Partida Rol por web

- De acuerdo.

Miro a la gárgola.

- El mundo no es seguro. No se si te enteras desde tu pequeña habitación, pero hay una guerra en marcha. Y eso significa que muchos inocentes van a morir. No soldados. No generales. Inocentes. Necesito ese grimorio para impedirlo. Quiero decir...  Mira, yo no quiero ese grimorio. Ni siquiera quiero estar aquí. Pero la cosa no es lo que yo quiero, sino lo que debo hacer. Y tu debes dejarme cogerlo. 

"Y también debo ayudar a mis compañeros, que no se donde están..."

Avanzo un par de pasos hacia la gárgola.

- Tu pregunta es por qué quiero llegar hasta el grimorio. Mi respuesta es que no quiero llegar hasta él. Es que debo hacerlo. ¿Era esa la respuesta que querías?

Preparo la varita para lanzar un proyectil Mágico y salir corriendo, arrástrando a mi maestro si fuera necesario, en caso de a la gárgola le de por moverse.

Cuando terminas de contestar, oleadas de magia  comienzan a arremolinarse sobre la criatura. Amenazadoramente, mantiene su lanza sobre su cabeza y apuntando a tu corazón. Sus inertes ojos de piedra comienzan a brillar con una amarillenta luz, aumentando velozmente su intensidad, cegándote por unos instantes. Y cuando recuperas la visión, la estatua se encuentra en posición recta, inmóvil y mirando al infinito. La magia que la rodeara parece haberse disipado. Has superado la prueba y ahora, solo aquella misteriosa presencia que sentiste desde el principio se mantiene inmutable y tras la enorme gárgola un oscuro pasillo se introduce en la oscuridad.

Mortarius sonríe satisfecho y feliz, suspirando por su antiguo pupilo.

-Lo has logrado Nostradamus. Sabía que si alguien podría hacerlo, eras tu. Ahora, vayamos juntos a por el grimorio y acabemos con esta guerra de una vez. Abre el paso, pues tuyo es el honor de ver lo que tenemos delante, yo cuido tus espaldas.-

Atusándose como buenamente puede la túnica, tu antiguo maestro se muestra dispuesto a avanzar hacia lo desconocido.

Sorprendido por el devenir de los acontecimientos, Marcus se fija en Regathix, inconsciente en el suelo. Estaba así por su culpa, por salvarle la vida. Lo menos que podía hacer ahora era devolverle el favor. Recorriendo la distancia que lo separa de su compañero caído, lo toma por un brazo e intenta echárselo al hombro, sin embargo es muy pesado.

-Necesito ayuda para cargar con él-

Al escuchar a Marcus pedir ayuda, Millicent sale de su resguardo y comienza a correr hacia sus compañeros. En apenas unas zancadas se planta en frente del dúo y tomando el otro brazo de Regathix, se lo pasa por la espalda. Con el acechador cargado, mira a Marcus.

-Vamos-

Guilles, que ve impotente cómo no puede hacer nada, observa que ahora sus compañeros y su hermana están expuestos al dragón. Entonces una loca idea pasa sobre su cabeza. Antes de sopesar lo acertado de su pensamiento, su cuerpo se pone en movimiento, saltando con agilidad entre los muebles y hacia el Wyvern. Pone un pie sobre una estantería y luego salta sbre otro para finalmente saltar sobre la cabeza de la bestia, buscando agarrarse a sus cuernos para impedirle exhalar sus hielos de muerte sorbe el resto del grupo.

-¡Corred ahora!-

La bestia fija su vista en sus odiadas presas, que una y otra vez eluden sus ataques. Sin embargo, esta vez están totalmente expuestas y no piensa desaprovechar esta oportunidad. Con toda la ira acumulada, respira hondo dispuesto a disparar una última vez, más cuando va a exhalar, algo se encarama en su cabeza y se aferra con fuerza a sus cuernos. Durante unos segundos se queda inmovil, como si no entendiera lo que ocurre.

Cuando oye el grito de ese ser que tiene sobre la cabeza, estalla de furia, ya no quiere comérselos, quiere matarlos, matar aquellas criaturas que no solo le esquivaban, ahora osaban subírsele encima. Con violencia, empieza a sacudir la cabeza en un intento por quitarse de encima la molestia, sin embargo, Guilles permanece fuertemente agarrado a las astas del monstruo. Con paso firme, Marcus y Millicent consiguen llevar a Regathix hasta la protección de la columna tras la que os encontrabais hace unos instantes y os giráis veloces para ver si Guilles necesita ayuda. Parece aguantar bien, pero ahora debe conseguir llegar hasta donde os encontráis.

No sabes cuánto tiempo has permanecido inconsciente, tu sien te palpita con fuerza y tienes los músculos entumecidos. Tu visión es borrosa, pero puedes ver dos figuras cargan contigo, mientras una tercera salta sobre el Wyvern. Finalmente se te aclara la visión cuando casi te han llevado hasta la protección parcial que procura la columna donde antes se ocultaran. Marcus y Millicent avanzan lenta pero constantemente mientras Guilles parece haberse encaramado a la bestia. Poco a poco, vas recuperando la movilidad de los músculos y la visibilidad, justo a tiempo de que los que te llevan, se desplomen en el suelo, dejándote caer con todo el cuidado que pueden.

Apenas se paran a mirarte pues ahora su preocupación se centra en Guilles, que sigue debatiéndose con el Wyvern.

Regathix va recuperando poco a poco la consciencia. Nota que está siendo arrastrado, aunque no reconoce la situación. "¿Qué me ha ocurrido? Un momento...¡Humanos!. Rápida y bruscamente se zafa del apoyo de ambos. Se lleva una mano a la cabeza en un gesto de dolor, mientras que extiende la otra indicando que nadie se acerque. Un instinto asesino le recorre todo el cuerpo, pero una vocecilla de su cabeza le impide actuar. "¡Espera!¿Que estás haciendo?¡Son tus compañeros!". Es entonces cuando todo lo acontecido le retorna a la mente."Yo... arriesgue mi vida por ese humano...". Volviendo a la situación real logra por fin gesticular - Ayudemos a Guilles. Se escucha una última palabra de su boca, pero que prácticamente sólo la puede escuchar el mismo: - Gracias.

Suspiro de alivio, y me seco el sudor de las palmas de las manos y de la frente.

- Que bien. Avancemos, sí.

Doy un par de pasos, cuando una duda me asalta la cabeza.

"¿Qué respondió el maestro para que no le dejase pasar?"

Avanzo por el pasillo con cautela, vigilando todo. Si está oscuro (como creo que lo está), invoco una bola de Luz en mi mano, para mirar antes de avanzar.

-¿Porque tenia que meterme en esta situación? Y tu lagartija deja de moverte, se que me entiendes ¿O los años solo te sirven para engordar? Si nos dejas me asegurare de no dejarte tuerto y siendo el azmereir de tus conocidos.

Vamos chicos no se cuanto podre aguantar.

Con aquella duda resonando aun en tu cabeza, avanzas firme hacia el frente. El pasillo, aunque oscuro, brillan en sus paredes las mismas runas de contención que antes cubrieran la anterior sala, pero esta vez lo hacen más juntas y en mayor número. Con cada paso que das, sientes que el aire se vuelve más cargado y la temperatura sube rápidamente. Las sombras parecen moverse a tu alrededor, aunque lo achacas a la gran cantidad de magia que hay en el lugar.

Siguiéndote muy de cerca, Mortarius permanece en silencio y mirando al frente, con una expresión curiosa en el rostro. Durante unos minutos, el escenario no cambia hasta que finalmente llegas a una abertura y penetras en una sala ovalada aun más grande que la anterior. En esta, las runas de contención cubren cada centímetro de pared y techo, su número es ingente y proyectan un aura purpúrea en la zona. En el centro hay un enorme agujero que no parece tener fin. Cuatro cadenas enjoyadas nacen de cada uno de los puntos cardinales de la abertura y se arremolinan en el centro, sobre lo que parece ser un pesado libro que flota inerte en el vacío.

Mortarius da un pequeño respingo detrás de Nostradamus.

-Increíble, en verdad existe-

El anciano da varios pasos y se sitúa a tu lado. Alzando la mano sobre su cabeza, esta empieza a brillar intensamente para apagarse repentinamente. Mortarius sacude el brazo entero como si le escociera.

-Las salvaguardas son muy poderosas, alguien tenía mucho interés en que nadie obtuviera el grimorio. Creo poder debilitarlas lo suficiente como para aflojar las cadenas, pero está el problema de como coger el libro una vez hecho. ¿Alguna idea Nostradamus?-

El anciano se muestra excitado, con una expresión divertida en el rostro que le recuerdan a Nostradamus tiempos mejores en los que su aprendizaje era todo lo que importaba.

Sorpresivamente, una voz resuena en tu cabeza, te giras hacia tu maestro pero este no parece estar escuchándola. La voz que empezó siendo ininteligible, se va aclarando poco a poco, hasta que finalmente las palabras se muestran claras en tu mente.

-Te está utilizando, lo sabes ¿verdad?-

Es el escueto mensaje de la voz proveniente de ninguna parte.

Doy un saltito sobre mis pies al escuchar la voz, y con la varita apunto a todas partes.

"¿Pero qué...?"

- Maestro, no me fío... Pero se me ocurre un par de ideas.

Concentrándote en las fuerzas mágicas que te rodean, cierras los ojos e intentas encontrar la fuente de aquella voz. Sin embargo hay demasiada energía en la sala, demasiadas olas fluctuando que te confunden.

“Estoy aquí”

La voz parece divertirse con tu búsqueda, pero lo aprovechas para localizarla. Cuando ha hablado, has sentido una perturbación en las corrientes mágicas. Si solo consiguieres hacerle hablar una vez más. Siguiendo con tu mente atenta al punto por el que la sentías, giras la cabeza en la dirección contraria.

“Frio, frio”

Ha funcionado y ahora puedes asegurar donde está. La sientes en la misma sala, lentamente abres los ojos y lo observas atónito. En esa dirección solo está el grimorio.

“Bingo”

Aun sin salir de tu sorpresa pues nunca habías oído hablar de un libro con conciencia, piensas en la mejor forma de conseguirlo. Las defensas son bastante fuertes y presientes que lanzar una bola de energía no hará nada sobre el objetivo. Sin embargo, tal vez la mano mágica funcionara, aunque no lo puedes asegurar del todo, las magias que operan en el lugar no las habías visto antes.

Millicent abre los ojos pero no se le ocurre que hacer. Finalmente mira a Regathix y a Marcus.

-Distraedle, distraed al Wyvern- Entonces se gira hacia su hermano – ¡Prepárate, para saltar!-

Obnubilada por el peligro que corre su hermano, no se le ocurre nada mejor y sin más, avanza para ayudarle cuando salte.

Marcus asiente ante la petición de la joven y se abalanza sobre la criatura con la espada elevada.

-¡Estúpida criatura, siente mi filo-

La criatura recibe el impacto de la espada de Marcus que sin embargo simplemente rebota en las robustas escamas que cubren su cuerpo. Lejos de dañarla, la bestia parece más furiosa y mientras golpea con las garras, sacude con mayor violencia la cabeza. Marcus agacha la cabeza para evitar las afiladas uñas del Wyvern que las envía con fuerza contra un montón de escombros que hay a su lado. Al intentar alzar nuevamente la garra para rebanar al guerrero, sus años se han quedado enganchadas en la basura, dejándola momentáneamente atrapada. Colérica, la bestia lanza un furioso rugido.

 Regathix aún se sentía un poco confuso, especialmente respecto a sus emociones. Sin embargo esta vez no podía pararse a organizar sus ideas, sus compañeros estaban en peligro y debía actuar rápido, no podía permitirse un momento. Sin más dilación y al ver cómo la espada de Marcus apenas había hecho efecto en la criatura prueba un alternativa al ataque frontal e intenta clavar sus dos cimitarras en la garra del monstruo.