Partida Rol por web

Nathalie hizo una mueca de descontento. Aquello no estaba llendo bien, aquel capullo estaba siendo aún más duro de roer de lo que esperaba y no tenían muchos más fondos con los que convencerle, se estaba tirando a la piscina.

- ¿Que propones? Eres detective, supongo que te habrás dado cuenta de que no soy rica precisamente. Quiero hacer un articulo sobre lo que le pasó a la Gata. Si lo consigo solo por la primicia tendré dinero para pagarte de sobra, pero no puedo darte 3000 dólares ahora mismo-dijo sinceramente aunque no buscaba ninguna clase de compasión por parte de aquel tipo- asi que ¿que puedo ofrecerte para que nos cuentes que ha ocurrido y nos dejes entrar en el piso a hacer unas fotos? -se dio cuenta de como había sonado aquello- y no, no me refiero a esa clase de "favores". 

Estás poniendo tu empeño en ello, pero lo cierto es que nunca has encontrado a un hueso tan duro de roer. Y para nada piensas rebajarte al mismo nivel que la zorra de Samantha, aunque por un momento tuviste un escalofrío pensando en sus manos en tu cuerpo... Curiosamente, y aunque duela un poco en el orgullo, presientes que él no tiene interés en ti de esa manera. Pero seguro que le pica la curiosidad saber más de este caso, después de todo, la Gata Azul era uno de los misterios más interesantes desde hacía unos meses.

Por otro lado, tienes 15.000 dólares a la mano específicamente para usar en este caso, aún quedarían 12.000 si le pagas en este momento.

Casi te causa ternura la manera en que la mujer intenta convencerte; no niegas que sabe usar sus armas, pero es claro que nunca ha conocido a alguien como tú. Aún así, piensas mantenerte firme en tu idea: ella dijo 3.000, entonces que cumpla.

Sin embargo, tienes que admitir que también sientes mucha curiosidad por este caso; era la Gata Azul, después de todo. No estaría mal satisfacer tu curiosidad, incluso si significa ir acompañado por la periodista... y lastimosamente de su fotógrafo. Teniendo en cuenta tus conocimientos de la parte oscura de Las Vegas y tus contactos, resultarías una gran ayuda para esa candente reportera. Quizás si se los haces ver, no te descarten apenas les hayas dado la información que sabes.

En el último párrafo de la historia de Nathalie aparece esa información, te lo pongo aquí:

"Pagándole una suma interesante será de ayuda para averiguar lo que se cuece en la cara oscura de Las Vegas, donde seguro que alguien sabe porqué han matado a la gata y, aún mejor, quién era esa misteriosa mujer. Tirando de la tarjeta de crédito, Nathalie consigue 15.000 dólares para sobornos y se encamina, en su brillante deportivo mini, hacia el lugar de los hechos, con la intención de llegar antes que el resto de los periodistas y curiosos."

Se me había olvidado. Bueno voy a esperar a ver que dice y si no pues iré aumentando el dinero que le ofrezco

-¡Oye! ¡Esa es mi hamburguesa!- Respondió Ian un tanto molestado al ver que su suculenta comida cayendo presa de tan terrible mordida. -Que cabronazo. Cómo puede ser.
. Mi comida...- Musitó, conteniéndose. Si la hamburguesa iba a ser parte de la negociación, podía aceptar los hechos, aubque su estómago no lo concedía.

-¡Mesera! ¡Quiero otra Prince Burguer! ¡Esta vez con extra queso!- Se expresó, levantando la mano y esperando tener suerte.

-No era eso lo que llevas un rato ofreciendo, cariño? - Preguntó divertido sumandole un punto de respeto a la muchacha ahora que parecía que empezaba a tomarse las cosas en serio. Nunca era buen negocio dar información a alguien que no entendía situaciones.

Aprovecho el bocado de hamburguesa para hacer el tiempo necesario para meditar el tema. La chica... podía ser útil, aunque su compañero podía volar todo de un plumazo. Realmente habría ganado muchos puntos si hubiera ido sola, eso chico le iba a hacer perder muchos negocios. Aunque le faltaba calle para saberlo.

-Los mininos se mueven en callejones oscuros, chica. Te quedarías sin salidas más rapido de lo que piensas... literalmente, si no tienes cuidado

Podía darle la información, la chica la publicaría, iría a buscar más... doce? quizás dieciseis horas antes de que su nombre fuera el proximo en los obituarios. Una vez que la voz se corriera, la batalla campal iba a empezar.

-Si quieres hacer algo más allá de los veinte minutos que te puede dar la escena, vas a necesitar a alguien que sepa moverse en las calles

Nathalie chasqueó la lengua. Aquel cabronazo no le dejaba muchas opciones.

-Está bien Mike, la mitad ahora. La otra mitad cuando vea que cumples lo pactado. ¿De acuerdo?-le dijo estirando la mano, no tenía muchas mas ofertas que hacer asi que o aceptaba o tendría que irse buscando otro trabajo.

Ian se queda esperando su hamburguesa con hambre y gula.

-Hazme parte de la investigación, chica, y tenemos un trato - retrucó dando otra mordida a la hamburguesa ignorando la mano de la mujer hasta que obtuviera su respuesta. No iba a ceder sus cartas por unos miseros dolares. Si iba a entrar en esa, lo quería todo. Y por ahora esa era la mejor propuesta que se le había presentado y la mejor que obtendría nunca esa periodista... al menos si sabía ganarse el respeto.

Nathalie se sorprendió. No pensó que eso le interesara pero era algo que había pensado hacer. Estiró la mano sobre la mesa en direción a Mike.

-Tenemos un trato entonces-le dijo con una sonrisa.

Dejó la hamburguesa a la mitad protegida por el papel, y se limpio las manos con teatralidad, como si estuviera en un restaurante tres estrellas y no en una hamburguesería.

Para luego sonreírle mostrando los dientes amarillos del tabaco, y estrechar su mano. La evaluo con la mirada unos segundos, hasta que asintió, al parecer satisfecho, soltandola. -Pon los verdes en la mesa y empecemos, cariño

El final de esa transacción queda interrumpida momentáneamente cuando una bandeja con una hamburguesa y refresco cae casi con enojo frente a Ian. La chica con gorra y camiseta que la identifica como empleada del lugar lo mira con sonrisa algo forzada. -Son 4.95.- Dice. Suficiente tenía con pasar todo un día limpiando los desastres de los engendros en el local como para que viniera un guapitas a pedir que le llevaran comida a la mesa como si fuera una camarera. Los pedidos se hacían en caja, como todo el mundo. ¡Ni que le fueran a pagar extra por aquello!

Esperó el pago, y se fue, dejando nuevamente al grupo solo.

Nathalie sacó otro sobre con el resto en cuanto se fue la camarera. 

-Aquí tienes-dijo pasandoselo por la mesa con disimulo- espero que valga la pena...

Sacó su libreta y un boligrafo, no quería perder tiempo.

-Bien, Mike, en lo que termina de comer... me gustaría saber todo lo que me puedas contar sobre este asunto-le dijo de nuevo con una sonrisa.

Ian estaba perplejo ante la extraordinaria actitud de la joven mesera. ¿Por qué actuaba así? Si era su trabajo. Buscó dinero de su bolsillo y pagó su pedido.

-Aquí tienes, bonita. Disculpa las molestias.- Le hizo una pequeña guiñada para generar buen ambiente y retomó lo que era de su importancia, su deliciosa Prince Burger. Tomo la misma con ambas manos, se relamió los labios y encajó una poderosa mordida, para sabrosear aquella suculenta carne.

Inmediatamente después, sin más tardar, tomaría el popote de su bebida para darle un buen sorbo. No fuera a ser que el Cabrón fuera a robarse su bebida también. Por lo demás, permitió que la conversación continuará naturalmente.

Esto... como que la discresión al chico no se le daba, en el poco tiempo que llevabamos allí había llamado la atención tres veces. Suspiró con hastío dando otra pitada al cigarrillo, mirando la hamburguesa a medio comer abandonada en la mesa. El sobre desapareció en su bolsillo casi tan rapido como la muchacha lo dejo. El trato estaba hecho.

-El gatito perdió la última de sus vidas - afirmó exhalando el humo lentamente, y estirando las piernas sobre la silla vecina. Sonrió fugazmente, aquella posición le hacia acordar los regaños de su madre - Dos puntazos, uno en el cuello, y el otro como a un vampiro, se han querido asegurar que no reviviera por si acaso

Cerro los ojos, saboreando el tabaco, los cigarrillos eran buenos cuando uno quería pensar tranquilo, nadie interrumpía a alguien que se deleitaba con un vicio así, el pucho daba cierto aire de respeto. -No fue ningún aficionado el carnicero, y tuvo el tiempo para andar llevando cargas según dicen -

La chica del burger pareció relajarse un poco con las disculpas, y por un momento su sonrisa pareció sincera antes de desaparecer. El sitio parecía cada vez más lleno mientras pasaban los minutos, en algún momento ya no quedarían mesas y el ruido infernal que hacían los niños terminaría de espantarlos del lugar.

Entre las personas que entran al local de hamburguesas hay unos chicos en monopatín, que pasan directamente a una mesa al fondo sin comprar nada. Son unos cinco chicos en total.