Partida Rol por web

Émil guardó una mueca de asco cuando vio aparecer a la luz a Aaron, pero logrando interponerse a lo que vio, dijo con una voz queda.

-Si, te ayudaré... Pero a cambio espero que me respondas a algunas preguntas. Como recompensa puede que te lleve a la aldea. Tienes muy mal aspecto.

¿Trato?

Un brillo metálico surgió bajo las ropas de Émil. Allí estaba su fiel estoque, no había salido de casa sin él. 

Mintió.

Émil mintió como un bellaco, sí iba a ayudarle, quería ganar su confianza, quería que le contara todo lo que sabía sobre aquel animal que vio surgir del cielo. Ese tema carcomía la cabeza del capitán. Pero luego... ¿Quién sabe? ¿Aaron seguiría siendo útil, o solo un estorbo?

El tiempo lo diría.

Pero el acero pedía sangre. Y a Émil no le importaba dársela. 

Aaron sonrió y asintió y dijo

-¡Claro! Aunque mi cabeza me da vueltas y mis ideas no son claras... pero intentaré ayudarle en lo que pueda si me saca de aqui.

Entre los dos hombres, consiguieron que Aaron saliera de aquel lugar. No fue fácil, y Émil se pringó las manos tratando de ayudarle, Aaron estaba cubierto de sangre y no era fácil sacarlo sin mancharse. Pero, tras varias intentonas Aaron pudo por fin poner un pie fuera de esa caverna.

Era libre, libre por fin. Sintió como la brisa golpeaba su cuerpo desnudo. Su único ojo vio que se encontraba en medio de un bosque, sin saber exáctamente donde. Sólo Émil y su caballo estaban delante de él.

-Muy bien, he cumplido mi parte del contrato. Te toca.

Émil se aclaró la voz.

Puede que no te guste hablar de ello, pero... ¿qué es lo que pasó en este bosque y por qué te atacó ese ser?

Aaron puso cara extraña, como si no supiese de que le estaba hablando, entonces de pronto puso una cara de terror y dijo

-¡Cierto!¡El cuervo! Habia un cuervo gigante... y me persegia, pero yo corria... tenia miedo.. pero... no recuerdo muy bien lo que pasó, pero creo... - su mano fué a su cuenca vacia- creo que en la huida perdí un ojo y eso ha dañado mi cerebro... me cuesta recordar cosas... mi mente está muy nublada.

se calló un rato, y cuando parecia que no iba a decir nada mas, añadió

-Creo... creo que fuí yo quien lo llamó, pero no se por que, no tiene sentido que llamase a algo para que me arranque los ojos... no se... lo siento mucho...

Émil torció el gesto, y miró hacia un lado.

-Pues... creo recordar que el cuervo cuando te quitó el ojo dijo algo sobre un pacto. Sobre que el pacto estaba cumplido. No me digas... no sé a qué se refería, pero era algo muy extraño, y sinceramente me gustaría que me lo explicaras.

Miró de nuevo a Aaron, con expresión extrañada.

-No sé, compréndeme, no se ve todos los días a un cuervo que habla.

Aaron puso cara de sorpresa

-¡¿Habló?! Eso no lo recuerdo... ¿viste lo que pasó al final? Yo solo recuerdo huir de él... ¿que dijo?

De pronto... en tu conciencia... unas palabras empezaron a resonar, como salidas de tu mismo corazón...

El pacto ha sido sellado, el trato ha concluido. Ahora, cuando quieras, podrás llamarnos a voluntad para rogar por nuestra ayuda. Pero no te excedas, el poder es veleidoso, y quien abusa de él puede pagarlo muy caro. Tú has pagado por adelantado un pequeño precio... fuiste valiente al proponer esta resolución, pero no creas que esto acaba aquí... Ahora descansa...

Aunque sabemos que no nos has oído...estas palabras resonarán en tu conciencia.

Miró hacia el cielo antes de contestar, éste seguía cubierto por negros nubarrones de tormenta, pero no parecía llover en ningún momento.

-No lo recuerdo muy bien, algo acerca de un poder enorme, y que podrías usarlo pero no demasiado... No tengo muy buena memoria, por eso esperaba que me aclararas las cosas. Que me dijeras por qué apareció... ¿Qué conexión tenías con él? ¿Por qué te concedió el "poder"?

Aaron ignoró a Emil, y repitió lo que sonó en su mente en alto, como si estubiese en trance

-El pacto ha sido sellado, el trato ha concluido. Ahora, cuando quieras, podrás llamarnos a voluntad para rogar por nuestra ayuda. Pero no te excedas, el poder es veleidoso, y quien abusa de él puede pagarlo muy caro. Tú has pagado por adelantado un pequeño precio... fuiste valiente al proponer esta resolución, pero no creas que esto acaba aquí... Ahora descansa... Aunque sabemos que no nos has oído...estas palabras resonarán en tu conciencia.

Luego, pareció volver en si

-¡Acaba de sonar esto en mi cabeza! Al parecer esa criatura me dió algún poder a cambio de algo mio... supongo que mi ojo... lo siento mucho, parece que, en vez de ayudarte yo a ti, tras sacarme de ahí, vuelves a ayudarme tu a mi, ¿que te parece si vamos a otro sitio para continuar hablado? La verdad es que me duele todo el cuerpo y estoy agotado...

Ese no es el trato, caballero. No has contestado a mis preguntas.

Émil miró inquisitivamente a Aaron, no pretendía ser engañado. Había formulado dos preguntas muy importantes para él, y Aaron no las había respondido.

¿Sabes acaso sus nombres?¿Sabes quienes eran? ¿A quién sirven?

Aaron pensó unos segundos las preguntas del hombre, luego respondió

-Su nombre... no lo recuerdo, quien era... no se por que pero creo que era un ser de otro mundo, una especie de "energia", o así lo recuerdo y a quien sirve... pues ahora que tiene mi ojo, me sirve a mi, aunque no se como llamarlo...

-¿Te sirve a ti? Interesante... 

Émil parecía empezar a perder interes en la conversación, como si el tema no era el que estaba imaginando, como si de pronto lo que decía Aaron no le importara mucho... pero volvió a la carga con más preguntas.

-Y... ¿Como lo llamaste? ¿Como conseguiste que viniera desde otro mundo para... servirte?

Muy bien, ya veo... no creo ya que tenga nada que ver con él... También es un cuervo, también es un ser mitológico, pero no parecen los mismos. Mi señor no se rendiría a servir a un patán como él. No puede ser, ha sido una pérdida de tiempo mantenerle con vida.

Si solo hubiera acabado con él cuando vine ayer por la noche. Pero... hay otra cosa. Este chico no es normal. Nadie podría haber escapado de ese lugar, o ha fallado la seguridad de mi escondite, o los medios que usa este varón están por encima de lo usual...

¿Será bueno mantenerlo con vida? ¿O estará mejor un estoque en sus costillas?

Aaron meditó sobre la pregunta de su interrogador

-Eso... no sabria explicartelo bien, ¿y si vamos a donde lo hice? Allí podré explicartelo bien, no podré volver a llamarlo en ese momento, pero sabrás como se hace... y con practica cualquiera puede hacerlo

Émil miró a Aaron con unos ojos que denotaban algo más que aburrimiento. Había un brillo curioso en su mirada. Un matiz que Aaron no fue capaz de identificar. Es como si su mente estuviera barruntando algo...

-¿No podrás volver a llamarlo? Eso es una decepción, verdaderamente. Aunque precisamente, ese no es mi interés, caballero.

Émil se inclinó hacia un lado, mientras Aaron miraba el hueco en la tierra que había dejado, y pensaba cómo llegar al pueblo. Pero una nueva sensación empezó a experimentar. Una sensación que no le gustó nada.

El frío hierro de la espada de Émil estaba empezando a atravesarle, y en poco menos de un segundo Aaron pudo ver al inclinar la cabeza, como la punta del estoque de Émil sobresalía por su cuerpo. 

Una gota de su fluido vital, caía dando destellos carmesís al suelo llevándose en su camino, gran parte de la vida de Aaron. El acero estaba frío, muy frío. O... ¿acaso esa era la sensación de la muerte? Ese frío que te acosa, que te devora por dentro...

No estaba claro, pero lo que sí tenía seguro Aaron, es que era doloroso. Mucho más doloroso que cualquier situación que había vivido. Mucho más doloroso que cuando el cuervo le arrancó su ojo. Esta vez estaba sintiendo como sus fuerzas se caían a trozos. Estaba sintiendo como la vida se escapaba, por la punta de aquella arma.

Miró de nuevo hacia el arma, incrédulo. Del filo surgían pequeñas lenguas de energía. Lenguas violáceas que recubrían el rubí fluido que manchaba el acero. Era poder, mucho poder contenido en aquel arma. Quizá Émil no fuera un simple jefe de la guardia. Quizá hubiera algo más... pero algo le decía a Aaron que no iba a vivir para contarlo.

El filo empezó a retirarse poco a poco, volviendo a Aaron la sensación de ser cercenado por dentro, pero esta vez, a la inversa, sintiendo como en su interior su vitae buscaba aquel vacío, llenándolo con ella, y saliendo a borbotones por ambos orificios... uno en la espalda, y otro en el pecho.

Una patada en la espalda, ayudó a liberar el arma de Émil del interior del cuerpo del convocador. El cual cayó al suelo, sin capacidad de hacer ningún movimiento. No estaba muerto... no todavía. Pero no estaba muy léjos. No tenía energías, no tenía ninguna posibilidad de supervivencia. 

Tosió.

Tosió y de su boca salió una burbuja de sangre que cayó al suelo, manchándolo de rojo. Sabía metálico, y casi no podía hablar... casi no podía ver nada. Sus ojos empezaron a dejar de ver.

Nublado...

Como el cielo de la isla, su mirada empezó a perderse, no tenía definición, no distinguía formas. Bueno... solo una parecía ver con claridad. Un pequeño animal que de pronto remontaba el vuelo, habiendo estado parado en la rama de un árbol cercano. Un pequeño animal negro, emplumado. 

Negro...

Ya no podía distinguir apenas nada, y la negrura comenzaba a invadirle. Solo podía intuir el vuelo de aquel animal viajando al cielo, huyendo de allí. Liberándose de las ataduras de la tierra, y usando las alas que la naturaleza le había dado, para emprender el vuelo hacia las nubes, hacia el infinito.

Nada...

Emprendiendo el último viaje...

¿Hacia donde?

Más allá del Bien, Y del Mal.

-¡Sí! -Exclamo Quint.- ¿Acaso tú no lo viste? ¡La voz! ¡Las hojas de papel!

El chico finalmente decidió dejar de perseguir las hojas que se desvanecían paulatívamente sin ser capaz de atrapar ninguna.

-¡Fue él quien sanó nuestres heridas tras el combate con Émil! -Dijo antes de girarse hacia Catherine y preguntar sin rodeos.- ¿De verdad era el fantasma del padre Scott?

Catherine se quedó mirando perpleja a Quint y a Faliar. ¿Curar sus heridas? ¿Será de eso de lo que hablaba la gente de pueblo? Un montón de dudas asolaban la mente de Catherine. ¿Como había podido volver Scott?

-Sí... eso parecía... aunque está muerto... y... no, yo no estaba en la plaza cuando combatisteis, estaba en... la tumba de Scott. Solo conozco lo que haya escuchado de la gente del pueblo...

Catherine estaba asustada. Eso era innegable.

- Pues Scott nos salvó la vida, Catherine. No se como ni por que, pero ahora estoy convencido de que aquella voz que oí cuando me estaba muriendo era la suya. Y también dijo algo acerca de proteger a alguien.

Quint se paró un momento a pensar. Él también había escuchado algunas palabras cuando ocurrió el "milagro", pero no recordaba exáctamente cuales.

-¿Tú también lo escuchaste?  Creí que fue mi imaginación... Dijo algo parecido a:

"Tenéis que salvarla... Yo no pude... Ahora tenéis que hacerlo vosotros..."

El chico se sentó en las escaleras del altar mientras pensaba en voz alta.

"Teneis que salvarla"... ¿A quién? ¿O qué? ¿Podría ser el objeto que buscaban cuando registraron la iglesia? ¿La isla?... ¿Tal vez hablaba de Catherine?... Desde luego, parece que se trata de un espíritu atrapado en este mundo por una tarea inacabada. Nunca había visto nada igual... ¡Creí que estas cosas eran cuentos de niños!