Partida Rol por web

 Pocos tenían la oportunidad de decir que habían alcanzado la luz luego de haber vivido en eterna oscuridad, acompañado únicamente por pensamientos vacíos que no comprendían el mundo terrenal como el resto de mortales. Tal vez el pelirrojo había encontrado finalmente su destino, o el destino le encontró a él, pero no había dudas de que su vida había cambiado completamente desde que aquel perfecto le recogió: había renacido.

 Tantas pruebas, tantos errores, tantos fallos que pudieron describirse como dolorosos o desagradables: todo valía la pena para Dante si eso le permitía vivir la vida que el destino le había negado, incluso si eso significaba convertirse en la marioneta de aquel perfecto, en mente y cuerpo…

 -Estaré a tus servicios, Julius… -respondió el hombre en la máquina sin mover los labios, hablando directamente a los presentes con sus latentes poderes psíquicos, mientras se preparaba para sumirse nuevamente en un sueño indefinido y abrir los ojos en su otro yo…

 El Cerdo Rosa, un establecimiento perfecto para pasar el rato sin llamar demasiado la atención más allá de lo que significaba ir a una taberna medio escondida habiendo otras tantas disponibles y sin ser necesariamente más caras o menos agradables. En todo caso, que el grupo acabase viniendo a pesar de que el encapuchado solo se comunicó con uno de ellos, y por la presión que le metió seguramente no le dio tiempo ni siquiera a explicar lo que pasaba, decía mucho de quienes acompañaban a la perfecta: no sabía si para bien o para mal.

 -Lamento haberlos hecho dar tantas vueltas, pero este es el mejor lugar que pude encontrar para reunirnos sin llamar la atención -fue lo primero que dijo el hombre con un tono frío e indiferente, aunque ya sentados el resto podría encontrar a un hombre de rostro redondeado, con rasgos finos y una especie de joyería insertada en el rostro, aunque más que decoración parecían piezas hechas de algún metal extraño. Más allá de eso, y su cabello anaranjado, sus ojos blanquecinos poseían un extraño diseño de círculos, algo ciertamente inusual. -. Soy Virgilio, y a oídos de mi señor llegó información sobre vuestra misión. Fui enviado para unirme a ustedes en la investigación del arca -más directo no se podía ser.

Nos habían "liberado" tras aquella pequeña reunión con la Regente. 

No me gustaron sus acompañantes. Ni el militar, ni mucho menos el bufón. Había algo en su forma de moverse... En él... Que no me gustó nada. Tuve que recurrir a todo mi esfuerzo para que no se dejase ver el escalofrío que me subió por la espalda. ¿Quién era aquel hombre? 

Apenas salimos la Perfecta nos empezó a conducir por una serie de calles hasta llegar hasta un particular hombre.

-Hola, Virgilio -le contesté con una sonrisa-. Me alegra ver que tenemos un nuevo compañero aunque, antes de nada, creo que sería de gran ayuda saber quién es su señor y por qué le han enviado.

Estábamos en Tres Rios, donde habíamos llegado retenidos. Ahora llegaba aquel desconocido para "unirse" a nosotros. ¿Quién era? ¿Quién le enviaba? ¿Por qué aparecía en aquel momento?

-Entiendo y comparto tus dudas, Iria- la pelirroja intentaba catalogar con la mirada al misterioso desconocido. Había sentido aquella presencia psíquica cuando conoció a Luthor hace unos años, en su breve estancia en Tres Ríos, pero si hubiera visto a este chico, lo reconocería al instante; había algo en él que no terminaba de encajar- También tengo que decir a su favor que su "Talento Especial" hace que también tenga una cierta confianza en él; de haber querido, podría haberos dominado mentalmente o algo peor. Sin embargo, aunque sus métodos son algo dudosos, no dudo de sus intenciones. Sin embargo, sería una buena respuesta por su parte que nos diga quién le ha enviado y como se ha enterado de nuestra pequeña "expedición".

Luthor asintíó y se cruzó de brazos. Te escucho...

 -Veo que no escogieron un equipo descuidado para la misión... -respondió el pelirrojo cuando, naturalmente, desconfiaron de aceptar su participación sin conseguir información a cambio, siendo que finalmente el hombre misterioso retiraría su capucha revelando mejor su rostro y apariencia, revelando un cabello anaranjado hasta el cuello, así como una buena cantidad de esas piezas metálicas en las orejas y una cinta en la frente con una placa metálica con una tachadura sobre cuatro líneas paralelas. -. Como bien dice Dama Verith, tengo un don con el que pude haberlos puesto en un apuro, pero esas no son mis intenciones... Soy el servidor de Julius Diavolo, seguramente deban conocerlo: Es el Perfecto que encabeza el negocio de la higiene en la ciudad... Aunque yo no estaría aquí si solo fuese un amante de la limpieza, ¿no? -el tono de Virgilio era neutral, apagado, y su rostro no expresaba nada en particular: aún así, su mirada era penetrante, como si buscase en el interior del alma de aquellos que le mirasen fijamente a sus extraños ojos. -. Es alguien a quién le gusta participar en temas políticos, y luego de enterarse del proyecto del Arca quiso meter mano como bien sabe hacer: enviándome a mi. No me malinterpreten, lo último que quiere hacer es llevarse el crédito por lo que pueda pasar, pero si el Arca es algo que puede afectar a toda la ciudad quiere asegurarse de que acabe bien para ella.

¿Higiene? ¿El negocio de higiene?

Me empecé a reír, de forma clara y sincera. Como una niña a la que hacían cosquillas.

Entre los mandatarios de Puerta del Dragón, la incursión de los de Tres Ríos y, ahora, el de higiene, todo parecía una broma. 

-Perdón... -dije intentando guardar la compostura-. No me he podido contener. Nos alegra disponer de tu ayuda. Aunque veo varios problemas... Nuestra misión viene determinada por las autoridades de Puerta del Dragón y a mí me mandaron como emisaria como alguien neutral, para observar. En la actualidad estamos muy lejos del Arca y, además, con un miembro de otra fuerza política. ¿Crees que te van a dejar acercarte al Arca así, sin más? Por no hablar de, ¿cómo vamos a llegar hasta allí?

Mi tono no pretendía ser escéptico, simplemente dudaba de aquella misión. Parecía haber demasiadas fichas en juego y no todas querían cumplir las mismas normas. 

-Tu Perfecto es bastante conocido, por así decirlo. Ha suministrado material médico a mi hospital durante años, y la verdad es que, después de lo que he descubierto en la Boa Blanca, no me sorprende que también esté metido en el asunto del Arca

-Cuando estuve con Lord Chanatos- antes de hablar Dama Verith se asegura de que nadie os esté escuchando, y a esas horas del día el sitio está bastante vacío y al estar en el piso superior vuestra conversación pasa completamente desapercibida- Descubrí que había echo un trato con Maese Arcturus acerca de un segundo Arca en esta Región. Esta claro que hay mucho más de lo que creíamos en juego, y cuanta más ayuda tengamos, si viene bien recomendada, será mejor para todos. Tras el accidente del Arca de Puerta Dragón... habrá que ir con cuidado. No me creo que el Boa Blanca estuviera "por casualidad" en la zona.

 La reacción de Iria, si bien no seria correspondida por Virgilio ni para bien ni para mal, si que recibiría un gesto del pelirrojo con la mano en señal de que no se preocupase por haberse reído así de su señor.

 -Los perfectos se preocupan muchos por las apariencias... -respondió a la peliazul, siendo que si bien cabría añadir un "sin ofender" para Verith, el pelirrojo no diría nada similar, continuando con su comentario. -. Como bien ha dicho Dama Verith, Julius es reconocido en ciertos círculos como alguien importante, y la imagen de las personas involucradas en el arca podría verse manchada si se corre la voz de que no se le permitió participar en el proyecto, al menos no sin una buena excusa -concluyó, antes de escuchar con atención y curiosidad la revelación dada por la pelirroja, confirmando varias de sus sospechas que seguramente Iria y Luthor también habrían tenido, o al menos eso esperaba... -. Claramente, hay algo más detrás de todo el asunto, y precisamente para eso estoy yo: buscaré los verdaderos fines del arca y sus secretos. Por supuesto, si algo sale mal, podrán argumentar que no estaban enterados de mis verdadero objetivo, aunque si algo saliese mal dudo que ese sea el menor de sus problemas...

-Me alegra tenerte como aliado, Virgilio. Ahora tendremos que pensar en nuestro siguiente paso. Estamos lejos de Tres Ríos, y me intriga lo que hay detrás de todo esto. Quizás deberíamos aprovechar que estamos aquí para reabastecernos y recopilar algo de información. Si seguimos a ciegas, es muy posible que nos llevemos más de una sospecha desagradable, y siendo algo tan grande, lo mejor es estar cuanto más preparados mejor.

El Barrio de la Plaza Blanca empezaba a hervir de actividad. Gente entrando y saliendo en todas direcciones, el olor de la fruta, las verduras y las especias se mezcla con el omnipresente olor de agua salada que llena la plaza. Una niña detiene bruscamente a su padre frente a una tienda de dulces donde ofrecen los famosos rollos de canela de Tres Ríos, además de delicias de caramelo salados y algunas otras fruslerías exóticas artesanales. El padre intenta ignorar a la caprichosa niña, pero esta en respuesta se tira al suelo y comienza a gritar y llorar como si la estuvieran dando una paliza. 

Una mujer, bien vestida y elegante de modales contempla la escena con una media sonrisa en la cara; entra en la tienda de golosinas y sale con uno de los caprichos. El hombre queda fascinado ante el gesto de la hermosa dama, y no atiende apenas a inclinarse en gesto ceremonial ante la generosidad de la mujer, insistiendo en pagar por el dulce.

-Mire a su hija, caballero- la voz de la mujer es apenas un susurro en la calle- Solo por la sonrisa de esa niña ya valía la pena esa pequeña parada. Guarde su dinero para usted, yo ya me siendo agradecida.

El caballero y su hija siguen con la mirada a la mujer, que no abandona su tímida sonrisa mientras continua paseando por la calle con gracia y elegancia. Sus pasos la llevan hasta una pequeña tienda, apartada de los canales principales. Las amplias ventadas dan paso a un escaparate bien ordenado donde se puede ver una colocada exposición de accesorios tanto para hombre como para mujer. Sombreros, bufandas, guantes... todo elegante y bien trabajado.

Un poco más adelante, un hombre embozado en una pesada capa recorre la misma calle, pero este se tuerce por un callejón estrecho. Golpea la puerta con los nudillos en una extraña clave y mira a su alrededor, intentado detectar entre las sombras cualquier tipo de mirada indiscreta. Ni las propias ratas tienen interés en aquel hombre que entra por la puerta de tres cerrojos que da paso a la trastienda de la Boutique de Ninn.

De cara a la galería, es una tienda de complemento para todos los bolsillos. Trabajos impecables de todo tipo de materiales y diferentes tipos de calidad. Desde sencillos sobreros de viajeros hasta los más finos guantes, tan delicados que apenas se nota sobre la piel. El ambiente está perfumado con suaves inciensos y la dueña del local, la siempre agradable Ninn se encarga de atender personalmente a toda la clientela. Es una mujer delgada, más bien bajita, de ojos verdes brillantes hundidos por las ojeras y las arrugas de la edad, sin embargo, sus años de experiencia la permiten ver las necesidades del cliente antes siquiera de que este las conozca.

Al fondo de la tienda, una pesada cortina de raso rojo oculta la trastienda de la tienda, escoltada por un fornido hombretón armado de aspecto serio. Su enorme maza reposa entre sus dos manos, y su rostro de pocos amigos no anima demasiado a preguntar por la parte de atrás de la tienda.

Sin embargo, aquellos que conocen el acceso de la trastienda, aquellos que conocen la clave para entrar, descubren que lo que realmente da dinero a ese negocio es el tráfico de armas. Traídas desde todos los rincones de Sin Fin, se pueden encontrar todo tipo de armas, armaduras, escudos. Exóticas o sencillas. De materiales comunes o las aleaciones más exquisitas. Si se puede construir o comprar, Ninn lo tiene.

Varios hombres de aspecto sospechoso llevan la tienda. Sus dagas bien a la vista en sus caderas por si alguno de sus clientes se quiere poner gallito. Son hombre de trato fácil, y ni siquiera miran de forma extraña a los extranjeros que han encontrado la puerta. Preguntan por lo que andáis buscando y después de echar un vistazo a sus libros de contabilidad, lo encuentran en apenas un vistazo para ofrecérselo a los clientes.

El barrio de las especias era, cuanto menos, el más peculiar de todos. La llamada aristocracia de Tres Ríos la había habitado durante generaciones, y se podía oler en el ambiente de forma invisible como la elegancia y glamour inundaban las otrora calles elegantes por la que habían pasado la creme de la creme de la ciudad.

Para el ojo experto, las cosas no habían cambiado demasiado. Las sonrisas falsas antes enemigos jurados, miradas casuales de amantes secretos, un hombre se gira al cruzarse con el joven que le estuvo fornicando en uno de los muchos baños públicos mientras aprieta con fuerza el brazo de su amante esposa (la cual también a disfrutado de los atributos del efebo) Mascaradas que ocultan las verdaderas razones, secretos que se almidonan en galerías de arte extravagante y estridente.

En una de las zonas habilitadas para las carpas circenses se amontonan niños y adultos para ver un conocido espectáculo de marionetas, el único que es fijo en la ciudad. Cada cierto tiempo cuentan nuevas historias, renuevan sus maravillosas creaciones por otras igualmente espectaculares. Sus historias hablan de tiempos antiguos, anteriores a la Guerra de la Diosa, de las historias que se cuentan (y las que no) de la Segunda Guerra, y en pocas ocasiones traen noticias del mundo en forma de comedia sarcástica.

Un poco más allá de la carpa de marionetas podemos ver a un artista sin inspiración, frustrado por su bloqueo. Intenta encontrar a su musa, pero estas le son esquivas a la par que caprichosas. Uno de los aristócratas de la ciudad le ha dejado un gran bloque de crista para que esculpa sobre él la más refinada y elegante de las formas; pero aunque el cristal posee vida y brillos propios, el artista no se ve capaz de trabajar sobre la superficie puesto que no concibe que puede hacer con semejante trabajo.

A la entrada de la sencilla casa, su mujer, artista también, se dedica a la venta de materiales exóticos. Algunos tienen forma elaborada, tallados con gusto exquisito, pero otros simplemente son los restos de obras anteriores que simplemente no quieren desechar y por lo que apenas piden una suma significativa por ellos.

-Las mejores espadas de la ciudad, acero de damasco traído de las minas del Norte- un joven aprendiz de herrero grita en una de las calles del puerto en un intento de atraer a nuevos clientes o simples curiosos- Acero de calidad señores, porque nunca se sabe donde se puede encontrar problemas.

En realidad, el muchacho es un simple ratero reformado. Su historia es tan trágica como común en la ciudad. Sus padres murieron por una extraña enfermedad hace siete años, cuando él apenas contaba cinco años. Solo, perdido, hambriento, fue reclutado por una de las bandas de Baja ciudad. El chico tenía dedos largos y rápidos y una complexión adecuada para ser un carterista. Hace dos años, tuvo un desafortunado encuentro con la guardia de la ciudad, robó del bolsillo de un hombre poderoso que le detuvo con su poder psíquico; el castigo fue tan brutal como desmedido, los soldados se ensañaron con las manos y brazos del pobre chico hasta dejarle apenas unos muñones ensangrentados.

Cuando deseaba su muerte por su propia mala suerte, los dioses le ofrecieron una salida. Una mujer pelirroja se apiadó del chico y le llevó a uno de los hospicios de la ciudad. Ella estaba de paso, y no tenía tiempo para cuidar al muchacho, pero lo dejó en las mejores manos. Tardó varias semanas en curar sus heridas, y casi un año hasta volvió a tener movilidad en los brazos, aunque con terribles secuelas.

Se juró que no volvería al mal camino, y se esforzó enormemente por encontrar un trabajo legal. Era un chico joven, de sentidos despiertos, que aprendía rápido y se movía con agilidad por las calles de la ciudad. Solicitando trabajo en cada taller, tienda, herrería, posada, taberna, el joven encontró al que ahora llama maestro pero que casi podría ser la figura paterna que necesitaba. Su maestro puede ser un hombre rudo, de trato difícil en ocasiones, el fuego de su fragua le ha convertido en un hombre osco y parco en palabras, pero sus cliente apenas hablan con él, puesto que su aprendiz se encarga de cerrar todos los tratos. Durante su tiempo en la calle aprendió el arte de negociar con los clientes, y siempre consigue un muy buen trato (normalmente beneficioso para su maestro)

Desde que el chico trabaja en la Orfebrería de Thelran, el negocio a prosperado enormemente.

Casi a las afueras de la ciudad, cerca de la entrada de la ciudad, se ha montado un gran revuelo. Hombres, mujeres; adultos, niños, Humanos y Perfectos. Todos hablan del comerciante enmascarado que ha llegado con su extraño vehículo. Sus maneras son exquisitas, sus materiales extraños y poco comunes. Sus precios, más que razonables, una sana competencia con respecto a las tiendas locales.

Algunos dicen que este extravagante comerciante viaja por todo el mundo, y que tiene el poder sobrenatural de estar en el momento que el quiere donde exactamente el quiere. Ningún guardia ha sido capaz de darle el alto, ninguna ciudad le ha prohibido jamás el acceso. Donde aparece este comerciante, la prosperidad llega como por arte de magia, y cuando se va, deja un vacío en los bolsillos y en los corazones que pocos son capaces de llenar.

Guiados por los extraños rumores, os acercáis al punto donde habéis oído que se encuentra tan peculiar comerciante.

Lo primero que veis es una marea de curiosos en torno a un vehículo que para algunos es familiar. Es extraño y divertido a partes iguales y aunque muchos de los curiosos son clientes que están haciendo buen uso de las mercancías, si tenéis tiempo para echar un vistazo a su interior. Las estanterías siguen estando exquisitamente colocadas, con una precisión que roza lo obsesivo, pero en esta ocasión los estantes están mucho más llenos. Hay mercancías nuevas y el stock es mucho mayor que cuando lo visteis en Puerta Dragón.

En su interior, el siempre ajetreado hombre de la máscara atiende con precisión a cada uno de los clientes, ofreciendo sus preciosas mercancías como si se trataran de las más exquisitas de las adquisiciones. Tenéis que esperar un buen rato para que el hombre os pueda atender correctamente, pero incluso detrás de la máscara, sus brillantes ojos os reconocen al instante. Tarda un momento es despachar a un hombre enorme de aspecto extranjero que lleva una espada descomunal a su espalda para poder haceros finalmente caso.

-Mis queridos viajeros de Puerta Dragón- el hombre de la máscara se sigue moviendo constantemente mientras ordena con mimo las mercancías en el interior- Veo que vuestro periplo os ha traído a esta ciudad. Maravilloso. Maravilloso. Tres Ríos ofrece tantas oportunidades, tantas maravillas exóticas. Mirad, mirad. He cambiado tres pociones de salud por unas maravillosas hierbas curativas.  He conseguido suministros nuevos, medicinas más potentes. Y rumores... rumores tan interesantes que harían sonrojar incluso a la siempre recatada y refinada Regente. Que gran mujer, y que gran clienta. Precisamente mañana tengo cita con ella en la corte. No quiero alardear de contactos... pero...- tras la máscara se dibuja una mueca pícara y divertida- En fin, mis queridos clientes, con que maravillas os puede deleitar este humilde comerciante antes de que mi camino me lleve a un nuevo y emocionante destino.

Luthor contempla con interés al extraño. Por alguna razón, Verith parece confiar en él, lo cual, hasta cierto punto, es tranquilizador. Aunque, por otro lado, también parecía confiar en el tal Arcturus, que probablemente era no era más que otro Perfecto... hijo de perra. ¿Con que un trato con el simpático General Chanatos?

-Todo este asunto del Arca huele a podrido más incluso de lo habitual -murmuró tras su máscara-. Estoy en deuda con vos, Dama Verith, pero mi consejo es que huyamos de aquí cuanto antes, y cuanto más lejos mejor. Por mi parte, pueden volar todos en pedazos, ya sea por sabotaje o por accidente.

-¡Luthor! -exclama Lyra- ¡Hay vidas inocentes en juego!

-Entre ellas, las nuestras -replica-. Has visto quién estaba detrás de la Regente, ¿verdad?

Lyra guarda silencio. Ella era más pequeña, pero había sufrido en sus propias carnes la crueldad de Máscara de Sombras; la mera mirada de aquél individuo bastaba para helarle la sangre en las venas.

-El extraño bufón que vimos en palacio es un Perfecto llamado Máscara de Sombras -explica Luthor. A pesar de que su gesto permanece impasible, su voz se quiebra levemente, y baja sustancialmente el volumen, cuando pronuncia el funesto nombre-. Al menos, cuando yo lo conocí se hacía llamar así. Es un ser más abyecto y despreciable de lo que la mente humana pueda concebir. Probablemente más incluso de lo que la mente de la mayoría de los Perfectos pueda concebir.

Mira a Verith de soslayo ¿a modo de disculpa? antes de proseguir:

-Su maldad no conoce límites. No tengo ninguna prueba que me permita asegurarlo, pero estoy convencido de que nos ha reconocido. Ni siquiera me extrañaría que estuviera directamente involucrado en nuestro traslado aquí, al que por otra parte no encuentro demasiado sentido... -añade, pensativo- ¿Por qué no matarnos? ¿Por qué tomarse la molestia de traernos hasta Tres Ríos, para luego soltarnos, así, sin más?

-Está claro que somos peones en el esquema de alguien -en esta ocasión, su mirada se dirige a Virgilio, que probablemente también podría haberlos matado, o conducido a una emboscada, de haberlo deseado-. No sé de quién, ni qué papel se nos ha asignado. Ni me importa. Sugiero poner los pies en polvorosa.

Lyra permanece cabizbaja, pensativa, durante la alocución de su hermano.

-Luthor, no podemos pasarnos la vida huyendo -levanta finalmente la mirada-. ¿Hasta cuándo vamos a continuar con este juego? ¿Hasta que él se canse de darnos caza y decida acabar con nosotros? Si lo que dices es cierto, tan solo estamos vivos porque él lo ha dispuesto así. Acabemos con esto, Luthor. De una forma u otra.

El silencio se prolonga durante unos segundos. Lyra ya no es una niña. Y tiene razón. Probablemente no puedan hacer nada contra el taimado hechicero; hasta cabe la posibilidad de que esta reacción forme parte de sus cálculos. Si desde el principio ha sido su destino sucumbir como parte de una broma macabra, ha llegado la hora de afrontarlo. O, si salen victoriosos, de que el despreciable bufón pague por sus crímenes.

-De una forma u otra -asiente tras la máscara.

-No sabemos gran cosa sobre el Arca -aclara en dirección a Virgilio, resumiéndole la historia-. Hubo una explosión en la comarca, y a Verith le encargaron investigar la posible relación con el dispositivo, así como si se trataba de un accidente o un sabotaje. Fuimos a inspeccionar el lugar, y tuvimos que lidiar con un Bogimoray que se estaba alimentando de las fugas. Apareció otro. Las tropas de Chanatos se encargaron de él, y de nosotros. Fuimos capturados y escoltados al interior del Boa Blanca, donde, tras un breve interrogatorio, nos han traído hasta aquí. Verith ha conseguido averiguar que Chanatos tiene (o cree tener) a la Regente bajo su control. El plan, por lo visto, es apoyar a Puerta Dragón contra Nueva Alexandría para luego declararles la guerra. No sé qué demonios pintamos nosotros en todo este embrollo, pero si vamos a involucrarnos, deberíamos recopilar toda la información que podamos sobre qué está ocurriendo en realidad.

-¿Qué sabes tú? -inquiere al desconocido-. ¿Cómo has llegado hasta aquí?

Como residente sabes que los llamados "Indultos Reales" son bastante comunes en la ciudad. Ladrones, contrabandistas, espías... mientras que en otras ciudades son condenados al exilio en juicios rápidos, aquí se los perdona con bastante facilidad. Es más, hay todo un distrito destinado a acoger a delincuentes de otras ciudades: aquellos que han sido condenados al exilio o buscados por las autoridades (solo Humanos, y NUNCA delitos de sangre y odio) son acogidos con los brazos abiertos por Regente Milla.

 El pelirrojo asentiría al punto de vista de Verith, así como las sospechas de Luthor con respecto al arca, mas no así a la opinión de este último sobre lo que tenían que hacer. La huída no era una opción para Virgilio, no de momento, y por suerte allí estaba presente aquella chica para hacer recapacitar al seguidor de la perfecta.

 El intercambio entre el enmascarado y su acompañante le permitió a Virgilio saber más sobre ellos: sus motivaciones, sus ética, sus sentidos del honor, sus problemas… Sería mentira decir que la existencia de alguien cuya maldad era inconcebible para otros perfectos no era de su interés, pero la experiencia le había hecho entender que los humanos tendían a exagerar: además del arca, ahora tendría que investigar sobre el tal Máscara de Sombras, aunque lo primero era lo primero.

 -No se mucho más que ustedes, si es lo que te preguntas… -respondió a Luthor luego de que esté compartiese la información que tenían sobre lo sucedido, y su experiencia durante su misión. -. Solo se que algo que nunca se toman las suficientes precauciones con proyectos que se guardan con tanto secreto. Me he reunido con ustedes precisamente para investigar de qué se trata realmente, y entender a quienes beneficiará realmente el arca y cómo -sin haber tomado ni un solo sorbo de su cerveza, Virgilio se levantaría dispuesto a empezar a marchar por la ciudad, no sin antes responder a la última duda del enmascarado. -. No hay misterio: crecí aquí…

 Así, se dispondría a guiar al grupo por lugares de interés donde podrían conseguir equipamiento y provisiones, enseñando que ciertamente parecía una persona más de aquella ciudad al saber por dónde moverse o que hacer para conseguir cosas de utilidad, aunque en su caso no parecía tener intenciones de comprar o solicitar nada en ninguna tienda, a excepción de aquella última, la cual más que llevarlos él a ella parecía que había venido ella a el grupo a modo de visita a la ciudad.

El grupo se ve en presencia de un excéntrico vehículo con un vendedor aún más excéntrico. La mayoría de sus palabras entran por un oído de Virgilio y salen por el otro, como si estuviese acostumbrado a tratar con vendedores que usaban las palabras para atrapar a compradores despistados y hacerse con mayores cantidades de dinero, pero eso no significaba que no prestaba atención a lo que era verdaderamente importante…

 -Quiero esto… -le dijo al vendedor mientras tomaba dos medicinas mejoradas, sacando el dinero necesario para entregárselo. -. Hmph... Deja Vu...

 A pesar de que parecía que aquel vendedor podía tener información y mercancía valiosa, no parecía del tipo de personas que contase todo sin algo de igual valor a cambio…

 -Esos plumones de ángel… ¿Qué es lo que pide por uno de ellos? -preguntó.