Partida Rol por web

Siguiendo las instrucciones del sargento, Vasquez se colocó en primer lugar con Frost tras ella llevando el sensor de movimiento. Paso a paso, abandonaron el laboratorio mientras Ripley se colocaba en último lugar, donde nadie pudiera percatarse de sus acciones. El grupo regresó al pasillo de entrada, donde aún se encontraban los restos de las barricadas que los colonos habían levantado. El sensor no paraba de chirriar indicando que lo que había detectado se movía despacio hacia ellos.

Entonces todo ocurrió muy rápido. Algo cruzó el campo de visión de los marines y Vasquez disparó de inmediato. Pero Frost estuvo aún más rápido y movió el brazo de la mujer enviando la andanada hacia las paredes. El soldado se había dado cuenta de que aquello era demasiado pequeño para ser uno de esos monstruos. Y así era. Lo que encontraron los soldados fue... a una niña.

Esperé a que pasaran todos para intentar sabotear a esas cosas y acabar con ellas. Pero no estaba acostumbrada a esa tecnología aún y de dí donde no era. Una alarma se disparó en la sala y todos se volvieron, pillándome con las manos en la masa. - Tenía que intentarlo. No voy a dejarles vivos así como así. - Me quejé y avancé adelantando a Burke y quedándome a la espalda de Hicks.

Esperaba que alguno comprendiese porqué lo había hecho o intentado al menos.

Avancé tras Hicks, pendiente de aquel chisme y su continuo sonido. Entonces fue cuando algo se cruzó por delante nuestra y Vásquez "gatillo fácil" abrió fuego sin dudarlo. Al menos sus compañeros la conocían y esta vez falló, porque enseguida avisaron de que era una niña. Me acerqué lentamente sin terminar de creérmelo y sí, allí estaba.

La pequeña estaba asustada y a pesar de que el trato que se le daba era uno de confianza, éramos un grupo de extraños y la mayoría armados hasta los dientes. Dudaba que eso calmase a la pequeña, así que opté por asomarme yo también. Quizás si veía a una mujer, sin armas en sus manos, se relajase un poco más.

- Hola pequeña. Me llamo Ripley... ¿Y tú? - Le dije tratando de ganarme su confianza. - Ven con nosotros... estarás más segura que por ahí dentro. - Añadí con certeza y la tendí mi mano, algo que mis compañeros, por llamarles algo, ya habían intentado antes. Pero quizás esta vez por ser mujer...

... lo lograse ...

—Ripley, deje de dar órdenes. Ésta es una operación militar. Deje de entorpecer la cadena de comunicación. Es consejera, nada más —apretó su mandíbula de perfecto militar, no iba a tolerarlo. No delante de sus hombres. Para colmo, el cabo también la apoyó, aquellas cosas se encontrarían mejor muertas —. No veo peligro. Aquí solo estamos nosotros y no vamos a sacarlos de sus contenedores —contestó, áspero como al lija. ¿Qué sería lo próximo, un motín?

Movimiento. El sargento organizó a los hombres. Los civiles atrás. Se adelantó, dejando a Burke y a Ripley atrás. Sus ojos estaban pendientes de la acción. Por instinto, había sacado el arma. Un arma corta, nada que ver con los rifles de pulsos o las armas inteligentes, suficiente para él aunque una parte de él no dejaba de preguntarse porque no había traído un M4A1 como los demás.

Todo ocurrió muy rápido. Ripley tratando de sabotear los contenedores, Vasquez disparando primero y preguntado después. Frost salvando el día. Una niña. Encontraron una niña. Estaba asustada, sucia, en la oscuridad. Ripley se acercó para intentar hacerla salir. Su aspecto era sin duda el menos amenazador, sin armas ni uniforme.

—Atrás, soldados. Dejen espacio, no asusten a la niña.

Lo más increíble de aquella misión no había sido descubrir que podía con un tercer salto, o que existían los xenomorfos. Lo más llamativo había sido sin duda descubrir que Ripley tenía era capaz de comportarse con ternura, casi como una madre. Si conseguía sacar a la niña del conducto puede que tuviera algo mejor con lo que ocuparse que sabotear los especímenes y entorpecer la misión. Quizás.

Hizo una seña a los soldados para que vigilaran los alrededores, puede que la niña estuviera huyendo de algo o que hubiera otros colonos escondidos. Esperaba que Vasquez no volviera a tirar del gatillo tan fácilmente. Palmeó la espalda de Frost mientras se movía a un discreto segundo plano.

—Bien hecho, soldado.

Dejó que la situación fluyese, atento a cualquier sonido. Él ya había enfundado el arma.

Si alguien lo hubiera mirado entonces le habría visto sonreír. Salvar una niña estaba bien. Es todo lo que necesitaba saber.

Mientras nos dejábamos arrastrar por el detector de movimiento, oí voces y ruidos a mi espalda que me hicieron volverme, a mí y a los demás. Ripley había intentado acabar con aquellos bichos para evitar problemas y lo único que obtuvo a cambio fue unas palabras demasiado duras de Gorman. De haber dependido de mí, también habría intentado acabar con ellas, desconectarlas e incinerarlas. Mi interés en aquellos bichos solo radicaba en el peligro que suponía. Para Gorman quizás fuese algo innecesario porque estaba demasiado seguro de que todo estaba bajo control. Para Burke, con aquella manera de mirarlas, quizás se tratase de los beneficios que podía obtener con ellos, con su estudio.

Pero en aquellos instantes mi atención estaba centrada en lo que se estaba moviendo en algún lugar por delante de nosotros. El detector nos fue alejando progresivamente del laboratorio hacia ninguna parte en particular, un corredor más que cruzaba las instalaciones y que no parecía tener nada en especial. A medida que avanzamos, miraba y pensaba en dónde demonios estaría quien quiera que fuese. El hecho de que se moviese no hacía albergar esperanzas sobre que fuese un colono, sino justo todo lo contrario.

Una de las criaturas que habían acabado con ellos.

Pero cuando íbamos justo por la mitad, cruzó por delante de nosotros a una velocidad endiablada, obligándonos a reaccionar con idéntica rapidez. En mis pupilas se dibujó la imagen de un crío, una pequeña, a juzgar por la cabellera, moviéndose desde nuestra izquierda hasta alcanzar el lado opuesto y entrando en uno de los conductos adyacentes que había bajo el suelo. Fui a reaccionar cuando Frost lo hizo justo antes que yo, a tiempo para evitar que Vasquez acabara con ella.

Como siempre, disparar primero, mirar después.

-Vasquez, descansa -le dije, empujando su arma hacia abajo y acercándome a ella junto a Ripley aguardando en un segundo plano a ver si la convencía para salir de allí. Su aspecto no era el que podría esperarse de alguien de su edad que había vivido, de alguna milagrosa manera, tantos días sola, rodeada de criaturas infernales y tras haber perdido a su familia y a todo el mundo a quien conocía. Parecía muy entera.

Ripley empezó a hablarle con calma.

-Despacio, Ripley -le susurré, intentando no hacer movimientos bruscos y hablar en un tono similar, aunque tras las voces que daba Gorman, resultaba algo complicado intentar que confiase en nosotros. Le eché una mirada recriminatoria al Teniente y volví a centrarme en la pequeña.

Suerte o no, aquella pequeña podía decirnos mucho sobre lo que había ocurrido allí aunque algo en mi interior me decía que no sería tan sencillo. Al mirarla a través de aquella estrecha rendija, sus ojos azules evidenciaron por contraste el sufrimiento por el que había pasado. Estaba viva, y en bastante buen estado físico, pero ¿y mentalmente? Quizás nunca se recuperase de algo así; descubrir de repente que los monstruos existen y ser testigo de que se llevan a tus padres, hermanos o hermanas, y a todos tus amigos, es algo que difícilmente alguien podría resistir y permanecer cuerdo.

Sí, despacio. Miró a Ripley, arqueó las cejas. Sí, iba con segundas. La muy zorra había actuado por su cuenta, había intentado sabotear el laboratorio. No podía fiarse de ella, era totalmente imprevisible.  Tendría que vigilarla de cerca porque volvería a intentar alguna jugada.

Tengan cuidado con ella. Dijo pero Burke no se acercó, se mantuvo alejado. Se limitó a iluminar la zona con su linterna. La niña parecía ser la única superviviente de aquel infierno. Sí, era una niña. Parecía adorable. Pero en la cabeza de Burke no dejaban de dar vueltas los informes de Ripley de lo que pasó en la Nostromo. ¿Y si la pequeña tenía dentro uno de esos seres?

Lo habían estropeado todo. Su llegada, en tropel, les había puesto en sumo peligro. No solo a ellos. También a ella. Newt se había manejado con precisión por aquellos conductos durante muchos días. Rodeada a veces de aquellos monstruos negros. Pero, por algún motivo, su subterfugio y su suerte habían acabado a la vez cuando llegaron los marines.

No solo no había conseguido que se alejasen de aquel lugar dónde murió su padre, sino que ahora, por causa del estruendo provocado por el disparo de aquel arma, las bestias no tardarían en llegar. Tal y como ella misma había predicho, al estar afuera, en los pasillos, su posición y su cobertura menguaban y se sentía mucho más expuesta. Pero no ante aquellos horribles bichos... ante los marines que se suponía iban a salvarla. Por un instante recordó a su hermano, cómo se le iluminó la cara llena de esperanza cuando su madre les dijo que aquellos soldados salvarían la situación. No iba a ser así. La posibilidad se había esfumado y ellos, los salvadores, ni siquiera lo sabían.

Una mujer se desmarcó de los otros. Le hablaba calmadamente y, junto a ella un hombre intentaba alcanzar a Newt que se había colado por las rendijas auxiliares del lateral del pasillo. Estaban quietos... la estaban esperando. Pero no podían quedarse allí. No podían esperar por ella. Ella sabía qué había que hacer y estar allí como pasmarotes, en mitad del pasillo no era la mejor opción. Pero si ella no se iba con ellos de seguro la seguirían. O, al menos lo intentarían. Pero no buscarían refugio. Ni cobertura. Estarían también expuestos a los monstruos.

La niña temblaba con el miedo y la duda en los ojos. No quería salir, pero tampoco quería que aquellas personas se quedasen allí esperándola. Eran personas... las primeras a las que había visto tras la matanza del almacén, el día que se llevaron a su madre y a Timmy.

Finalmente extendió la mano hacia la mujer y salió de su escondrijo con su ayuda, agarrándola fuerte y mirándola con los ojos que se le salían de las cuencas. 

—Vámonos... vámonos de aquí, por favor. —dijo suplicando casi al borde de las lágrimas. Ella se refería a aquella estación... a aquel planeta que había sido su hogar desde el día de su nacimiento. Pero estaba segura de que no la entendían. Con que asumieran que había que moverse de aquel emplazamiento, aquellos pasillos sin protección, le valía. El resto, pronto. —Estoy segura de que ya vienen.

Un segundo después que retumbaran sus disparos por los pasillos de la colonia, entendió porqué su compañero hizo que errara su tiro. —Maldita mocosa —se dirigió a Frost —gracias tío, hubiese sido mi mayor metedura de pata hasta el momento.

Vasquez no quería tener la muerte de una dulce niña sobre sus espaldas. Lo había entendido a la primera, pero el cabo Hicks no se fiaba de ella, se acercó demasiado, solo para tenerla controlada. Maldita mocosa. Retrocedió unos pasos, necesitaba espacio para controlar aquel endiablado lugar. Y de repente la vocecilla de aquella niña hizo que se le erizaran los pelos del cogote.

—Tío, esto no me gusta —dijo a Frost, levantó de nuevo su arma y recorrió con su mirada todo los recovecos que había a su alrededor. Recordó lo que todos los adultos con sesera que conocía decían de los niños; siempre dicen la verdad.—¡¡Mierda!! estamos jodidos.

Al escuchar las palabras de la niña, Hudson echó mano del sensor de movimiento casi al instante.

-Tranquila Vasquez. Tenemos lecturas limpias. Aparte de nosotros y esa niña, estamos solos.

-Con calma vaquera.- Frosty había tenido un presentimiento de último segundo y había logrado evitar que su compañera provocarse un accidente, ciertamente todo esto estaba haciendo mella en el carácter duro de Vázquez, lo cual debía ser señal de peligro, si hacía efecto en el Sargento Apone entonces sabría que estaban en el fin del mundo.

El militar bajó también su rifle mientras se hacían los respectivos intercambios aunque estaba demasiado sumergido en las instrucciones como para prestar atención a lo que pasaba a sus espaldas.

Encontrar un superviviente más grande que un Hamster era ya un tema para celebrar pero igual Frost se lo tomó de manera escueta- Si, ehhh... lo que diga señor. - replicó al Teniente Gorman sin darle mayor importancia o al tipo de Weyland pero de camino al asunto directo que clamaba dientes y colmillos.

-Hola nenita, todo está bien ahora ¿Vale? Ya vamos a salir.- también se acercó, con palabras calmas y amigables le preguntó- ¿Quiénes vienen?. 

No podía estar hablando de sus padres, de ser así no estaría tan presurosa de escapar, ¿La venían siguiendo? Finalmente tenían alguien que podía responder algunas preguntas pero no estaban para nada cerca de la verdad.

El grupo regresó de nuevo a Operaciones llevando a la niña consigo. Una vez allí, abrieron las persianas antitormenta para que entrara un poco de la mortecina luz del exterior. Según el horario planetario, era de día. Sin embargo, el sol de ese planeta estaba tan lejos, era la mitad de tamaño que la luna de la Tierra, que la luz que llegaba apenas daba para iluminar algo. Mientras Hudson y Bishop trabajaban en las consolas buscando los TDPs, llevaron a la niña a la enfermería para hacerle un chequeo.

-Físicamente está bien -informó a Gorman y al resto-. Una fuerte desnutrición pero no creo que exista un daño permanente -Dietrich recogió el equipo y regresó junto a sus compañeros.

-¡Eh! ¡Alegrad esas caras porque acabo de encontrarlos! No sé si están vivos pero parece que están todos... Están en la estación de procesamiento, subnivel 3, bajo las torres principales de refrigeración.

La pequeña cedió tras unos momentos de dudas en los cuales me quedé sin aire. Casí creí que me tocaría colarme por aquel agujero y perseguirla. Pero algo hizo que saliese, no estaba segura de que era. Yo creo que ni ella misma lo sabía. La cogí de la mano, no para que huyese, sino para que sintiese que no estaba sola y Frosty se la acercó demasiado.

Sabía que su intención era buena, pero no sabía como iba a reaccionar la niña. No obstante, opté por no decir nada, solo apretar ligeramente la mano de la pequeña para darle seguridad. De tener más confianza con aquel grupo de marines quizás si le hubiese dicho algo. La verdad es que mientras ella estuviese con nosotros en aquel momento, me bastaba. Era quien podía responder a todas las preguntas que tuviésemos.

De hecho, me parecía increíble que la pequeña aún siguiese con vida en aquel lugar.

No sabía porque, me volví a pegar al trasero de Hicks para regresar al lugar del que vinimos. La enfermería estaba cerca del laboratorio y tuve la extraña sensación de que no me querían allí dentro por algo. Pero ahora mi prioridad era aquella niña. Así que me quedé con ella durante el reconocimiento médico y la acerqué un chocolate caliente cuando acabaron con ella.

Al menos con una buena alimentación y un buen cepillado de pelo, a parte de un buen baño, mejoraría en breve.

Esperé a que la dejasen tranquila para acercarme a ella.

Me senté frente a ella. Dios, me recordaba tanto a mi hija... esa que tuve y perdí cuando me quedé en hibernación durante 57 años en el espacio. Su sola presencia me hizo sacar mi instinto de madre desde el primer momento. - Bueno pequeña, aún no me has dicho tu nombre. - Comencé a decirle para romper el hielo o más bien el iceberg donde se había aislado, porque su gesto y su mirada...

- Te he preparado un chocolate caliente. Espero que te guste el chocolate. Bueno, la verdad es que ha sido la máquina, de haberlo hecho yo, creo que no se lo bebería nadie. - Bromeé con ella y la acerqué la taza para que bebiese algo al tiempo que la cogía de una mano para que la sostuviese ella. Si había sobrevivido allí, debía ser capaz de beber por ella misma.

- Aprovecha antes de que se enfríe. - Y miré su rostro, lleno de suciedad y cogí un trapo. - ¿Sabes, creo que detrás de esa grasa, hay escondida una niña muy guapa... qué te parece si la hago salir? - La pregunté antes de empezar a limpiarla. No iba a invadir su espacio de manera tan violenta, solo si ella quería. Si no respondía, seguiría intentándolo.

- ¿Cómo te llamas? - Pregunté al fin. La siguiente pregunta tenía una respuesta más que evidente para mí. Sabía que si le preguntaba por quienes iban a venir me diría "ellos" o algo así, se asustaría y la perdería. - ¿Están tus padres o hermanos por aq...? - Y no llegué a terminar la pregunta, cuando escuché en la otra sala que los habían encontrado. Todos los colonos estaban juntos en un sitio... eso no podía ser bueno. No cuando conocía sus hábitos... su forma de atraparnos vivos.

Pero ir a persuadir al teniente de que no fuesen iba a ser una pérdida de tiempo. Lo que tenía que lograr era que la pequeña hablase y les contase la verdad, salir de allí y volar aquello. Pero claro, encontrarla a ella no estaba en mis planes y podrían haber uno o dos supervivientes más... por eso era importante que la niña hablase.

Al final no resultó tan complicado recoger a la pequeña, que pareció convencerse sobre todo gracias a Ripley. Ninguno de nosotros iba a poder ofrecerle la misma confianza. Aquella niña había perdido a su familia y no solo parecía tener miedo, sino sentir auténtico pavor.

Pero también debía sentirse agradecida por no estar sola. Ripley era la persona más adecuada para encargarse de ella. Se veía a la legua que la protegía con auténtica preocupación y que no le costaba demostrárselo. Nadie habría podido hacerlo mejor.

Permanecí con Hudson mientras intentábamos localizar los TDTs y sonreí cuando lo consiguió.

-Bien hecho, Hudson -le dije, golpeándole en el hombro. Pero al mirar el mapa y ver que estaban todos juntos, y quería decir todos, no me dio buena espina -. Será mejor que nos preparemos. Iré a avisar al Teniente.

Me separé y me dirigí en busca de Gorman para informarle.

-Teniente, hemos encontrado los TDTs. Están todos en la misma localización. Hudson tiene el mapa así que podremos ir directamente con el APC a la zona y seguir a pie desde ahí.

Entonces vi a unos metros de mí a Ripley, Dietrich y la pequeña, y me acerqué a ellos.

Aquella niña era una superviviente. Había aguantado todo aquel tiempo sola, ocultándose, seguramente utilizando los conductos de ventilación aprovechando su pequeño tamaño, y esperando... a que alguien viniese a buscarla.

-Hola, pequeña. Veo que estás bastante bien y que tienes a alguien que se está encargando muy bien de ti -le dije, sonriéndole y mirando a Ripley, que la cuidaba como haría una madre con su hija.

Le había preparado un chocolate, pero parecía todavía en shock y no reaccionaba como esperaba.

-Creo que a lo mejor necesita que nos presentemos. Ella es Ripley y yo, Hicks. ¿Cuál es tú nombre?

La pequeña hablaba y se movía, y seguramente había estado comiendo algunos restos de aquí y allí, pero ahora no era igual. Habría aprendido a sentirse segura por ella misma, en la oscuridad, y de repente estaba expuesta, con adultos que ya antes no habían sido capaces de protegerla.

-Eeh, tranquila. Ahora nosotros te protegeremos. Nos encargaremos de que no te ocurra nada malo y no volverás a estar sola, ya lo verás -le dije, utilizando un tono suave.

Aunque solo volvieran a la base con la niña, la misión ya habría sido un éxito. Al menos para él. La había dejado al cuidado de Ripley, era mala con los monstruos pero buena con los niños. No había querido presionar a la niña aunque se sentía con ganas de saber lo que había ocurrido y especialmente si había alguien más con vida. Si ella había podido sobrevivir ¿Por qué no alguien más? Su misión aún no había terminado.

En un momento que creyó oportuno se había acercado a ella. Él no era como los demás marines, él no tenía aspecto de tipo duro y su uniforme estaba inmaculado, no portaba un arma grande. Quería dejarse ver y que la niña asociase su presencia a la autoridad y la seguridad.

—Eres nuestra invitada. Todas estas personas cuidarán de ti. Estás en buenas manos con Ripley.

No dijo nada más, suficiente para hacerla saber que estaba allí por ella. Ahora, se tomó unos momentos para susurrarle unas palabras a Ripley.

—Céntrese en la niña y deje los cilindros en paz, ¿De acuerdo?

Sonaba conciliador, claro, no quería otra cosa.

El cabo le trajo buenas noticias. Habían encontrado los rastreadores de los colonos. Estaban todos en el mismo nivel. Frunció el ceño al escuchar aquello. Ya no sonaba tan bien. Sin embargo, tendrían que ir a echar un vistazo. Iban bien armados y puede que hubiera algún superviviente más. Dudó en si debían esperar a que la niña hablase, pero pensando en que podía haber alguien herido, tomó una decisión.

—Sargento —dijo por el comunicador —. Prepare a los hombres y al APC, vamos a rescatar a los colonos.

- No se preocupe teniente. Me importa más ella que esas cosas, pero debería acabar con ellas ya. Son una amenaza. - Le respondí a Gorman, sintiendo a Hicks a mi lado, trantando de ganarse a la pequeña él también.

Una vez se alejó el teniente, miré al cabo y le sonreí. - Gracias, por su ayuda y su apoyo Hicks. No hubiese entrado aquí si usted no me... hubiese hablado. - Miré a la pequeña. - Sé lo que son. Yo me enfrenté a una sola de esas cosas y algo me dice que aquí hay más de una.

No quería mencionarlas directamente, pero quería que la pequeña supiese que sabía lo que había allí. Volví a mirar a Hicks, por algún motivo me daba una seguridad que ningún miembro de su equipo me transmitía. Era como si realmente él si estuviese mentalizado y preparado para lo que nos íbamos a encontrar tarde o temprano. Como si me hubiese creído desde el principio y de alguna manera confiase en mí y me diese esa libertad para poder confiar yo en él. Le sonreí levemente, viéndole tratar de ganarse a la pequeña.

Mientras le miraba me quedé pensativa dándome cuenta de que a cada poco le tenía cerca. No estaba diciendo que él fuese detrás mío, sino que me daba la impresión de que era yo quien le buscaba para encontrarme más tranquila. La aparición de esa manera de los colonos no me gustaba nada y escuchar al teniente dar aquellas instrucciones menos aún.

El cabo Hicks debía irse, lo tenía claro. Pero no tanto que yo quisiera que lo hiciese. Por eso al levantarse de nuestro lado le sostuve del brazo. - Tenga cuidado ahí fuera, Hicks. Son escurridizos, les gusta la oscuridad y devuelven los ataques. - Y eso tuvo que dejar más claro a la pequeña de quienes hablaba. - Creo que a ella le gustaría volver a verle de una pieza. - Le dije escudándome en la niña, que seguía sin hablar. Esperaba que eso la ayudase a soltarse un poco...

Al escuchar a Hudson, Burke dejó a la niña y fue a ver las pantallas de las consolas. Sí, allí estaban. En la estación de procesamiento se veían unos cuantos puntos. Eran los colonos. Burke contó hasta quince. Los puntos no se movían. Estaban totalmente quietos.

Bien hecho Hudson

¿Están vivos? Preguntó, pero sabía que nadie podría responder a esa pregunta hasta comprobarlo directamente.

Teniente ¿No cree que sería mejor que fuéramos todos en el APC? Burke no quería dejar a Ripley con los cilindros tras su intento de sabotaje, pero, sobre todo, sobre todas las cosas del mundo, no quería quedarse en aquel lugar sin tener cerca a algún marine cargado de armas.

Newt permanecía callada. Aquel grupo de hombres con pinta de tipos duros fueron pasando ante sus ojos sin que a ella le intimidasen lo más mínimo. No le caían muy bien. Sus formas toscas y sus vanos intentos por tranquilizarla eran precisamente eso, vanos. La niña estaba asustada. Cierto era que el ataque de ansiedad que había amenazado por el horizonte cuando tuvo que salir de su escondrijo había desaparecido, pero no el miedo. El horror que había sentido aquel día en que se llevaron a su madre y a su hermano... la muerte de su padre... ese miedo ya no podría irse jamás. Ella lo sabía. Por eso calló cualquier indicación por parte de aquellos soldados tan convencidos de su propio poder. Ella, Newt, sabía que no serían capaces de defenderse de aquellas bestias si estas les atacaban. Nadie podría. Y su determinación no les ayudaba en absoluto. Su confianza les hacía aún más débiles.

El chocolate ni lo probó. Habían hablado de que la chiquilla estaba desnutrida y el término no fue ajeno para Newt. Pero ella había procurado que no le faltasen víveres para sobrevivir. Es más, allí en su escondrijo aún conservaba comida en buen estado que iba utilizando conforma sentía que la necesitaba. Probablemente esa era la razón de su desnutrición. Desde aquel episodio con el último reducto de los colonos que su estómago no había abierto la boca y comer se había convertido en un ejercicio estéril.

Sin embargo, a pesar de no mostrarse predispuesta a comer, sí se dejó limpiar por aquella mujer. Ella sí parecía agradable, sincera... cercana. Ella sí evitaba hablar de según qué cosas delante de la pequeña tal y conforme la madre de Newt solía hacer, para tratar de protegerlos. Pero no los soldados. Por algún motivo, ellos interpretaron el silencio de Newt como equivalente a su sordera y comentaron según qué cosas delante de ella. Los colonos... habían aparecido. La línea de la boca de Newt se tensó y todo el cuerpo dio un respingo. Allí debía de estar su madre... ¡y Timmy! Pero era imposible que estuviesen vivos y así decidió hacérselo saber a los demás.

—Están muertos. —dijo con su vocecilla impregnada de una tristeza infinita. —Se los llevaron hace muchos días. Es imposible que estén vivos. No vayáis... por favor. Vámonos de aquí.

Newt rompió a llorar en silencio. Lo había hecho muchas veces a lo largo de esos días. Llorar... pero en completo silencio. Sus lágrimas barrieron sus mejillas y su cuerpo comenzó a temblar.

Vasquez buscó un rinconcito para descansar en aquel lugar, Operaciones se había convertido en un punto seguro, pero después de escuchar a la niña, no podía decir por cuanto tiempo.

Observaba a los compañeros que se mantenían ocupado para mantener el pequeño rayo de esperanza que la supervivencia de la niña les daba. Miró a su alrededor Ripley, Burke, Hicks, el teniente, todos pululando al rededor de la cría. “No saben que tienen que guardar todas sus energías para salir de la colonia, ¿en qué mierda piensan?”.

—¡¡Mierda!! —después de escuchar a Hudson era lo único que podía decir. Todos los colonos en el mismo lugar no era la mejor noticia. Miró con complicidad  a Frost y al resto de sus compañeros marines, ya habían estado en muchas situaciones como aquella, no conocía al enemigo, pero la sensación era siempre la misma.

Bueno nenas, tenemos nuevas órdenes. Ya sabemos donde se encuentran los colonos, así que iremos a por ellos y les sacaremos de allí. No se que vamos a poder encontrarnos, pero quiero que estéis todos atentos y preparados para el combate, con un ojo atentos en el sensor de movimiento y otro ojo atento en el arma, pero nada de disparar hasta que yo de la orden, ¿entendido?- miro a Vazquez, aunque no iba a lanzarle ninguna bronca. Conocía a su soldado y bastante se estaría reconcomiendo sabiendo lo que había estado apunto de hacer. Menos mal que Frost estuvo rápido de reflejos.