Partida Rol por web

-¡Sí!- contesta al humano larguirucho y pálido de las vendas. –El adivino Ascario ha visto el asesinato del rey de Arkhania. En ese momento, en el lugar de su muerte…- alza el dedo y señalo a Yzlin -…ella está presente. Junto al verdugo del rey.- Se gira hacia Ishrad mirándolo unos segundos. Al mismo Herst le cuesta creer las palabras del adivino -¿Cómo iban a conseguirlo?-

-No es momento de rivalidades. El temblor... Leixle Ir'van está luchando con Nek Zeros, el reo 009- Las palabras de Herst retumban en su cabeza como un martillo. –Nek y Leixle… no puede ser…- Sus ojos casi se salen de las órbitas cuando anuncia la muerte del rey. –No puede ser.- Comenta incrédulo ante tales noticias y sus implicaciones. –Si Leixle muere… Rosencrantz… ¿quién controlará a los Tanarukk que ha estado engendrando todo este tiempo? Y Nek, es el general de las tropas en el exterior. Se ha asegurado que éstas sólo respondan a sus órdenes cuando aparezca.- Pero eso no es lo peor. La muerte del rey será el fin de la estabilidad en la superficie. –No lo entendéis. Esta prisión es necesaria. Ahí abajo hay…- guarda silencio, sus pómulos se enrojecen. –...un ser, nacido de la destrucción del Don del Tiempo y los restos que los Siete Peregrinos dejaron con sus experimentos en busca de la inmortalidad.- Se lleva una mano al rostro ocultando los ojos, necesita pensar –Maldita sea, nos va a explotar todo en la cara.- Inspira hondo. -Aún hay solución.- Da un paso, apoya las manos sobre la mesa y sostiene la mirada de los tres recién llegados –Decidme… ¿Dónde está Ascario? Estoy familiarizado a sus predicciones y éstas, aunque van encaminadas, suelen cambiar a menudo.- Comadreja pone en pie su asiento -Tener conocimiento de lo que va a ocurrir ya cambia el supuesto futuro en el que ocurría sin que supieras nada.- iAsiente, señala los muebles volcados -Tomad asiento, comamos y hablemos. Es necesario.-

Comadreja no deja de sorprenderme-. Herst acepta la invitación de su enemigo para la comida, sigo observando en un segundo plano hasta que su mirada busca la mía, me acerco. -Regresa y busca a Ascario- Me ordena y no hace falta que lo repita. Subo las escaleras y emprendo la carrera de regreso, en la escalera me abro camino entre nuevos visitantes.

Llegáis a El Grosero sin contratiempo. En la zona superior escucháis la voz de Comadreja:

–No puede ser.- Comenta incrédulo ante tales noticias y sus implicaciones. –Si Leixle muere… Rosencrantz… ¿quién controlará a los Tanarukk que ha estado engendrando todo este tiempo? Y Nek, es el general de las tropas en el exterior. Se ha asegurado que éstas sólo respondan a sus órdenes cuando aparezca...

No lo entendéis. Esta prisión es necesaria. Ahí abajo hay…- guarda silencio –...un ser, nacido de la destrucción del Don del Tiempo y los restos que los Siete Peregrinos dejaron con sus experimentos en busca de la inmortalidad.

–Maldita sea, nos va a explotar todo en la cara.- Inspira hondo. -Aún hay solución.- Da un paso, apoya las manos sobre la mesa y sostiene la mirada de los tres recién llegados –Decidme… ¿Dónde está Ascario? Estoy familiarizado con sus predicciones y éstas, aunque van encaminadas, suelen cambiar a menudo.- Comadreja pone en pie su asiento -Tener conocimiento de lo que va a ocurrir ya cambia el supuesto futuro en el que ocurría sin que supieras nada.- Señala los muebles volcados por el terremoto -Tomad asiento, comamos y hablemos. Es necesario.-

Herst se gira, susurra unas palabras a su segundo (el drow) y éste sale corriendo abriéndose paso entre vosotros.

-¡Apartad!- grita el drow atrayendo las miradas. Nickar y Grook descienden en ese momento por la escalera (aunque no vienen solos) viendo abajo a Comadreja que los observa desafiantes. Junto a él está Serge, Pain e Yzlin. Al pie de las escaleras se encuentran Herst el envenenador e Ishrad.

Nickar presta toda su atención en lo que ocurre en la planta de abajo. Tú, sigues con la mirada al drow que, en la puerta de la taberna se cruza con Suscinda y no te pasa desapercibido su saludo. -Abuelo- le dice ella con un tono entre el respeto y el temor.

-Tengo que cambiar de guarida. Por lo que veo.- Inspiro lentamente. -¿Qué hacéis aquí?- junto a Nickar distingo a Grook, que parece haber encajado bien con la tiflin. Hay otro kobold encapuchado detrás de Nikcar y -¡Suscinda!- que avanza detrás de Grook.

La seda de la túnica de ascario se consumía por el calor, retorciéndose en girones que amenazaban con quemar su piel. El rostro enrojecido, los oídos zumbando y el polvo del derrumbe en los ojos. Sólo una idea -aférrate al saliente con todas tus fuerzas, no caigas, no caigas a ese infierno- 

Una de las muertes que había vaticinado estaba aquí, en este momento, si se mantenía firme y agarrado hasta que su salvadora llegara sobreviviría.

La roca se estremeció cuando algo se posó sobre ella y pensó que era su fin, los dedos le dolían, había perdido dos uñas en la desesperación, las fuerzas comenzaban a flaquearle, pero un brazo salvador lo asió por el codo. Nada más tocarle vio un atisbo de su futuro, una negrura inminente y poderosa que se extenderá, como un tintero volcado sobre el mapa.

Lythrai salva a Socar y desaparece. Su última mirada se dirigió al saliente donde un mago se debatía desesperado por no caer, Hazir sostiene a Roriarkas que consigue aferrarse. El temblor ha cesado, pero el suelo de la estancia está inclinado a 60º convirtiéndola en un tobogán hacia una gran caída.

Lythrai desde el saliente, Socar desde posición segura, con un pie en el suelo inclinado y el otro en la base de una columna. Hazir y Roriarkas aferrados a una estantería cuyos anclajes aún se mantienen firmes. Desde allí, todos lanzáis una mirada a lo profundo intentando atravesar el humo para desvelar las identidades de los contendientes¹.

Agarrado en las cadenas que sostienen mi creación. Miro abajo, frunzo el ceño. Miro arriba, veo a Socar. -¡Socar!- atraigo su atención hacia mí pues aún está mirando hacia abajo. -¡Hay que sacarlo!- le digo haciendo referencia al forjado. -Debemos desenganchar los anclajes de arriba cuando...- mientras habla, Daebius fija una soga al arnés del forjado y desengancha los mosquetones inferiores. La criatura queda libre y se mueve como un péndulo en medio de la habitación inclinada -...uoooh- comenta el gnomo aún agarrado. -¡Prepárate Socar!- grita tras subir hasta los hombros y preparar la cuerda para lanzar aprovechando el impulso. -Agarra la cuerda.- Mira a Hazir y Socar -¡Vosotros dos! ¿Qué estáis haciendo ahí parados? ¡Arriba!-

-¡No!- les grito -La mansión no es segura. Atraerá curiosos y terminarán descubriéndolo.- Miro hacia abajo sopesando las posibilidades. Quizá entre todos podamos transportarlo y ocultarlo abajo.

Se escuchan tambores en lo profundo. El combate sucedido en la sección más estrecha del segundo nivel de Arkhania, no sólo ha derrumbado el suelo del primer nivel, sino que los contendientes han caído a la zona más alta del tercer nivel. La zona en la que están encerrados los más poderosos. La explosión (con la que ha temblado toda la prisión y, seguramente, han sentido en la superficie) ha creado un enorme foso vertical que conecta los tres niveles.

-Escúchame, líder de los Fonn'Aster- se aferra a ti -Estamos encima de la guarida de los Tanarukks de Leixle.- Te dice con creciente alarma. Debéis desaparecer de ahí rápidamente, ocultaros a la vista. -Sí, mi consejo será vuestro... ¡Soy adivinador! ... sí, el mejor de todos. Por eso estoy encerrado- Aquel mago contestaba a tus preguntas antes siquiera de que se formularan en tu mente. Sin duda, al salvarlo, será un aliado interesante.

Avanzo entre los escombros y el polvo. Huelo la sangre escapando de mi ser. -Traición y fuego han sido mi firma. Me ha podido el orgullo, muero al buscar la libertad. Que mis legiones sean las tuyas ahora que abandono este mundo.- Miro mis entrañas mientras las sostengo para evitar que se desparramen. Se me escurren entre los dedos. Caigo de rodillas.

-Ascario dijo que, dentro de unos días, pedirán la cabeza de Leixle y a cambio darán la libertad al preso que la sostenga en la plaza. Quise adelantarme. Casi la mato... casi... lo...-

Lo que ha producido el derrumbe que ahora conecta el primer nivel de Arkham con el tercero ha sido la explosión que el Reo 009 ha provocado al morir.

Dolor. Intenso e insoportable. Costillas rotas, sangre... mis manos están destrozadas... no, he perdido la mano izquierda...- suspiro -no sé si podré seguir con esta lucha. Que la muerte me lleve al fin.-

Leixle Ir`van yace destrozada sobre una roca ennegrecida. Ha perdido la mano izquierda y la derecha está destrozada, girada en un ángulo imposible. Su rostro está tan hinchado que le resultará imposible abrir los ojos. El abdomen hundido, dos costillas salen por un extremo en una imagen atroz. Pero aún está viva y sus aliados Tanarukks llegan para auxiliarla. 

Soy adivinador, el mejor de todos, y sí, mi consejo será vuestro. Así se le presentó el adivinador, en voz tan baja que solo ella pudiera oirle. "¿El mejor de todos?" Lythrai entrecerró los ojos, agarrando fuerte el brazo del Adivinador, no fuera a ser que se le resbalara. Y no fuera a ser también que ella misma lo empujara al vacío.

En Chessenta, la tierra donde nació, no era un secreto que odiaban la magia en todas sus formas, hasta el punto de haber estado prohibida hacía mucho, mucho tiempo. Al final la desprohibieron, naturalmente, pero en la cultura de esas tierras siempre quedó la mancha, el estigma, de que la magia era engañosa, trucos de cobardes, mientras que la verdadera fuerza estaba en la destreza personal, en la fuerza de tu espada como representación de tu alma. El poder de tu propio puño, de la fuerza de tu arma, en lugar de las trampas de la magia. 'La fuerza siempre triunfaría, porque portaba la verdad'. Todas estas bobadas impregnaban la cultura Chessenti, y por ello también entre los Fonn'Aster de Chessenta se extendía aquel estigma. No para Lythrai, claro, ni para el resto de Fonn'Aster de otras tierras. El resto de ramas tenían dos dedos de frente. Pero aunque Lythrai siempre había desafiado y desafiaría esa estigmatización de la magia, habiéndose criado en medio de esta no podía evitar, a veces, mezclar su respeto a la magia con el miedo y el odio. Concretamente, la Adivinación y el Encantamiento sobre las personas, eran las escuelas de magia que al mismo tiempo más respetaba, temía y odiaba.

Delante de sí, según él, parecía tener al mejor adivinador de todos. Según él, lo habían encerrado justo por eso. Si hasta supo quién era ella sin apenas darle tiempo a hablar, aunque bueno, que ella era una Líder Fonn'Aster era un tanto fácil de averiguar por la insignia de la armadura.  "El mejor de todos ¿eh? Sí, eso explica por qué estás encerrado aquí." asintió ella. "Espero que tus predicciones tengan cierto margen de error, adivino. No creo en el destino. No me gusta el destino. Siempre busco una tercera opción. Nadie decide por mí. De hecho, ahora mismo tengo el impulso de tirarte al foso solo para impedir que predigas algo que no me guste." sonrió divertida. De hecho, la amenaza iba en serio. Ni siquiera era una amenaza, era un anuncio de lo que estaba sintiendo ahora mismo. ¡Cuán divertido sería hacerlo! Ver el miedo y la pérdida de esperanza sobre sus ojos, desafiar al destino, ahí y ahora, una vez más. Pero eso es lo que haría Pain ¿no es cierto? Dejarse llevar por los impulsos más primarios de su naturaleza, como un animal dejarse llevar por ellos en una falsa sensación de libertad. Pero ella no era así. A diferencia de Pain, ella pensaba. Y era capaz de entender que quizás podrían necesitar su ayuda, aunque no le gustase ni un pelo.

"¡Aquí abajo estamos vivos! Tengo a Esca-... Asrac... uuuh... ¡el adivinador!" Reo-cero-dieciséis. Reo-cero-dieciséis. Reo-cero-dieciséis. Su mente, agotada por el lanzamiento de dos conjuros en apenas varios segundos, apenas podía recordar el nombre del hombe que tenía delante, siendo sustituido por el número que la Prisión quería imponerle. -Dieciséis es un número muy pequeño.- pensó la Fonn'Aster, preguntándose si es que simplemente el adivinador había reemplazado la vacante del número recientemente, o si llevaba largo, largo tiempo aquí preso.

"¿Una ayudita por aqui, chicos? ¿Una cuerda o algo?" pidió la Fonn'Aster, mirando hacia arriba. "Para subir... O para bajar." se encogió de hombros. "Estamos un nivel por debajo del primer piso. ¿Recordáis qué pasó la última vez que el suelo se desprendió bajo nuestros pies? La Súcubo y su prole moran por aquí como arañas esperando a sus presas... Y no es por meter prisa ni nada, pero estoy escuchando tambores de guerra. ...¡Y no sé vosotros, pero yo no tengo ni un cuchillo!"

Nickar torció el gesto cuando Suscinda mencionó el destino del don del tiempo, algo que más o menos suponía, pero esperaba que quedara algo de él y una sonrisa al escuchar esa creación hecha del don del tiempo y los 7 peregrinos - puede liberar a alguien igual de interesante - susurró a la semidrow - y con suerte, tendremos a ese ser y al don del tiempo nacido el primero de una alteración en el tiempo si logro salvar al segundo... - cada vez las circunstancias prometían más posible diversión.

Al ser vistos sonrió - si puede explotar todo en la cara, ¿que tal si buscáis que explote en la dirección oportuna? - esa fue su respuesta a ese "¿que hacéis aquí?" - se lo que pretendéis, un viejo amigo dijo que las paredes hablaban y no mentía, pero dejaré que seáis vosotros quien nos pongáis al día de todo, mis acompañantes pueden no estar al tanto de todo, y en mi información faltarían secciones, puede que compartir planes con alguien al que vuestros titiriteros ahí arriba no cuentan traiga desenlaces interesantes.

Miró a Suscinda - no me dirás que esto no parece divertido también ¿no? - mostró una sonrisa satisfactoria, posiblemente sabían como llegar a "ese ser", pero conocerlo no le otorgaría lo que buscaba - gratuitamente os diré que el plan del portal tiene más fallos que certezas, no diré más, ese regalo ya es mucho, teniendo en cuenta que nadie me ha querido informar de dicho acontecimiento, la pregunta pasaría a ser ¿como lo se? ¿Cuanto se? - le salió una carcajada inconscientemente -- probablemente sepa más que la mayoría de los presentes, pero esa información no importa, me interesa más saber hasta que punto estáis dispuestos a compartir, pues de ello depende que incluso os ayude o entorpezca.

Miró a sus más cercanos acompañantes, actualmente dos kobolds, entre ellos su mata demonios, una gran informadora, un guardián arcano, y alguno que estaría preparando sus propios deberes, no se quejaba del grupo que estaba reuniendo, a diferencia de los demás "respetables" sus aspiraciones eran demasiadas como para no correr riesgos, gloria o muerte anunciaban sus pupilas, no quería quedarse a medias.