Partida Rol por web

Faliar miró a su esposa, acariciando a la pequeña, y no pudo evitar sonreir. Parecía tan... maternal. Una visión que le hizo sentir confortable y alegre por primera vez en aquel horrible día. Se acercó a ella y le rodeó los hombros con el brazo derecho.

- ¿Como se encuentra?

Alice cogió la comida que aún se encontrara en un estado aceptable, las joyas y el dinero. Luego, tras unos segundos de duda, decidió también coger las mantas y la ropa. Las primeras podrían servirles, y las segundas...

Bueno, a decir verdad, no tenía ni idea de por qué había cogido las segundas

Decidió salir del carruaje. Fuera parecía haber jaleo...

Alice asomó la cabeza por una de las puertas del carruaje, y observó la escena en silencio. Como casi siempre, su rostro apenas dejaba entrever qué estaba pensando, pero su mirada viajaba entre Conrad y el bandido de forma intermitente. Sin embargo, aún no dijo nada. Se acercó a Catherine con un montón de mantas y vestidos, así como con varias raciones de comida

La ropa es de la niña. También he encontrado diez monedas de oro. Supongo que tocamos a una por cabeza, pero bien podríamos gastarlas cuando lleguemos a Koven, para comprar un par de caballos... Si es que hay alguien dispuesto a vendérnoslos

- No creo que sean demasiado hostiles -respondió el cartógrafo, a quien no se le había escapado la mirada que Alice había lanzado a él y al bandido- al fin y al cabo, vamos a devolverles a la hija del alcalde -una media sonrisa afloró en su rostro, mientras seguía mirando al bandido.

-¿Estáis seguros que queréis llevar a este despojo de ser humano con nosotros? A Koven se llega siguiendo el camino, ya lo sabemos. Y si erramos, mejor que nos lo aclare ahora. No quiero dormir en el mismo lugar que un asesino...

Al final de la última frase, dirigió una fugaz mirada a Xerine, con una media sonrisa. ¿A qué se referia?

-Bien... creo. Su respiración se ha calmado y aunque aún no está despierta no parece en peligro. No tiene heridas graves, sólo meros rasguños y aquel engendro no ha llegado a tocarla. Pero cuando despierte quizá se lleve una sorpresa. Recordad que no nos conoce, para ella podemos ser otros bandidos llevándonos a su botín.

Tened cuidado con llo que decís...

Y Cath, dirigió una mirada al rubio tras decir esto. El intercambio de puyas después de esos tres años era evidente, y en cierto modo ayudaba a mantener al grupo unido.

La niña volvió a enfundar su violín en su estuche. No quería que se empapara más y el momento de la magia había pasado. Con cuidado, abrió las presas de la funda de cuerpo e introdujo el precioso instrumento en él. Mientras tanto, escuchaba la discusión sobre el futuro de Curro, y el estado de la niña.

Y de alguna manera que no comprendía, un nuevo sentimiento apareció en su interior al ver a Cath acariciando a la pequeña...

..¿eran celos?

Una vez que faliar disipó sus esferas de energía Curro se calmó un poco. No demasiado, a decir verdad, pues seguía al lado de demonios venidos del infierno que jugarían con su vida a su antojo. ¿Por qué no se habría muerto como sus compañeros? Ahora su alma pertenecía a aquellos seres, y la sola perspectiva de morir bajo los fuegos infernales que irradiaba el hombre que brillaba con una fina capa metálica le daban mucho más miedo que un cuchillo en la garganta.

Seguro que eso era capaz de destrozar tu alma, en vez de tu cuerpo...

- Tranquila; cuando despierte, encargaos tu y Nahia de tranquilizarla. Creo que tenéis mejor mano para estas cosas que cualquiera de los demás -dijo con una sonrisa

Miró a Quint tras su comentario, sin poder evitar sonreir por la ironía. Quien más quien menos, todos los de ese grupo habían matado por lo menos a una persona (aunque él, Quint y Xerine se llevaban la palma); la única que se libraba era Cath, y quizás Conrad aunque vistas sus habilidades lo ponía en duda. Todos eran asesinos, y aquel bandido solo un imbécil que había atacado a la persona equivocada en el peor momento posible. Sin embargo, si que tenía razón en el asunto de que el bandido sería más una carga que otra cosa, y por supuesto no pensaba dejarlo vivir después de todo lo que había visto, pero tampoco iba a hacer una demostración de asesinato a sangre fría delante de su esposa y su hija. Ya se ocuparía Xerine de ello.

- Haced lo que queráis con él; a fin de cuentas, nadie me ha nombrado líder el grupo y tampoco me apetece serlo. Solo pensaba que quizás podría servirnos para evitar alguna emboscada futura; ha dicho algo de un campamento

Dio la espalda al bandido y avanzó junto a Cath y Nahia de vuelta al camino

- Si quieres puedo llevarla yo; tal y como estas, caminar con este clima ya es suficiente esfuerzo para ti

-Hagáis lo que hagáis sólo os digo que es posible que esta gente tuviese aliados. No nos vendría mal alejarnos un poco de la escena del crimen.

Aaron miró hacia atrás algo cansado. Si bien no estaba nervioso tampoco le apetecía pasarse allí la vida, esperando a que se decidiera sobre el futuro de un infeliz.

-Si queréis mi opinión, voto por dejarle vivo.

Está tan nervioso que dudo nos recuerde dentro de media hora...

-Entonces... ¿puedo irme?

Un viso de esperanza pudo notarse en la voz de Curro. Sus ojos orbitaban por todos los presentes, no sabiendo si le estaba permitido mirar a los ojos a ninguno.

Temblando, esperó la respuesta.

Con un suspiro, Conrad retiró el bastón, con el que había estado apuntando al bandido.

- Si ésa es vuestra opinión... pero sigo pensando que podría sernos útil. si tenían un campamento tal vez podamos descansar, e incluso encontrar más provisiones, ya que parece que en cualquier caso tendremos una boca más que alimentar pronto -con su última frase volvió la vista hacia donde Cath cuidaba de la niña.

Alice se giró hacia el bandido y, tras suspirar, le dirigió una sonrisa tranquilizadora

Claro que puedes irte. Nosotros salvamos niñas, no matamos a sangre fría. Ven, te desataré Se agachó junto a él Eso sí, antes debes de señalarme la dirección de vuestro campamento. Considéralo un pequeño "pago" por tu libertad. Si nos mientes, volveremos a por ti. ¿Qué dices?

-Allí- señaló inmediatamente hacia la nada-esta a una media hora a pie... pero a caballo se hace en poco tiempo. Teníamos un par de caballos atados a pocos minutos en la misma dirección. Si me dejas ir...

Aunque ya no sonreía, Alice no mudó su expresión. El bandido se había girado para señalar en la dirección indicada, y eso era suficiente. La daga estaba en su mano, y luego en el cuello del bandido, mientras la otra mano tiraba de sus cabellos para inclinar la cabeza hacia atrás. Le degolló con terrorífica facilidad, como quién corta una sandía para el postre. Aunque el tajo fue limpio y profesional, la sangre salió a presión, probablemente debido a la frenética frecuencia cardíaca propia del miedo que, casi con toda seguridad, sentía

Esperó unos segundos, mientras el cuerpo dejaba de dar espasmos, apartándolo ligeramente de ella para no mancharse de sangre. Luego lo dejó caer al suelo, como un fardo inmóvil, ya muerto

Catherine ahogó un grito tapándose la boca con una mano. Una cosa era matar el un combate o en defensa propia, y otra degollar a alguien a sangre fría. Sin duda, el atisbo de corazón que había vislumbrado antes estaba oculto, muy oculto debajo de la máscara que portaba aquella mujer.

¿O era la compasión la máscara?

Aaron apretó los labios para no gritar y dio un paso atrás, sorprendido. Se llevó la mano a la boca mientras miraba alternativamente a Alice y al bandido. ¡Acababa de degollarle y ni se había inmutado! ¿Que clase de persona podía hacer algo parecido?

Aaron sentía miedo. ¿Quien no lo sentiría en su lugar? Por si no era suficiente con mostrarles a todos sus poderes en un momento de debilidad ahora tenía que convivir con una asesina. ¡Una asesina! Vale que el resto también habían matado, pero era por proteger a la muchacha. Ahora ésta dormía junto a la embarazada y no había ninguna necesidad de rebanarle el cuello al pobre hombre. ¡Si estaba muerto de miedo!

El chico se mordió el carrillo sin que nadie le viese para evitar salir corriendo. Se sentía como un ratón siendo acechado por los ojos de un halcón, de momento estaba seguro, pero quien sabía cuando esa gente iba a lanzar sus garras sobre él...

Al contrario que Cath, Nahia se sorprendió sonriendo tras el acto de Xerine. Ver la sangre caer no es que fuera una visión hermosa, pero por alguna razón que no alcanzaba a comprender, le había parecido magistral la acción de Alice. Cuando reparó en su sonrisa velada, cerró la boca y adquirió un gesto serio, duro. Como si reprobara la acción de la asesina.

Alice se giró hacia los demás

Llevad a la niña al carro, y recoged todo lo que sea útil. Voy a esconder los cadáveres