Partida Rol por web

Gadryck había permanecido inusualmente callado durante las últimas horas. Y tratándose de un sujeto al que apenas si le habían escuchado la voz, aquello ciertamente era mucho decir. Simplemente había permanecido abstraído del mundo, observando con atención todo cuanto lo rodeaba. En "La Noche y las Estrellas" parecía haber quedado obnubilado con la concurrencia que ingresaba al local, y también con la que pasaba junto a la ventana. Ya durante su estancia en la "Canción Elfica", había posado su mirada en todos y cada uno de los clientes, como si buscara algo perdido en aquellos rostros. Por fortuna, su amplia capucha cubría la mayor parte de sus rasgos, y evitaba que semejante indiscreción pudiera convertirse en una abierta ruptura de etiqueta.

Sin embargo, de tanto en tanto, algún destello fugaz, o una sombra huidiza permitía a sus compañeros atisbar por un instante aquellas facciones. Y algunos pudieron descubrir algo de pena en ellas...

Finalmente, tras las palabras del enano, el extraño rompió por fin su mutismo autoimpuesto, aunque sus palabras sonaron tan ominosas como sus silencios.

- ¿Qué sabes del sujeto que te extendió la invitación? - comentó en un susurro mientras se giraba para dar la impresión de que se dirigía a Rotryn - ¿Acaso confías en él? Sería extraño que un recién llegado tuviera tratos con un miembro de la Cofradía de Ladrones. Y peligroso también...

- En cualquier caso, no me parece una mala opción. Podría acompañarte, si quieres. Mientras los demás visitan a ese noble. Pues está claro que ninguno aquí está más capacitado que Caedwyr para tratar con los aristócratas.

- Por supuesto... siempre que consigamos llegar a la Roca del Draco.

A medida que charláis, queda claro que hay algo en lo que los cuatro estáis de acuerdo: por un motivo u otro, ninguno queréis perderos la cita con el nuevo -y estricto, según Zhork- general del Puño Ardiente. Las dudas surgen en torno a qué hacer con las otras dos citas. Rotryn, por un lado, sugiere dividir el grupo, a lo que el hombre encapuchado contesta insinuando un giro más: podéis dividiros para asistir brevemente a la citas de Tres Viejos Barriles y a la de Pequeño Calimshan, pero luego reuniros e ir todos juntos al encuentro con Ravengard. De hacerlo, quizás causéis una impresión mejorable a las tres partes (a unos, por dedicarles poco tiempo; a Ravengard, por llegar tarde), pero por ahora es la única forma que se os ha ocurrido de asistir a las tres reuniones y, a la vez, visitar juntos Roca del Draco.

Por los fragmentos de conversación que oís a vuestro alrededor, parece que el tema de los sucesos del Amplio, sus causas y sus implicaciones -qué pasará con los festejos del Día del Retorno y con el asiento de Adrian en el Consejo de los Cuatro, por ejemplo- es uno de los más populares. Algunos os miran, y un par os saludan solemnemente con sus jarras, pero nadie se os acerca. Justo después de que el joven encapuchado haga su propuesta, llega el pedido de Caedwyr: un bocadillo de aspecto suculento. Para vuestra sorpresa, también llegan cervezas para todos.

—Una ronda de cerveza de parte del señor Alyth —comenta el muchacho mientras lo deja todo en la mesa, e indicando con la cabeza hacia la barra—. «Para los héroes del Amplio» —añade.

Cuando miráis a la barra, efectivamente ahí está «el señor Alyth», mirándoos y saludándoos sonriente. La gente con la que está hablando también os echa un vistazo antes de volver todos a la charla distendida en la que estaban.

Escucho atentamente a mis compañeros, hasta que decido hablar de nuevo. Poso la jarra de un golpetazo en la mesa (la espuma de la cerveza me cubre hasta las cejas, y acto seguido contengo mi exceso de impulsividad, pues recuerdo que debo de dar una imagen respetable. No sospecho de nadie alrededor, pero hablo en voz no muy alta, intento que solo me oigan en la mesa.

—Dividirnos, ¿por qué no? —miro a mis tres compañeros—, me parece de cierta importancia acudir a la cita con Ravengard en el momento apropiado, más que nada por cortesía y decoro, pero si tan importante es lo que tenga que decirnos, supongo que tolerará un retraso. A fin de cuentas, fuimos los que nos la jugamos en la plaza. Por otro lado, Pequeño Calimshan queda de camino —Hago una pausa teatral y miro fijamente a Gadryck— pero si realmente se trata de la Cofradía de...bueno, de esos elementos, pues no contéis con que yo personalmente entre en tratos con esa gente, sería «incómodo» en el mejor de los casos. Una vez que salga de las murallas, yo seguiré hacia Roca del Draco.

Disfruto de un largo trago de cerveza. Es una lata que nos haya atendido un camarero y no una guapa moza (y pelirroja, por todos los…). He oído hablar de algunos clérigos desdichados que, de tan dedicados a la fe, son célibes de hecho. El día en que a mí me pase eso, le pediré a Torm el Justo que me fulmine con un rayo.

—Y en cuanto a acudir a la cita en Los Tres Viejo Barriles…me intriga, lo reconozco. Quisiera conocer lo que allí tiene que decirnos el misterioso amo de Imbralym, y algo me dice que podríamos obtener buena información de ese encuentro mas un punto de vista interesante. Pero si nos estiramos demasiado vamos a quedar descoyuntados, como en un potro de tortura, vamos…en definitiva, que me parece más importante afianzar nuestro contacto con las autoridades locales representadas por Ravengard, pero quisiera tener alas y acudir a las dos citas. Roca del Draco queda más lejos y en breve debemos de ponernos en marcha, pero es posible que a algunos les de tiempo a acudir a los Tres Viejos Barriles, y a continuación a ese dudoso encuentro en Pequeño Calimshan, aunque no llegue luego a tiempo de la reunión con Ravengard. Podríamos vernos en el camino de regreso, cargados de información hasta los topes.

Me duele la cabeza de tanto pensar (no estoy acostumbrado), y al fin cierro el pico cuando llega el muchacho con las cervezas. Y además es una invitación, ¡magnífico, me siento como un, como unnnn…héroe del Amplio en ciernes, sí señor! Correspondo al saludo del señor Alyth y por un momento me olvido de qué cuernos estaba hablando.

- Yo me preguntaría quienes son verdaderamente las autoridades locales en este momento...

Tras aquellas ominosas palabras, Gadryck dedicó una mirada inquisitiva y nada amistosa al sujeto que les obsequiaba con otra ronda. Aunque solo los más cercanos pudieron notarlos, pues aún dentro del establecimiento, el extraño personaje se resistía a quitarse la capucha, de modo que sus facciones permanecían inescrutables para la mayoría.

Sin embargo, el joven pronto volvió a centrar su atención en sus camaradas de mesa y los asuntos que discutían. Se tomó un buen tiempo antes de hablar, como aguardando a que otros expusieran sus opiniones, y finalmente respondió en un quedo susurro.

- Ese tal Ravengard parece un tipo directo. Y de pocas palabras. Como casi todos los que pertenecen a alguna fuerza. Y con todo lo ocurrido, imagino que debe de estar bastante ocupado. La reunión con él debería de ser la más breve. Yo iría primero allí.

- Por otra parte, si es tan estricto como dicen, puede que tome muy a mal la descortesía de dejarlo plantado esperando.

El sujeto encapuchado guardó silencio algunos instantes, dando tiempo a sus camaradas para que sopesaran sus observaciones. A juzgar por los destellos de vivacidad que escapaban de su mirada, estaba claro que no buscaba ganar tiempo para idear un plan, sino que simplemente les comunicaba una idea ya bastante madurada...

- En cambio, a los nobles les encanta pasar horas discutiendo por todo. Y también perder el tiempo con comentarios banales y sin sentido. Es imposible saber cuánto nos llevará una entrevista con gente así.

- En cuanto a los ladrones... supongo que estarán acostumbrados a cierta informalidad...

- En definitiva, creo que lo mejor será llegar puntual a Roca del Draco. Quizás incluso antes de lo estipulado. Desde allí, Rotryn y yo podemos dirigirnos a pie a Pequeño Calimshan, mientras los demás acuden a "Tres Viejos Barriles".

- Hasta pueden tomar una barca para cubrir parte del trecho. Creo que llegarán más rápido, y de paso les dificultaremos el trabajo a los que quieran seguirnos.

- Puede que terminemos abarcando demasiado. Y no me gusta. Pero prefiero correr ese riesgo y obtener más información, que terminar defendiendo al bando equivocado... 

Aunque en un principio la decisión estaba casi tomada,Rotryn sintió que el apoyo de Gadryck le daba más fuerzas en su decisión.
Con firmeza miro al encapuchado y le dijo:
"Esta decidido, iremos a pequeña Calimshan entonces y nos juntaremos un poco más tarde, los 4, en la última cita. Si encontramos problemas, será complicado eso si, una armada de dos hombres a lo más podemos con 4. Eso lo dejaremos a la suerte y al riesgo."
Sentenció con un trago corto, mientras escrutaba al que les había comprado la ronda de tragos.

—¡Ey! ¡Chicos! ¿Y la drow?

Nos habíamos olvidado de ella. Al menos yo... ¿Dónde se había metido?

—No es que me haga mucha gracia la compañía de una drow, la verdad... tienen fama de quisquillosos — me encojo de hombros, al menos eso era lo que había oído siempre —, pero ella también estaba con nosotros cuando empezó todo esto. Sería descortés ignorarla ahora, jojo.

Aunque, a decir verdad... una menos significaba más dinero para el resto si nos iban a contratar.

Por lo que puedes ver del tal «señor Alyth», tras la barra, no sabrías decir si tiene tiene dobles intenciones, o no, al invitaros. En todo caso, nada de lo que ves te hace sospechar de ello. Pronto ha dejado de miraros y ha vuelto a charlar con la gente que tiene cerca. Respecto al camarero, parece más inocente incluso.*

Por otro lado, un comentario en vuestra mesa reclama tu atención. ¿La elfa, una drow? Tú sabes bien cómo es un drow: conoces... Bueno: conocías a uno. Le llamaban Calamar: era parte de tu tripulación. Y viste alguno más en barcos enemigos: su piel es negra como el azabache, no gris como la de la elfa. No podrías decir qué es ella -¿una mestiza, tal vez?-, pero sí sabes lo que no es. Y no es una drow.

¡Un paso más hacia un acuerdo! No sólo coincidís en vuestra prioridad -Ravengard-, sino que todos aprobáis dividiros si hace falta para acudir a las tres citas. Sólo os queda por decidir quién irá a dónde y en qué orden. No son cuestiones menores: cualquiera de las propuestas sobre la mesa tienen sus pros y sus contras.

La propuesta de Caedwyr y Rotryn es sencilla: que unos acudan a la cita con Skoond y a la de Pequeño Calimshan, mientras él se reúne con Ravengard. La propuesta de Gadryck es una ligera variación de esa, pero no carece de sentido: si Ravengard es tan estricto como dicen, no parece buena idea hacerle esperar, así que, ¿por qué no verle a él primero? Quizás tenga trabajo y la charla con él no se alargue, al contrario de lo que puede pasar con la de Skoond, por ejemplo. Otra cosa es cierta: puede que Ravengard os reciba antes.

Lamentablemente, su plan tiene un fallo, como Caedwyr rápidamente hace notar: el viaje de la Roca a los Tres Viejos Barriles, en el barrio de Templos, puede llevar hora y media. La probabilidad de encontrar una barca de noche, sin los contactos adecuados, es mínima y peliaguda: el Puño Ardiente mantiene patrullado el río de noche para disuadir a los contrabandistas. Pero incluso saliendo pronto de hablar con Ravengard, ¿esperará Skoond durante dos horas? Quizás sí si le avisáis, de alguna manera, de que llegaréis tarde.

Por si todo esto no fuera poco, Zhork mete un nuevo tema sobre la mesa: ¿qué habrá sido de la elfa que os ayudó -o a la que ayudasteis, podría decirse- en el mercado? Y ahora que Zhork lo dice, es cierto que tenía una piel oscura y unos cabellos plateados, un aspecto distinto al de cualquier elfo normal que conozcáis, pero... ¿Es posible que sea una drow? ¿No son esos seres criaturas malvadas? («Quisquillosos» se queda algo corto.) ¿Cómo ha podido entrar un drow en la ciudad? Muchas preguntas.

Nunca has visto un drow en persona, pero sabes lo que dicen de ellos: pelo blanco, piel oscura y alma aún más oscura. Los mienbros de ese linaje élfico no son bien recibidos en prácticamente ningún lugar de la Superficie, sino todo lo contrario. Sin embargo, puede que una ciudad cosmopolita como Puerta de Baldur sea una excepción.

Nunca has visto un drow en persona, pero sabes lo que dicen de ellos: pelo blanco, piel oscura y alma aún más oscura. Los mienbros de ese linaje élfico no son bien recibidos en prácticamente ningún lugar de la Superficie, sino todo lo contrario. Tampoco en Puerta de Baldur. Al menos, no mientras vivías aquí.

Nunca has visto un drow en persona, pero sabes lo que dicen de ellos: pelo blanco, piel oscura y alma aún más oscura. Los mienbros de ese linaje élfico no son bien recibidos en prácticamente ningún lugar de la Superficie, sino todo lo contrario. Tampoco en Puerta de Baldur. Al menos, no mientras vivías aquí.

Luego de su aseveración Rotryn dijo, como expresando una idea que se venía formando en la mente hace un rato:

"No, ella no parecía Drow, ni agradecida, si me preguntan... Al menos no una drow de raza pura. Algunas veces me topé con ellos, cuando navegaba, y, siendo sinceros, ella no parecía Drow. Además , y esto puede ser una apreciación mía, los que conocí eran viles y desalmados, muy al contrario de lo que era esta muchacha... Ella parecía mas "centrada" si saben a lo que me refiero -terminó el tiefling.

Como si la decisión hubiera ya sido tomada, Rotryn rápidamente continuo:

"Hay que tomar una decisión firme. estamos mas cerca de pequeña Calimshan, lo que nos deja en ventaja para mi propuesta. creo que tendremos que salir luego, si ustedes aun quieren ir a opción mas lejana: los templos".

"Vamos vamos, animense!" - les indico, ya con premura, a sus compañeros, para que tomaran una decisión.

—Pues mis ojos de enano veían en ella todas las características físicas de un drow — me acaricie la barba con cierto esmero —. Quizá una drow criada en un ambiente distinto al que están acostumbrados los drow... Muchacho, uno es quien es no por lo que es, sino por lo que vive durante su vida.

Sí, puede que nunca hubiera visto a una drow y que conociera la mala fama que tenían. Incluso puede que sus afeminados primos, los elfos normales y corrientes, me sentaran como una patada en el culo pegada con una bota de acero por ser tan afeminados y pedantes, lo cual en cierto sentido contradecía mis palabras... Pero seguía pareciéndome descortés ignorar a aquella mujer. Por supuesto, seguía convencido en que era una drow... y si no lo era, que los dioses me castigaran al instante sin volver a beber ni siquiera una gota de cerveza en los años que me quedaran con vida.

—Bueno, imagino que habrá tomado el camino que ella creía correcto — total, si no estaba con nosotros, sería porque no quería compartir el mismo camino que estábamos tomando —. En fin, volviendo al tema... yo me apunto a lo que sea andar menos, jojojo.

- Sigue habiendo un inconveniente. - terció el sujeto de la capucha, extrañamente participativo durante aquella discusión, y también extrañamente ajeno a las referencias sobre la drow - Caedwyr ha dicho que no tiene intenciones de acudir a la cita en "Pequeño Calimsham. Y, para ser sinceros, creo que es una buena decisión. Sin embargo, dependiendo de cómo salga esa reunión en "Tres Viejos Barriles", quizás el grupo que se dirija hacia allí nunca llegue a Roca del Draco. O llegue muy tarde.

- Con lo cual... - agregó girando su rostro para dirigirse a Caedwyr - ... puede que el miembro más respetable de nuestro grupo no nos sea de gran ayuda en la reunión más importante. De todos modos...

El sujeto volvió a sumirse en un pensativo silencio antes de continuar, y reclinó su espalda hasta dar con el respaldo de la silla, apartándose de momento de la conversación. Era un silencio bastante particular, para nada expectante ni atento a cuanto ocurría a su alrededor. A diferencia de silencios anteriores, en este era evidente que el joven no se hallaba evaluando las reacciones de sus camaradas, ni escrutaba los movimientos de aquellos que lo rodeaban. En cierto sentido, casi podía decirse que era un silencio "íntimo".

- Puede que haya otra opción...- dijo finalmente, con un tono de voz que hasta ahora ninguno había oído.

- Tal vez podríamos probar un viejo atajo que cruza la ciudad. Nos ahorraría gran parte del trayecto hasta Roca del Draco, que es la distancia más larga y el mayor de nuestros problemas. Incluso podríamos llegar a nuestra cita antes de la hora señalada.

- Si la reunión con Ravengard no se demora mucho, como creo, nos dejará margen para asistir a las otras. Y, en cualquier caso, los que se dirijan al distrito de los Templos no demorarán tanto en su viaje de vuelta, pues habrán memorizado el atajo.

- Claro que todo esto no podría hacerse si decidimos dejar Roca del Draco para el final.

Parece que se complica la cosa, pero se hará lo que se pueda. Mientras doy un último trago casi me atraganto cuando el enano menciona a la drow.

—Respecto a la drow, coincido con Rotryn. Si realmente lo era, cosa de la que no estoy convencido, no lo parecía en absoluto por sus acciones. Se mostró audaz a la hora de ayudar a la gente de la plaza, y además me pareció bastante amable, aunque distante. En definitiva, que no coincide con lo que se suele decir de los miembros de esa raza corrupta. Pero ella misma ha decidido ir por libre, y mientras no transgreda la ley o cometa alguna atrocidad, no la consideraré un enemigo.

Luego habla Gadryck, y me fuerzo a escuchar al sibilino personaje. Cuando termina me siento un poco, incómodo.

—¡Habría que ver cuál es la reunión más importante! —frunzo el ceño y de paso el bigote—¿Y dices un atajo? Eso resolvería parte del problema, aunque yo no sé nada de un atajo semejante. Pero llevo muchos años fuera y no conozco a fondo ciertas zonas de la ciudad.

Y de pronto, golpeo la mesa con el puño libre, para enseguida recoger los restos de comida que he esparcido sin pretenderlo.

—¡Y entrando en faena, pues  también podemos enviarle un mensaje a Skood de nuestro probable retraso por «motivos oficiales», y encaminarnos ahora a Roca del Draco, por ese atajo misterioso si es necesario! Definitivamente voto por ese plan.

Pese al empeño de Rotryn por ir en primer lugar a Pequeño Calimshan, el clérigo y el individuo encapuchado -¡que aún no ha dado su nombre!- parecen decididos a ir primero a Roca del Draco. La abstención de Zhork resuelve el dilema. Sin más dilación que la resultante de preparar el aviso para Skoond¹, os largáis de La Canción Élfica... ¡Hacia Roca del Draco!

Cuando salís a la calle, la luz del sol -entre las nubes- ha menguado notoriamente, aunque aún no han dado las cinco. La fina llovizna persiste y agradecéis llevar vuestras capas. De camino a la Puerta del Basilisco, de la que sale el Camino de la Costa que lleva a Roca del Draco, notáis que en las calles hay mucha gente, en su mayoría trabajadores que caminan pesadamente hacia sus hogares tras un duro día de trabajo.

A medida que os acercáis a la puerta, notáis que la multitud es más densa y lenta. Gracias al encapuchado, conseguís avanzar por callejuelas laterales, pero cuando llegáis a la plaza de la puerta no podéis evitar el embotellamiento. Los obreros, cansados, murmuran y protestan. Alguno hace algo más que murmurar:

—¡Queremos ir a casa! —grita uno.

—¡Es el Día del Retorno! ¡El paso es franco! —secunda otro.

—¡Púdrete, Thangol! ¡Dejanos pasar! —grita un tercero.

Cuando le preguntáis a uno de los que os rodean -un enano rubio-, éste os reconoce:

—¡Anda! Vosotros sois los tipos del Amplio, ¿no? ¡Yo estuve ahí! —os dice sonriente: os aprecia—. Es Thangol, «el Basilisco», el recaudador de este portazgo² —explica en respuesta a vuestras preguntas—. Dicen que un escudo (o algo así) ha sido robado de la capitanía del puerto y están registrando a la gente que sale —añade—. ¡Pero no es justo! —exclama indignado—. Esta gente no quiere problemas, amigos: ¡sólo quiere irse a casa a cenar con sus familias! ¿Podéis hacer algo? ¡Vosotros sois famosos!

Avanzando con la multitud, conseguís ver lo que sucede en la puerta: junto a una de las innumerables estatuas que dan nombre a la puerta, hay instalada una mesa con baldaquín rodeada de hombres del Puño Ardiente. No veis a quien se sienta en ella, pero otros miembros del Puño registran a aquellos que quieren pasar. Para llegar hasta allí vais a tener que abriros paso a codazos. 

—¿Un escudo? — pregunté algo extrañado —. ¿Acaso es que es valioso ese escudo?

Que te roben nunca es agradable, pero que se monte todo ese jaleo por un simple escudo era excesivo a mi entender. Así que, una de dos: o aquí eran muy quisquillosos para el tema de los robos... que rara es la ciudad en la que no haya robos diarios después de todo; o ese escudo era algo más que un escudo.

En cualquier caso, un simple registro tampoco haría daño a nadie. Sí, era engorroso y una auténtica pérdida de tiempo que fastidiaba aún más si  era en plena hora de comer, pero nada en lo que unos guerreros deban inmiscuirse... al menos en principio.

Escucho al enano rubio. Me halaga que nos reconozca, pero aquí no hay gran cosa que se pueda hacer.

—Lo lamento, pero tendrán sus motivos y nosotros mismos estamos obligados a pasar por ello— Me encojo de hombros de cara al enano que nos ha reconocido y luego hacia Zhork—. Dudo que sea un simple escudo, si se toman tantas molestias. Sin duda la guardia solo hace su trabajo, nosotros mismos seremos registrados entonces. No podemos rebelarnos sin motivo, hay que mantener la calma y, en todo caso, preguntarle a «el Basilisco» si hay algo que podamos hacer para ayudar, aunque sea para después de nuestros asuntos más urgentes.

Pienso que no estaría mal obtener también la buena disposición de los guardias de la puerta, en caso de poder ayudar. A ver qué tipo de hombre es Thangol, no estoy seguro de recordar gran cosa de él.

—De todas formas, espero que no tengamos que informarle a la guardia de la puerta de nuestro encuentro inminente con su jefe. 

Esto ya era demasiado. 

Además de pertenecer al grupo imperante (a Rotryn le encantaba decir inoperante, en vez) ahora, más encima, eran presionados para demorarse aun más.

El tiefling se enojó y, a punta de fuerza, intentó acercarse a la puerta.

Estos rufianes no creo que esten buscando un escudo, UN ESCUDO! Por las barbas de los diablos infernales.

Antes que sus nuevos amigos se dieran cuenta, Rotryn ya se encontraba en la puerta, su turbante bien puesto, la mirada fija en los guardias que entorpecían el paso...

"Bueno bueno, que SUCEDE AHORA!" -interpeló con un enojo creciente, pero sin faltarles el respeto a los guardias...

"Todos tenemos nuestro derecho de irnos donde se nos plazca, además hoy hay paso franco!!!"- la razón del tiefling parecia estar trastocada por estos injustos hechos.

"Y para colmo, tenemos una cita hoy, con el mismo RAVENGARD!! , o es que ustedes lo dejarían plantado a el??"

"Ya estamos atrasados, podrían acelerar el trámite para mi y ..." - buscó con la vista a sus compañeros.. "..a ellos?"

Mientras hablaba, gesticulaba con la manos, mostrándole a los guardias quienes eran los que venían con el...

Sus palabras sonaban, y eran, completamente convincentes.

No os costó encontrar los materiales para preparar la nota: nada más pedírselo, el camarero os facilitó un trozo de papel grueso, pluma, tinta y lacre. Tú, joven Caedwyr fuiste efectivamente quien se encargó de escribirla, y pusiste, exactamente:

Señor I. S,

le rogamos que tengan paciencia con nosotros, pues nos hemos visto obligados a retrasar nuestra deseada entrevista, espero que no por mucho tiempo. Un asunto imprevisto nos ha llevado extramuros, pero ya que el bien de Puerta de Baldur es lo más importante para todos, todos debemos de hacer los sacrificios que sean necesarios.

Atentamente,

Caedwyr Targelion y Compañía.

En cuanto a la forma de hacerla llegar a destino, sólo tuvisteis que presentaros personalmente al señor Alyth, que se mostró muy amigable y educado, y preguntar por ese servicio. Al momento, hizo llamar a un chicuelo que, tras recibir unos pocos cobres, salió pitando hacia Tres Viejos Barriles. Se la daría al tabernero, para cuando llegara Skoond.