Partida Rol por web

Los espíritus parecían haberme escuchado, ayudándonos en la medida que podían. Me disponía a acercarme al resto con uno de mis grandes saltos, pero justo cuando iba a despegarme del suelo noté un temblor bajo mis pies.

Otra vez eso…

Me giré con rapidez, viendo como aquella especie de ola de tierra se aproximaba a nosotros con el tal Prometheus en su cresta. Salté extendiendo mi brazo, reapareciendo el luminoso arco en mi mano, girándome en el aire para ponerme en dirección a aquel tipo y apuntando hacia abajo; le atacaría desde arriba antes de descender.

-¡Willa! ¡Aquí tienes al culpable de todo esto! – azucé así al águila para que atacara a Prometheus, mientras tiraba de la fantasmal cuerda y una nueva flecha hacía aparición.

Con suerte si acabamos con él desaparecerán esas copias…

Apunté y disparé, esperando que entre Willa y yo consiguiéramos detener su avance.

La ola de piedras que sustentaba a Prometheus se alejaba y, sin embargo, Sónica permanecía detrás fríamente, pendiente de acabar con esos seres pedregosos que bien podían poner en peligro a los civiles.

Un grito sónico resonó con gran intensidad, cruzándose entre dos de los títeres, cuyos cuerpos se contorsionaron y quebraron. Aiden hacía lo propio, con una explosión de luz que eliminaba a otra marioneta esparciéndola por el asfalto. Si hubiera eliminado al cuarto, no habría recibido un golpe en el pecho que envió hacia atrás estampándose contra un balcón. El héroe se recuperó con rapidez y siguió sobrevolando la escena.

Las tres criaturas en pie estaban ya demasiado separadas para que vuestros ataques de área sirvieran, pero el suelo lleno de los restos de los otros trece demostraban que vuestros poderes eran realmente efectivos.

Los diablillos de Shazael, por su parte, trataban de usar esos mismos despojos para destruir a otro, pero ahora no conseguían su objetivo y maldecían, echándose las culpas mutuamente por el desacierto.

Sólo tres de ellos contra vosotros dos y los diablillos. El combate no iba a durar demasiado y si todo seguía igual, Prometheus sería derrotado pronto, salvo que tuviera algún as más en la manga.

Una ola de piedra recorría la calle levantando el suelo. Prometeo, el hombre que se hacía llamar como aquél dios, cabalgaba sobre ella tratando de alcanzar a sus compañeros.

Debilitado, había sido superado, tanto él como sus marionetas de piedra, que sucumbían por pares ante los ataques de Sónica y Dawn. Necesitaba llegar hasta sus camaradas para dar un vuelco a la situación. Allí los podía ver, enfrentándose a otros de esos extranjeros mutis y una rubia traidora. La novia de uno de ellos, seguramente.

Shazael aparecía teatralmente para golpear de nuevo la piel de su enemigo. Esa piel, en apariencia pétrea, no era tan resistente como pretendía ser, de modo que cedía otra vez. Continuando con su desgracia, una flecha bien colocada atravesó entonces su frente y, por fin, Ben cayó de su plataforma y golpeó el suelo, justo cuando sus compañeros nazis podía verlo.

Tornado elevaba un vehículo y lo arrojaba contra uno de los criminales. Psiónica, mientras, recibía un rayo de calor proviniente de la morena y tosía insistentemente, envuelta en una nube oscura de humo que trataba de profundizar en sus pulmones. La mujer movía las manos incapaz de librarse de aquella gaseosa presa.

- ¡Cógelo!

Escuchásteis gritar a la otra nube de humo, que envolvía a Malik, dirigiéndose al fortachón para que recogiera a Prometheus. El grupo de cuatro nazis, compuesto por el fuerte, la morena, el medio y el delgado, estos dos últimos convertidos en humo, parecían ahora desmoralizados, pero estaban dispuestos a hacer un esfuerzo para salvar a su líder. No os encontrábais ante un grupo de personas rastreras que abandonaban a sus camaradas puros norteamericanos.

¡¡JIIIAAAAAAAAAA!! -Grito de júbilo cuando aparezco frente al gigante de roca fundida, una explosión sorpresa que le pilla desprevenido. Aprovecho su confusión para lanzarle un tajo diagonal ascendente, desgarrando la roca que hace de piel, haciendo brotar lava en cantidad, una nueva herida con la que acabar con él. Mientras estoy ascendiendo, ya por encima de él por el impulso, mi gesto se vuelve tan exultante que es casi lascivo, al ver una flecha fantasmagórica atravesar la cabeza de este idiota.

¡Hey, Dom, nuestra chica sí que es de armas tomar! -¿N-nuestra chica?- ¡Hacemos buen equipo, los tres! Bueno, ya me entiendes, te incluyo sólo por cortesía... ¡¡JUAJAJA!!

¡Concéntrate, Shazael, esto no ha terminado!

Sí, sí, y ya hablaremos de esto luego, ¿no? Pues acuérdate de esto...

El gigante cae de su pedestal de piedra, y yo tras él, girando ágilmente en el aire sin perder detalle del cuerpo que me precede. Cuando éste impacta contra el suelo, aterrizo delante de él, ambos pies en el suelo, grácilmente.

¡¡Escuchad bien, marineros de agua dulce!! -Grito alzando la mirada, sonriente, exultante, quizás un poco chulesco. ¿Un poco? MUY chulesco, qué coño, me lo he ganado. Miro a los esbirros de Prometheus, que se acercan. Dos de ellos están en forma de humo, no puedo cortarles, pero eso no me detendrá- ¡¡Huid ahora y salvaréis el pellejo, escoria!! ¡¡Este desgraciado es ahora prisionero del Capitán Rojo, y seguirá siéndolo hasta que reciba lo que se merece a manos de quien merece ofrecérselo!! -¿No estarás hablando de...? Por supuesto, Dominic. Ya oíste lo que hizo, Dime que no merece la muerte a manos de Sónica... P-pero eso... no está bien... Hey, yo no voy a hacerlo, Dom. ¿Acaso se lo impedirás tú?- ¡¡NI UN PASO MÁS!!

Desaparezco en una explosión, reapareciendo a la espalda del tipo de complexión recia, para desplegar toda mi velocidad de movimiento y descargar sobre él dos sablazos, antes de desaparecer de nuevo y regresar frente al prisionero. Es hora de marcar territorio, dejar claro quién soy y que nadie juega conmigo...

Él va a acabar muerto igualmente…- esa frase resonaba en mi cabeza una y otra vez, dándome fuerzas para no salir corriendo e intentar acabar con su miserable vida de una vez por todas. Ya había cometido errores en el pasado que habían provocado heridas que duraban hasta el día de hoy, así que en momentos como este no podía dejar que el peligro siguiera campando a sus anchas: derrotaría a esos inservibles seres de piedra y luego me cobraría mi venganza.

Dos seres de piedra cayeron gracias a mí y el chico de luz también tumbó enemigos. Al final quedábamos dos de nosotros –los demás tuvieron que marcharse a ayudar en el combate, o eso esperaba- contra tres de ellos que no eran demasiado peligrosos.  Al verlos tan separados no podía utilizar un ataque que cogiera a varios de ellos, así que corrí hacia uno cualquiera y volví a pegar uno de mis gritos.  Más te vale no ponerte mala de la garganta o el club perderá ingresos por la noche.  

La acción se sucedía y los ensordecedores gritos de Sónica contrastaban con el silencio de Dawn, que volaba sobre ella y lanzaba en esos momentos otro de sus discos de luz, el cual conseguía el objetivo de golpear la cabeza de una de las copias de Prometheus y la lanzaba rodando calle abajo. Quizá alguien la recogiera y le diera un buen uso en el próximo Halloween.

Los pequeños demonios, por su parte, intentaban lanzar otra piedra hacia otro de esos seres, pero no le costó demasiado apartarse, evitando el peligro.

- ¡Pero si nos tocaba ganar ahora! - Comentaba uno de ellos. - ¡Princesita, tranquila, que estamos aquí para defenderte! - Decía un segundo, que miraba a la mujer directamente a los pechos.

Laetitia por suerte era bastante más efectiva y se deslizó por el pavimento - ahora un poco irregular por la acumulación de escombros - hasta el punto en el que podía gritar a una de las marionetas, presionando su cuerpo hasta que este explotó en una docena de pedazos, algunos de los cuales cayeron sobre los vehículos estacionados, que no estaban terminando bien parados. Peor estaban acabando los edificios cercanos, que recibían el impacto de todos aquellos trozos de asfalto que no acertaban su objetivo.

Pero para suerte de uno de esos edificios, el único monstruo que quedaba lanzó impetuosamente otro pedazo para dar en el brazo derecho a Dawn, quien maldijo, aunque su sobrehumana resistencia le había permitido soportarlo decentemente.

- ¡Ve con los demás, ya no hay nada que hacer aquí!

Dawn parecía decidido a rematar vuestro trabajo. Los diablillos se miraron entre sí y uno de ellos tomó la palabra.

- ¡Vamos a defenderte! ¡Por los treinta y tres mares de Asrrulf! ¡Nadie atacará a mamita! 

Gritó tratando de motivarse.

- ¡Vamos, papitos, al ataque!

El quejica de turno trató de devolver a la realidad a sus hermanos.

- ¡Chicos, hay que recoger al perdedor, el Capitán Rojo se enfadará si se lo llevan los corsarios del Capitán América!

Comentó, por lo que fueron a levantar el cuerpo del demonio caído para llevarlo consigo.

Una nueva explosión posicionaba al Capitán Rojo junto al dios nazi venido a menos, el cual trataba inútilmente de esquivarle. Su complexión forzuda le pasaba factura ahora y ni siquiera su gran resistencia le evitaba recibir sendos cortes, uno en el brazo y otro en el abdomen.

- ¡Pero qué mierda!

El hombre trataba de seguir los movimientos del diablo, que a continuación desaparecía y volvía junto al enemigo caído.

- ¡Por Thor el poderoso!

Gritó avanzando dispuesto a hacer una carga contra el demonio, y, sin embargo, estaba agotado y apenas podía correr. Dio diez pasos y se quedó en el lugar.

- ¡Cobarde! ¡Ven y lucha! - Dijo observando el suelo, dispuesto a arrojar una piedra en cuanto volviera a tener la ocasión.

Tornado, volando impulsado por un torbellino de aire, expandió entonces el volumen. El viento se enfureció, girando alocadamente, embravecido, hasta que la nube de humo era despedida y giraba sin control. El nazi, entonces, se esforzó en llegar hasta el suelo y tomó forma humana de nuevo. Atrapado por el torbellino, era incapaz de moverse, y sin armas, tan sólo podía mirar alrededor buscando alguna opción que no llegaba a encontrar.

- Esta vez no podrás irte. - Dijo vuestro aliado sonriendo, apuntando con el revólver.

Psiónica, angustiada, hacía estallar el aire a su alrededor, formando una lluvia de fuego que caía hasta el suelo sin causar problemas. Aturdida, no era capaz de defenderse y su enemigo trataba de aprovechar la situación. Las pequeñas llamas atravesaron a su rival. La mujer gritó, enfurecida. - ¡BASTA, BASTA! - Pequeñas ráfagas de fuego volaron, alejándose de ella. Observó la nube y se llevó las manos a las sientes, dispuesta a enfrentarse a él con su mente.

Totem saltó de su águila y ésta alzó como pudo el vuelo de nuevo, dirigiéndose hasta el forzudo. Sus garras trataron de rasgar su carne, pero ésta fue suficientemente dura esta vez y le protegieron. El tipo observó al águila, decepcionado porque le estuviera atacando en lugar de ayudarlo. La india había engañado al noble animal.

La nativa tensó el arco de ramas trenzadas y arrojó un nuevo dardo que acabó en el muslo de la mujer. Ésta entrecerró los ojos, los cuales ardieron y dos rayos de calor fueron en busca de Totem. La mujer recibió el impacto y apretó los dientes, soportando el dolor. Cuando éste desapareció, tan sólo había un agujero en su ropa. ¡Había soportado el ataque gracias a los espíritus!

El largo combate comenzaba a pasarme factura, pero era posible que finalmente consiguiéramos la victoria, aun así mi cabeza estaba con el resto del grupo, era en la otro pelea donde la cosa se podía complicar, por mal que estuviera Prometheus, no sabía como estarían sus compañeros.
Podría haber acudido en su ayuda, pero no me gustaba dejar a aquella chica sola, por mucho que hubiera demostrado que sabía defenderse perfectamente, así que la insté a reunirse con el resto mientras yo acababa con aquel ser, después podría reunirme con ellos.

-Esto se acaba ahora...

Dicho esto cargué y lancé un disco de luz al rival que seguía en pie.

Dos enemigos más en el suelo nos dejaban con un único Prometheus que lanzaba piedras, el maldito último esbirro de aquel tipo que merecía la muerte o incluso algo peor.  El chico de luz y yo nos habíamos compenetrado lo suficientemente bien como para deshacernos de los enemigos.

Los pequeños diablos parecían estar a mi favor, o eso me parecía a mí, pero mi único interés en esos momentos era acabar con el maldito violador.  Está bien, te dejo el que queda a ti, no creo que te cueste- le dije a pesar de que había recibido un golpe justo en ese instante; si él decía que podía con ello yo no iba a negarle la oportunidad de lucirse.

Salí corriendo tras decirle aquello, deseando ver cómo iría la situación en el otro combate. Espero que ese hijo de puta esté mordiendo el polvo. Diablillos, es hora de reunirse con el jefe- les comenté mientras corría para que me siguieran y se reunieran con el capitán rojo o como fuera. 

La sangre salpicando a través de mis espadas me causa el más intenso de los placeres. Son dos tajos jugosos, por la espalda como a mí me gusta, a traición. Pero regreso a mi lugar a tiempo para ver al grandullón derrumbarse extenuado. Oh, la falta de sangre tiene estas cosas, pobrecito...

Va siendo hora de entrar a rematar...

No, va siendo hora de que te fijes en cómo están nuestros compañeros, podrían necesitar ayuda...

¿Nuestros?

¡¡Mira a Psiónica!!

¿Psiónica? Ah, sí, la rubia... ¿Seguro que quieres que la mire, Dom? Oh, ya veo... Sí, está en apuros, aunque se defiende bastante bien, para ser una tía histérica que no para de chillar como un cerdo el día de la matanza. En fin, el rubiales tendrá que esperar, ¿no?

Me desvanezco en una sonora explosión de azufre para reaparecer junto a la rubia, que está siendo acosada por una nube de humo asfixiante. La rodeo con mis brazos y, antes de que se de cuenta de lo que sucede, una nueva explosión me devuelve al punto de partida. Pero, ahora, sosteniendo a la rubia entre mis brazos, inclinado sobre ella con gesto seductor.

Lo siento en el alma, querida, se que lo estas deseando, y te aseguró que te habría hecho gozar de formas inconcebibles, pero me temo que ese barco ya ha zarpado para ti. Dominic es hombre de una sola mujer, y yo necesito tener a ese humano contento, porque si no ¡¡me pone la cabeza como un bombo con tanta queja!! -Alzo a la rubia, haciendo un afectado gesto de angustia con una mano en mi frente- Se que te costará y que es doloroso, que te arrepientes de la oportunidad pérdida, pero debes seguir con tu vida... Lo cual me recuerda... -Le doy un azote en el trasero, sonriendo lujurioso- ...que tienes trabajo que hacer.

Y voy a disfrutar de un merecido descanso mientras lo hace...

Conseguí impactar en el muslo de la mujer, pero no escapar a su ataque. Me hubiera resultado relativamente sencillo hacerlo de un salto si la situación me hubiera permitido reaccionar con rapidez, pero lo que sucedía a mi alrededor no podía ser más contrario a ello.

Tras mi adversaria, pude ver como una lluvia de fuego caía, quedándome petrificada en aquel instante observando como este se estrellaba contra el suelo. Para cualquier otro algo así no habría tenido relevancia alguna, pero para mí suponía la presencia de uno de mis mayores temores.

Apenas acerté a dar un paso atrás cuando el rayo calorífico de la mujer consiguió impactar en mí. Apreté lo dientes ante el dolor, pero por suerte, como si fueran conscientes de lo que estaba sucediendo en mi interior, los espíritus me socorrieron, haciendo que como consecuencia del ataque sólo quedaran afectadas mi chaqueta y parte de mi top. Lo peor no era que hubiera arruinado uno de mis tops favoritos, o el que uno de mis pechos quedara más al descubierto pudiera ser motivo de burla por parte de Shazael, sino que el olor a ropa quemada no hizo más que aumentar mi miedo.

Continué retrocediendo, lentamente, asustada, recordando aquella fatídica noche en que todo cambió. En mi bloqueo, terminé tropezando y cayendo al suelo.

-¡¡W-willa!! – conseguí gritar finalmente, tratando de que la invocación me socorriera ante un nuevo ataque.

La última de aquellas marionetas caía gracias al certero disco de Dawn. A su alrededor ahora había quietud. Una quietud repleta de cascotes. Los vecinos tendrían que reparar ventanas y fachadas. Habíais terminado vuestro trabajo aquí, y empezaba el de las aseguradoras y la alcaldía.

Dawn podía ver alejarse a Sónica, "patinando" rápidamente hasta que desapareció entre los edificios.

Unos doscientos metros más allá, un tornado marcaba con exactitud la posición de vuestro compañero.

Un coche patrulla llegaba ahora a la zona y los dos policías podían ver a Dawn sobrevolando la escena. El coche se detuvo y uno de ellos tomó la radio para informar de lo que había sucedido allí. No tenían muy buenas noticias y no conocían las intenciones del hombre enmascarado, de modo que quedaron atentos.

La figura fantasmal de Clea se acercó entonces, levitando en posición vertical.

- Has hecho un buen combate, guerrero.

Dijo seriamente.

- Ve con tus compañeros, yo trataré de dar explicaciones a la policía.

Sónica llegaba en un momento en el que los cuatro nazis seguían combatiendo con desesperación, tratando de obtener alguna ventaja contra vosotros. La realidad es que no estaban en buenas condiciones, pero aún así no cesaban en su empeño.

Prometheus había caído. Su cuerpo inconsciente estaba en el suelo, cerca de Shazael, que había teleportado a Psiónica consigo, alejándola así de uno de los nazis, convertido en nube de humo Éste ahora aprovechaba para seguirla. Agotado también, el nazi tan sólo lograba alcanzar su posición. Cerca ahora de su líder, la rubia y el demonio.

Tornado apuntaba al nazi flacucho, el cual, envuelto en un huracán, se veía incapaz de moverse. Se aferraba al suelo y trataba de soportar el impetuoso viento.

Psiónica se ubicaba de nuevo e inmediatamente daba una bofetada a Shazael.

- Tocar mi trasero sin mi permiso es contraproducente para ti. ¿Sólo aspiras a eso?

Exclamaba desafiante. El demonio era lascivo, pero eso podía convertirse en su perdición. La mujer se alzó sobre el suelo y algo similar a un rayo azulado surgió de su frente, conectándose a la frente del nazi musculoso, el cual tembló ante el ataque.

- Puta traidora... después te tocará a ti.

El luchador cargaba un trozo de asfalto, preparándose para arrojarlo con odio. El pesado elemento voló como un ariete golpeando a Shazael, el cual había conseguido agacharse, de modo que sintió un pequeño dolor, pero aquello quedaría en un miserable rasguño.

La morena entonces fijaba su atención en la nativa americana, que había sido presa fácil de sus rayos calóricos. El águila gigante, también cansada, llegaba hasta el lado de su aliada humana, pero no podía impedir que el haz de calor volviera a golpear a Totem, la cual gritó cuando su piel se quemaba. Una gran llaga se formó en su brazo debido a aquella agresión. La nazi sonrió, satisfecha, esperando que la mujer sufriera.

¿Pero qué mierda haces...?

Recibo el tortazo en la cara sin perder la sonrisa. Este tipo de gestos forman parte de la naturaleza femenina. Cuanto más te quieren más te pegan. Cuanto más te desean, más fuerte te dan. Pobre, rubita, acabo de partirle el corazón...

No me lo puedo creer, Shazael, no tienes ni idea de...

¡¡Calla!! ¿Qué sabrás tú? Ni que fueras un experto por haber tenido una novia que te dejó...

...

Sí, bueno, puede que me haya pasado un poco, supéralo. A fin de cuentas, tampoco te querría mucho si se largó solamente por un par de bromas que le gasté. He tocado más a la rubia que a esa como-se-llamara, y mejor no mencionar el aguante de tu morenaza...

¡¡Joder!! -Grito echándome al suelo, al ver una puta roca llegar volando en mi dirección. Me da en la espalda, arrastrándome hacia atrás por el golpe. Ruedo y me pongo en pie sobre las cuatro extremidades, furioso- ¡¡Me estás distrayendo, Dom!!

¡¡Pues haz tu PUTO TRABAJO!!

Vaya, te noto algo irritado... -Veo al rubito que arrojó la roca, y a la rubia ocupándose de él. A lo lejos, la novia de Dom parece en problemas, con una pareja de baile que le está haciendo ¿qué mierda le hace? Ni que le acojonara un poco de fuego...

¡¡AYÚDALA!! ¡¡AYÚDALA AHORA, SHAZAEL!!

Vale, vale, sin prisas, por favor... -Digo notando la presión y el miedo de Dominic. Parece que esa morenita sí que le tiene bien pillado. Me desvanezo y reaparezco detrás de la cabrona esa, espadas en mano- ¡¡Hola guapa!! -Grito con una amplia sonrisa satisfecha- ¡¡Bailemos!!

Willa no consiguió ayudarme, y mientras continuaba en el suelo la mujer logró volver a acertarme, esta vez nadie pudo ayudarme.

-¡¡AAAAAHH!! – grité de dolor al ser alcanzada.

Miré la herida que me había dejado y me quité la chaqueta apretando los dientes, dejándola junto a el águila. Esta no se encontraba al cien por cien, pero lo más inmediato era quitarme a aquella tipa de encima.

Aproveché el momento en que se regodeaba de su hazaña para volver a hacer aparecer mi arco, el cual se había desvanecido ante uno de mis miedos más profundos. Las luminosas raíces volvían a enredarse en mi brazo, y al formarse la fantasmagórico arma la dirigí rápidamente contra la mujer; momento en el que vi a Shazael aparecer tras ella.

Sin pensarlo mas, apunté y disparé estirando hacia atrás mi dolorido brazo y haciendo aparecer una nueva flecha. Finalmente solté esta, ahogando un gemido de dolor producido por la quemadura.

-Gracias Clea...- Le dije a la mujer por ambas cosas.

Dicho aquello, y tras una breve mirada a la policía y al destrozado escenario fijé mi mirada en el tornado. Aun no podía descansar, seguía teniendo trabajo por hacer.

-Vamos, solo un poco más...- Me dije a mi mismo masajeándome la nuca.

Acto seguido me dirigí volando al lugar donde el enfrentamiento continuaba esperando que todo fuera bien.

Llegaba a aquella escena en medio de todo el combate. Mis ojos se movieron rápidamente por las distintas peleas pero antes que nada buscaron a Prometheus, deseando que siguiera en pie para encargarme personalmente; al ver que yacía en el suelo decidí ayudar al grupo una vez más. Un par de segundos después, tras evaluar lo que ocurría, me lancé a ayudar a Totem que en estos momentos había sido herida. Avancé hacia la nazi morena y grité con ganas, deseando que hubiera un enemigo menis en el combate. Totem, ¿estás bien?- pregunté tras lanzar mi ataque a mi nueva enemiga.

Parpadeo un par de veces después de haber cruzado la cara al ¿demonio?, aún algo desorientada después de la rápida teleportación. Gracias al cielo me ha alejado de ese nazi asqueroso converido en humo - ¡Me estaba ahogando el muy hijo de puta!, cuando pueda dedicarle unos momentos se va a cagar encima el muy cabronazo... - Le miro de reojo, el cerdo es persistente, aún zarandeado y medio atontado, viene detrás de mi. No voy a ponerle las cosas fáciles, pero veo que Totem y Sónica están concentrando esfuerzos en la morena nazi, y Shazael acaba de aparecerse detrás de ella también.

- Un poco de confusión nunca viene mal... - sonrío para mis adentros. Con un corto vuelo, me situo en la proximidad de Sónica y Totem, y grito extendiendo los brazos- ¡¡POLILOCACIÓN!! - tras lo cual proyecto en las mentes de nuestros enemigos una ilusión que crea figuras de mi misma, las cuales actuan exactamente igual que la tremenda rubia de la que son copias - Ala cabrones, divertiros buscando la real -. - Chicas he creado copias de mi misma, espero que eso les confunda y nos de tiempo - susurro.

Miro al humo que viene hacia las múltiples figuras que percibe, espero que eso me de tiempo para ocuparme de él. Pero por el rabillo del ojo veo al nazi "Thor" tambalearse casi al borde del colapso por lo que grito - Shazel, si quieres demostrar tu hombría deja de saltar de acá para allá, tienes al forzudo grandullon de "Thorparron" nazi a punto de caramelo, ¡a ver si eres capaz de tumbarle y acabar el trabajo! - ojalá que el ataque conjunto de Totem y Sónica sea capaz de rendir a la morena, y en todo caso, espero las imagenes nos den el tiempo que necesitamos...

Tres diablillos pequeños aparecieron en ese momento para observar lo que sucedía, mientras una estela de luz se acercaba a gran velocidad por el aire.

- Por el Dios Tiburón, cómo pesa. - Dijo uno de las criaturillas, dejando a su hermano en el suelo. - No le volveré a dejar comer chocolate con crema de cacahuete con manteca de coco, por mucho que lloriquee.

Los recién llegados observaban la escena.

- Qué bueno el poder ese de crear huracanes en verano. - Comentaba el mismo diablillo. - Da un fresquillo agradable... Ahora lo que apetece es relajarse y comer un poco de helado de fresa, aderezado con bacon y mayonesa... umm.

En ese momento el Capitán Shazael lanzaba una estocada fallida hacia la morena. La joven se apartaba de su camino mirándolo con aires de superioridad, pero, lamentablemente para ella, Sónica se sumaba al ataque con un potente alarido que formaba ondas y hacía temblar los cristales de los coches cercanos, dirigiéndose directo hacia la chica de los rayos de fuego. Negó la venganza a Tótem, pues el golpe lanzó a la mujer hacia atrás varios metros hasta que golpeó un coche, hundiendo la puerta del copiloto hacia dentro y quedando su cuerpo allí, encajado, e inconsciente.

Tornado mantenía el huracán rugiendo. En su interior, el nazi delgado se veía incapaz de hacer nada. Estaba preso y Malik ni se molestaba en cambiar de maniobra. Tan sólo tenía que mantener su poder hasta que los demás hubieran caído.

- Vaya, pero si vienen refuerzos. No sería mala idea rendirse, ¿verdad, pandilla de bocazas?

Increpó al resto de nazis. El forzudo en ese momento podía ver cómo la nativa cambiaba el objetivo y arrojaba una flecha contra él. El hombre trató de protegerse, pero era demasiado tarde y aquél dardo llegó hasta su abdomen y le hizo contraerse. Exhausto y malherido, el ferviente admirador de Thor cayó al suelo, quedando en un estado semiinconsciente. Los diablillos se teleportaron entonces encima suyo y le propinaron una lluvia de patadas. - ¡Es nuestro, es nuestro! - gritaban torturando al caído. 

Psiónica creaba entonces un despliegue de ilusiones en las mentes de los dos que quedaban. El cuarto nazi, el de complexión media - del que tan sólo se apreciaba su rostro en la nube de cenizas en la que estaba transformado - miró estupefacto la escena. Habían caído tres de sus compañeros, otro era incapaz de hacer nada y él no tenía ni idea a quién atacar entre esa legión de rubias y sus acompañantes inferiores. El hombre podía ver la estela luminosa llegar cerca del grupo. Era otro negro, uno con máscara roja cubriendo su rostro.

- ¡Jodidos bastardos! - Gritó desesperado y optó por tratar de alejarse. Se dirigió al edificio más cercano y se filtró por una ventana parcialmente abierta, decidido a dificultaros cualquier intento de perseguirle.