Partida Rol por web

Lys observó toda la escena con una mezcla de estupor e incredulidad. Su primer pensamiento es que quizás estaba ocurriendo alguna "rave" o algo parecido. "Estos cabrones han repartido coca mal cortada, hijos de puta".

Pero había algo inquietante en ese olor, en ese terror que podía percibir en el resto del gentío. Así que optó por soltar la cortina, agarrar su abrigo rosa y embutirse en él con ningún decoro. Tras acabar de chutarse la cocaína, Lys fue hacia la puerta, pero se detuvo... Y echó un vistazo en la habitación o su maleta.

- No seas mongola, cojones - susurro para sí, buscando algo con lo que defenderse. Aquello parecía un perro o algo, ¿quizás habría algo en la habitación? Aunque fuese una botella de whiskey en el minibar. Y ya que estaba, recogió sus gafas y las guardó en el abrigo.

Durante todo el acto no podía moverme, ni aunque quisiera, la mole seguía encima de mi evitando que pudiera causar problemas, los cuales si bien podría haberlos generado no hubieran acabado tan bien como esperaba... Lo que si que no esperaba que acabara de aquella manera, fue el destino del bebe y los padres del susodicho.

Sabía que había algo raro en esa reunión, pero presenciarlo era muy distinto y en un momento al ver la caja que traian en forma de joyero mi mente empezó a esclarecerse y mi mirada a volverse fija. Seguía los movimientos del fanatico con pura fluidez, prediciendo casi de antemano a donde iría y lo que traería.

La bola de ansia que se me hizo en mi garganta al ver el cuchillo ya estaba subiendo de antemano, pero aquella joya única gritaba en brillantes tonos LIBERTAD, al mismo tiempo que PROBLEMAS, el mismo sino que encontraba siempre donde la linea para mi se volvía invisible, tan invisible que ya ni siquiera sabía si la había sobrepasado o aún me faltaba para cruzarla, pero una parte de mi sabía que ya no existía, pues esa linea solía ser en ocasiones otra persona que allí no se encontraba.

Finalmente la herramienta que deseaba robar a los fanaticos allí presentes y mismamente objeto del ritual que pondría fin a tres vidas en pocos minutos que para mi se volvieron eternidades, empezó clavandose en el infante tantas veces como partes del cuerpo parecía tener... Como la primera sensación de un asesinato que presencias, el estomago me dió vueltas y mi cuerpo me traicionaba, tanto así que parecía querer vomitar sin dejarme elección a otra cosa... No obstante tan perdida estaba en mis pensamientos, o más bien en el vacio de ellos, que simplemente miré la escena apenas sin inmutarme, casi como si estuviera en estado de shock, pero sin llegar a estarlo.

Posteriormente suerte parecida fue la que corrieron los padres del niño o niña que cubría dicha sabana y de igual manera mi mirada que no mi cuerpo se dirigió hacia ellos expectantes de una escena que en mi mente quedarían grabadas... Grabadas por el simple hecho de pensar ¿Que sentirían tanto asesino como victima?

Tan perdida ya estaba, que ni siquiera me di cuenta de la nueva integrante que entró en el restaurante. Era parte de ellos y yo simplemente no quise participar o interrumpir en lo que decían. Mejor tener información de más, hasta que mencionaron a una niña.

-¿Niña? - dije cuando el silencio se volvió dueño del ambiente - ¿Buscan a una niña? Si es la niña que creo - Aunque no se llama Emma... - se donde puede estar... O al menos como encontrarla. Tienen suerte de que haya entrado aquí saben - de nuevo con las mascaras de una expresión atonita sonreí ante la escena más macabra que podría haber visto dirigiendo dicha sonrisa a mis captores principales - se me dan muy bien los niños y puedo traerla hasta aquí sin que nadie sospeche nada. Si soy una de sus hermanas debería de ayudar ¿no? - No estaba loca pese a lo que pudieran pensar, pero tampoco estaba buscando una salida que era mi prioridad.

Realmente les hablaba en serio, pues era algo muy arriesgado y que bien cruzaba la linea de solo detención o castigos, llegando más allá...

En el borde de la navaja o andas como un gato, o acabas degollado... Prefería andar como una gata viendo esa posibilidad de acabar degollada tan cerca, aunque después no fueran para mi. Al fin y al cabo no mentía sobre lo de la niña

Vera intentó calmar al chico antes de que cometiera alguna estupidez después de que este le dijera nombres de personas que ella no conocía. Y como siguieran así las cosas, tal vez no los conocería nunca.

Lo sujetó de un antebrazo y le habló. -Eh, escúchame ¿Cómo te llamas? -Una vez que el muchacho le dijo su nombre, si es que se lo dijo, Vera continuó. -Bien. Es una situación muy complicada y necesito que te centres, ¿vale? Seguro que ya hay alguien atendiendo a Annette. Tenemos que intentar que esto no se desmadre más, es vital, así que ahora tú tienes una misión importante. Ve al restaurante y dile al quien haya allí que no pare de llamar a la policía hasta que le cojan el teléfono, ¿entendido? Corre agachado y no te pares. Y quédate allí a salvo y cierra la puerta. -Decía de forma lenta y vocalizando mientras miraba al chico a los ojos. -Yo voy a coger mi arma y después iré por Annette. Estate atento por si te hago una señal desde las suites superiores para traer el botiquín, ¿vale? No podemos perder tiempo.

Una vez que el chico se hubiere marchado a donde le indicó Vera o a cualquier otra parte, la mujer entró a la habitación y rebuscó rápidamente en la maleta hasta sacar la pistola. Después siguió buscando hasta conseguir el cargador, lo comprobó. Quince balas. Lo metió en el arma y la cargó. Siguió rebuscando entre sus cosas para encontrar una linterna, pero allí no estaba. Seguramente en el coche. -Mierda... -Susurró. Salió fuera con el arma entre las manos. 

Bajó las escaleras con una postura encorvada para ofrecer la menor silueta posible. Una vez en el patio de la piscina corrió agachada y pegada a las paredes de su derecha: el restaurante, el bar, el salón de juegos... Todo ello sin dejar de observar el entorno, a todas partes, hasta donde le alcanzaba la visa, por si veía a alguien o algo sospechoso y para no ser sorprendida. El frío golpeó con fuerza, sobre todo las zonas de su cuerpo que no estaban cubiertas de ropa como la cara y las manos. -¡Ahh... qué frío, joder! -Su intención no era otra que llegar hasta las suites de la planta superior. Quizás el tipo de los disparos había llegado hasta allí desde que disparó por última vez en las zonas del aparcamiento. O quizás no, pero no podía estar en dos sitios al mismo tiempo ni tampoco enviar al chico a la muerte. Ya lo aclararía en el maldito informe más adelante. 

Sin duda lo primero que se me pasó por la cabeza fue largarme de aquel puto antro. La escena de la habitación era, sin duda, una de las cosas que más me había impresionado en mi vida.

El problema es que... la segunda cosa que se me había pasado era mi coche estrellado y jodido.. pero que bien jodido.

No lo dudé un instante: debía de hacerme con el arma que, con las prisas y po no saber a lo que iba a enfrentarme, había dejado en mi habitación.

No se me escapó el comentario sobre el refugio:

- Y... tu padre... se ha encerrado ahí dentro??

Esperé la respuesta por tener el dato, luego emprendí rumbo a mi habitación: esperaba que la sensación del arma entre mis manos, me diera algo de paz...

Matt no esperaba que la situación se volviese tan tensa de un momento a otro. Akiko había estado actuando con serenidad y templanza en todo momento, siendo capaz de sacar la bala y cerrar la herida de Doran, haciendo gala de un gran autocontrol y habilidad. En verdad le sorprendió que reaccionase así, casi al borde de la histeria, al ver a Calvin y el otro tipo del que todavía no sabía su nombre en cuanto llegaron a la entrada, pero por sus palabras, era más que evidente que se conocían, y que al menos por parte de la joven, no quería verles allí ni en pintura.

Sus amigos reaccionaron cada cuál por instinto de formas distintas, siendo que Lars trató de apremiarles que ambos hombres se marchasen, y Marco haciéndose cargo de tranquilizar a Akiko. Matt quiso guiarse en base a sus propias apreciaciones, e intuía que Akiko se mostraría razonable si lograban hacer que Calvin y el otro tipo bajasen su arma y se marcarán, por lo que apoyó la acción de Lars, aunque por su forma de ser, mostrando un aire más información si se mostraban reacios a largarse.

- Venga, ya habéis escuchado a mi compañero, ¡Largaos de aquí!  Ahora mismo ella necesita su espacio y no que la amenacen, así que baja el arma, salir de la habitación y cerrar la puerta, ¡Ya! - Y si, estaba empezando a impacientarse al no tener claras las intenciones de aquel par, lo que ocasionó que levantase la voz más de lo normal y se mostrase en una pose un tanto intimidante. Tenía claro que había que evitar el conflicto, y que corriese la sangre, y ya después se podría dialogar con calma cuando la situación no fuese tan tensa y al borde de descontrolarse. ¿Cómo reaccionarían aquel par?

Aquello le tranquilizo un tanto... a aquellas alturas esperaba ya poco mas o menos que un coche hubiera reventado, o un tiroteo. Cosa que no acababa tampoco de descartar, y que le hizo echar mano a la maleta de inmediato. Tenia que ser HOY ese dia en el que no estuviera con su escolta.

-...

Miro a la ninia por unos segundos.

-Creo que es mejor que nos acompanies...

Le dijo a la chiquilla, sin dejar apuntar que hubiera otra opcion en su tono de voz. Con su padre por ahi con una escopeta y todo lo que estaba pasando, estaria mas segura con cualquier persona: ya la dejaria luego en comisaria o algo.

- ¡¿Quién es esta mocosa?!

 La expresión de Theresa se transformó desde una inquieta y ansiosa preocupación a la más profunda irritación contra Catherine. Después de todo, ella estaba esperando la respuesta preciada de su esposo. Su veredicto sobre la situación. Y la mocosa se metía en las conversaciones ajenas y proponía cosas. Planes. Como si ello le incumbiese. A la joyera le irritaba profundamente su intromisión.

 Más no era simplemente irritación. Theresa estaba muy preocupada. Se la veía con el sudor en la frente y la constante manía de llevarse las manos a la boca para morderse las uñas. Tenía que dejar de hacer eso, a Joseph no le gustaba. Pero la desaparición de tan importante niña, y bajo su tutela, no le permitía calmar el pulso.

 Con una voz más suave, aunque con un mensaje seco, la joyera volvió a dirigirse a Catherine.

- Más te vale mantener la boca cerrada si no te hablan, cariño.

El exceso de droga en sangre poco a poco empezaba a afectar a la vocalista del grupo quien, aunque estuviera acostumbrada a mayores proporciones de estupefacientes, no era capaz de controlar los “viajes” y flujo de sensaciones a medida que la coca se diluía en su cuerpo. Parecía que los colores habían cambiado, más bien las tonalidades como si los muebles oscuros fueran apenas visibles y los claros le cegaran, confundiendo incluso la luz de una bombilla con el reflejo de un vaso de cristal sobre una mesita, al lado del minibar.

Pero mientras tanto, sumiéndose poco a poco en ese estado de locura, buscaba cualquier cosa con la que defenderse antes de salir oteando la suite.

Aunque la habitación estuviera ocupada con todo lo necesario para un descanso y en este caso ambientado en la época egipcia, no dejaba de ser una suite de motel cutre. El minibar estaba lleno de un par de botellas de vino o refrescos variados con las marcas tapadas, un pequeño intento para no hacer demasiada publicidad gratuita aunque no fuera necesario quitar el papel que la cubría para saber de qué se trataban. Al lado del minibar un par de vasos de cristal, desde copas para vino hasta pequeños para chupitos, dejando una pequeña variedad por si el huésped quería probar.

Perchas en los armarios, un par de mantas extras colocadas en el cajón de la cómoda al lado de la cama, una bolsita de regalo con varios botes de champú o gasas para higiene íntima… Evidentemente no había ningún objeto cortante, no dentro de las habitaciones en todo caso, a no ser que se pusiera creativo y rompiera un espejo, coste que más tarde tendría que pagar.

Puede que fuera en mitad de esa breve inspección donde veía doble o pensaba que las letras del champú estaban en otro idioma cuando vio que una de las paredes, la que estaba más próxima al jacuzzi, se abría como si de una puerta oculta se tratase. Apenas se habría percatado ya que el papel negro que la cubría con rayas doradas ocultaba perfectamente cualquier tipo de entrada, aparte de no encontrar un pomo o parecido en los alrededores pero, ¿era eso realmente real o producto de la coca?

Sólo un resquicio abierto, apenas sonoro si no fuera porque estaba en completo silencio y podía escuchar el movimiento de las bisagras, dejando entrar un aire cálido de su interior.

Nadie salió de ese escondrijo, pero estaba claro que no se había abierto solo.

Louis, agente.- Se presentó vagamente tras olvidar anteriormente las formalidades. No es que no estuviera acostumbrado a la mínima educación de presentarse ante desconocidos, sino que en las circunstancias que tenían temía perder a un ser querido. Decir su nombre era totalmente secundario.- Está bien, iré al restaurante.- Buscó la dirección al restaurante como si esperara el sprint de salida, recordando el camino a seguir después de salir del pasillo de las habitaciones.- Tenga cuidado.- Obedeciendo a Vera, echó a correr sin esperar más respuesta que una confirmación y, encorvado mientras miraba las esquinas para asegurarse que eran seguras, se marchó de la visión de la policía.

El chico ya se había marchado cuando Vera volvió a su habitación en busca de su arma, su fiel y amiga protectora de quince balas que nadie podía adivinar que tal vez tuviera que usar para salvar su vida, encontrándose lista para descubrir qué estaba pasando en las afueras de ese motel.

Cuidando que no la vieran, estando atenta de todo sonido y movimiento que viera en el lugar, salió de los pasillos con total cuidado de no ser descubierta pero sin frenar su paso, sin saber qué se iba a encontrar fuera. Por el momento todo parecía vacío, sólo la nieve decoraba la parte central del motel y decoraba en un blanco paisaje la zona de la piscina, la cual seguía siendo bastante peligrosa por el hielo que se había formado a su alrededor. Aparte, al menos que se percatara, no había rastro de vida más allá de las habitaciones, comprobando que casi todas las cortinas estaban echadas y las luces apagadas o a medio luz, evitando salir o ser descubiertos por el dueño del disparo que todos escucharon.

Por suerte tenía cerca uno de los accesos que llevaban a la planta de arriba, unas escaleras al lado de la lavandería y la cafetería que estaban cubiertas de nieve en el pasamanos, mostrando algunas marcas de pisadas que todavía no se habían ocultado con la tormenta, aunque no podía adivinar cuánto tiempo llevarían ahí.

Una vez en el piso superior comprobó que, al igual que abajo, todas las habitaciones estaban cerradas… menos una. Lentamente se acercó a la zona de las suites, comprobando que la central, la que correspondía a la suite “Lucrecia” tenía la puerta completamente abierta y mucha claridad en su interior, como si hubiera un gran foco encendido dentro y lo que parecían sombras, aunque desde su posición no sabía bien de qué podía ser. Sin embargo, a medida que se acercaba notó que el olor que volaba en el ambiente cambiaba ligeramente, olvidando ese breve rastro de húmeda lluvia o nieve para dar paso a un aroma desagradable que Vera conocía bastante bien por su trabajo: sangre.

Cuando identificó el olor escuchó justo debajo suya una puerta abrirse y un par de pasos huecos sobre la nieve.

Sin saber qué había sido de su “hermana”, Luca se marchó de la recepción y cruzó el breve pasillo conector que unía la parte de las habitaciones con la entrada, notando que el paisaje nevado cada vez se iba acumulando por culpa de la tormenta que les había caído encima.

Cada vez costaba más abrir la puerta de acceso, teniendo que hacer fuerza para apartar los pequeños montones de nieve que se iban formando alrededor, acumulándose todos en la esquina contraria para crear una muralla nevada que no tardaría en desbordarse si no se limpiaba, cosa que tenía que haber previsto Calvin pero, ¿dónde estaría? En realidad, ¿dónde estarían todos?

Al llegar a la zona de la piscina congelada pudo ver que, a lo lejos, un chico corría encorvado mirando a todas direcciones y que aparentemente no le había visto, dirigiendo su camino hacia el restaurante antes de abrir la puerta con cuidado y meterse dentro. No pudo distinguir su cara o vestuario antes de que se colara en el interior, obstaculizando la visión general la tormenta.

Sin embargo parecía que ese no era el único detalle a tener en cuenta. Sobre él, en el piso de arriba, creyó escuchar algo aunque no supo el qué. Unas gotas condensadas habían caído del techo ante una levísima vibración, cayéndole en el hombro a Luca. ¿Habría sido cosa de la propia tormenta?

Mientras intentabas averiguar qué pasaba, te percataste que detrás tuyo aparecían aquellos que habías dejado en la recepción:

No puedo quedarme mucho aquí. Posiblemente me esté buscando.- Miró alrededor preguntándose si esa suite sería el lugar idóneo para un improvisado escondite, pero entre las figuras de Marilyn y las pocas zonas para ocultarse no lo consideraba apto. Como mucho el conducto de ventilación por donde había venido, pero aun así tenía sus reticencias. Sin embargo al alzar la mirada hacia el conducto cayó en algo, señalando en esa dirección.- El baño de la habitación donde dormimos tenía una pequeña puerta, fue ahí por donde me metí. Había un pasadizo y una habitación amplia… creo que puede ser un buen escondite para todos.- Felony había visto el mapa enmarcado en la recepción como todos, recordando que en el piso de arriba había un hueco del tamaño de una propia habitación justo al lado de la suite Cleopatra y sobre ella. Al principio podía parecer una zona sin construcción, un simple hueco vacío por la estructura, pero según la niña había algo más.- Conozco el lugar, llevamos dos semanas aquí para que pudieran preparar todo. Si salimos, a la derecha están las escaleras y con suerte no nos verán porque la cafetería está en la otra dirección y con la tormenta…- Afuera seguía silbando el viento y nevando. Apenas se podía ver el exterior entre la nieve y la oscuridad, pero no estaba segura de si sería suficiente.- Y no, que sepa mi papá no es de gastar bromas y Luc, su amigo, tampoco.

Los tres amigos músicos, quienes se vieron en una situación dispar donde no sabían qué iba a pasar, intentaron dialogar para calmar las aguas sin saber qué pasaba exactamente ni el porqué de aquella tensión.

El primero que se movió fue Marco, apelando a la lógica con Akiko para que bajara el arma. La asiática miró al músico dubitativa, aunque no le quitaba la vista de encima tampoco a Esai con su escopeta, temiendo que fuera a formar ahí una carnicería.

Vete Esai. No quiero hacerte daño pero ahora mismo no me fio de nadie, mucho menos del personal.- Aunque no soltó el cuchillo de cocina, sí que hizo ademán de parar aquello bajando las manos pero sin moverse del sitio, protegiendo al moribundo que se estaba recuperando.- Matthew, no olvides lo que te dije. No puedes fiarte de nadie.

Mientras tanto los otros dos componentes, Lars y Matt, hacían lo propio con el mastodonte de Esai. El primero en intentarlo fue Lars apelando a la amenaza y que no pareció surtir efecto, más bien hizo que el hombre apretara más las manos en torno la escopeta.

No voy a irme a ningún lado hasta saber por qué hay un hombre herido ahí chaval.- Lars había logrado lo contrario a lo pretendido, tensar más la situación y reafirmarse con que debía de mantenerse ahí, confuso como todos. Fue en ese momento en el que entró Matthew con mejores palabras, pareciendo convencer un poco a Esai.- Está bien. No nos vamos a ir a ninguna parte, vamos a esperar todos en el pasillo, vosotros incluidos.- Señaló al trío de chicos que estaban en medio, apartándose un poco con cuidado sin retirar la mirada del cuchillo a pesar de que ya estuviera bajado para que pasaran hacia la salida de la habitación, aunque en el marco de la puerta estuviera Calvin.- Salir. Vamos.

¿Se puede saber en qué momento ha pasado todo esto? – Calvin, quien permanecía ajeno a todo lo que pasaba detrás de Esai y custodiando el marco de la puerta, no daba crédito a lo que veía.- Pensaba que con la puta tormenta me iba a forrar, ¡joder la primera vez que veo a tantos clientes juntos sin usar cupones ni mierdas! Y ahora resulta que se están matando entre ellos, personal incluido, ¿alguien puede explicarme quién hirió a ese hombre? – Señaló al herido sin acercarse demasiado.- Estáis aquí jugando a los vaqueros y tenemos a un tipo desangrándose, ¿se os ha ido la puta cabeza? – Intentó dar un paso para adelantar a Esai, pero al ver de nuevo a Akiko en actitud defensiva agarrando con fuerza el mango del cuchillo decidió retroceder con las manos en alto.- Joder Akiko, si sabes que no sería capaz de hacer algo así.

Ya no me fío de nadie, Calvin.- Respondió, mirando de reojo hacia el inconsciente que parecía reaccionar, más bien una leve tos.- No puedo dejar que os acerquéis.- El viento silbaba en el exterior y el ruido la confundía, incapaz de relacionar la procedencia de la vorágine de sonidos que había. Sin embargo el que más le preocupaba era la repentina tos que sufría el herido.- Por favor, marchaos.

Akiko.- Una voz grave se distinguió entre tanta tos, indicando que el herido por fin parecía haber despertado. Sólo era un hilo de voz rasposa apenas audible del que tenían que prestar atención para escucharlo.

La asiática inmediatamente terminó de bajar el arma para girarse hacia Dorian, cogiéndole una mano con la zurda mientras que con la zurda comprobaba su temperatura.- ria… La cafetería.- Se pasó la lengua por los labios al notarlos secos, tosiendo poco después. Akiko entendió la indirecta y caminó por su “casa” sin importarle ya que Esai estuviera ahí apuntándola, aunque en esos momentos había bajado el arma, observando la situación. Cogió un vaso limpio y lo llenó con agua del grifo hasta la mitad, dirigiéndose después a la cama para sentarse a su lado e intentar que bebiera un poco.- Están allí. Saca a la niña.- Intentó incorporarse pero no podía, llevándose rápidamente una mano a la herida mientras emitía una mueca de dolor, apretando los dientes y dejando que el aire saliera de sus labios en un siseo.

Joseph era un hombre apacible, se lo veía en sus tranquilos rasgos y la discreta sonrisa que se dibujaba en sus labios, también en sus hombros relajados o el semblante sereno que mostraba aunque acabaran de matar a tres personas frente a sus ojos. Estaba claro que no era la primera vez que lo hacían, más bien lo trataban como otro procedimiento más para alcanzar su tan esperado final.

Sin embargo cuando Theresa informó que la niña había desaparecido su rostro se transformó en un serio cuadro. Ella, como su esposa, sabía que estaba realmente enfadado, notándolo en el lento respirar y las arrugas que se dibujaban en su ceño fruncido.

Desaparecida.- Asintió lentamente mientras se quitaba el botón de la muñeca de su camisa.- Por arte de magia, desapareció.- Theresa no lo vio venir, pero sí escuchó el sonido y sintió que la mejilla derecha le ardía por el guantazo que acababa de darle.

Greg, quien era el guardaespaldas de Theresa y había visto la escena, aflojó la presión sobre los brazos de Cat para observar con más atención a la pareja, sabiendo que sólo una orden de ella serviría para que se lanzara.

Luc, no podemos empezar sin ella.- Le dio la espalda a su mujer, sin perder ningún momento esa caída de palabras suaves aunque ahora pareciera más peligroso que antes.- ¡Tatiana! – Gritó en dirección a la cocina mientras cogía la preciosa caja y guardaba el cuchillo antes de limpiarlo con un trapo.

Te advertí que encerraras con llave a esa mocosa.- La reprimenda no pareció sentarle del todo bien a Joseph, quien le dirigió una significativa mirada de reproche. Habían tocado lo más sagrado para él, por lo que había hecho todo esto. Estaba claro que si no la encontraban habría más cadáveres en el suelo decorando la cafetería.- Esa chica es una fisgona.- Señaló a Catherine, respondiendo la anterior pregunta de Theresa.- Pero no nos dará problemas, ¿verdad? – Sonrió a la joven rehén mientras de la cocina salía una mujer de edad adulta y una redecilla cubriéndole el cabello.

Tatiana, lleva a nuestra invitada a la sala de espera si eres tan amable. Voy a salir a buscar a Emma.- Se llevó la mano a la espaldas para sacar una pistola con silenciador que llevaba oculta bajo la capa, comprobando que el cargador estaba lleno y el seguro quitado.- Joseph, quédate aquí por si vuelve. No debe de haber ido muy lejos.