Partida Rol por web

Ventura miró a su alrededor. Varias veces había visto a Ruperto asomando entre las callejas... quizá andara siguiéndoles de cerca así que después de darle alguna vuelta a la cabeza se decidió a actuar por si diera el caso de que Ruperto les observaba. Se acercó a Roger y comenzó a hablarle en voz alta, especialmente alta.

—Compadre, ¿creéis vos que llegará pronto Ruperto? Hará ya más de un día que le dejamos con aquella carta y ya me estoy preocupando por su buenaventura.

El tal Lobo no estaba para tentar a la suerte así que Ventura probó con uno de los soldados.

—Soldado, tenemos uno más de cuadrilla que todavía ha de llegar... ¿podríais vos decirnos como transmitirle la noticia a don Pedro?

Intentas acercarte con precaución antes de que alcancen la colina y salgan completamente del pueblo, donde no tendrías cobertura para ocultarte. Entonces, aun estando muy lejos como para que puedan oirte, oyes que Ventura dice lo siguiente casi gritando:

"Compadre, ¿creéis vos que llegará pronto Ruperto? Hará ya más de un día que le dejamos con aquella carta y ya me estoy preocupando por su buenaventura. Soldado, tenemos uno más de cuadrilla que todavía ha de llegar... ¿podríais vos decirnos como transmitirle la noticia a don Pedro?"

Por lo poco que conoces a Ventura, sabes que él nunca habla en voz tan alta.

"A mí non me grites", dice (casi lo escupe, más que decirlo) el soldado al que se dirige Ventura.

"¿Por qué non se lo dijistes cuando hubiste ocasión?", pregunta Lobo, saliendo de su enfurruñamiento.

Cuando pregunta esto, ya estáis empezando a subir por la colina.

Respiro un poco más aliviado. Parece que no son presos... Y que Ventura sabe que los estoy observando. No obstante, no puedo despistarme. Rápidamente, me dirijo hacia la posada, a ver si el posadero es capaz de informarme de qué está ocurriendo aquí, y de si corro algún peligro.

—Non tuve tal ocasión —dijo Ventura esta vez en un tono mucho más tímido —su señor don Pedro es un hombre muy imponente y nos hizo preguntas muy concretas. No quise salirle por lo que no preguntaba por no hacerle enfadar ni desafiar su enorme liderazgo. Disculpadme si erré. Tan sólo espero poder solucionar este error.

- Maestro, ya sabeis que si no vais con cuidado, alzais la voz en exceso y este buen hombre de armas no está sordo...

Roger hace el comentario como si fuera obvio que Ventura es algo duro de oido, como quitandole importancia al tema..., y prosigue tras el grupo haciendose ligeramente el despistado y mirando aquí y allá por si puede ver algo que le llame la atención.

Te encaminas de vuelta a la posada, ya más relajado al saber que los soldados van camino del castillo, pero cuando atraviesas el umbral de la puerta, te da un vuelco el corazón...

...al ver a un caballero de Santiago sentado en la mesa del centro (donde hace unas horas vosotros comíais y os secábais), con a cabeza gacha y su mano derecha apoyada en el tablero sosteniendo una jarra. Enseguida te das cuenta de que el caballero está bastante achispado y ni siquiera se ha apercibido de tu entrada.

Quienes sí se han dado cuenta son los dueños de la posada. Ambos están en el rincón de la cocina, y te miran con mucha desconfianza e incluso algo de miedo. Pedro el posadero se pone delante de su mujer en un instintivo gesto protector, y se queda esperando tu reacción, como un gato cuando se ve acorralado y pone en tensión todos sus músculos.

Sin embargo, pronto te das cuenta de que mira nerviosamente detrás de ti, hacia la puerta. Puede que ese recelo no se deba a tu presencia.

Cerca de la cocina yace tu ropa sucia, la única en lo que antes era un montón con las ropas de tus compañeros.

Lobo da por buena la respuesta de Ventura, y el otro soldado os vuelve a ignorar tras la excusa alegada por Roger. Volvéis a recorrer el camino que ya conocéis: el pasillo de la barbacana, la puerta (ahora custodiada por otro soldado) y el patio de armas. Al llegar a este último, Lobo se vuelve a dirigir a vosotros.

"La puerta dallá enfrente da a donde viven los señores et sus criados", dice, señalando un pequeño edificio de piedra horadado por una gran puerta en forma de arco ojival al final del patio. "Passad et preguntad por Sancho, el cocinero. Él vos dizrá cuanto necesitades por aposentarvos. El herrero todavía está en su taller, allá a la deretcha", señala un edificio de madera adosado a la muralla del patio de armas. "Quizás queredes arreglarvos con él antes de nada. Andad por donde vos pluga et conoced el castiello, pero non habedes de pisar los aposentos del comendador nin su torre, que están al final, cabo* del huerto. Si faziedes caso a mí et a mis hombres non habredes ningún problema."

Tras daros estas indicaciones, Lobo se dirige a la torre de don Pedro, mientras que sus hombres se dispersan.

Rápidamente, me giro hacia la puerta, por si hubiese algo no deseado detrás de mí. En caso contrario, alzo la manos en señal de que no voy a hacer nada, para después cerrar la puerta despacio (intentando que el caballero siga sin reparar en mí).

Hecho esto, me dirijo hacia el posadero, siempre con las manos arriba, mostrando que no voy a hacerles nada.

Te giras temeroso hacia la puerta, pero no hay nadie. Tal vez Pedro teme que venga alguien contigo... El caballero sigue con la cabeza agachada, bebiendo sorbos de vez en cuando de su jarra, y no te oye cerrar la puerta. El posadero, al ver que no viene nadie contigo y que te tomas tantas molestias en mostrarle que no representas un peligro para ellos, se relaja un poco y te deja vía libre para que recojas tu ropa; debe creer que es a eso a lo que has venido.

—No voy a haceros nada... —digo en un susurro a Pedro y a su mujer mientras avanzo a por mis ropas. No me conviene alzar la voz para que me oiga el guardia, por lo que sigo hablando bajito—. Sólo quiero saber qué ha pasado, y dónde están mis compañeros, eso es todo. Esperaba que pudiéseis decirme que ha pasado, los vi llegar aquí acompañados de unos soldados...

Simplicio calla y otorga, pues sabe que el jefe de la expedición es maese Ventura y él es solo un escolta, que hace bien en callar la boca.

"Non sé más que tú", te contesta Pedro. "Vinieron con esos condenados bandidos, pues es lo que son, mas non parescían estar pressos. Lobo les ordenó recoger sus cosas et se fueron. Menos mal que estaba acá don Xurxo, si non, nos habrían saqueado", dice, refiriéndose al caballero. "Pero antes de seguir fablando, quisiera saber a qué sodes venidos a Montemolín."

Pedro sigue mostrándose receloso, aunque ahora ya no tiene miedo.

El caballero oye a Pedro y gira la cabeza hacia vuestra dirección, sin erguirse.

"¿Qué passha, Pedro?", grita, claramente borracho. "¿Otra vez te esshtán molesshtando esshossh patanessh?"

Casi no tiene fuerza para hablar, pero algo te dice que no debes fiarte de las apariencias; este caballero, aun estando borracho, ha sido capaz de ahuyentar por sí solo a cuatro soldados.

"Non, don Xurxo, estad tranquilo", contesta Pedro, y entonces el caballero vuelve a concentrarse en su jarra, ignorándoos.

—Sólo somos albañiles, nada más. Nos dijeron que necesitaban gente para arreglar la muralla del castillo cercano, y que la paga era buena, así que aquí que nos vinimos. El único que no es albañil es Ruperto, pero como están hoy las cosas, no puedes arriegarte a ir por los caminos sin protección. No puedo deciros más. —Contesto al posadero.

Después de esto, miro al caballero. Sin duda debe de ser alguien respetable, si ha conseguido que los soldados no hicieran nada en el estado en el que se encuentra. Tras la mirada al hombre, vuelvo a mirar al posadero— Cogeré mis cosas y me iré. Tengo que ver que ha pasado con mis compañeros. Poco puedo hacer ya aquí. Muchas gracias por todo.

Tras mis palabras, me dirijo al fuego a coger mi ropa, y después el resto de mis cosas. A ver como me las arregla para llegar hasta mis compañeros sin ser descubierto.