Partida Rol por web

El ave eléctrica pareció haberme oído, pero no escuchado, no atendía a razones. Me quedé estupefacta ante sus palabras cuando furiosa insistió en que me uniera a ellos, alegando que derrotaríamos a los invasores y a Pesadilla, contando con grandes aliados.

Entonces se personó el hombre negro de la túnica raída, dejando claro que se referían al hombre blanco, al que querían  expulsar de ese nuevo mundo.

Pero eso, no… No puede ser, así no se hacen las cosas.

Sentí una opresión en el pecho, viéndome ante aquella situación. ¿Cuántas veces había generalizado yo sobre las acciones del hombre blanco? Y ahora, me veía en la necesidad de hacer entender a esos seres que no todos eran iguales. Ni siquiera parecía haber alternativa para Martha, la cual seguía siendo clave para dar paso a ese nuevo mundo.

Si me hubiera dado cuenta antes de quién era Marshall…

- ¡NO SE TRATA DEL HOMBRE BLANCO! ¡SÓLO DE UNA PARTE DE ELLOS! – no pude evitar pensar en Dominic, en cómo se estaría sintiendo con todo esto. También en mis otros compañeros, pero sobretodo en él. - ¡TAMBIÉN HAY QUIEN HACE EL MAL ENTRE NOSOTROS! – dije en referencia a aquellos que formábamos parte de otras razas. – ¡ASÍ NO SE HACEN LAS COSAS…! ¡¡Y LA NIÑA NO VA A NINGUNA PARTE!! ¡NO VAMOS A UNIRNOS A VOSOTROS! – grité cuanto pude para que tanto la tormenta como el hombre la túnica me escucharan, emitiendo las últimas frases completamente enfurecida.

Debo emplearme a fondo con esta sombra, jugando a su alrededor, esquivando, saltando, dando varias volteretas para evitar sus ataques y bruscos movimientos. Mis espadas prueban su carne negra hasta en dos ocasiones, mientras que una tercera estocada falla por poco. La bestia, el engendro que simula ser un verdadero demonio, ruge de dolor, pero eso no será suficiente.

Miro de costado los acontecimientos que se desarrollan alrededor. Sora se resiste estoicamente a los intentos de la tormenta por convencerla. Dom lo sabía y, en el fondo, yo también. Ese espíritu está furioso, será difícil doblegarlo, hacerle olvidar su odio, pero si alguien puede llegar a él es ella. No obstante, veo también a ese tipo, al que le robé las esferas. Oh, sí, ese idiota ha vuelto a mis brazos.

Ya dije que sería mío...

Espera, Shazael.

No, Dom, no más "espera". Tus "espera" significan que has encontrado otra forma de hacer las cosas. Tus "espera" roban sangre al filo de mi espada... Una sangre que tienen bien merecida...

Escucha lo que dicen, Shazael, tanto él como la tormenta, ese Thunderbird. Son presos de la misma sinrazón, del mismo engaño. Pesadilla los controla, y ellos ni se dan cuenta de ello. No saben quién es.

Maldito seas, Dominic Randal...

Lo has oído tan bien como yo, el nombre de ese "aliado", el señor...

...De los sueños... -Mis ojos se abren desmesuradamente, parpadeando al percatarme de ese detalle. Lo reconozco, Dom, últimamente estás muy atento. O yo demasiado ocupado- ¡¡YO NO SOY BLANCO!! -Grito mientras me muevo alrededor de la sombra, meciendo mis espadas ante mí en una danza de acero- ¡¡NI NEGRO, NI INDIO, NI SIQUIERA SOY HUMANO!! -¿A donde quieres...?- ¡¡SOY UN DEMONIO, Y CONOZCO LA MALDAD CUANDO LA VEO!! ¡¡LA HE VISTO INFINIDAD DE VECES, EN HOMBRES DE TODAS LAS RAZAS Y CULTURAS!! ¡¡LA MALDAD ES INTRÍNSECA AL SER HUMANO, NADA IMPORTA SU COLOR, DALES PODER Y VERÁS DE LO QUE SON CAPACES LOS HOMBRES!! -¡¡Shazael!! ¿¿Es que te has vuelto loco?? Hago una finta a mi adversario, un amago que le recuerde que, aunque esté tratando de hacerme oír, sigo en liza con él- ¡¡PERO TAMBIÉN LA BONDAD!! -Grito, aún más alto, con un toque de desprecio en la voz por tener que romper una lanza en favor de lo que menos me gusta- ¡¡AQUÍ TIENES UN BUEN EJEMPLO, PÁJARO DEL TRUENO!! ¡¡EL HOMBRE QUE ME TIENE PRISIONERO ES BLANCO, Y NUNCA HE CONOCIDO UN ALMA MÁS ESTÚPIDAMENTE BENÉVOLA COMO LA SUYA!! -Shaz... Shazael...- ¡¡TÓTEM ES INDIA, COMO TÚ, Y JAMÁS LOGRARÁS CONVENCERLA DE UNIRSE A TU CAUSA, PORQUE ELLA ES NOBLE Y TU CAUSA NO LO ES!! ¡¡MIRA ESTE GRUPO, MALDITA SEA!! -Señalo a los demás con una de mis espadas- ¡¡NO IMPORTA LA RAZA NI EL COLOR DE SU PIEL, ESTÁN AQUÍ UNIDOS PARA EVITAR QUE COMETAS UNA LOCURA, QUE CEDAS AL ENGAÑO!! ¡¡OH, Y CRÉEME, ESTÁS SIENDO ENGAÑADO, LO ESTÁIS SIENDO LOS DOS!! ¡¡YO SE MUCHO SOBRE ESO, SOY UN MALDITO DEMONIO...!! -Sonrío, apretando las espadas en mis puños, preparado para atacar de nuevo- ¡¡TE HAS DEJADO ENGAÑAR, THUNDERBIRD!! ¡¡EL SEÑOR DE LOS SUEÑOS, AL QUE CREES TU ALIADO, ES PESADILLA!! ¡¡PRETENDE CONSUMIR ESTE MUNDO, CONVERTIRLO EN UN INFIERNO, Y TE HA ENGAÑADO PARA QUE LE HAGAS EL TRABAJO SUCIO!!

A la mierda, tomo impulso y me arrojo hacia delante, corriendo hacia mi adversario para deslizarme por el suelo tratando de sesgar sus piernas, para teleportarle a su espalda y atacar de nuevo por sorpresa. Esta sombra debe caer, y cuanto antes.

Me sorprendió ver que la sombra no caía ante los continuados ataques del demonio rojo, pero quizá estábamos ante un enemigo verdaderamente poderoso, aunque sin duda esto no sería nada en comparación con Pesadilla.

Nuestros enemigos intentaban convencernos de que debíamos unirnos a ellos, y me quedé estupefacta al oír que le habían declarado la guerra al hombre blanco.  ¿En qué siglo estamos ahora mismo? Era cierto que, a día de hoy, seguíamos viendo –y viviendo- casos horripilantes de la mano de personas blancas, pero nuestra raza atentaba de la misma forma con la humanidad.  A pesar de que sus palabras sonaban coherentes en algún aspecto, en cuanto mencionaron a Martha como si esta fuera un objeto sentí rabia en mi interior: la estaban usando como si de una herramienta se tratara.  Eso era algo que no podía permitir, y más si tenía en cuenta lo que ya había sufrido durante todo este tiempo.

Tótem y Shazael  mostraron sus puntos de vista, acordes al mío.  La criatura y el hombre negro estaban siendo engañados, o nos hacían creer que alguien los estaba manipulando.  El engaño era una forma de generar odio y, si caían en que estaban siendo utilizados las consecuencias podrían volverse catastróficas. Yo sentía un profundo dolor por lo que estaba ocurriendo con mi hermana y lo único que deseaba es que todo acabara bien para ella, sin importarme lo que pudiera ocurrir conmigo.

-¡escúchame!- grité, desde mi posición. Lo mío nunca habían sido los discursos y menos en una situación crítica como esta- ¡lo único que estáis logrando con vuestros actos es dañar a todo lo que os rodea, sin que os importe nuestra raza o nuestras intenciones! ¡Estáis generando dolor y odio, y ese no es el camino!- yo había aprendido que dañar a alguien solo conseguía que el herido generara daño allí donde fuera, y lo había aprendido por las malas. ¡Estáis utilizando a mi hermana, a mi familia! ¡Ninguna causa vale la vida de personas inocentes! ¡Si queréis un maldito nuevo mundo no podéis hacerlo a partir de la maldad y del sufrimiento! ¡Deteneos y ayudadnos, todos juntos podremos combatir al verdadero enemigo!

Aquello era demasiado. ¿Desde cuándo llevaría esa extraña guerra en marcha y por qué yo había tenido que tomar parte en ella? Shazael atacaba a la sombra y me uní, lanzando un potente grito contra la misma para intentar quitarnos de encima a un enemigo. 

Comenzásteis aquella apresurada conversación, gritando a viva voz entre el rugido del viento y los destellos eléctricos del ave, el cual no pareció escuchar vuestras palabras clamando por otra forma de hacer las cosas.

- ELLOS TRAJERON LA MUERTE Y AHORA PAGARÁN. TU TAMBIÉN, DEMONIO, ¡CÓMO TE ATREVES A DECIR QUE ME EQUIVOCO!

El hombre de la túnica sonrió entonces.

- ¡Te engaña, es un agente de Extraño! ¡Inventa historias para confundirte! ¡Si no se quieren rendir, que mueran!

Shazael trataba de golpear a la sombra restante, la cual no necesitó esquivar, pues el capitán había perdido la concentración y atacó cuando ésta se había echado hacia atrás. El demonio rojo tenía demasiados frentes abiertos.

Sónica usó sus cuerdas vocales para arrojar un potente chorro de energía en dirección a esa abominación, la cual parecía aliada con el espíritu ancestral. La sombra alzó el vuelo, recibiendo el impacto en un costado, soportándolo con un gruñido, cuando un disco de luz golpeó su cabeza de lleno, lo que la hizo caer en espiral unos metros hasta golpear el suelo y esparcirse como si fuera un líquido más que un cuerpo sólido. Aquella cosa no se alzó y aquello os hizo pensar que, finalmente, habíais terminado con esa amenaza. Dawn por fín había hecho algo útil durante aquél costoso combate, pero no dijo nada esta vez, pendiente de los acontecimientos.

El hombre miró con fiereza a todos vosotros.

- Estoy harto de vuestra interferencia. 

Deslizó sus manos una junta a la otra, separándolas inesperadamente y provocando un estallido de una sustancia oscura que semejaba un centenar de largos tentáculos, los cuales rodearon vuestros cuerpos, apresando vuestras extremidades. Pudísteis notar el poder de aquél hombre, superior a cualquier enemigo que habíais encontrado antes.

- Tu hermana es ahora mía. Mía para coger su poder y cambiar el mundo. Haré con ella lo que quiera cuando termine.

Le dijo a sónica. Todos notábais el desagradable y húmedo contacto de aquella sustancia oscura, entrelazando vuestras manos y piernas. Desplazándose después, como serpientes que os rodeaban.

El espíritu miró a Tótem, iluminando sus ojos, los cuales se volvieron blancos, pero no hizo nada.

- CREES QUE ALIARSE CON LA OSCURIDAD ESTÁ EQUIVOCADO, PERO ES LA ÚNICA VÍA. AHORA RÍNDETE, SI NO QUIERES MORIR CON ELLOS.

Psiónica gritó, espantada por el frío contacto de aquella viscosa materia.

- ¡Maldito capullo, el que te engaña es este grandísimo hijo de puta!

Le espetó al espíritu con una evidente falta de modales. La mujer comenzó a arder, arrojando llamas alrededor, incontrolablemente.

Malik, por su parte, no trataba de liberarse, sino que conservaba la calma, planeando otra cosa.

- No te escucha, Shazael. Hay que hostiar a este negro, chicos.

Dijo llegando a la conclusión de que era necesario luchar.

A pesar de lo evidente de su error, me encuentro nuevamente ante el mayor fallo del género humano, el fanatismo. Da igual lo que le digan, da igual lo clara que sea la verdad, no la verá porque no quiere verla. Y, curiosamente, ese espíritu peca del mismo tipo de raciocinio humano.

Parece, Dominic, que no queda más remedio que hacerlo a mi manera...

Sin embargo, largos tentáculos de oscuridad aferran mis brazos y piernas. Trato de liberarme, agitando los brazos con la esperanza de cortar los tentáculos con mis espadas, pero apenas puedo moverme.

¿Teletransportarte?

¡No puedo, maldita sea!

Mientras yo trataba de dialogar, mis compañeros habían pasado a la acción, resultando tan infructuosas sus acciones como la mía. Sólo logramos enfurecer al hombre de la túnica, que con un gesto de sus manos hizo que aquel ente oscuro apareciera.

No sabía si a los demás les sucedería igual, pero el poder de aquel hombre era casi palpable. Me sentía abrumada por su energía y no pude hacer nada cuando aquellos tentáculos comenzaron a rodearme, apresando mis extremidades y haciendo que Willa cayera.

Todos parecíamos estar siendo apresados, y ni entonces el espíritu me dejó en paz. Continuaba insistiendo en que ellos eran la mejor alternativa. O mejor dicho, mi única alternativa, si no quería morir…

Los demás comenzaban a reaccionar, entre ellos Psiónica, que estallaba en llamas, lanzando estas también a su alrededor.

No, fuego no…

Comencé a agitarme, y es que había pocas cosas a las que temiera más que al fuego. Continué tratando de zafarme de esos tentáculos, sin éxito, casi más movida por la proximidad de las llamas que por la inmovilización en sí. Empecé a respirar con dificultad y en esas circunstancias, no había medicamento que me pudiera ayudar…

Los tentáculos continuaban apretándome, mientras mi respiración era cada vez más lenta. Entonces mis ojos se cerraron y mi cabeza cayó hacia delante, ante la brillante mirada de aquel equivocado espíritu.

Los que estaban siendo engañados se negaron a colaborar con nosotros, haciendo más difícil nuestra misión.  Realmente lo que conseguimos fue aumentar el cabreo de ambos, pero tenía la sensación de que eso habría pasado hiciéramos lo que hiciéramos que no fuera unirnos a ellos.

El ataque de Dawn logró eliminar a una de las criaturas, pero teníamos dos peligros peores ante nuestras narices.  Nos vimos atacados por esos tentáculos que no tardaron nada en inmovilizarnos: en pocos segundos comencé a sentirme angustiada y realmente incómoda. Tengo que quitarme esto de encima. Él no puede pararnos. Traté de liberarme pero en un principio todo eso parecía inútil, puesto que los tentáculos nos habían apresado con fuerza.  ¿De verdad va a acabar todo de esta forma?

Martha. No fue la idea de pensar en mi hermana lo que me hizo intentar soltarme de nuevo, sino más bien lo que el hijo de puta decía sobre ella. ¿Y si la herían de nuevo? ¿y si la torturaban? ¿Y si la…?- no quería pensar en la opción de que alguien volviera a poner los dedos sobre la persona que más me importaba del mundo.  Intentando pensar en una alternativa a la fuerza bruta, pude notar como uno de los tentáculos no había terminado de encarcelar mi cuerpo. Eché todo el peso de mi cuerpo hacia ese lado mientras giraba y, mientras pensaba que eso podía ser un increíble fracaso, me vi liberada de la prisión del negro.

Mis compañeros seguían intentando zafarse de los tentáculos, pero poco podía hacer yo por ellos.  Lo que sí podía intentar era aturdir a uno de los responsables de la situación en la que nos encontrábamos: con suerte lo distraería lo suficiente como para que la prisión viera reducida su potencia.

-¡No haréis más daño a Martha!

Le grité, convencida.  Traté de concentrarme en mi enemigo para usar mi poder, pero la situación no era la más favorable para mí en esos momentos. 

Los forcejeos de Shazael fueron en vano. Se mantuvo luchando contra aquellos hilos oscuros que le atenazaban. Sónica, sin embargo, logró zafarse e increpó al mago, lanzando inmediatamente un sonido inmenso que buscaba ensordecerlo, pero él soporto fácilmente el ataque y la miró.

- ¡Contigo también haré lo que quiera, zorra!

Le dijo enfurecido, harto de vuestra presencia entorpeciendo sus planes. Dawn conseguía entonces soltarse también y corría hacia Carrie, la cual ardía literalmente, incapaz de salir de la trampa. Aiden entonces concentró la luz, formando lo que parecieron dos hojas y, cual tijeras, las usó para cercenar aquellos tentáculos. Era la primera vez que Dawn hacía algo que no fuera lanzar discos o iluminar, o volar. Había conseguido salvar a Carrie, la cual pareció agradecerlo con la mirada, mientras intentaba calmarse.

Tótem entonces cayó a plomo al suelo, al igual que su águila. La mujer quedó inconsciente tras resbalar desde su montura. Como consecuencia, el gran espíritu indio se removió, aumentando su luz, lo que parecía equivaler a un gesto de sorpresa.

- ¡QUÉ ESTÁS HACIENDO, DOKTER!

Exclamó, furioso, dirigiéndose ahora a su aliado.

- ¡TRATAS DE MATAR A LOS MÍOS, Y AMENAZAS INCLUSO A LOS TUYOS! - El gran espíritu no lograba entender lo que sucedía. Su mente primaria se removía, desconcertada.

- ¡ERES INDIGNO, EL DEMONIO TENÍA RAZÓN!

Concedió finalmente, entrando en rabia. Dokter, inmediatamente, dejó de prestar atención a Laetitia, como si ella ya no importara en absoluto.

- ¡Qué estás diciendo, tu no eres un espíritu débil que deba ceder por un pequeño sacrificio! ¡Continúa con el plan!

El pájaro de trueno observó a Tótem y un fuerte instinto de lealtad hacia los suyos le hizo ampliar sus eléctricas alas, cubriendo al menos veinte metros.

- ¡NO DOMINAS LA OSCURIDAD, COMO DIJISTE, ERES SU SIERVO! ¡ALÉJATE DE ELLA! ¡NO SEGUIRÉ EL PLAN, PUES ES FRUTO DE TU ATROZ MENTE!

Aquellas palabras parecieron ahora alterar ahora al mago. Asistíais a una discusión entre ellos dos, cuyas consecuencias aún no estaban claras, pues eran seres muy poderosos.

- ¡Tu eres el siervo, maldita sea, todos vosotros seréis mis siervos!

Dokter parecía fuera de sí. Mostró su irascibilidad innata, convenciendo a todos vosotros de que era un hombre consumido por el odio. El mago elevó las manos y una cortina de oscuridad, generada desde sus dedos, le rodeó.

- ¡TU ME SERVIRÁS! 

Gritó, convencido a derrotaros ahora a todos vosotros. La cortina oscura creció a ojos vista y se deformó, creando una figura descomunal, tan grande como la del espíritu. Un gran dragón formado por impenetrables negras hizo acto de aparición, después de aquella apresurada y horrenda metamorfosis.

La tormenta cedió en intensidad, como si hubiera dejado de ser alimentada desde abajo. La escena se consiguió aclarar, de modo que pudísteis ver, por fín, a Martha. Se encontraba sobre un improvisado altar de piedra negra. A su lado, permanecía James Marshall, el cual cogía la cabeza de la niña y murmuraba, realizando algún tipo de ritual. Martha dormía, pero su rostro se contraía por la angustia, presa de una profunda pesadilla.

Me debato, luchando contra los malditos tentáculos que se aferran a mis extremidades, notando inútiles y huérfanas mis espadas sin sangre que probar, sin vida que arrebatar, sin dolor que gentilmente obsequiar. Me sacudo con fuerza, mas no parece ceder, y nuestros enemigos, mis enemigos, siguen tan campantes.

¿O no?

La tormenta empieza a hablar con algo de sentido común. ¿Por qué? ¿Por qué ahora? Se da cuenta de que esto no funciona, pero...

¿Qué ha dicho de "los suyos"...?

Pronto me doy cuenta, nos damos, cuando los tentáculos se giran en el aire por mi forcejeo, y veo a Tótem. Es indigno de un demonio decir esto, pero me quedo helado. Está inmóvil, sin luchar, ¿por qué no lucha? Su cabeza pende hacia delante, con sus ojos oscuros cerrados, inconsciente. Ni siquiera estoy seguro de que respire... ¿No tenía problemas de respiración?

¡¡Sora!! ¡¡SORAAAA!! ¡¡Haz algo, Shazael, haz algo!! ¡¡Llévame con ella!!

¡¿Qué crees que intento, mortal?! -Grito furioso, forcejeando con más ímpetu, con ira- ¡¡Aaaaaargh!! -¡¡Se muere, se muere, Shazael, tenemos... tienes...!!- ¡¡Maldito pájaro cabezón!! -Grito al espíritu, enrabietado por sus palabras- "El demonio tenía razón, el demonio tenía razón "... -Burlo sus palabras con un gesto de desprecio, mientras apoyo uno de mis pies en el tentáculo que se aferra al otro, ayudado de mi cola que también se enrisca alrededor- ¡¡Menos dar la razón, y más un poco de ayuda!! -Exclamo entre dientes, con mis fauces cerradas y en tensión, ejerciendo toda la presión que puedo con mis brazos para atraerlos hacia mi cuerpo, arrastrando los tentáculos que los sostienen. Vamos, Shazael, por favor, tú puedes, yo se que puedes...- ¡¡NI LOS CIEN MIL INFIERNOS HAN LOGRADO APRESAR A SHAZAEL, EL CAPITÁN ROJO!! ¡¡NO LO VAIS A LOGRAR VOSOTROS!! ¡¡AAAAAAAAAAAAARGH!!

Hazlo, por favor, llévame a su lado...

Con gran esfuerzo, tiro de los tentáculos hasta tensarlos bien cerca unos de otros. No soy muy fuerte, pero se cómo moverme, de modo que cuando llego a la posición que busco lanzo un grito y me sacudo con violencia, empujando con todas mis extremidades al tiempo para lograr que los tentáculos cedan.

Y, cuando lo hacen, desaparezco...

¡¡TÓTEM!! -Grito al reaparecer a su lado, con una mano libre alzando su rostro, tratando de despertarla, mientras la otra continúa armada, asestando sablazos a los tentáculos que la aprisionan. Despierta, Sora, despierta, ¡no me dejes!- ¡Vamos, morena, aguanta, aguanta!

Mi ataque no tuvo efecto alguno en el cabrón que quería usar a Martha, pero al menos Dawn pudo liberar a Carrie de la prisión en la que estaba.  Bien, ya estamos tres sueltos. Tenemos que vencer a este hijo de puta, y pronto.  También me di cuenta de que Tótem había quedado inconsciente, provocando problemas entre el ave eléctrica y nuestro enemigo. ¿Estará solamente inconsciente? Esperaba que no hubiera ocurrido nada grave con ella.

La aparición de la inmensa criatura me dejó de piedra durante unos segundos. Jamás en mi vida me habría imaginado en medio de una escena como esta y  ahora mismo me sentía totalmente inútil ante lo que estaba ocurriendo. Fueron las palabras del demonio rojo, preocupado por Tótem, las que me dieron la capacidad de volver a moverme y controlar mi miedo.  El demonio se había acercado a Tótem y yo no quería temerme lo peor.

-¿Cómo está ella?

Grité, desde mi posición, justo antes de dar con Martha.  Mi corazón dio un vuelco al presenciar la mueca que tenía mi hermana en su rostro.  No había nada en el mundo que mereciera un sufrimiento como el que la mantenía a ella presa.

-¡MARTHA!

Grité, con todas mis fuerzas.  El negro  al que nos enfrentábamos había perdido todo el interés para mí, que me centraba ahora en mi familia.  Mi nuevo y único enemigo era el desgraciado que tenía sumergida a mi hermana en ese horrible ritual.  Preparé mi cuerpo para moverme a través de las vibraciones y comencé a correr hacia ella, deslizándome hasta la escena donde estaba la zona del altar.

-¡Hijo de puta! ¡Libérala!

No lo quería cerca de ella, puesto que a saber qué clase de pesadillas estaba provocando en la atormentada mente de Martha.  Uno de mis potentes chorros de voz salió disparado hacia él, tratando de interrumpir lo que estuviera haciendo sobre ella.  Las palabras de Extraño no estaban hechas para mí, yo no podía sentir en ese momento otra cosa que no fuera odio hacia el bastardo que le había provocado eso a mi hermana. 

En el exterior, mi cuerpo permanecía inerte, con mis constantes vitales al mínimo; mientras en mi interior sucedían infinidad de cosas.

Había conseguido entrar en trance, evadiéndome así de posibles dificultades respiratorias e impidiendo que mi fobia me afectara; pero no logré mi otro propósito, aunque conseguí algo aún mejor.

Podía escuchar los tambores resonar, junto a los cánticos de mi pueblo, sintiendo también como la lluvia caía sobre mí; y de fondo, muy al fondo, el combate que mis compañeros desempeñaban. No llegaba a saber del todo qué sucedía, pero sí que les iba bien.

En ese momento, comencé a escuchar unos fuertes gritos, que me alejaron algo del ambiente natural en el que me refugiaba. Se trataba de aquel espíritu, que enfurecido, se enfrentaba a Dokter abogando por los suyos.

Está… Está hablando de mí.

Por supuesto Dokter no se quedó atrás, aullando contra el ser eléctrico y dando rienda suelta a su poder. No era capaz de ver lo que hacía, pero podía sentir una nueva presencia nada agradable.

Algo pasó, Martha había quedado al descubierto y Sónica gritaba por su liberación. Me preguntaba si sería la hora de volver en mí, cuando escuché a Shazael gritar, ya liberado, instando al espíritu a ayudarnos.

No, no puedo volver, no aún.

El sonido de los tambores volvió a aumentar, a la vez que retumbaba en mi cabeza la voz de Shazael gritando mi nombre mientras sostenía mi rostro. Me pedía que aguantara, mientras le sentía moverse, pero no podía regresar aún.

Aguantad un poco más sin mí, necesitamos su ayuda…

- ¡OSAS AMENAZARME! 

Fue el rotundo grito del ave eléctrico, el cual, imbuido con el poder de la tormenta, arrojó una poderosa andanada de rayos que el dragón tuvo que evitar alzando el vuelo. En respuesta, Dokter lanzó su propio aliento, una bocanada de oscura putrefacción que trataba de envolver al espíritu. Ambos comenzaban así una lucha de grandes proporciones que podría convertirse en historia. 

Ajeno a esa pelea, el demonio rojo se acercaba hacia la nativa, apareciendo a su lado e instándola a reaccionar, pero su cuerpo permanecía inerte, sin respiración alguna.

- ¡Tótem, no! - Gritó Dawn, observando la figura de la joven en el suelo, pero también advirtió la inmensa figura negra alzándose, amenazando a todos. Cerca, Sónica corría hacia el ritualista, buscando rescatar al fín a su hermana, indefensa y en manos de aquél hombre que ahora podía notar la situación a la que se enfrentaba justo antes de recibir las violentas ondas cargadas de odio que le hicieron dar un paso atrás y terminar el contacto con la adolescente.

Malik aprovechó que el aire se había serenado para difuminarse, transformándose en una neblina que escapó de los tentáculos. Inmediatamente echó a correr detrás de la joven afroamericana, a la cual veía lanzarse hacia el peligro sin ningún apoyo.

Psiónica tembló al ver ese dragón oscuro, temiendo atacarle, pero qué opción tenía. Sintió la punzada del miedo exacerbada por todas aquellas noches sola y a oscuras. Se enfrentaba al frío y a la oscuridad, ¿ella sola? Como adivinando sus pensamientos, Aiden la observó y tomó la delantera.

- ¡Atacad, vamos, todos a una! - Tratando de induciros a avanzar, y, dejándose llevar por su impulsividad natural, Dawn arrojó dos luminosos discos, pero éstos fueron ineficaces cuando el monstruo los apartó con una de sus garras, sin casi esfuerzo.

Psiónica, tras echar un vistazo alrededor, se abalanzó también: Iba a seguir a aquél chalado hacia la peor batalla que había podido imaginar. Concentró toda su energía mental para dañar a esa cosa oscura y los hados la sonrieron*, pues, cual espada, los pensamientos de la mentalista se clavaron en la mente de su enemigo, causándole un corte mental que le hizo retorcerse de dolor y mirarla con incredulidad. No iba a dejar que esa mujer siguiera dañándole, por lo que el gigantesco reptil maniobró para poder vengarse por aquél ataque inesperado.

James, por su parte, miró a Laetitia con odio. Sus ojos se volvieron negros y arrojaron sendos haces oscuros, en línea recta, los cuales golpearon el pecho de la mujer, helando instantáneamente su corazón**. Sónica cayó al suelo, sin llegar a comprender el pésimo estado en el que se encontraba uno de sus órganos más vitales... El joven, a pesar de encontrarse mareado, sonrió cruelmente, sabedor de que la mujer no iba a ser rival para él, ni tampoco lo sería aquél otro hombre que se acercaba. Se notó poderoso, capaz de venceros y continuar usando a Martha para sus fines.

- Todavía puedes rendirte, no te tendré en cuenta tus gritos de histérica.

Dijo encontrando divertido tu situación.

El golpe había logrado alejar al hombre que se encargaba del ritual de mi hermana. Sabía que eso no iba a salvarla, ni mucho menos, pero cualquier acto que me llevara a estar más cerca de ponerla a salvo ya hacía que hubiera merecido la pena el riesgo.  Voy a salvarte. Esta vez lo haré bien.

No era consciente de lo que pasaba al otro lado con el capitán rojo y los demás.  Quería pensar que pondrían a Tótem a salvo y que ella despertaría al cuando pasara un rato. Estábamos en una guerra que no deseábamos y probablemente alguno de nosotros moriría en el proceso, pero debíamos hacer todo lo posible por evitarlo.  A mí me asustaba enfrentarme sola a alguien que parecía tan poderoso pero no podía pedirle a nadie que se arriesgara por mi causa, no era tan egoísta.

Intenté moverme al ver que los haces oscuros se dirigían contra mí, pero no era lo suficientemente rápida como para esquivarlos.  En cuanto noté que el primero me golpeaba sentí que me quedaba sin aire, como si todo el oxígeno se hubiera desvanecido de pronto y, con el segundo, sentí por un instante que el corazón se me paraba.  Caí al suelo, dolorida, y me llevé la mano hacia la zona que había sufrido daño.  Tengo frío. Tengo mucho frío. Y no solo tenía frío, sino también miedo.  Me aterrorizaba pensar lo que un frío como ese significaba. No voy a conseguirlo. No voy a poder ayudarte. Martha, lo siento tanto…

Cerré los ojos, abandonándome unos instantes a mi suerte.  Las fuerzas me fallaban y lo cierto era que mi cuerpo me pedía que descansara y que me rindiera. ¿Por qué me molestaba en pelear? Si esto no me destruía lo haría otra cosa, otro peligro vendría y destruiría a mi familia.  Mi poder se había convertido en la peor de las maldiciones, en una carga constante. Una tumba.  Mi corazón latía con menos fuerza que nunca y notaba que mi sangre se helaba por momentos, haciendo que toda opción de moverme me pareciera imposible.  Abrí los ojos, dolorida, para ver por última vez el mundo en el que había vivido tantas cosas.  La voz de nuestro enemigo resonaba como un eco lejano y vi, de forma nublada, el altar de piedra.

Martha.  Mi corazón ganó algo de fuerza al notar que seguía allí, presa de las pesadillas que le estaban provocando.  Recordé, entonces, el triste momento en el que la encontré a punto de morir. Las largas noches de hospital. Sus gritos. Su llanto. Su miedo…- ¿quién iba a velarla por las noches si yo moría y ellos la salvaban?  Ella volvió de un lugar mucho más oscuro… por nosotras… La imagen de mi hermana abriendo los ojos por primera vez en el hospital acudió a mi memoria; a pesar de lo destrozada que estaba y de la tortura a la que había sido sometida fue capaz de sonreírme, de mirarme y de decirme que todo estaba bien, aunque ambas sabíamos que eso era una mentira de las suyas.  Mi hermana, la pequeña, pero también la más fuerte.  Una verdadera superviviente, mientras que yo me rendía a las puertas de salvarla.  No puedo dejarla todavía… no hasta que la vea sonreírme de nuevo.

Noté que las fuerzas iban volviendo poco a poco y, cuando parecía a punto de rendirme, cogí una bocanada de aire, volviendo al mundo de los mortales.  Las imágenes de todo el duro proceso de Martha desde su violación martilleaban mi cabeza, obligándome a levantarme y a salvarla. Si la dejaba ahí, sola, jamás me lo perdonaría ni ella sería capaz de perdonarse al saber que había muerto intentado hacer algo bueno por ella.  Un último combate… un último esfuerzo.  Logré ponerme en pie, con esfuerzo, mientras mantenía la mano en el pecho y miraba al cabrón que sería el nuevo objeto de las pesadillas de mi hermana.

-Si se trata de ella…- pensé, mientras desviaba la mirada de mi hermana hacia él- No puedo rendirme. 

Su única opción era la misma que la mía: matar al otro.  Pensando en Martha volví a cargar uno de mis gritos sónicos y lo dirigí hacia él con todas mis fuerzas.  Sólo esperaba que si finalmente yo no lo conseguía alguien fuera capaz de darle un futuro mejor del que yo le había proporcionado. 

Tótem...

Corto con desesperación los malditos tentáculos negros, clavando mi espada en el suelo nada más liberar a la morena, sujetándola con ambas manos hasta depositarla cuidadosamente en el suelo. Continúa con los ojos cerrados, inconsciente, aunque parece que respira débilmente.

Sora... Sora, despierta, por favor...

No se que hacer, no se qué le pasa. Tampoco Dominic, de quien puedo sentir toda esa desesperación recorriendo mi cuerpo y mi alma. ¡Maldito seas, humano! ¿Por qué me obligas a sentir esto? Esta... pena. Soy un demonio, no debería sentirme así, no debería...

Sora, no me dejes ahora...

Mi respiración se acelera. Cierro los ojos, negándome a sucumbir a ese sentimiento artificial que el humano insufla en mi interior.

No... Yo no soy así... Yo no siento esto... -Digo en voz alta, tratando de convencerme- ¡YO NO SIENTO ESTO!

Sí que lo sientes. Pero, a diferencia de ti, tú sí tienes fuerzas para seguir...

¡TRIPULACIÓN! -Invoco a mis pequeños bastardos, levantando una irascible mirada llena de ira- No me vas a negar esto, ¿verdad, humano? -Digo con tono serio, irritado, tratando de controlarme en la medida de lo posible. ¿Negarte el qué, Shazael? Mis bastardos comienzan a aparecer, pero ni me molesto en mirarles, tengo la mirada perdida, llena de fuego- Vuestra vida depende de la seguridad de esta mujer. Protegedla o sufriréis la ira del Capitán Rojo... -Digo sujetando de nuevo mi espada, arrancándola del suelo mientras me pongo en pie.

¿Qué es lo que no puedo negarte...?

Venganza, Dominic... -Digo entre dientes, hirviendo de ira- No me niegues mi venganza...

Me giro y veo a lo lejos a ese hombre, el despreciable negro que le ha hecho esto a Sora.

Hazlo, Shazael, acaba con él...

La agitación aumentaba ahí fuera, y cada vez me costaba más mantener aquella desconexión. La lucha continuaba, el espíritu peleaba con ferocidad y además… Podía escuchar la lejana pero recia voz de Shazael negando sus sentimientos, terminando de quebrar algo en mí que hizo que el sonido de los tambores desapareciera por completo.

Los cánticos, la lluvia que había dado lugar a la brisa, el sonido del arroyo, todo comenzó poco a poco desaparecer; mientras el exterior era cada vez más presente. Al salir del trance comencé a respirar poco a poco y abrí mis ojos lentamente, sintiendo como el frío volvía a invadir mi cuerpo. Pude ver a Shazael de pie junto a mí, espada en mano, mientras yo me encontraba rodeada de aquellos pequeños truhanes que lo socorrían en ocasiones.

Aún me encontraba volviendo en mí, pero no pude evitar comenzar a levantarme del suelo, donde me encontraba tendida.

- Ven… ¿Venganza? – le dije al demonio, justo en el momento en que mis piernas flojearon y casi me llevaron de nuevo al suelo. – Sin odio… ¿Recuerdas? – añadí poniéndome del todo de pie, gracias a agarrarme a uno de sus brazos con mi mano. – Lo siento Dominic… Lo siento Shazael… - me disculpé con ambos, cabizbaja, consciente de lo que ambos podían haber sentido; a pesar de que el demonio no fuera a reconocerlo.

Sin soltar el brazo de Shazael, miré a la criatura y extendí mi otro brazo, momento en que las raíces luminosas comenzaron a rodear este, formando aquel arco espiritual ya conocido por todos. Ya me encontraba perfectamente, pero aun así no había querido soltar al demonio, tratando de esa manera de que se calmara y actuara con cabeza, si eso era posible…

- Estoy bien, ahora se trata de Martha… - le dije soltando su brazo y llevando mi mano hasta su rostro, acariciando este con cariño.

Tras ello devolví mi mano a donde debía estar, junto a mí, estirándose hacia atrás mientras una flecha lumínica aparecía entre mis dedos. Entonces apunté a aquella criatura que Dawn y Psiónica también atacaban, tratando de asegurarme de que mi tiro resultara certero.

- ¡Al abordaje, hermanos!

Exclamó el primero de los diablillos cuando apareció en la montaña, aunque, enseguida, ya junto a los demás, analizó la situación, mirando las dos grandes criaturas, la tormenta enorme que cubría el cielo y el altar con la adolescente dormida.

- ¡Adelante, Capitán, estamos con usted!

Dijo uno, tratando de animarle, pero se llevó la mano a la cara y expresó algo como "en menudo lío se está metiendo".

En ese momento, Totem ya se levantaba y hacía surgir de nuevo aquellas raíces que formaban su poderosa arma. Se disponía a apuntar a sus enemigos, buscando la oportunidad para soltar la flecha. Eso no pareció gustar a uno de los grumetes.

- ¡Haz el favor de tumbarte, tenemos que protegerte!

Increpó uno de los diablillos a Totem, que parecía querer dificultarles el trabajo.

Un poco más allá, Tornado se lanzaba hacia delante, furioso, contra James, por el simple hecho de que era su enemigo. Era un buen momento para dejar fluir su propia rabia, la de un niño metido a soldado y rescatado muchos años después por Stephen. El africano elevó una roca, usando sus poderes, para dejarla caer a continuación. La arrojó de lado, para que no golpeara el altar, pero fue en extremo precavido y falló el intento. El luchador se había acercado mucho. Era necesario poner nervioso al enemigo, para que dudara a quién atacar.

La rubia, por su parte, sobrevolaba despacio, observando cómo el reptil de sombras dirigía la vista hacia ella. Tenía que intentar tumbarlo, antes de recibir su ataque, mas los nervios pudieron con ella y la certera espada mental falló esta vez.

Sónico gritó entonces, determinada a salvar a su hermana. Era el momento crítico que había estado buscando. El momento decisivo. Tenía que luchar contra los elementos, contra un dragón y contra aquél tipo, que nadie sabía bien quién era. El poderoso sonido esta vez penetró los oídos del villano, casi reventando sus tímpanos y causando que le sangraran. En respuesta, el hombre no pudo sino dirigirle otra vez esa mirada de ojos completamente negros, que emitieron sendos rayos, golpeándola en el hombro. Aunque resistió el impacto, el frío se extendió de nuevo por su cuerpo, era una sensación horrible, que debilitaba todo su cuerpo.

Dawn, consciente de que el combate era complicado, se esforzó al máximo. Giró en el aire para aprovechar el movimiento y lanzar dos discos, uno para cada enemigo. El primero chocó contra la piel del dragón, el cual apenas lo consideró una molestia, mientras que el segundo llegó hasta el abdomen de James y le hizo encogerse levemente.

- ¡Amo, ayuda!

Exclamó el hombre, al que le atacábais tres de vosotros, quizá cuatro, pero el gigantesco reptil pareció ignorarle, pensando más bien en golpear a Carrie con una de sus garras. La mentalista soltó todo el aire de los pulmones al recibir el impacto, pero lo soportó estoicamente y mucho mejor de lo que había esperado, dado el descomunal tamaño de la criatura.

El pájaro eléctrico mientras tanto, arrojaba sus rayos contra el dragón, debilitándolo entre gruñidos de dolor. El espíritu había observado a la nativa levantarse, pero no era momento de hablar. En su lugar, estaba atento a todo el combate.

¿Qué es lo que sucede? En mi negro corazón no arde ya el incombustible fuego del infierno. Mi ira no tenía fin, mi venganza no era fácilmente saciada. Soy un maldito demonio, la oscuridad de mi alma no conoce límites...

No los conocía.

Sora...

La voz que me sobresalta, a mi espalda, apaga el fuego de mi ira casi al instante, como se consume una sencilla fogata con un caldero de agua. Mi deseo, necesidad, de venganza se desvanece, en el preciso instante en que veo el rostro consciente de la mujer, quien se agarra a mi brazo para no sucumbir a la debilidad en que aún se encuentra.

¡Está bien! ¡Sora está bien! ¡Dile cuánto me alegro, Shazael, díselo de mi parte!

Sin odio... -Repito las palabras de Sora. Lo siento, Dominic, eso que sientes se lo dirás tú mismo, cuando todo esto termine. No voy a escupir por mi boca esas cosas- Dominic es capaz de no odiar, es tan estúpidamente inocente... -Miro mi mano cuando Sora suelta mi brazo, dejando de necesitarme para mantenerse en pie. Mis marineros ya están aquí, con nosotros, pero la misión para la que los había enrolado ya no va a ser necesaria. Pero Sora no se aparta inmediatamente, nos recuerda el motivo por el que ella está aquí, por la que ha venido también Dominic. La cría, Martha, a pesar de todo lo que está pasando, del infierno que esta gente pretende desatar en la tierra, sigue pensando en esa chica. Y al decirlo, posa su mano en mi rostro, ofreciéndome una caricia que me causa un escalofrío. Doy un paso atrás, apartándome de la mujer y de su arco, agachando la mirada- Pero si no quieres que lo mate, eso quizás pueda hacerlo. Hay otras formas de obtener venganza... -Shazael, ¿pero de que estás...?- ¡Marineros! Cambio de planes. -Señalo al tipo que está junto a la tal Martha, quien se encuentra combatiendo con rayos brotando de sus ojos, dañando a Sónica- ¡Distraedle! ¡Le arrebataremos lo que más quiere!

¿A Martha?

A Martha...

Por unos segundos, pensé que esto se me había ido de las manos, que el demonio iba a continuar queriendo hacer las cosas a su manera; pero me alegré de estar equivocada. Su otra forma de obtener venganza no tenía que ver con el caos, sino todo lo contrario.

Señaló a Marshall, ese malnacido que me había engañado antes, a mí y a Psiónica; dejando claro que pretendía liberar a Martha de sus garras.

- Nosotros seguiremos ocupándonos de esta cosa. – informé a Shazael, mientras ultimaba mi disparo. – Id, sin miedo y sin odio… - musité, relajando al fin mis dedos, dejando que aquella flecha saliera en busca de su presa, junto a un melodioso silbido inaudible para el resto en aquellas circunstancias.

Entonces miré a Shazael, antes de que desapareciera de mi vista.

- Y deja de hablar así de Dom, o la próxima irá a ese culo rojo tuyo... - le dije sonriendo de medio lado.