Partida Rol por web

Ventura metió despacio la mano en su zurrón y extrajo de él la carta de Orduño. Desde lejos la sostuvo entre dos dedos y dio unos pasos hacia adelante como había mandado el soldado.

—He aquí la carta. Como pueden ver está cerrada pues va dirigida a quien antes dije. Si realmente les es imprescindible abrir la carta, así sea, pero les pido por favor que valoren la opción de dejar que nosotros seamos quien hagamos la entrega a la persona oportuna.

Intentando ver que ocurre más de cerca, me voy acercando poco a poco al lugar donde están mis compañeros, a la par que me voy escondiendo para afianzar mi segura posición.

Con suerte, podré oír lo que está pasando, y saber si mis compañeros corren peligro o no.

- Bene est, maese murero.

Simplicio respira aliviado, porque empieza a ver el final de la amenaza.

El soldado mira de cerca la carta que muestra Ventura, y algo ve en ella que le hace dudar.

"Veo en ella estampado el sello de la Orden", le comunica a los otros. "En cabo nos mandan al maestre albañil para arreglar la muralla."

"O son bandidos que les han atacados et robada la carta et agora prueban a entrar en el castillo para mejor lo conoscer", dice el soldado que sostiene la lanza.

"Eso que lo decida don Pedro*", contesta el primero. "Baja et recoge sus armas", ordena al que ha hablado antes, "et vosotros", os dice, dirigiéndose a Ventura, al que supone maestro albañil por llevar la carta, "vos llevaremos agora al castillo, con que subid presto, que nosotros vamos detrás."

Están todos cerca de la iglesia, y está algo apartada del pueblo, por lo cual difícilmente podrías acercarte a ella sin que te vieran. Pero sí puedes acercarte a la cabaña más cercana y, aunque aún no puedas oírlos bien desde allí, sí que podrías verlos.

Rápida pero discretamente, sales del grupo de chabolas y das un rodeo para evitar situarte en el campo de visión de los soldados. Llegas a donde se encuentran las últimas cabañas y te mueves entre ellas sigilosamente hasta que alcanzas la última y te asomas por la esquina.

Desde allí tienes una vista perfecta de la iglesia, el castillo y el camino que baja por la colina. Los soldados están cerca de tus compañeros; el que está parlamentando con ellos tiene una lanza, pero está más centrado en la charla que mantiene que en hacer uso de ella, justo al contrario que sus compañeros, dos de los cuales sostienen sendas ballestas que dirigen contra Roger y Simplicio, y el cuarto alza una lanza por encima del hombro, dirigida hacia Ventura. Este último se ha adelantado casi hasta la altura de ellos y les muestra algo que se ha sacado del zurrón. Entonces, el primer soldado habla con los otros y vuelve a dirigirse a Ventura, al que, por los gestos que hace, parece estar indicando que suba por la colina.

Al volver la mirada hacia tus compañeros tras mostrarle la carta al soldado, ves a alguien asomando la cabeza tras una cabaña cercana a la iglesia. ¡Es Ruperto! Parecía que se había perdido en el pueblo, pero ahí está. Si los soldados lo descubren se podría armar bien gorda.

Simplicio hace lo que le dicen, esto es, coger las armas y seguirles. No conoce a ese don Pedro, pero cree juicioso, que no es prudente preguntar más, puesto que maese Ventura hace de lider.

- Maese venture, ¿que sus  parece este entuerto?

- Soldado, debereis de beber una jarra de vino conme cuando todo esto se aclare.

-Mis buenos señores, antes nos hemos refugiado de la lluvia en la posada, y en ella tenemos algun que otro pertrecho que deberiamos recoger, si a sus mercedes no les importa, de camino al castillo.

"Sí que me importa, mi señor bandido", contesta el soldado a Roger. "Que a buen seguro esos pertrechos que diziedes son otros de la vuestra calaña que nos esperan para dar muerte. Et non me acomoda morir hoy."

A continuación, cuando ve que Simplicio va a recoger las armas, le grita: "¡Ox, ox, lancero! Mi amigo vos llevará las armas. El vino lo tomaremos más aína cuanto antes lleguemos."

Después, con un gesto, ordena a los ballesteros que se pongan detrás de vosotros, cerrando la marcha.

No te han visto, a pesar de que están ojo avizor, temerosos seguramente de una emboscada. Ves que Roger señala en dirección al pueblo, pero el soldado que está más adelantado hace un gesto, insistiendo en que suban. Después Simplicio hace ademán de recoger las armas que han tirado, pero enseguida es advertido por el soldado de que no se acerque a ellas, y manda a uno de los suyos para recogerlas. Acto seguido, dispone a los dos ballesteros tras los tres, cerrando la marcha que están a punto de emprender hacia el castillo.

- Placeme tener paje portaarmas, jejeje, sera a vos a quien invite a bebercio pues.

Roger aprovecha cualquier ángulo de visión para intentar examinar a esos soldados, intentando averiguar algún detalle relevante y como no podría ser de otro modo, para buscar algún  síntoma de enfermedad o dolencia, o no se llamaría Roger.

Y mientras les sigue hablando, que así es más fácil que se volteen y lo miren, y de la misma forma el poderlos mirar bien a sus caras.

-Una vez aclarado este embrollo, podría usted enviar algún mozo, entonces, a recogerlas....

- Tranquilo mozo, cuando esto se aclare ya volveremos a por lo nuestro.

Le trata a roger con distancia pues se supone que es un peon ayudante.

El segundo soldado mira a Simplicio con cara de pocos amigos después del comentario de este y se queda esperando a que los tres os adelantéis.

Después no deja lugar Simplicio a que conteste el otro soldado a Roger. Ventura se muestra de acuerdo con el pardo en volver después a la posada; se le nota como si tuviera prisa por irse de allí.

Subís por la colina seguidos por los cuatro soldados, que en ningún momento bajan la guardia. El día está tocando a su fin, y ya veis la luna aparecer por encima de los muros del imponente castillo al que os dirigís.

vista de la iglesia y la entrada al castillo sobre la colina

La colina está pelada, solo algunas malas hierbas y algún que otro arbusto se agarran a su suelo árido.

A medida que camináis, el castillo se alza más y más ante vosotros, como un gigante de piedra que comienza a levantarse después de la siesta. De apariencia completamente inexpugnable, es quizás el castillo más grande que habéis visto en vuestra vida. La piedra esta horadada por docenas de aspilleras a lo largo de toda la muralla, que queda rematada por torres cuadradas. La entrada está rodeada por una barbacana con un baluarte de entrada en recodo para dificultar la entrada de los enemigos, potenciado mediante dos torres ochavadas a ambos lados. Ni siquiera un ejército entero sería capaz de entrar por aquí.

La barbacana se ve en la foto anterior, es como si fuera un antemuro construido frente a la entrada que se ve en forma de arco. Esto es lo que véis cuando miráis a la izquierda, estando frente a la barbacana:

Se ve la muralla con varias aspilleras, terminada en una torre cuadrada (la restauración con ladrillos es de nuestra época, vosotros la veis toda recubierta de piedras como en la base). La parte derecha es similar.

Ascendéis por unos escalones de piedra y superáis los recodos de la barbacana para plantaros frente a la entrada:

(la entrada, con una de las dos torres ochavadas; se aprecian varias aspilleras en la torre)

(en esta foto se aprecia la pasarela que conduce a la entrada)

Otro soldado espera en la puerta enrejada, a través de la cual se observa una rampa que asciende hasta llegar a un amplio patio de armas.

El soldado sonríe maliciosamente.

"Presto tornades con carne de horca", le dice al primer soldado. "¿Acaso vos esperaban?"