Partida Rol por web

Tras dejar al Este el ahora señorío de sir Walter, Malderoi, tornáis hacia esa zona poco investigada, al oeste del señorío. Así fue mandado u ordenado por el Archidruida Merlín. En verdad, hay poca diferencia entre una petición y un mandato, si esto lo pronuncia Merlín.

De aquello, solo sabéis que es un terreno prácticamente inexplorado, perdido, y por lo que os aviso Merlín feérico, ósea mágico y peligroso.

Hacia allí entornáis ambos caballeros, con vuestros escuderos, pues la misión incluía el acompañamiento de sir Walter. Algo habría allí que descubrir o que revelar, algo interesante para, por lo menos el mago.

El sendero incluía atravesar la enorme arboleda que aparece al oeste de Malderoi. Esta cosa hacéis, y encontráis lo usual en un bosque, ósea árboles y más árboles. La mayor parte de ellos grandes, apostaríais que centenarios, y esos diminutos habitantes de los bosques llamados insectos y bichos. También hay pájaros, que rematan y componen un paisaje usual y nada distinto de lo que habéis observado y padecido en todos los bosques que habíais pasado en vuestras andanzas previas..

Sir Owen estaba verdaderamente emocionado y no podía ocultarlo, finalmente se encaminaba a su propia aventura y quizás incluso hacia conseguir su propio señorío. Todos en su familia estarían sorprendidos si lo hacía, pues en realidad su hermano era el prodigio, el favorito y del que todos esperaban cosas grandes. Nombrarle caballero, a su manera de ver, fue la forma que tuvo su padre de evitarse tener que mantenerlo más tiempo y de paso evitar conflictos su hermano. Pero ahora, contra todo pronóstico, allí estaba cabalgando orgulloso adentrándose a ese bosque misterioso. Bueno, orgulloso la mayor parte del tiempo porque de rato en rato maldecía a los insectos que parecían haberse ensañado con él. -¡Declaro a estos chupasangres insoportables mi némesis eterno! Exclamó mientras con la palma ahuyentaba un mosquito, aunque no sin que éste antes le picara. 

-sir Owen, espero que cacéis algo más que insectos en este día. Pero sabed que opino que si se os da la mitad de bien con los conejos como con los mosquitos esta noche cenaremos como monarcas. 

Sonrío mi propia broma para alejar el temor que el paraje boscoso está despertando en mi templanza. El recuerdo de gigantes con garrotes y de oleadas de hombrecillos verdes hace que me lleve la mano al rostro para asegurarme de que todo aquello no fue un mal sueño.

Acompaño a sir Owen en la cacería, pero pronto queda claro que lo mejor que puedo hacer es estar en silencio y hacer lo que sir Owen me indica.

  Lleváis un tiempo observando un brillo especial en la vegetación, más evidente en los árboles. Es un brillo que apenas dura unos segundos en vuestra retina, pero es demasiado continuo como para que sea una cosa puntual de un árbol, o de un fallo ocular. Recordáis relatos sobre hechos semejantes, y comprendéis que a eso se referían  los que hablaban del mundo feérico. Ósea que todo parece indicar, que ya estáis en el mundo feérico. Sir Walter confirma esas sensaciones desde su sapiencia y experiencia 

  Parece que os movéis por un terreno muy poco pisado por criaturas del tamaño de un hombre, ni siquiera más pequeñas. Y también detecta sir Owen, que el sendero muy discretamente está tornando hacia el sur, pero de una manera muy sutil, pero constante. Debe ser cosa del mundo feérico.

El giro hacia el sur de vuestro caminar  es claro y evidente. Tampoco hay mucha opción pues parece que no hay forma de salirse de ese camino trazado.

Lleváis toda la mañana cabalgando al paso sobre vuestras cabalgaduras. Muy de vez en cuando detectáis alguna roca, en la que a modo de fuente, supura agua. Vuestra duda, entre si beber o no beberla se disipa, pues las cabalgaduras se precipitan sobre ellas gustosas. No parece entonces ser nociva, ni nada de lo que percibís alrededor os hace pensar sobre la toxicidad de las aguas. Algo tiene el agua cuando la bendicen, y más esta que bebéis, pues sí que es verdad que os espanta el desánimo y os hace recobrar algo las fuerzas. ¿Acaso otro efecto del mundo feérico?

Tirad por cazar:

Todo lo que estaba viviendo era nuevo para él, cada sensación la experimentaba por primera vez. De cosas como las que estaba viendo solo había escuchado hablar en leyendas y luego en los relatos de Sir Walter, pero vivirlo en carne propia era totalmente diferente, definitivamente un hecho imborrable y único. 

Por fin parece que estoy aprendiendo el noble arte de la caza. Este hecho casi me sorprende tanto como esas extrañas luces que parecen habitar entre los árboles. ¿Acaso será también un prodigio de las tierras faéricas que yo consiga una buena pieza para aprovisionarnos? 

A pesar de mi buen humor por el efecto del agua fresca y de mi fortuna en la caza, no olvido donde estamos y me ando con mucho de ojo de posibles sorpresas que puedan surgir en estas tierras evitadas por los hombres.

Os cuesta mucho trabajo orientaros cardinalmente, pero aseguras que ya no giráis hacia el sur, ahora lo hacéis de una manera clara hacia el oeste.

También contempla sir Walter, y asi se lo hace saber a sir Owen,  un cambio en la vegetación de la zona, los arboles ya no están tan recios y robustos como antes, estos parecen más flacos y débiles. de hecho, ante la incredulidad de sir Owen, sir Walter asegura, que durante instantes, acaso en parpadeos, ve como esos arboles se tornan a debiles, enfermos y decrepitos. Esa sensación, dura instantes, y a pesar del convencimiento de sir Walter en esto, sir Owen no lo ha percibido.

Durante la noche, entorno al fuego aprovecháis para contaros mutuamente historias, y comer un algo.  Mientras lo hacéis, el relinchar nervioso de las cabalgaduras os hace levantar la vista y aparcar un tanto vuestra amena conversación.

 Ambos contempláis en varios momentos y desde distintos puntos, pares de ojos rojos que os miran. Os miran durante unos segundos y desaparecen, para hacerlo en otro lugar no muy lejano. Lo que al principio era un solo par de ojos rojos, ahora ya son varios, al menos habéis visto 3 pares de ojos que intermitentemente aparecen y desaparecen.

Tirad por el rasgo valentía, pero con un malus de -5. El que falle que repita la tirada, pero no sumará gloria 1d10.

La noche y la charla estaban siendo amenas, Sir Walter era un buen compañero de viaje y aventuras, lo cual era algo de agradecer. No se imaginaba tener que estar en ese bosque con algún papanatas insufrible, eso si que habría sido un martirio. Se encontraba disfrutando de los frutos de su caza cuando de repente algo llamó su atención. Unos ojos que brillaban lo estaban observando y luego desaparecieron. Al principio pensó que su vista le había engañado, pero cuando sucedió tres veces se convenció de que en verdad algo había allí. -Sir Walter. Dijo en voz baja para llamar su atención. -Algo nos observa. Añadió señalando con su mirada hacia el lugar. Su compañero tenía más experiencia en cosas mágicas, quizás el podría darle una explicación. 

Las sospechas de sentirnos observados interrumpen mi relato sobre nuestro viaje al mundo faérico en busca de la espada del Rey. Me ha dado la impresión que a sir Owen le estaba entreteniendo mi historia, pero a medida que la bruma se levantaba mi tono de voz era cada vez más lúgubre hasta que finalmente esta sensación de ser observado me silencia por completo. Me sorprende la resolución de sir Owen porque dudo entre actuar y decidirme a indagar entre la maleza. Es la determinación de sir Owen la que me saca de mi zozobra y un poco avergonzado desenvaino mi espada y avanzo hacia el origen de esas miradas.

-¡Quien seas! ¡sal a la luz si eres amigo y comparte nuestro fuego y nuestra comida! Si no eres amigo, ¡sal a la luz igualmente y comparte este acero!

Añado sólo para los oídos de sir Owen: Preparad vuestro brazo, amigo mío, sospecho que nada bueno se avecina...

La reacción de Sir Walter confirma sus sospechas, definitivamente no estaban solos. Si eso era algo bueno o algo malo estaba por verse. Lo que si era seguro es que estaban prontos a averiguarlo, ya sea por las buenas o por las que tocara. 

Atento a la instrucción de su compañero Sir Owen desenvainó la espada, listo para cualquier eventualidad. Era mejor estar preparado a que la acción lo agarre desprevenido. Allí, solos, en medio del bosque solo se tenían el uno al otro, debía estar seguro de poder apoyar a su amigo de ser el caso. 

-Estoy listo. Fue lo único que dijo, reafirmando que sin importar que sucediera Sir Walter podía contar con él. 

Esos ojos dieron lugar  a Un ser lanudo, del tamaño de una oveja peluda y negra, y con colmillos retorcidos.

El bicho, cruza al paso el sendero. Gruñe al miraros, pero no hace gesto violento, se marcha al paso. Al parecer no os ve como una amenaza y sigue a lo suyo ignorándoos. 

Sir Owen, fue capaz de resistirse al miedo y la incertidumbre de esos ojos acechantes. Acaso, la insolencia de su juventud, acaso el haber vivido poco,  le ayudaron a despreciar esas escalofriantes miradas.

Sir Walter mudó el rostro, e hizo ademan de resguardarse en la tienda, pues ojos que no ven, corazón que no siente. afortunadamente, recobró el vigor y se mantuvo en la posición, vacilante, pero se mantuvo en su puesto.

No era labor de los escuderos mostrar aun valentia y templanza, y no lo hicieron, pues prefirieron buscar escondite en sus tiendas.

Sir Owen, ¿acaso no puede ser esta alguna especie señal que debiéramos seguir? Parece que semejante criatura pretenda habernos invitado a seguirla con esa tranquila mirada que nos ha dedicado. Este lugar es frondoso y según sabemos no hay gentes mortales que lo habiten. Podría ser buena idea seguir el sendero que la bestia abre a su paso para nosotros... En lugares como este el mejor camino no suele ser el más evidente.

Hago ademán de emprender la marcha tras el ser con la espada en su vaina nuevamente. De todas formas es buena hora para un paseo. Bromeo mientras intento ver si es posible seguir el rastro entre la maleza de la criatura. Acompañadme, amigo, cuatro ojos ven más que dos, aquí y en el mismísimo hades.

Ante de las palabras de Sir Walter envainó la espada y ordenó a su escudero que prepare todo. Al ver una animal así el joven caballero inmediatamente lo asoció con Cernunnos, el dios de la caza, así que al igual que su amigo interpretó que su deber era seguirle. -¡Lo acompañaré hasta las entrañas del mundo si hace falta Sir Walter! Vuestra espalda siempre estará cubierta, mi amigo. Respondió con decisión. 

Ambos caballeros al ver que su corazón no se encoje* por tamaña aberración con forma de carnero negro, deciden serguir al bicho.

Este parece ignorarles y marcha a su ritmo. Al seguirlo a distancia, hay veces que lo pierden al adentrarse en los bancos de niebla y en la oscuridad de la noche. Si, hay niebla a ratos. y oscuridad, pues la luna no cumple con su labor de iluminar la noche. la fogata del campamento y su humo, quedaron fuera de vuestra vista hace tiempo. La oscuridad empieza a ser, a ratos muy grande, y lo seguis a distancia, y eso no ayuda a no perderlo de vista.

¿ decidis acercaros más al carnero, o preferis seguir manteniendo una distancia prudente?

el bicho sigue su sendero ignorandoos.

Busco el consejo de sir Owen. Estoy seguro de que es mejor cazador que yo. Quiero acercarme a la bestia y no perderla, pero temo asustarla. Puede ser que mi intuición de que sea una especie de guía sólo sea una ilusión de mis delirios de grandeza y aventura...

- Sir Owen, -cuchicheo de forma audible pero silenciosa- confío en vos y vuestro juicio para no perder a la bestia en este bosque.

-Sir Walter, bien habéis dicho vos que nos ha invitado a seguirla, no creo que acercarnos la espante si ese es el caso. La casa era algo que se le daba particularmente bien, pero en esta situación sus conocimientos no le servían. Aquella bestia no era como ninguna que hubiera casado antes, así que su comportamiento no podía predecirlo. Aunque, algo dentro de él lo instaba a acercarse, no sabía si era el llamado a la aventura o los árboles susurrándole, lo que sí sabía es que no estaba dispuesto a perderla de vista.