Partida Rol por web

Deja mortal que tus parpados caigan lentamente

Y venza el sueño, mi don, tu furor

Vaga ahora libre tu espíritu y tu mente

En el sueño de todos los misterios revelador

Sueñas con que andas por un polvorineto camino tratando de coronar una colina. El sol es inclemente y no hay ni un misero arbol que haga sombra. Estás agotado y el polvo atenaza tu garganta. En la cima se ve una casa de adobe con un emparrado y una sombra tentadora. Agotado llegas ahí pero para tu sorpresa encuentras ahí sentado a un asno de pelaje negro y largas orejas quien vestido con una túnica bebe vino de una kratera.

El asno rie cuando te quedas mirandolo. ¡Saludos Parzival! Sientate y liba conmigo. Brindemos por la vida, que es breve y triste. ¡Y por el vino! Que la hace agradable y risueña. Con su otra pezuña toma otra kratera de oscuro vino que te tiende Buenas risas, si muy divertido ver a esos ciclopes en mi abrazo. Estaré atento, no me falles divertido mortal. ¡Que siga la fiesta!

Te despiertas con resaca.

Sueñas con fuego. La imagen de unas llamas abrasadoras que te rodean y ciegan. Oyes gritos, hueles la carne quemada. ¿Que ha causado ese incendio? En ese momento te das cuenta de que no son las llamas lo que te ciegan si no que te has arrancado tus propios ojos.

Te despiertas sudando.

Sueñas con que montas en un gran caballo. Vuelves al monasterio y los monjes ahora te reciben con gran respeto. Pero no es el monasterio si no la casa de tus padres. Oyes una canción sonando entre las estancias ¿es la voz de tu madre? Sigues la melodía de habitación en habitación. Te fijas con horror que hay marcas de sangre en el suelo y las paredes. Las manchas van en aumento tras cada habitación hasta que al final estás vadeando un torrente de sangre que te llega a los tobillos. Tratas de gritar pero no produces ningún ruido.

Te despiertas sobresaltado y ya no puedes volver a dormirte.

Por supuesto que brindó y libó de la copa que le tendía el asno. No veía ningún motivo por el que no hacerlo. ¿Quién no libaría con un asno? Solo después de haber bebido pensó en que era una manifestación de Baco. Para entonces, ya había despertado con resaca.

Pasó el resto del día descansando tranquilo en los jardines, comiendo queso, nueces, uvas y un poco de vino. Para el medio día, ya se encontraba mejor. Bendita juventud.

Un mal sueño, sin duda. No hay relación alguna con algo vivido hasta el momento, pero no es la primera vez que tengo visiones del futuro. Difíciles de interpretar, a menudo uno les encuentra sentido una vez que ya han pasado. ¿Un incendio? ¿Un ataque? Arrancarse uno mismo los ojos no era precisamente un destino halagüeño. Tal vez tuviera que ver con una poderosa maldición o un gravísimo hechizo de Mentem. Era en momentos como este que me alegraba de tener Parma... y me entristecía no haberla desarrollado con más ahínco durante los años que han pasado desde que conseguí mi sigil.

─Consultaré con la dama Constans. Puede que ella tampoco sepa nada, pero al menos estará advertida y dos mentes piensan más que una.

Sueñas con los inmensos campos de algas marinas y el agua clara del Egeo. Un hombre anciano de piel verde y cola de pez te sonrie sentado en una roca mientras nadas por su lado levantando una kratera de vino.

Querida hija de mis hijas ¿acaso sufres en tu cautiverio? dice con voz amable ¿Es tristeza lo que te atenaza? No te preocupes llamame con vino y fuego para que envie en tu auxilio a uno de los mios. A cambio solo te pido que te acuerdes de tu querido abuelo Oceano cuando llegues al hogar.

Te despiertas con una prounda sensación de afecto calentando tu espiritu.

Vuelves a soñar con fuego. Este es terrible y hueles a carne quemada ¿la tuya propia? Sigues sin ver más que llamas y funestas sombras que desproporcionadas parecen proyectarse en una pared derruida. Oyes el rozar de un cuerpo escamoso en el suelo de piedra. Tratas de gritar pero tus dientes caen de tu boca al duro suelo de roca donde florecen en flores de color rojo sangre.

Te despiertas sudando en incluso un poco mareado.

Tuyo es el sueño agitado de la fiebre. Olas enormes caen sobre ti una y otra vez ahogandote en fria agua salada. El trueno y el viento te ensordecen. El agotamiento hace que tus brazos tiemblen y todo tu te estremezcas. La sed te abrasa, dos ojos marrones te miran fijamente entre la tormenta y tus temblores parecen remitir.

Caes en un profundo sopor sin sueños. 

Fuego, escamas... el sueño empieza a cobrar forma, a tener sentido: un dragón. ¿Era aquel mi destino? ¿Acaso mi obra se desbocaría y, descontrolado, arrasaría con todo y con todos, conmigo incluido? Claro que una fuerza de tal magnitud difícilmente podría ser controlado, es cierto, pero en el estado embrionario en el que se encontraba todo el asunto de desarrollar el ritual, todo aquello no eran más que conjeturas. No había habido daño alguno. Todavía. Y al paso que iba no lo habría en mucho, mucho tiempo. Primero el ritual, después las consecuencias. Paso a paso. Y tenía que comenzar a avanzar de una condenada vez...

Tu sueño es una cegadora luz dorada. Esta te rodea por todos lado impidiendo ver nada, levantas las manos para proteger los ojos pero es inutil, la luz brilla con la fria intensidad de un millar de soles. Una voz melodiosa pero enojada retumba como viniendo de todos los lugares a la vez. Mi mirada está en ti seguidor de Hipocrates. Mide tus actos y tus intenciones. Midelas para que sean armónicas y no incurran en mi ira. ¡De las muchas virtudes que me adornan ninguna es la paciencia!

Te despiertas notando un agudo dolor en el pecho, justo en el corazón, como el de una flecha. Pero no hay ninguna marca en tu carne.

¿Apolo? pensó Anguis para si. Suficiente tenía con las labores del Tribunal como para ahora tener que preocuparse por las iras de un Dios griego. Acaso ahora debría doblegarse ante los gustos o disgustos de alguien en concreto ¿qué diablos había hecho para atraer su atención? Tal vez no comulgase con su plan de a enfermedad, pero el concepto de armonía era tan amplio que era casi imposible interpretar unas palabras tan vacias. ¿Cómo complacer al portador del arco, paticipar del areté del Tribunal, conseguir resultados y no incurrir en sus iras?Todo ello en uno, solo su casa enfrentaría tal dilema con agrado.