Partida Rol por web

Amplío la distancia con Serge pues, aunque apostaría a que se queda en el bando de Yzlin... Yzlin no tiene un bando claro y es una apuesta arriesgada.

Sonrío a Socar. -Compañero, seguimos una causa común y creo que no estoy errado cuando pienso que Lythrai compartirá nuestros mismos objetivos. No obstante, acepto que sigas sus órdenes y cumplas con tu deber.- Sé que no tengo por qué añadir más sobre este tema, como Socar sabe que, de no ser por mí, no estaría aquí ahora. Lo salvé de morir y temía que por este motivo me jurara lealtad ciegamente. -Me alegra esta decisión- añado con sinceridad.

-Dicho esto. Estoy dispuesto a ser un aliado de los Fonn'Aster y, a cambio de la información que reveléis aquí hoy, yo os revelaré un secreto que he estado ocultando durante demasiado tiempo. Ese es el motivo por el que estamos aquí ahora.- Me giro y dirijo nuevas luces arcanas hacia un rincón -Socar. ¿No has pensado que era mucha casualidad que hubiera un forjado aquí, en la prisión?- comento mientras damos un par de pasos hacia una pared. Pulso varios ladrillos en un orden muy concreto para poner en marcha el mecanismo que abre la puerta oculta.

Los mecanismos se accionan. Me levanto del lecho y camino hasta la puerta. Cuando se abre muestran a este gnomo gruñón con los brazos cruzados. -Ya era hora. ¿No te parece?- 

-Disculpa la tardanza, viejo amigo.- Me giro hacia Lythrai y, en especial, hacia Sócar -Te debo una disculpa por haber ocultado esta información. Y también por aguardar un poco más a que vuestro amigo Hazir se una a nosotros. Id pasando y, una vez dentro, hablaremos de todo lo que tenemos que contarnos, que no es poco.- Por primera vez, tras la muerte de Eliannah, muestro una sonrisa.

-¿Más gente?- comento con tono gruñón -¿Más espera?- 

Pero tras estas palabras mi tono se suaviza y adquiere un matiz diferente: -Roriarkas. Sé quien la mató- El mago detiene el paso un momento y, tras uno segundos que parecieron horas, reanudó la marcha para buscar a Hazir.

-Pasad por aquí- comento retomando mi tono habitual mientras los conduzco a mi humilde morada. -Vosotros sois amigos de esa "Nickor", "Nicker"... esa que siempre que me ve me pide cosas ofreciendo un reinado que no tiene ni tendrá. ¿No?- Refunfuño bajando los escalones de piedra -¡Cuidado!- grito sobresaltándolos -que resbala- añado indicando la humedad y el verdor del musgo creciente.

-Llevo trabajando con Roriarkas bastante tiempo. Antes de que llegases, Socar. Todo en alto secreto, claro. Pero por fin lo he terminado.-

Abajo hay una alcoba grande, con una cama minúscula al fondo. Todo lleno de estantes con piezas, engranajes, armaduras y artefactos de todo tipo. Viejos, pulidos, relucientes, mugrientos. Y en el centro, colgado con mimo y delicadeza, otro forjado. Más estilizado que Socar y de un tono más claro en las extremidades pero completamente negro en el rostro liso.

No es como nada que hayáis visto. No está hecho con la apariencia de una armadura andante sino como algo más estilizado.

Daebius sonríe ampliamente. -Está hecho a imagen y semejanza de los dones de Roriarkas y con sus conocimientos pero con los materiales de los que están hechos los portales. Un ser capaz de viajar entre planos a voluntad sin las limitaciones que nuestro buen amigo debe soportar- sigo sonriendo ampliamente pero algo perturba mi satisfacción -Desgraciadamente aún está... "vacío"-

No me dio tiempo a responder a Serge antes de que Vannegar se pusiera a hablar, aunque era consciente de que, de haberlo tenido, tampoco lo habría hecho. Estaba demasiado atento, centrado en lo que el vampiro tenía que decir, en como iba a traicionarnos, como para atreverme a desviar la atención, siquiera una mirada de refilón. No, mis ojos permanecían clavados en aquella criatura, aguardando.

Escuché, sin sorprenderme, lo que nos contaba; no era el primero que me decía que la guerra era inminente. Al fin y al cabo, estaba entre esos pocos —suponía que no eran demasiados— que tenía conocimiento de la llegada de Tempus, de todos los demás... Y mía. Una ancha sonrisa se perfiló en mis facciones normalmente serias, aunque oculta bajo la siempre inalterable máscara que poseía, lisa totalmente. Fue Comadreja quien, unos instantes después, acabó con ese momento, haciéndome torcer el gesto en un rictus de escepticismo. La intuición se convirtió en una irrefutable verdad, y me preparé.

Vannegar no había venido a hablar, no era un mensajero enviado para contar algo que, de todas formas, era muy posible que Virming —ese hombre tenía siempre sus fuentes— ya supiera. No, venía a por algo. Una mujer... Abrí los ojos. ¿Yzlin? Que querían de ella, si es que había entendido bien las cosas, era algo que se escapaba a mi entendimiento. Pero no me pasaba desapercibido lo que la presencia de esos otros dos vampiros significaba. Eso lo entendía muy bien, y con las últimas palabras de Davenrost, tenía vía libre para hacer lo que mejor sabía.

—¿Tan desesperado estás por acabar con tu eternidad, que vuelves a ponerte frente a mi? —Mis palabras eran oscuras carcajadas, una fúnebre declaración que terminó con un siseo de odio—. Esta vez no podrás esconderte y huir entre las sombras.

Rápido como una serpiente, sin dar tiempo a que los vampiros se preparasen, me lancé contra ellos. Contra Vannegar. La mesa no era un impedimento, no entre mi presa y yo, y caí sobre él con una mueca de excitación, con un brillo ardiente en los ojos. Mi puño se estrelló contra su estómago, sin demasiada fuerza pero efectivo. Al retirarlo, en el lugar dónde un instante antes le había tocado mi mano, apareció una marca, grabada a fuego. Y un momento después, aquello se convirtió en un pequeño infierno.

Él habla...

-Me honras con tu presencia, y me siento halagado de ser elegido para hablar con vos. Sin embargo, espero que disculpéis mi ignorancia si os confieso que no sé por qué se me ha concedido tal honor. Es mi compañera la que está aquí por vos, y como tal, no entiendo por qué no habláis con ella, en vez de conmigo. Estoy seguro de que estará más que encantada de oír la voz de su diosa, y su devoción sin duda merece ese regalo. 

Además, lamento no reconocerme en los títulos con los que me llamáis. No tengo ninguna conexión con Zoser para ser llamado por su título, y no sé a qué se refiere el de Señor del Nilo. Espero que me disculpéis-

Me acerco envolviéndole en la negrura. Mi voz es seductora, como un susurro -Deja que te ilustre. Todo comenzó con una guerra entre dioses. Todo. Los planos colisionaron, las fronteras se diluyeron formando un campo de batalla extenso y eterno. En una encrucijada de planos nació un enclave que, con los años, se convirtió en la ciudad y la prisión. La magia de dicha ciudad está controlada por un bando de divinidades que encerró a otros. Los dioses aún libres planearon la forma de liberar a los que se encuentran en el interior. Ser encerrados en mortales y reducir su esencia divina recluida en el subconciente de la persona quien, a menudo, no sabe lo que le ocurre.- Me alzo altiva y orgullosa -Hay un pago. El dios mezcla su esencia con la del mortal de tal forma que son uno. Jamás se separarán y dejará de haber límites de identidad entre uno y otro. Lo he visto.- Añado mientras un zarcillo de oscuridad acaricia la barbilla del bárbaro.

-No deseo eso para mí, por lo que he modificado el ritual.- Silencio... pausa... -He elegido a Lythrai para este cometido y preciso de tu ayuda para llevarlo a cabo.

-Hazir- La oscuridad se desvanece y todo vuelve a la normalidad con una fuerza abrumadora cuando una mano se posa en tu hombro.

-¡Hazir! ¿Qué te ocurre?- Está absorto en sus pensamientos.

-Ven, por favor. Tenemos mucho de qué hablar y quiero tenerte con nosotros antes de revelar algunos detalles.- Conduzco a Hazir a la sala donde Socar me ha hablado. -Socar quería que le liberase de... no sé muy bien de qué. Supongo que se sentía en deuda conmigo por salvarle la vida y encerrarlo en esa armadura en la que cada vez muestra menos sentimientos.- La presión del pecho aumenta sumando este recuerdo a la reciente muerte de Eliannah. Me sobrepongo -Desea seguir a Lythrai sin reservas y me ha pedido permiso. Por supuesto se lo he dado.- Aclarado el motivo por el que se quedó fuera y evitando cualquier tipo de malentendido o sospecha que pudiera machar este momento continúo con el verdadero motivo por el que los he traído al tiempo que cruzamos la puerta secreta.

-Ellos ya han pasado.- Le hago un gesto para que me siga usando las luces mágicas para iluminar el camino. -Desde que estuve aquí encerrado pensé en la forma de escapar. En cada misión hablaba con unos y otros. Poco a poco y con mucha paciencia, formé La Resistencia. Un grupo en el exterior que lucha contra esta ciudad. Je, una odisea desesperada que algunos locos equiparan con una cruzada divina o algo así.- Me encojo de hombros -Ya llegamos.-

Descendéis unas escaleras empinadas y resbaladizas. 

Abajo hay una alcoba grande, con una cama minúscula al fondo. Todo lleno de estantes con piezas, engranajes, armaduras y artefactos de todo tipo. Viejos, pulidos, relucientes, mugrientos. Y en el centro, colgado con mimo y delicadeza, otro forjado. Más estilizado que Socar y de un tono más claro en las extremidades pero completamente negro en el rostro liso.

No es parecido a nada que hayas visto. No está hecho con la apariencia de una armadura andante sino como algo más estilizado.

No tardo en llegar con Hazir.

-...como te decía- comento hablando con el quisashi mientras entramos -En las misiones hice muchos aliados. Socar entre ellos. Su grupo formaba parte de La Rebelión. Esa organización que surgió casi sin darme cuenta pero que luchaba contra los abusos de esta ciudad. Él decidió ayudarme cuando lo encarcelaron, tras matar a todos los suyos.- Comento recordando el momento con tristeza -Posteriormente, aquí en la prisión, alguien le dio muerte y Daebius y yo...-

Asomo por detrás del constructo mientras lo dejo en el suelo -¡Ey!- comento a modo de saludo -Yo estaba construyendo el forjado y él lo usó para meter el alma de Sócar. Fui expoliado.- Miro a Socar -Por mí habrías muerto.- Añado sin tono de ofensa, más bien indicando que habría dejado que te unieras con los tuyos.

-...Sí... puede que fuera egoísta. No estaba preparado para la soledad y encontré en ti, Socar, un verdadero compañero.- Revelo con media sonrisa -El caso es que, en completo secreto, seguimos con el proyecto y... esta es nuestra situación. Tenemos un grupo conocido como "La Rebelión" en el exterior que lucha contra Arkhania y...- sonrío a Daebius -...y éste ha terminado con el proyecto aquí.-

-Un forjado hecho con piezas de portales o que favorecen el traslado. Cuando despierte será capaz de viajar entre los planos sin límites pudiendo llevar a una persona con él- digo con tono triunfal.

-Esto es lo que soy un lo que tengo. Perdona, Socar, sabías lo de La Rebelión y guardaste bien el secreto. No tenía derecho de ocultarte ésto pero sí un motivo. Si me descubrían no quería que cayeras conmigo.- Asiento -Pero ahora está terminado, ya no es el proyecto de un loco: es una realidad. Y lo comparto con vosotros.-

Setencio y, tras unos segundos para digerirlo.

-Ahora, hablemos sobre el futuro y sobre la libertad. ¿Por dónde os gustaría empezar?¿Leixle Ir'van?- Socar, mi compañero, juró lealtad a esta joven general que, a su vez, ha conseguido la amistad de un filo de Quisam. Por extensión, ellos son mis nuevos aliados y, ahora, debo proporcionarles tanta información como sea posible para esbozar la estrategia que culminará con nuestra libertada y la caída de esta ciudad.

-No sé quién la mató- comento con cierta tristeza más por cortesía que por sentimiento. Tras ello, y para dar expectación, guardo silencio mirando a Nickar y Grook alternativamente: -Pero cuando Arkhania no era más que un enclave druída llegaron 7 peregrinos. 7 magos obsesionados con la inmortalidad. Uno de ellos es Taasón el Negro quien desveló el secreto capaz de doblegar a ciudades, países y mundos... pero desgraciadamente no llegó a ponerlo a cabo.- Señalo a Nickar -Eso hay en el laboratorio. Taasón se apellidaba en realidad Demos. Malhadra Demos es su hermana, otra de los peregrinos que consiguió la inmortalidad subyugando la voluntad de los no-muertos.- Quedo pensativa -Hay quien opina que el control de Malhadra está mermando... quien sabe si cuando se te entregó esa llave había un conflicto de intereses y... ¡qué importa! Lo importante es que la tienes y si estás dispuesta a usarla y llegar hasta el final, yo estaré a tu lado. No al lado de los Fonn'Asttros ni de cualquier otro. Junto a Nickar y los suyos.- Asiento con confianza aunque sin movimientos bruscos, mirando al colosal elemental que se mantiene en la distancia. -Lo que quiero oír- añado para terminar con esta primera dosis de información -es que iremos a ese laboratorio, abriremos las puertas y desvelaremos el secreto de Taasón el Negro-

Habló en enano primero, despacio puesto que podía ser que Etharium no entendiera del todo el idioma - esta mujer nos pide correr un riesgo considerable, y casualmente no es la única con curiosidad de esta sala, quiere ir a un lugar sellado de esta prisión en el que puede que resida un secreto inmenso, según mi información contra más bajemos, más riesgos hay, por ello podré entender si prefieres no seguirnos a ese lugar. - no quería exponer a nadie sin que supiera a donde irían,...

Luego miró a Suscinda, aquella semidrow bien podría reflejar su propia personalidad curiosa, necesitada de saber, solo les diferenciaba que ella parecía preferir permanecer en segundo plano, mientras que Nickar buscaba reinar sobre todo. Si aquella sala poseía el secreto de la inmortalidad del lugar, le llevaría un paso más cerca de alcanzar el nivel de deidad - me gustara compartir esa expedición, pero no quiero que quienes vayan caigan sin más, necesitamos un grupo poderoso, pero estaría bien disponer de más información, empezando por cosas triviales, ¿porque te ha expulsado Hernst de su lado? ¿Que esperas encontrar en la celda exactamente? Los Fonn'Aster, son amigos, al menos la única a la que conozco, por lo que estaría bien saber si tienes algo en su contra, aunque últimamente se que me guardan bastantes cosas,...

Ni mencionó la misión de la que habló Grook, por lo que le debía importar poco o ya sabía casi todo.

- quisiera invitar a Grook a preguntar lo que desee si no te molesta, y si el elemental a mi lado o uno de los recién llegados necesita saber algo también... - había ofrecido algo de información y su deseo de iniciar esa empresa, esperaba que incluir a la zemidrow fuera pago de sobras, y pese a que querría preguntar más, no quería hacerlo todavía. Solo le susurró algo que esperaba despertar su curiosidad aun más...