Partida Rol por web

Cuando Raymond comienza a caminar con la anciana Marisa hacia la puerta el hombre de la gabardina roja lo para en seco -¿Donde vas? Deja que la mujer aguarde mientras vosotros investigáis. Mejor, ven tu conmigo por la otra puerta mientras ellos van por la de la izquierda.

Cesar y Jack tratan de abrir la puerta de la izquierda pero esta parece estar encajada. Usando más fuerza consiguen abrir una rendija pero lo que la presiona impide que se mantenga abierta y, con un fuerte portazo, vuelve a su posición. Un aire cálido emerge por las rendijas, a una temperatura más elevada de lo normal.

Escuché con una sonrisa tranquilizadora, que no sabía muy bien si iba dirigida al anciano o a mí misma, la historia que me contaba. Mientras tanto, el resto de mis casuales compañeros se afanaban por buscar una salida de aquel túnel.

-Todo se está yendo a la mierda, y parece que lo aceptamos con los brazos cruzados. -Cada vez estaba más convencida que la lucha era lo mejor para salir del estercolero en el que nos habían metido-. ¿Qué más da quién esté detrás? Son todos unos cabrones que quieren diezmar a los civiles.

Oí un portazo procedente de uno de los laterales. Quizás alguno había conseguido abrir una de aquellas puertas.

-¿Se pueden abrir?

Elevé la voz lo suficiente para que me pudieran escuchar.

- Algo no va bien aquí colega - dije esta vez sin reír a Warsong.

Al escuchar a Zoe a lo lejos, contesté alzando la voz:

- ¡Estamos en ello cariño!

Y volviendo a lo que nos ocupaba, me puse serio con Jack.

- Escúchame wey, - dije dando una palmada a la puerta mientras hablaba - esto pinta bien gacho... - di un paso hacia atrás para seguir hablando con Jack.

- Una vez lancé un cóctel Molotov a unos putos chingaos en un ascensor - me dio la risa al recordarlo - jajajaja el caso es que cuando la puerta se volvió a abrir, la llamarada salió como un tiro - abrí los brazos y las manos dibujando la escena - ¡ Puuum ! cuando se abrió la puerta el fuego arrasó con todo en cuestión de segundos... y eso de ahí detrás - estaba ahora señalando la puerta y negando contrariado con la cabeza.

- híjole... quizá la otra nos de más chance

Hago caso del hombre de la chaqueta roja. Dejo a la anciana y me acerco a la puerta de la derecha. Intento tirar de ella para ver si hay mas suerte que con la de la izquierda.

Miro dubitativa a uno y a otro. Me asusta imaginar lo que debe de estar ocurriendo ahí fuera, pero la perspectiva de quedarme a saber cuánto tiempo en estos túneles malolientes llenos de ratas y asesinos tampoco me entusiasma.

Aunque tampoco es que tengamos muchas más opciones...

Por fin me decido con un asentimiento.

-Si estás dispuesto a compartir esa comida con nosotros, te ayudaremos a llevarla. Y nos protegeremos mutuamente -desvío un instante la vista hacia Rob para saber si está de acuerdo-. Pero tenemos que encontrar un lugar decente aquí dentro donde refugiarnos, algún sitio seguro que no esté lleno de... mierda -bajo los ojos hacia el agua pestilente que corre entre mis piernas y tuerzo el gesto-. No sabemos cuánto tiempo van a estar cayendo bombas, quizás tengamos que quedarnos aquí días, o semanas, lo mejor es que intentemos estar lo más cómodos y seguros posible.

¿Debería preocuparme la destrucción de Vega? Probablemente la ciudad esté ya irreconocible, seguro que hay mucha gente muerta o a punto de morir y ni siquiera sé quién ni por qué nos ha atacado. Pero, la verdad, sólo la vida de Margarita me preocupa un poco, y al fin y al cabo ya es una anciana; o lo era. Los demás pueden irse al infierno, incluido mi padre.

-Bueno, ¿cómo te llamas? -pregunto al chico-. ¿Aceptas o no?

Hice presión con mi hombro junto con Mendes y apenas logramos mover la puerta un poco. Un aire cálido me golpeó el rostro y podía sentir el cambio de temperatura con facilidad. Bajo tierra siempre hace mas frío, quizás era eso, pero no tenia ganas de averiguarlo. Mendes pareció leerme la mente, pues también pensaba en una habitación en llamas, esperando algo de oxigeno para avivar su fuego.

-Puta madre, posiblemente sea por las jodidas bombas y...- me giré para mirarlo con el ceño fruncido-. ¿Molotov?- negué con la cabeza, no quería saber a que se refería y la verdad no tenia ganas de tratar con ese tema ahora. El tipo era útil y usaba la cabeza-. Hay posibilidades de que haya fuego o algo así del otro lado, algo atora la puerta así que no puedo estar seguro- dije hacia todos, pero sobre todo para Brown y el otro tipo que iban hacia la puerta derecha-. Prefiero que todos seamos prudentes, pensar en cada paso que demos y no hacer idioteces. Podemos seguir por las vías hasta la estación siguiente.

Continua andando, atento a ambos lados del túnel, a los que enfoca con la linterna. Aquí 2-1, repitan mensaje, cambio.  Voy apañado, ¿Que cojones estara pasando? Solo... Solo espero encontrarme a alguien pronto.

Avanza, con la linterna adherida al rifle y este bien firme, apuntando al frente. Con el dedo en el gatillo, esta nervioso y un movimiento inesperado podria hacer que disparase.

- Ya me lo habían advertido. - Colgando de los hombros de uno de los hombres del Jefazo empezamos a andar los túneles por zonas que hace mucho ya, me son completamente desconocidas. - Que no me adentrara demasiado, que por acá no hay ley. Yo conozco apenas un puñado de pasajes entre los bloques del distrito residencial 344 y la zona comercial. - Mientras avanzamos trato de aprender el camino mirando los detalles y los giros, con Floro al menos he aprendido algunos trucos sobre cómo están diseñados estos túneles.

La radio vuelve a cortarse, a no emitir mensaje alguno. Seguramente alguien se está dedicando a mandar mensajes por varias frecuencias pero no espera respuesta, razón por la que te es imposible contactar con él, no mientras sigas oculto entre túneles.

Sin embargo la estación en la que te encuentras se encuentra en tal estado que no puede salir, pese a que tu mirada experta investiga a consciencia el terreno buscando posibles rutas. De nuevo decides volver por el túnel y buscar otro camino, una alternativa que te lleve a la superficie.

Poco a poco el olor del fuego y las explosiones se ve sustituido por el olor repugnante de aguas estancadas, ratas y desechos. Avanzas guiado por una brisa que, sin duda, debe significar algún tipo de abertura, hasta que escuchas unas voces no muy lejos.

Anastazy se agacha, encogiendose y poniendose en posición defensiva, como reflejo al oir las voces. En realidad, era un alivio escucharlas. Por fin... Madre mia..

¡Hey! ¡Hey! -Dice aumentando el ritmo, dirigiendose hacia donde provienen las voces, con el arma en alto, preparado-

¿Hola? -Seguía tenso, solo esperaba que nadie se le apareciera de pronto, porque podría disparar-

La otra puerta resiste al primer intento del hombre de la chaqueta roja. Sin embargo no parece rendirse y, tras golpear varias veces la cerradura con algo que oculta entre sus ropajes, logra abrir la puerta.

Esto ya está abierto, vamos a investigar -dice Kaleb a nadie en particular.

Iluminada por la luz de uno de los móviles veis lo que parece ser una pequeña oficina. Por lo que parece el lugar lleva abandonado mucho tiempo pues el polvo y la tierra cubren por completo el suelo, un par de mesas para cuatro, tres sillas y un viejo sofá colocado en un rincón.

Seguro que han sido uno de esos cabrones envidiosos que tenemos como vecinos, uno de esos países de mierda gobernados por ineptos y mentirosos. La han cagado metiéndose con nosotros, el ejército de Vega pronto los destruirá -afirma Jose María haciendo caso omiso al intento de apaciguar de Zoe.

Mi nombre es Harry y claro que acepto. Mi padre decía que en las situaciones más extrañas se pueden conocer a las personas más excepcionales. Por desgracia nos enfrentamos a algo inusual, que no debería haber ocurrido -dijo el joven al que acabáis de conocer -ayudadme con esto y os llevaré hasta la comida. Parece que alguien ha dejado las bolsas hace poco, antes de que todo empezara, cerca de la estación por la que entré a duras penas.

Rob se dispone a seguir al chico pero te percatas de que no ha guardado el arma en ningún momento. Por lo que parece no termina de fiarse de él.

El hombre parece reflexionar unos segundos, decidiendo que hacer con vosotros. Sin darse la vuelta pero desviando la mirada se agacha en cuchillas para dejar la lámpara que lleva en el suelo, a su derecha.

Avanzáis durante un buen rato, seguramente más de media hora. Has tratado de fijarte en el camino, de memorizarlo. Sin embargo la falta de luz y la conversación que te han dado los que te rodean te han hecho perder el rumbo, aunque algo te dice que habéis dado varias vueltas para despistarte.

Las ratas os han acompañado durante la travesía pero parece ser que sus ojos no son los únicos que os observan. El Jefazo ha parado un par de veces la marcha y enviado a alguno de sus hombres a investigar alguno de los túneles laterales, más estrechos y bajos. En una de las ocasiones pudiste escuchar como uno de los suyos disparaba un arma, aunque el Jefazo le hizo callar cuando volvió, seguramente para que no te enteraras.

Finalmente llegáis al lugar que estos hombres llaman hogar, un lugar que te sorprende. La zona es una gran explanada cavada directamente en la roca, con decenas de linternas de aceite y velas que iluminan las paredes. La entrada está fortificadas por maderas y cubiertas de hilos con pequeñas campanas, un sistema de seguridad simple pero efectivo. Dentro de la zona han dispuesto varias tiendas de campaña de gran tamaño, seguramente robadas, mesas de gran tamaño, un lugar que parece servir de cocina. Incluso tienen un generador. Y un billar. 

-Eso servirá para que descansen mas cómodamente, incluso podemos pasar la noche y esperar a que termine el bombardeo- dije observando la habitación que abrieron-. Esta totalmente mugriento pero es mejor que el frío piso...- solo esperaba que no hubiera ratas... ¿A quien engaño? Siempre había cientos de ratas en todos lados-. La verdad, no me interesa quien hizo esto, siempre serán los civiles los que paguen el precio. Siempre es así.