa ya había recorrido camino a los altísimos. Que Don Alejandro también necesitará las medicinas que habianles traído a aquel poblado era motivo suficiente para continuar.

Vayamos a la taberna, sin perder más tiempo.- Pidió Dalmau a sus compañeros.

Cargando editor
18/09/2020, 16:59
Damiá, el Gavinet

El pirata se santiguo al oír que Doña Barbara había muerto, sus convicciones religiosas eran escasa pero a medida que avanzaba su extraña aventura estas iban en aumento, y el mostrar respeto por un difunto nunca estaba de más.

¡Pue eah! Una misión a fallado, pero ha empezado otra. Como dicen, cuando dios cierra una puerta abre una ventana. Mostremos respeto por Doña Barbara, pero pongámonos en camino para salvar otra vida. Toda esa misión estaba siendo cosa muy absurda y propia del demonio. 

Cargando editor
20/09/2020, 12:12
Director

Parecía unánime la decisión de avanzar, aunque fuera por don Alejandro, y no por su esposa. Nada podía hacerse por doña Bárbara, pero sí por don Alejandro que, al parecer, había enfermado de la misma manera, según la nota de Camila. Sin más dilación os adentrásteis en St. Cristofol.

Tras caminar por las primeras casas, notásteis que algunos lugareños os miraban de abajo arriba al pasar, pero agachaban la cabeza cuando pasaban a vuestro lado; y es sabido que todo forastero, en cualquier punto de Castilla o Aragón, siempre recibes miradas de sorpresa o animadversión. Sin hacer mucho caso a ésto, os dirigísteis a uno de las dos viviendas más grandes.

Una parecía una especie de granero, pero la otra era un epicentro de vociferio, movimiento, dinamismo y trasiego. Ésa era "la taberna de Pedro" que tanto ansiábais buscar. Tras casi un mes de viaje y tantas aventuras vividas (ninguna de ellas podía decirse que había sido para la cual estar orgulloso), habíais llegado al destino.

La taberna tenía los muros de piedra, los remates y marcos de las ventanas y éstas mismas en madera, y el tejado construido con teja de barro o tal vez algún material más duro. Tenía planta rectangular y dos chimeneas. Al igual que el terreno circundante, las calles de St. Cristofol estaban copadas de nieve, y el tejado de la Taberna también. Parecía además tener un apartado lateral, unas cuadras, dispuestas para las bestias (pero claro, vosotros pues...). El caso es que sin más preámbulo entráteis en ella. No había cartel alguno sobre la puerta.

Una vez en su interior, encontrásteis en aquellas horas, que eran las del mediodía, la taberna bastante llena. Podría decirse que no estaba abarrotada, pero sí lo suficientemente llena como para que tal Pedro, un tipo con un mandil gris (que alguna vez había sido blanco), os mirara desde detrás de la barra. El lugar no era sino un conjunto de mesas desperdigadas (seis), con sillas alrededor y dos chimeneas a pleno funcionamiento. Un muchacho de apenas quince años colocaba leña en un lado y en otro, y se preocupaba que los clientes estuvieran calientes, así como de cambiar velas y candiles colocados en lugares estratégicos de la sala. El jolgorio era constante, y los parroquianos parecían gentes de paso (que cualquier buen refugio contra las nieves es buen lugar de descanso).

El vino viajaba de jarra en jarra, y de jarra a las bocas de unos y de otros. Un olor a estofado os hizo despertar el estómago.

Cargando editor
21/09/2020, 12:10
Eguzki el Calvo

.

   Tras encontrar la dichosa taberna, busco con la mirada un hueco, a ser posible una mesa más o menos libre, en el que pudieran aposentar sus reales posaderas los caballeros, que en cuanto a mi, un hueco en una esquina y con una escudilla con algo caliente me daba más que satisfecho.

   Recorro la mirada por el lugar, buscando tanto un hueco, como obsevar a los parroquianos.

.

- Tiradas (2)
Cargando editor
21/09/2020, 22:23
Sebastián de la Torre Quebrada

Sebastián hizo su entrada. El olor a guiso llenaba la Sala, el calor acogedor invitaba al descanso, pero no estaba dispuesto a perder el tiempo. 

Se acercó a la barra, donde estaba aparentemente el posadero y le habló con ese tono serio que le caracterizaba. 

-Buenas de Dios. -

-¿Sabe dónde está la casa de Adelaida? -

​​​​​​-Hay habitaciones libres? -

 

​​​​Quería atarlo todo para partir con el alba.

Cargando editor
21/09/2020, 22:38
Dalmau Font de Tossa

Mesa para mi y mis acompañantes. Y trae una jarra de ese vino y una ración de ese estofado que huele de mil maravillas.- Pidió Dalmau al chico agradecido por encontrar lugar donde descansar y reconfortarse del duro viaje.-

Querido amigo- Pidió a Sebastián una vez hubo hablado con el tabernero.- Antes de volver a partir repongamos fuerzas primero, que el viaje de regreso puede ser igual de duro.

Cargando editor
22/09/2020, 16:27
Damiá, el Gavinet

El pirata no podía estar mas de acuerdo con Dalmau, una jarra de vino era lo que necesitaban. “Con vino, las penas son menos penas”, o eso dice micha gente.

Mientras esperaban a ser atendidos el pirata estudio el lugar y sus parroquianos a la búsqueda de algún indicio de presencia del maligno o de malas intenciones por los lugareños.

Cargando editor
23/09/2020, 11:20
Director

El curandero Eguzki aprisa movió sus ojos hasta el primer hueco que encontrara, y tal que así que hubiera sitio  para cuatro. Quiso la Fortuna que un tipo tumbado justo en el centro de la sala, al que nadie prestara atención, se cayera al suelo fruto de la embriaguez (y haciéndose un poco el loco, Eguzki sentó sus posaderas en su asiento, y así hicísteis el resto, casi a la par).

Después Sebastián se acercó a la barra, donde, atraído por el olor del guiso, inquirió a pregunta a dueño del negocio.

Mientras tanto, Dalmau había atraído la atención de un muchacho al servicio de Pedro, y enseguida se perdió entre la multitud ante la orden emitida por el caballero, quien requería de avituallamiento y descanso, cosa lógica. Mientras tanto, Damiá asentía a esta petición, y quedó observando a las gentes del lugar. No había nadie que destacase: gentes sencillas, algún viajero, y campesinos en su mayoría, gastándose los pocos cuartos que tenían en un mísero vaso de vino, y poco más.

Cargando editor
23/09/2020, 11:20
Pedro

Asi que vosotros venís de parte de don Alejandro, ¿verdad? -Pedro quedó mirando las armaduras del caballero Sebastián-. Seguramente no supiera nada de la muerte de doña Bárbara, pues no mostraba desconcierto en ese momento. Nadie pregunta por Adelaida a este posadero -decía de sí mismo-, asique sí: debéis ser vosotros. Adelaida vive en Puiggraciós, en una pequeña cabaña alejada del pueblo, a las afueras. Es muy solitaria -entonces miró la espada de Sebastián-. Será mejor que no vos presentéis con armas, o se asustará -añadió-.

Según el mapa*, Puiggraciós era una pequeña aldea que estaba de vuelta hacia Burriac, al sur de St. Cristofol. Enseguida el chico que llamó la atención de Dalmau regresó a vuestra mesa, trayendo una escudilla de madera con un estofado de carne (que más bien tenía hueso que carne), aderezado con algunos nabos. Traía también una jarra de vino, y luego fue a la barra para repartiros, además, varios vasos.

Notas de juego

*El mapa que os dieron a comienzos de viaje que, si no recuerdo mal, lo lleva Dalmau (creo).

Cargando editor
24/09/2020, 12:17
Sebastián de la Torre Quebrada

Asintió a Pedro.

-Pues sí, nosotros somos- No quiso informarle de la muerte de doña Bárbara, no sabía qué tal relación guardaba este posadero con don Alejandro. -Gracias, faré lo que me decís. -

Regresó con el grupo tras hablar con Pedro, y al ver viandas sobre la mesa comprendió que a sus compañeros no los movería de allí en un rato. Miró por la ventana ¿a qué altura brillaba el Sol? Era medio día, todavía quedaba luz para rato y cosas que hacer antes de partir.

Tomó asiento, pero llamó la atención del muchacho que había traído el vino.

-Para mí agua- solicitó, quería tener la mente despejada.

-Bien, comamos pues, pero después acudiremos a donde la tal Adelaida. Sacad el mapa- pidió a Dalmau, que era quien lo llevaba según su memoria. 

Con el mapa sobre la mesa buscaría el lugar que les había indicado el posadero.

-Haríamos bien también en hacernos con unas monturas. Antes o después de acudir por el remedio, pero no os dejéis embriagar por las tentaciones de la feria- Dudaba que pudiesen hacerse con caballos por aquel pequeño pueblo, ganaderos de ovejas y cerdos igual sí habría, pero caballos... eso era otra cosa.

-Con las primeras luces del alba partiremos de regreso al castillo de Burriac- no estaba pidiendo opinión en estas cuestiones, trazaba los planes, pues no estaba dispuesto a fallar de nuevo. Si sus compañeros le seguían bien, si no, pues lo haría él solo.

 

Cargando editor
24/09/2020, 18:40
Damiá, el Gavinet

Parece que el viaje no concluye aquí. Dijo con tristeza el pirata. Creo que es buena idea partir ahora, antes de llegar a la cabaña seria bueno dejar las armas escondidas. Como sugiere el posadero.

No soy de mucho beber con feriantes, son gente demasiado picara, no hay que fiarse de ellos. Comento a las palabras de Sebastián. Como mucho en la feria encontraremos un par de risas, mucho vino y pocas monturas. Pero creo necesario acercarnos a ver si encontramos algo de interés, claramente, iremos cuando concluyamos nuestra misión en casa de la tal Adelaida.