Partida Rol por web

Mike detiene el coche frente al Hotel-Casino, donde un botones toma la llave del coche y se lo lleva a estacionar. El Lucky West es un edificio de 14 pisos de alto, con decoraciones al estilo Viejo Oeste y un gran cartel de un vaquero luminoso disparando al aire. Los hombres que trabajan en el hotel llevan sombreros vaqueros y ropas a tono, mientras saludan con un "howdie" a los recién llegados. Las mujeres llevan corset y falda, animando a los visitantes del hotel a probar su fortuna en el casino.

La recepción del hotel está directamente al entrar, mientras que el área de juegos se ubica hacia la derecha, y el bar-restaurant hacia la izquierda. Un cartel en la entrada indica que no se permiten animales en el lugar. Mike se detiene en la puerta y saca un cigarrillo que enciende de inmediato. -Venga, daré una vuelta al edificio mientras. Igual Winona tiene cosas que hacer.- Dicho esto, les hace un guiño y comienza a rodear el lugar, con la inquieta pitbull olfateando para ver donde hacer sus necesidades.

Bajando del vehículo, Ian toma un buen respiro para huir del humo concentrado que se respiraba dentro del vehículo. Parecía que el Cabrón tenía cierta indiferencia respecto a la salud de sus acompañantes. No era como si Ian no fuera un fumador en sí mismo, pero el humo gratuito tampoco le hacía demasiada gracia.

-Bien. Hemos llegado.- Soltó de pronto Ian al voltearse a su compañera. -Parece que este lugar es más vaquero de lo anticipado... Supongo que al Toro le gusta un buen arreo. ¿Será que las mujeres serán sus "vaquitas"?

Ian soltó una pequeña risa al respecto, imaginando que a Nat no le gustaría la expresión. Realmente no estaba para nada convencido con el plan en mente. Le resultaba peligroso para su compañera; pero también era cierto que no tenía ningún plan alternativo en mente, y pareciera que tendría que adaptarse al planteo del resto para poder avanzar en el asunto. Quería que Nat desistiera por voluntad propia, aunque no podía negar que su compañera se las había ingeniado para quedar inusualmente atractiva. Con una venta más apropiada, realmente se creería que contaba con los requisitos para ser una dama de la noche vip.

-Vaya con Dios -añade furtivamente cuando la indeseable perra se aleja-. Ya era hora de que la criatura se fuera. Esa perra me viene gruñendo todo el santo viaje.

Ian se rasca la barbilla y entonces se da cuenta. Había que acentuar su coartada. Se acerca al hombro de Nat y le dice: -Necesitaremos nombres falsos para nuestra coartada. Prentende que eres una modelo.

-Vamos, ¡diva! ¡Posa! La cámara te ama.

El fotógrafo extrae su cámara y se dispone a tomarle fotos atractivas a su compañera.

Nathalie miró el Hotel Casino con admiración, era un edificio muy alto y la decoración le parecía agradable, una manera de sumergirte en una realidad diferente...¿Tendría que vestirse de cabaretera?... Sin duda la ropa le quedaría vistosa fijándose en los apretados corsets de las muchachas, aunque a decir verdad no sabía si soportaría la mirada de los hombres sobre sus atributos femeninos. Nunca había ido de ese palo.

Mike no les acompañó dentro, prefiriendo quedarse con su perra en las inmediaciones del edificio mientras Ian y ella se disponían a entrar, hasta que escuchó al joven hacer un comentario que a ella no le hizo mucha gracia, de hecho, la respuesta mordaz se la llevaría.

- Recuerda que ser un toro implica cierto grado de...potencia viril...., ¿mueres de envidia, Ian?... - dijo mirándole con picardía -... no creo que tenga vaquitas, pero sí cowgirls que lo monten..., me pregunto si él querrá que lo haga... ¿le gustaré?.... ¿yo te gustaría, Ian?.... - y sí, jugaba al bello arte de coqueteaar y darle celos, si es que el joven tenía algún tipo de interés en ella.

Nat sonrió al escuchar despotricar sobre el perro de Mike -...¿no te gusta Winona?..., es un amor..., a mi no me gruñe.... - tampoco lo había comprobado, pero se sentía molesta con el joven después de irse con su exnovia, se las iba a pagar todas juntas -....Y sí, necesitamos nombres falsos..., yo seré Iris...., tú puedes llamarte... Doroteo.... ¿te parece bien, Ian?.... - cogiendo el nombre más ridículo que pudiera asignarle 

Y dicho eso la joven posa en la entrada del casino para que su compañero pudiera hacerle varias fotos, en algunas la joven lucía natural, en otras miraba la cámara con intensidad, ponía poses y jugaba. Nat sabía sacar sus armas de mujer, un juego que habitualmente guardaba con celo entre capas de ropa y escaso maquillaje. No como en ese momento, iba a darlo todo.

- Querido Doroteo, mon amour...., voy a tomar un agua sin gas en el restaurante.... Fotografía mi trasero... - y así fue como Nat, movió el culo como una auténtica profesional, entrando en el restaurante con el abdomen contraído y los pechos hacia fuera, llevando sus cabellos a un lado, buscando con la mirada al tipo que podía ser apodado como el Toro, esperando que de alguna manera se fijara en ella. Si no plan B, enseñaría una teta....

Mientras Ian toma fotos de Nat y esta hace poses llamativas, algunos turistas del hotel que cruzan por la recepción los miran con curiosidad e interés, y algunos sacan sus propios móviles y cámaras fotográficas para tomar fotos, preguntándose entre ellos quién sería la famosa que estaba visitando el casino.

Al entrar al bar del hotel, no tienen que hacer mucho esfuerzo en descubrir quien puede ser El Toro. El apodo no es gratuito... sin ser excesivamente alto, es puro músculo y su piel es oscura y curtida. Sentado en la barra, con un trago en la mano, su aspecto destila elegancia. Lleva un traje oscuro hecho a la medida. El cabello espeso cae sobre sus hombros y su espalda dándole un aspecto un tanto primitivo. Su rostro es de facciones severas pero en calma.

Parece haber notado la entrada de Nat, al igual que mucho otros en el bar al escucharla hablar y moverse de aquella manera. Pero aparte de seguirla con la mirada no parece tener intención de moverse de su sitio.

Durante su entrada al casino, no puede evitar molestarse por dentro por el inesperado resultado de los acontecimientos. No podía negarse a las decisiones que Nat hubiera tomado una vez que las decían en público a los cuatro vientos, así que ahora era "Doroteo".

-¡Oh, sí! ¡Eso es Iris! ¡Muestra lo que traes!

De esta forma, Ian saca una foto de primera plana del trasero de Nat, con intensión de convertirla en una primera plana del periódico. Era de preveer que una astuta periodista como Nat estuviese enterada de nombres de famosas que no viven en aquellos lares como para que el nombre "Iris" resuene en los oídos de la gente pero no recordaran su rostro.

Entrando al bar del hotel detrás de Nat, Ian observa el mostrador. "No me digas que es aquel grandote" menciona en un tono inaudible que solo Nat a pocos centímetros pudiese oírle.

A partir de ese momento, Ian no titubearía en observar los seductores escotes de las trabajadoras del local, aunque siempre continuando detrás de la reportera.

Desde luego algo estaba claro, si su futuro como reportera acababa fracasando, siempre le quedaría ser "chica mediática" para la prensa rosa, situación triste, denigrante, pero seguramente mejor remunerada que lo suyo, al menos actualmente.

Deducir quien era el Toro no tenía mérito alguno, un tipo casi igual de alto que de ancho, con piel oscura, casi si le ponías los dos cuernos podías tirarlo al ruedo y apenas cabrían diferencias con un astado. Pero eso sí, tenía buen gusto vistiendo, tanto que a Nat le apetecía tocar el género y preguntar si era un tejido italiano, y para sorpresa de Ian, fue precisamente lo que hizo.

- Oh por favor... Su traje es espectacular... - tocó el antebrazo masculino con delicadeza, evidenciando que tenía más conversación que otras muchas señoritas -...Deduzco que raso por el tacto..., los hombres que saben vestir suelen tener buen gusto con las mujeres... - comenta para luego llamar al camarero -...Por favor, póngame un San Francisco... - pidió una bebida clásica sin alcohol, luego le guiñó el ojo al Toro -...No hay nada peor que una mujer perdiendo la cabeza y con ello la dignidad de mostrarse  ridícula..., nunca bebo ni cuando trabajo ni en mi tiempo libre, es una costumbre que aprendí pronto en esta vida, así la que controla la situación tiendo a ser yo... - comenta con su mejor sonrisa -... Oh, vaya educación la mía, soy Iris... ¿puedo saber su nombre?.... - comenta acomodándose a su lado, desde luego no le costaba desenvolverse en aquel ambiente, a pesar de que en su interior, cómoda no estaba -... Doroteo querido....ven que te presente.... - llama a Ian pero antes en un atisbo de maldad, debido quizás a que su compañero miraba el escote de las chicas, dijo algo al Toro -...Tenga cuidado con él, le gustan los hombres guapos como tú..., no le des la espalda por si acaso....

El Toro ve a la pareja acercarse, y hasta alza una ceja al notar como Nathalie pasa las manos por el antebrazo. La periodista puede notar que efectivamente hay músculos escondidos detrás del elegante traje. La expresión del rostro del hombre permanece relativamente seria, aunque una media sonrisa se asoma ante el guiño de la "modelo".

-Puede llamarme Toro, señorita Iris.- Dice, galante, tomando la mano de la periodista, y besando el dorso. Luego estrecha la mano de Ian en un masculino apretón, que el fotografo puede sospechar que realiza con gran autocontrol, conocedor de su propia fuerza. -En tal caso, ¿está trabajando, o en su tiempo libre? No sabía que habría una sesión de fotos en el hotel.- Pregunta, mirando a uno y a otro.

Alarmó se Ian cuando la intrépida periodista se dirigió directamente a "El Toro" en lugar de sutilmente llamar su atención. Esto le dió a pensar que quizás no se encontrase preparado para interactuar con el hombre.

El gigante no tarda en responder e incluso estrecha su mano cuando se acerca. Una mano grande y rugosa que le sujetaba con calidez en lugar de dureza. El fotógrafo se echaría un paso atrás para no quedar en el medio y dejaría que Nat siguiera siendo la principal interlocutora.

-Ambos- respondería con un ligero nerviosismo -. Se nos pidió que tomásemos fotos de Iris al natural, así que simplemente tomo alguna que otra mientras ella hace su vida. Si le molesta, guardaré la cámara hasta después de salir.

Al terminar de hablar, se detendría a observar al forzudo de pies a cabeza, buscando detalles, analizando sus músculos. Ciertamente, no sería alguien a quien se quisiera oponer.

Nathalie se percató de la media sonrisa del Toro ante su contacto y es que no había persona en el mundo que no le agradase un halago, y más si quien te lo regalaba era alguien socialmente valorado. Psicología básica, un acierto para la periodista y ojalá en su camino para ser "gatita" no errase estrepitosamente.

- Como dice mi querido Doroteo, ambas cosas nos mueven... Intento realizar un book de fotografías naturales y otras más ostentosas para que varias agencias estén a bien de contratarme... No sé si conoce este mundillo pero es muy complicado hacerse camino a la fama, o al menos ganar lo suficiente como para llegar a fin de mes... - sonríe coqueta -... Llevando un elevado estilo de vida, por supuesto me refería a eso, Toro.... - le mira con intensidad -... ¿Sabe?... Me pregunto el porqué tiene usted ese nombre..., no puedo evitar pensar en la vitalidad.... - cogió el San Francisco que el camarero previamente había dejado en la mesa y bebió de manera provocadora, como si la palabra vitalidad y sexo oral se fundieran en ese preciso instante, mientras taladraba a Toro con la mirada. No, Nathalie podía demostrar que jugando al rol era de todo menos tímida, pero Ian que la conocía sabía que luego no podría ni mirarle a la cara una vez que la adrenalina de su cuerpo bajase -...Ojalá las fotos me den la oportunidad que busco... En fin, Toro..., ¿está aquí por trabajo o placer?.... En lo primero no creo que pueda ayudarle, pero en lo segundo..., quizás.... sí... - guiñándole el ojo -.... amenizando su tarde, por supuesto... - se hizo la recatada, pero ya había tirado el anzuelo, el sedal y casi la caña de pescar, o el tema funcionaba o la tarde terminaría siendo un completo desastre.

Sabiendo parcialmente el plan, el cual consistía en convencer al tal Toro de que contratara a Nat para hacer de "dama de compañía" en el Club Papillón, Mike se aleja de la entrada principal del hotel junto con su adorada pitbull.

Sacar a Winona a dar una vuelta es excusa en parte, aunque la perrita comienza a olfatear por los costados del edificio para buscar algún punto en donde aliviarse. Pero también sirve para que Mike pueda dar una vuelta al hotel sin parecer sospechoso, cosa que al final resulta bastante provechosa. Pues cuando ha llegado a la parte de atrás del edificio logra ver la puerta trasera que usan los empleados para salir y fumar o hacer otras cosas en sus ratos de descanso. No parece estar muy vigilada, y puede abrirse desde afuera a diferencia de otros locales donde sólo se puede abrir desde adentro.

El Toro hace un gesto, rápido pero certero. -No hace falta. No es mi hotel.- Dice, aún cuando media sonrisa se dibuja un instante en sus labios. -Pero no creo que les nieguen tomar fotos. Publicarlas... Es otra cosa.- Dice, aún serenamente, pero con un deje de advertencia.

-Lamentablemente, estoy aquí por trabajo.- Dice a Nat, y cómo si al decir esas palabras invocara al destino, su teléfono empieza a sonar en ese instante. -Me disculpa un momento.- A pesar de la educación con que la dice, suena a una orden que no debería ser desobedecida. Se aleja un momento de ambos, contestando la llamada.

Nat iba a hacer un comentario cuando el tipo recibió una llamada de teléfono y literalmente le ordenó que se callase. Parecía absurdo pero la joven deseaba llevarle la contraria, cosa que no haría al escuchar tras el otro lado el tono de voz, iba a cotillear la llamada telefónica.

Al notar lo que acontece, Ian se acerca al mostrador junto a Nat y se pide un Martini. Aquello actuaría de cobertura para esperar tranquilamente mientras trataba de escuchar la conversación telefónica del otro.

"Día de suerte" Miró alrededor viendo una caja detrás de un contenedor - Cucha Winona - Murmuro a su perra señalando el interior de la caja. El animal se metió dentro y se acostó quedando oculto de la vista. Mike se prendió un pucho y se recargo contra la pared del lado de las bisagras de la puerta a esperar que saliera algún empleado. Dió una pitada mientras pensaba en la periodista, se estaba perdiendo la diversión de verla encarar al Toro intentando que la contratara. Le daba curiosidad que haría si el momento de hacerse el tatuaje o acostarse con alguien llegaba. "Y todo por una nota" Negó con la cabeza para sí, exhalando el humo. El periodismo no era una de las cosas que entendía.

Miró hacia la puerta pensativo, esperaba que los empleados de ese lugar fueran tan invisibles como en todos lados.

Aunque el Toro se aparta, no hay secretismo en su forma de moverse o hablar, todo lo lleva con la serenidad y elegancia de un hombre de negocios. Sin embargo, de no ser porque Ian y Nat están interesados en oír lo que dice, se hubieran perdido de la conversación.

-Buenas noches. Si, con él habla.- Segundos de silencio, vuelve a hablar. -El acceso a una noche en el Club son 2000 dólares. ¿Es su primera vez?... Bien. Con ese pago vienen dos normas: primero, podrá acceder a todas las instalaciones del Club, y tiene garantizado el disfrute y compañía de al menos una de las chicas, aunque tendrá libertad de proponer a las chicas que estén libres para sesión grupal si lo desea. Segundo, una vez se accede al Club no hay puertas. Las paredes que separan las zonas son de cristal ahumado, por lo que aunque se concede cierta discreción, podrá ver las figuras y lo que hacen al otro lado del cristal. ¿Está de acuerdo con estas normas?- Vuelve a haber una pausa. -Bien. En ese caso, a medianoche, acérquese a la recepción del Hotel Casino Lucky West, y pida por el contenido de la taquilla 2.-

La conversación termina, el Toro cierra su teléfono, y regresa a sentarse en la barra, cerca de Nathalie. -Como decía, estoy por trabajo. Pero puedo dedicarle mi tiempo de momento, señorita Iris.-

Mike debe esperar aún algunos minutos. El trabajo de vigilancia siempre es lento, con necesidad de mucha paciencia y tener claro el objetivo de lo que se quiere. Cuando ya lleva varios minutos a la espera, la puerta de atrás se abre. Uno chico vestido graciosamente de vaquero lucha por sacar del bolsillo de su pantalón de cuero un móvil que no deja de repicar con la tonada de "Oh Susana, no llores más por mi". Finalmente logra sacarlo y se lo lleva al oído.

-Si, si, gorda, mi cielo...- No se entiende lo que dice la persona del otro lado del teléfono, pero parece estarle soltando una retahíla de insultos al vaquero, quien no hace más que intentar colar disculpa tras disculpa en una conversación que no parecía que fuera a ganar esa noche.

- Oh ya vi que estaba de trabajo... y le agradezco que me dedique su tiempo, aunque no dude de que el mío también es importante... - le guiña el ojo con coquetería -...No he podido evitar escuchar lo que decía... - comenta como quien no quiere la cosa -...¿2000 dólares cobra porque alguien entre a su club?.... Normal que pueda costearse trajes italianos... Yo tendré suerte si me pagan 500 por un mes entero exponiendo mi cuerpo ante las cámaras... Al menos hasta que no sea famosa a nivel nacional que subirá mi caché..., al menos eso espero... Y dígame..., ¿qué tipo de club es el suyo?...¿un sitio de relax y copas?.... Si alguna vez necesita contratarme para darle publicidad, no sude de que busco trabajo...

No tenía muy claro el grado de interés de Toro por ella, pero no debía escatimar la oportunidad y si el tipo se la brindaba, estaría un paso más cerca de infiltrarse con el resto de las gatitas... El problema sería si no la consideraba tan atractiva como para eso..., sería una patada a su autoestima...

Ian por su parte se mantenía ocupado en lo suyo, con su trago, aunque con la oreja levantada. Las insinuaciones de Nat se estaban acercando al lado de lo peligroso, dependiendo de cómo el Toro se las tomara. Prefería no estorbar en lo que se hablaba, pero lo haría en caso de algún percance. Entretanto se preguntaba... -¿Paredes de cristal? ¿Sesiones en pareja? ¿No hay puertas? ¿¡En qué rayos estaba metida Lizz!? Más que un cabaret normal parece un club de orgías.- Ciertamente el fotógrafo estaba asustado. La verdad parecía peor de lo que imaginaba. Esto también elevaba su preocupación respecto a lo que sucedería con Nat si el Toro se dignaba a aceptarla.

"Lucky, lucky" Pensó buscando un tonó especifico en su teléfono y subiendo el volumen. Gemidos llenaron el callejón haciendo que varios transeuntes se giraran para ver quien estaba teniendo un trio en medio de la vía publica. Cuando el hombre se giró a mirarlo lo saludo con la mano y una sonrisa manteniendo la boca cerrada. Golpeó la puerta al tiempo que apagaba el sonido para dar el toque final y espero que la otra parte hiciera lo suyo y cortara la comunicación antes de decir una palabra - Días complicados vaquero - Comentó divertido manteniendose prudentemente fuera de su alcance, la nariz todavía le dolía - Puedo pasarte el tono para que le muestres a tu señora que no fue más que un horrible mal entendido - Ofreció ocultando el telefono en el bolsillo y mirando con atención al chico. -Pero voy a necesitar un poco de información a cambio

-No es mi club.- En los labios del Toro se dibuja de nuevo esa extraña sonrisa. -Sólo me encargo del trámite inicial.- Su mirada recorre a Nat de arriba a abajo, sin disimulo. Mira también a Ian, como si evaluara si era alguien a quien debería incluir en la conversación. Por fin, al parecer habiendo terminado su rápido escaneo, vuelve su atención a "Iris".

-No es un club cualquiera, señorita Iris, y le aseguro que el precio que pagan es una nimiedad para lo que allí encuentran, además de la seguridad y discreción con la que se cuenta.- Dice. Parece pensar en el ofrecimiento que le hace la periodista. -Los dueños siempre están atentos a contratar personal, por supuesto. Aunque no es tan sencillo para entrar. Si está interesada, podría darme su nombre completo y un número de contacto, y mis superiores enviarán a alguien a conocerla y plantearle el asunto.-

Se les queda mirando, con interés. -Ahora bien, igual si está dispuesta a pagar el precio, puede tener un poco de experiencia de primera mano antes de decidir si es el tipo de trabajo que le interesaría realizar.-