Partida Rol por web

La misma noche del mensajero puedes volver a sentir la familiar presencia de Deus en tu mente; aunque esta no te reconforta como en otras ocasiones.

Como un ser de pura emoción, no puede esconder sus propias sensaciones, y sabes que está entre desconcertado y preocupado.

No necesitas preguntar para que el mismo te responda proyectando imágenes en tu propia mente.

Al poco de vuestra llegada a la Base, todo el Plano Psíquico se llenó de una señal que solo las criaturas más sensible podrían percibir. No era un grito de auxilio, o un grito convencional, pero podía sentir el dolor, la angustia, el terror, oleadas de negatividad que sacudían todo el plano como una impresionante explosión psíquica.

No fue demasiado difícil seguir el rastro; era como un faro brillante en la noche más oscura. La distancia era enorme, pero en El Otro Lado, el tiempo y la distancia son conceptos poco relevantes. En poco menos que una idea estaba en la ciudad que los humanos conocen como Norsca, en un rincón apartado donde se había iniciado la llamada.

Curiosamente, Deus no había sido el único en responder a la misma; otros como él estaban allí reunidos. Curiosidad, miedo... todos habían sido atraídos a ese punto como polillas a una llama. Pero, por desgracia, ninguno de ellos podía encontrar el origen de aquella extraña "llamada".

Dado que carecían de forma física, y aquello era un suceso tan inusual como sospechoso, Deus y algunos de sus semejantes decidieron investigar por su cuenta usando los medios que tenían a su alcance. Otros Humanos y Perfectos dotados podían percibir la presencia de las entidades psíquicas, y al igual que ellos, estaban inquietos por lo que habían pasado, pero también estaban perplejos y confusos.

Sin pistas durante dos días, algunos de los entes abandonaron la investigación.

Pero Deus era paciente, y estaba al lado de un viejo "amigo" conocido por su astucia y perspicacia. Entró en contacto con una humana, una chamán que había estado tan cerca de la muerte que había desarrollado un sexto sentido excepcional. Fue ella quien dio con la clave de lo que estaban buscando.

Sumando sus poderes de videncia al poder psiónico de las sombras, pudieron recrear lo que les había llamado la atención. Alguien, o algo, puesto que incluso entre las visiones quien fuera era capaz de convertirse en una sombra, había atacado a una mujer aprovechando el amparo de la noche. Eso sucedía a menudo por todo el mundo, y no debería haber despertado esa llamada. Pero lo que hizo ese ser no terminó con una simple agresión. No solo la forzó entre las sombras, usó poderes psíquicos de formas retorcidas y atroces para torturar no solo su cuerpo y su mente, destrozó por completo su propia alma hasta su último aliento; y cuando su víctima expiró, se llevó un trofeo.

Sus manos.

La guardia de la ciudad estaba tan sorprendida como perpleja por lo que había pasado, pero ni siquiera se molestaron en investigar el caso. La mujer había quedado destrozada en una masa irreconocible, y su espíritu atormentado poca información podría aportar para ayudar a esclarecer su muerte, por lo que decidieron cerrar el caso y olvidarse, rezando a los Dioses del Norte porque el asesino no volviera a atacar.

La pregunta de Deus estaba en el aire, y se había corrido como la pólvora por todo el Plano Mental. ¿Quién haría algo así, y que motivos lo movían?

Luthor observa el cielo por encima de sus cabezas. No quedan más que cuatro días para llegar a su destino. Tal y como les había comentado a sus compañeras durante una de las comidas, no había detectado ningún tipo de sortilegio o escucha en sus camarotes. Eso no significaba, por supuesto, que no pudieran espiarlos por medios convencionales, pero tampoco se le ocurría ninguna razón para hacerlo. Al menos a él, que al fin y al cabo no tenía gran cosa que ocultar.

Todo ese asunto de la guerra le traería sin cuidado, de no ser por la incómoda sensación de que, de alguna manera, se encuentran cerca del ojo del huracán.

-¿Qué demonios pueden querer de nosotros? -reflexiona en voz alta-. Por más vueltas que le doy, no acierto a comprender qué demonios estamos haciendo en este barco: ¿por qué Tres Ríos habría de enviar su flota al Arca? ¿Acaso son ellos los responsables del sabotaje? ¿Ante quién nos llevan, y para qué? ¿Hay alguien por encima de la regente? ¿Qué diablos está haciendo ella aquí? Me preocupa que ella no llegue a puerto y pretendan culparnos a nosotros...

Debería existir algún medio de saber qué demonios está ocurriendo en este barco...

Me alegré mucho de que nos dejasen salir de aquella zona, aunque me alegré más de ver el mensaje de mi amiga. No me alegré tanto por las noticias y por no poder mandarle un mensaje de vuelta. 

Parecía que la situación en Puerta del Dragón no era muy positiva.

-Tal vez fueron ellos los que sabotearan el Arca. Y tal vez por eso nos han retenido, para evitar que se pueda reparar. Por lo que sé, Tres Ríos estaría interesado en que Puerta del Dragon ganase contra Nueva Alejandría, ya que lo como un gobierno más débil e inestable... Tal vez creen que podrían aprovecharse de esto.

Después escuchamos el Arpa y aquella seguridad. Por eso, en un momento de soledad con mis compañeros, les conté lo que sabía:

-La regente de Tres Ríos es una gran arpista... No la conozco personalmente, pero las habladurías dicen que es solo una marioneta. ¿De quién? ¿No lo tengo claro? 

-No soy hombre de ciencia -se lamenta-, pero tal vez alguien más versado que yo pueda deducir el rumbo a partir de la posición de las estrellas. Por lo que he podido deducir de las líneas Ley, juraría que todo el tiempo hemos avanzado hacia el Este, hacia Tres Ríos. Lo cual, por otra parte, concuerda con lo que nos han dicho...

Escucha con interés la música que proviene del otro lado de la puerta. No es, ciertamente, su estilo, pero ha de reconocer que la ejecución es hermosa, y decide aplaudir cuando esta termina. Es, por un lado, un gesto de agradecimiento hacia la intérprete (de cuya identidad tiene poca duda), así como una posible forma de llamar su atención...

La Dama Verith se sentía como si estuviera de vacaciones. No había nada más que hacer en ese barco, tan solo comer, beber y dormir, de manera que hasta la conversación con sus compañeros no daba tampoco mucho más de sí. La pelirroja por tanto intentó relajarse y hacer que su psique se estabilizara, algo necesario para el futuro inmediato.

Fue una buena noticia que las medidas de seguridad se relajasen a bordo, de manera que los retenidos ya eran oficialmente turistas de aquel crucero que tenía bajo su mando el general Chanatos, el cual era denominado como Lord, mientras que para la Perfecta no dejaba de ser un rotundo imbécil.

Varios fueron los paseos que Verith realizó sobre la cubierta. Tanteó alguna charla con la tripulación, pero ante las expectativas de no hablar, se le pasaron las ganas de continuar intentándolo. 

Novedad fue la llegada de un pájaro hasta uno de los árboles de cubierta, una criatura de color celeste que reflejaba ser antinatural, comprendiendo la Dama que no era un ave común y por tanto, no había aún tierra cercana. El bello ser se posó en Iria y le transmitió un mensaje que la pelirroja escuchó con determinación.

- Vaya, Saber no es muy bueno haciendo amigos... - Dijo Verith ante las nuevas revelaciones - Un rebelde, con lo impertinente y soberbio que era... No durará mucho... Bueno, tampoco se perdió gran cosa... - Los comentarios sobre Arcturus hizo que la Dama atendiera más en aquella parte del mensaje - Primero lo del Arca, ahora lo del Gremio de magos... No es mala idea permanecer alejados de Puerta Dragón, si no fuera porque se va a gestar un conflicto político lo suficientemente grande como para provocar una guerra... - Y ahí venía su dilema moral. No quería que nadie más muriese como consecuencia de malas decisiones.

A la mañana siguiente llamó la atención del grupo el sonido de un arpa, aunque la persona que la tocaba estaba en una estancia cerrada y custodiada por guardias. No merecía la pena intentar cruzar el umbral del sitio. Estaba prohibido y absurdo transgredir las normas cuando estaban ganando confianza en sus captores.

La Dama había estado soñando con Deus y las sensaciones que su compañero le invocó en la noche, quiso compartirla con sus humanos - Ha habido una llamada psíquica en Norsca... Alguien o algo ha agredido a una mujer de forma cruel, sobre su cuerpo y mente, llevándose sus manos como trofeo... Eso es algo raro, desde el punto de vista de mi poder, no tiene lógica el suceso, hacer algo así debe tener alguna mala motivación... - Explicó la mujer a sus compañeros de travesía.

Luthor sin embargo estaba preocupado por saber qué pretensiones tenían los del barco e Iria les decía que la regente era una gran arpista, tan solo había que unir cabos - Si queréis investigar, podemos intentar colarnos en algún camarote. Deduzco que el lugar donde estaba sonando el arpa era donde está la regente. ¿Queréis que vayamos a hacerle una visita?... Ahora mismo es marioneta del general, pero podría intentar usar telepatía contra ella y ver si hay algún hilo que se nos haya escapado de esta historia. ¿Qué opináis?

-¿Por qué "contra ella"? -pregunta intrigado- ¿Por qué no limitarse a charlar? Si no me equivoco, Chanatos tiene planes para todos nosotros... Aunque tal vez no se lo expondría en esos términos. Al menos, no hasta saber de qué pie cojea.

-Espero que lo de las manos no esté relacionado con el arpa -masculla, mientras continúa con el aplauso. Tal vez las suyas también corran peligro...

El viaje transcurrió sin problemas aparentes; os mantienen en un buen estado y aunque la compañía empieza a ser un poco tediosa por parte de la tripulación parece que finalmente llegáis a alguna parte.

El marinero que ha estado haciendo las veces de ayuda de cámara para vosotros os invita a que uséis la plataforma por la que habíais ascendido para elevaros un piso por encima de vuestras cabezas hasta lo que parece una plataforma panorámica. Os indica una dirección y cuando miráis hacia allí descubrís las hermosas vistas de Tres Ríos.

Desde vuestra posición podéis ver las maravillas de la ciudad costera. Barcos de todo tipo que entran y salen desde sus diferentes puertos, ya sea por mar o por los ríos navegables que recorren la ciudad. Os llega el fuerte olor a mar y pescado y los ruidos de una ciudad con una gran actividad inundan el ambiente en la lejanía. Incluso a esa hora del día notáis una cierta magia envolviendo la ciudad con unas luces arco iris que la dotan de una especial hermosura.

El Boa Blanca recorre la costa hasta llegar a una de las entradas de los canales. En todo momento estáis acompañados y cuando finalmente atraca en un puerto interior que parece privado, tanto el marinero como tres soldados os piden con educación que les acompañéis. Al final del barco podéis ver claramente la altiva y arrogante figura de Lord Chanatos, acompañado de su escolta personal. Un poco más lejos de vosotros se encuentra un pequeño cónclave de hombres con túnicas blancas que parecen acompañar a una figura femenina, aunque no llegáis a verla completamente. Aunque hacéis amago de acercaros, los guardias os detienen en seco y os repiten que les acompañéis.

Si las vistas desde el barco eran hermosas, desde tierra la ciudad es mucho más espléndida. No solo tiene tres canales que abastecen de agua toda la ciudad, está cuajada de fuentes, canales, arroyos artificiales, frondosos parques de verdes hojas; incluso algunas callejuelas han sido diseñadas para canalizar el agua en forma de pequeñas cascadas que atraviesan escalones. El sonido relajante del agua al fluir os inunda los sentidos y sentís una paz apaciguadora. Aunque el ruido de la ciudad os llega de fondo, este es apagado por los sonidos de los arroyos; muy poca gente parece moverse por esta zona, y todos llevan elegantes ropajes con la moda de varias ciudades que podéis reconocer fácilmente: los altivos y recargados vestidos de Nueva Alexandria en blanco y oro, los funcionales atuendos de la nobleza de Puerta Dragón, incluso algunos sencillos ropajes de Golden Ash Tree.

Los soldados os llevan por las calles haciendo las veces de improvisados guías turísticos: aunque ninguno sois nuevos en la ciudad, jamás habíais visto ese barrio. El guarida os explica que se trata del distrito del palacio, una parte que no está abierta a visitantes ocasionales y que solo Su Excelencia, el General y unos pocos emisarios tienen permitido entrar en ella. Después de dar un rodeo bastante amplio, os llevan a la parte central de la ciudad, conocida como la Plaza Blanca, donde está el impresionante edificio de la corte.

El Palacio en sí es bastante bonito: fachada de blanco prístino con varios arcos adornados con enredaderas que dan unos frutos de un color rojo brillante y una entrada a la que se accede atravesando una pequeña plaza con canales de agua a varios niveles y estatuas de un blanco brillante con figuras de personajes de la antigüedad.

El interior es tan espectacular como la Sala del Consejo de Puerta Dragón. Tres Plantas de altura desde donde se han colgado los pendones azules con el emblema de la ciudad, altísimas columnas que sujetan un techo abovedado y enmarcan unas cristaleras que inundan de luz un interior diáfano y elegante. Desde la entrada hay una alfombra de color celeste que llega hasta el otro extremo de la sala, donde se ha colocado un elegante trono de respaldo en forma retorcida rematado con el emblema de la ciudad tallado en la propia madera. La sala está a rebosar: soldados pertrechados y preparados en perfecta formación militar; un pequeño ejército privado que mantiene la mirada al frente sin inmutarse. Casi al final, un pequeño grupo de túnicas blancas, y algunos hombres vestidos con trajes de nobles; mantienen una posición mucho más relajada, pero siguen con las miradas fijas al frente.

Sentada en el trono está la que claramente podéis identificar como la regente, una mujer elegante en forma, presencia, de rostro endurecido pero amable al mismo tiempo.

Mantiene la mirada fija en vosotros, pero su gesto es completamente neutral. Una máscara inescrutable que no muestra emoción alguna, muestra de la educación férrea a la que ha sido sometida. A su derecha está Lord Chanatos, firme y seguro, con la mirada al frente y rostro serio, sus manos a la espalda y una enorme espada asomando por su impresionante cuerpo. A la izquierda, y un poco más atrás, un hombre extraño, que solo uno de vosotros acierta a reconocer.

A simple vista parece un bufón, con una extraña máscara de sonrisa siniestra y ojos brillantes que mira en todas direcciones de manera errática. Vista en colores oscuros, en contraste con el blanco que reina en toda la sale y parece desprende un extraño halo de oscuridad que hace que incluso las sombras a su alrededor parezcan vibrar. Aunque está quieto en un mismo sitio, se le nota que no es una posición natural para él y le cuesta encontrarse cómodo, moviendo los brazos de una posición a otra como si no supiera que hacer con ellos mientras cambia nerviosamente el peso de su cuerpo de una pierna a otra.

Cuando estáis a unos cinco metros del trono, el guardia que os acompaña o susurra que os detengáis.

- En esta cámara reunimos nuestros sueños, nuestras esperanzas y toda nuestra dedicación- la mujer no necesita alzar la voz para que se la oiga con claridad, su discurso tiene aplomo y seguridad y está acompañado de los gestos mínimos- No apartaremos nuestro brillante rostro de nuestro sombrío reflejo en el agua mansa, ni sucumbiremos a la apatía. Tres Ríos existe para que el Poder conviva en armonía con la paz y la tranquilidad.

- Como muestra de que nuestro poder está destinado a la paz, libero a nuestros visitantes. Antes eran prisioneros, pero ahora son libres.

-Viajeros, podéis iros- con estas palabras da por finalizado su discurso y se retira hacia la cristalera a sus espaldas, seguido de cerca de Lord Chanatos y el extraño bufón. A vuestras espaldas, un par de soldados han abierto ruidosamente las puertas de la entrada, en un claro gesto de que os invitan a que abandonéis el lugar. 

No es casualidad. Obviamente, no es casualidad. No puede serlo. Él me ha visto. No solo sabe que estamos aquí, sino que, con toda seguridad, ha tenido algo que ver. ¡Tranquilo! ¿Vale? Ha dicho que somos libres, ¿no? ¡Pues vámonos! Cuanto antes. Y cuanto más lejos, mejor. Puerta Dragón ya no es seguro. ¿A cuántos de ellos tiene ya bajo su control? ¿Pertenezco yo a ese selecto club? En cuanto de mí dependa, ¡no pienso quedarme a averiguarlo! Debo hablar con Verith lo antes posible...

Tres Ríos, la ciudad de los Canales.

Para muchos es una ciudad de ensueño; sus fuentes arrullan cada mañana a sus habitantes y sus canales mantienen la ciudad con una energía especial. Una ciudad en constante movimiento, puesto que es el principal puerto comercial del continente. A diario recibe las más ricas de las mercancías y también las más exóticas.

Esta ciudad fue destruida y capaz de redescubrirse a sí misma, lo que la confiere un aire mágico que inspira a poetas y artistas.

Pero para Dante, esas maravillas son solo parte de su prisión. No puede disfrutar de las fuentes, de los canales, del olor a mar mezclado con especias...

Cuando conoció a Julius Diabolo las cosas fueron a mejor. El Perfecto le enseñó a usar sus impresionantes poderes psíquicos y a ver el mundo a través de los ojos de los demás. A pesar de estar encerrado en su propia prisión de carne, descubrió el mundo, y era hermoso. También era un mundo sucio, lleno de secretos y mentiras, de engaños, de muerte. La pantomima de la magia de las fuentes quedaba atrás al descubrir cuan malvada podía ser la gente.

Y aun así tenía un mundo por descubrir.

Un mundo que rápidamente se quedó pequeño, puesto que seguía limitado a su prisión de carne.

Y entonces llegó Sarah.

Tenía una energía especial. Pocos límites, una mente ágil y curiosa. La adora sobre todo porque fue ella quien liberó a Dante de su prisión de carne y le dio alas para volar. Las primeras no eran bonitas, tenían defectos, eran torpes y bastas, pero gracias a la magia y conocimientos que iba adquiriendo, las marionetas iban mejorando.

Y cuanto más mejoraban, más las usaba el propio Julius para sus propios planes.

Todo en esta vida tenía un precio. Y Dante acababa de descubrir que el suyo era la servidumbre.

El Perfecto tenía un floreciente negocio, algo sencillo pero útil, que tenía la extraña capacidad de adelantarse a las necesidades de sus clientes. Justo antes de una plaga sacó al mercado un jabón especialmente eficiente para la higiene; un brote de ladillas en los burdeles locales, un limpiador de la zona íntima; empieza una guerra, suministra gasas y material médico casi en exclusiva.

Dante no solo era su emisario y su mensajero. Julius era un hombre increíblemente reservado que apenas salía de casa. Y alguien debía encargarse de sus negocios. Y de la competencia.

Amenazas, extorsión, chantaje. Asesinato.

Eso era ahora la vida de Dante. Y la verdad es que no estaba nada mal.

***

Hacía ya un par de semanas que Julius no hacía llamarte en tu otra forma. Por alguna extraña razón estaba especialmente meditativo desde que la Guerra entre Puerta Dragón y Nueva Alexandria había tomado un giro inesperado.

El famoso Arca estaba siendo un tema del que todo el mundo hablaba, y al parecer el Perfecto estaba esperando al momento indicado para poner sus impolutas manos en ese asunto. Con todo, ese tiempo de espera te estaba irritando. Desde que Sarah te trajera su último modelo, habías aprendido a disfrutar del mundo, y aunque se te permitía usar el cuerpo para tu vida cotidiana, al Perfecto no le hacía especial gracia que lo lucieras de cualquier forma si no era por motivos de trabajo o alguna mejora.

Cuando por fin se puso nuevamente en contacto contigo fue más brusco que de costumbre. Parecía urgente.

Entró en el cuarto donde mantiene tu cuerpo en perfecto estado, abrió las cortinas de par en par e hizo entrar a las gemelas Rose y Blue para que lo dejaran todo preparado.

Tenía un encargo para tí.

-Al fin a llegado el momento en que nuestra pequeña empresa tome un giro- era extraño que hablara a tu cuerpo postrado, normalmente usaba su propio talento psíquico para hablarte directamente a la mente, lo que hacía que la situación fuera aún más extraña- Vas a hacer un trabajo para mí, Dante, uno muy especial.

-Dentro de unas horas, en la Sala de la Regente, un grupo de extranjeros saldrá tras recibir un indulto real. Estos "viajeros" están especialmente relacionados con el Arca. No son conscientes de hasta que punto sus acciones son importantes para el Continente, puede que para el resto del mundo.

-Una de ellas, la Perfecta pelirroja, es una poderosa psíquica. Entra en contacto con ella, concierta una cita lejos de miradas indiscretas. Únete al grupo. Mantenme informado.

-Es importante que esos... humanos- siempre que pronuncia esa palabra tiene una leve arcada; sabes que los considera una fuente de gérmenes e infecciones, pero no por eso duda a la hora de usarlos para sus propios planes- Investiguen a fondo el Arca. Mi visión no me permite llegar a ella y eso no puede ser bueno. Se mis ojos y mis oídos una vez más, Dante. Usa tu talento para ser una extensión de mi... haz aquello para lo que has nacido.

Salís de la Enorme sala con una exhalación. El aire dentro de la sala, a pesar de la multitud allí congregada, estaba bastante limpio y se mantenía ventilado, pero sentíais el peso de las miradas sobre vosotros y salir a la plaza casi resultaba un alivio.

Antes siquiera de que pudierais decidir sobre vuestro próximo paso, algo llama la atención de Dama Verith.

Ni siquiera responde cuando cierra los ojos para concentrarse. Solo hace un gesto para que guardéis silencio.

Escucha con claridad una voz, pero la escucha en su mente. Ese santuario sagrado vigilado por sus propias defensas mentales. Dice que es un amigo.

No siente miedo o duda cuando sale disparada en la dirección que le dice la voz en su cabeza, sin dudas, como si conociera a la perfección la ciudad que solo había pisado en dos ocasiones.

La Perfecta os lleva por callejas transitadas hacia la zona del puerto. Los puestos del mercado están en su máximo apogeo y llevada únicamente por su instinto, la Perfecta no es consciente de por donde pisa, atropellando en su camino a cuantos se cruzan con ella.

Gira por una esquina. Por otra más. La Plaza Blanca queda atrás y llegáis al puerto. Las amplias calles llenas de canales son rápidamente sustituidas por calles angostas aunque bien iluminadas. Algo en vuestro interior os dice que os estáis dirigiendo a una trampa, pero cuando estáis a punto de hablar la Perfecta os hace callar y acelera aún más el paso.

Llegáis hasta la puerta de una taberna; el Cerdo Rosa. El cartel está sucio, los cristales podrían estar mejor, y está claro que la clientela no va allí porque esté en un sitio accesible. La posada en cuestión está situada en un callejón por donde el agua de uno de los muchos canales fluye libremente inundando casi la totalidad de la calle. Para entrar a la posada en cuestión solo tenéis un pequeño acceso seco por el que tenéis que pasar de uno en uno.

Aunque el exterior es bastante cutre, el interior es sorprendentemente acogedor. El interior resulta ser un pub bastante amplio, con vigas de madera ennegrecidas sujetando una segunda planta, suelo de madera bien cuidado y unas pocas mesas dispersadas de manera ordenada. En una de las paredes una gran chimenea decorada con el escudo de Tres Ríos empieza a calentar el ambiente del salón donde unos pocos clientes hablan con voz tranquila y volumen moderado sobre la vida y sus esperanzas. Una gran barra de madera con un hombre de piel blanca como la leche atiende desde detrás a unos pocos parroquianos, ayudado de una mujer de avanzada edad con unos pechos imposibles embutidos en un vestido ceñido. Lyra va a hacer el gesto de pedir algo para beber, pero la Perfecta nuevamente la interrumpe, os indica unas escaleras ocultas en las sombras del fondo de la sala y os indica que subáis.

En el piso superior las cosas están un poco más apiladas. Las mesas y las sillas están extrañamente más juntas, y tienen una barandilla desde donde se puede ver lo que pasa en el piso de abajo, además de un escenario donde seguramente se interprete música en directo.

Allí, sentado en una de las mesas al lado de la barandilla, embozado en una capa de viaje, os espera una silenciosa figura acompañado de cinco jarras con un líquido espumoso. Ninguno acertáis a decir nada, cuando la figura encapuchada os hace un gesto para que os sentéis, tomáis asiente, un poco preocupados por lo que está pasado.