Partida Rol por web

Asesinato en Puerta de Baldur

Aventura | 3. La propuesta ducal

Cargando editor
20/07/2016, 18:59
Paso del Draco, día

Al amanecer del siguiente día, no sabéis si el soldado herido por Rotryn ha sobrevivido: de morir, probablemente las cosas se pondrían muy difíciles para el tiflino. Ese primer día de encarcelamiento, tu madre, Caedwyr, te trae algo de comida. Al llegar está muy alterada, pero con tu palabrería consigues tranquilizarla un poco, dándole a entender que todo se aclarará y que saldrás de aquí pronto. En cuanto a ti, Rotryn, no dejas de preguntar por el soldado herido, pero sólo recibes órdenes de silencio por respuesta. Sólo al final del día os llegan noticias del exterior: durante el cortejo fúnebre de Adrian hubo altercados y la Guardia (que no el Puño) los reprimió. Hubo muertos.

Otro día pasa. A la mañana del segundo día, tú, Zhork -que has conseguido caer bien a los carceleros a base de pedirles hidromiel con la naturalidad de quien está en una taberna-, consigue algo de información: el joven puño ha sobrevivido. Rotryn vivirá. Con todo, vuestra situación es preocupante: lo más probable es que os caigan trabajos forzados. Este mismo día, una chica calishita dice ser amiga vuestra para traeros algo de comida de verdad y dejaros un mensaje: tened esperanza. Según dice, tenéis amigos trabajando para sacaros de aquí, y el encapuchado que peleó con vosotros en el Amplio está a salvo y con ellos. No podéis sacarle más información por culpa de los guardias.

Por lo demás, es obvio que a vosotros dos, Caedwyr y Rotryn, este encierro os está haciendo mella, aunque no compartáis abiertamente vuestros pesares. Gran parte del tiempo, tú, Caedwyr, meditas, probablemente rezando pese a no tener su símbolo sagrado. En cambio, tú, Zhork, mantienes mejor el humor. Por momentos, y a iniciativa tuya, Caedwyr, charláis y os conocéis un poco mejor. Así es como, vosotros dos, Caedwyr y Rotryn, descubrís que vuestro compañero enano es un cazarrecompensas. Lleva ya bastantes años en el negocio, capturando indeseables y monstruos en los caminos de la Costa de la Espada.

Dos días más pasan sin que nada cambie: seguís presos, a la espera de juicio, sin saber qué os sucederá, y nadie más os visita. A la mañana del quinto día de encierro, en cambio, un oficial del Puño al que no habéis visto antes -pelo canoso y muy corto, rostro curtido y brutal- hace que os saquen de la celda y os conduce fuera de los calabozos. A sus órdenes, uno de vuestros carceleros os trae la mayor parte de vuestras cosas y libera a Rotryn de sus restricciones.

El Consejo os ha concedido el perdón por vuestra actuación en el Amplio —escupe el hombre, visiblemente asqueado por la decisión—. Si de mí dependiera, os pudriríais en una galera... —Los soldados presentes se colocan tras él en gesto de apoyo.— Pero el Puño no olvida, ¿entendéis? La próxima vez, quizás os ocurra algo de camino al calabozo... —Por unos segundos, sólo os mira amenazante, de brazos cruzados. Finalmente:— Largaos.

Al otro lado de la puerta, como sabéis, os encontraréis en el gran túnel de paso que cruza la fortaleza uniendo las dos mitades de Cruce del Draco. Una vez allí, podréis tirar hacia la ciudad o en dirección contraria.

Notas de juego

Previously on Asesinato en Puerta de Baldur...

Hace cinco días que llegasteis a Puerta de Baldur y os convertisteis en héroes populares al impedir, primero, que unos hombres armados asesinaran al duque Adrian y a los demás asistentes a la gran feria anual, y luego, que el duque convertido en monstruo matara a sus conciudadanos. Varias personalidades de la ciudad os felicitaron y tres personas os emplazaron a sendas reuniones. Por desgracia, cuando os dirigíais a una ellas, un encontronazo con el Puño Ardiente, organización policial de la ciudad, ha hecho que hayáis pasado los últimos cuatro días entre rejas, temiéndoos lo peor. Por sorpresa y fortuna, finalmente el gobierno os ha indultado. Ahora sois libres, pero... ¿Qué haréis a continuación?

Cargando editor
16/09/2016, 10:35
Caedwyr

No me digno a responder a ese matón de pelo canoso y pinta de haberse partido la cara mil veces, mero sicario del Puño. Semejante miserable no tiene por qué comprender los designios de los dioses, pues es evidente que El Leal y alguna otra entidad celeste ha decidido ponernos a prueba al meternos de lleno en tamaña injusticia. Casi sonrío, pero por esta vez cierro el pico que en tantos problemas me ha metido.

En el fondo, ha sido una buena ocasión para conocernos mejor y pensar en todo lo acontecido y aquello aún por suceder. Me sacudo de encima los últimos restos de culpa y ya me siento renovado.

Una vez al aire fresco, respiro profundamente y contemplo largamente a mis compañeros, a los que considero amigos tras tantas vivencias juntas en tan poco tiempo.

—¿Y bien? Creo que es el momento de empezar demostrar muchas cosas ¡La corrupción sigue ahí dentro! —Señalo a la ciudad y también a Roca del Draco—. ¡Puerta de Baldur nos necesita, sin duda!

Me acuerdo entonces de comprobar, un poco por encima, de que llevo otra vez todo mi equipo, al menos lo más imprescindible.

—Debemos regresar y comenzar de nuevo. No importa lo que piensen esos mequetrefes del Puño, somos lo que somos y la ciudad nos reclama, la verdadera justicia debe de imponerse, no la de unos militares que permiten que la corrupción anide en el interior de su organización. Algo se pudre ahí dentro, y vamos a desentrañar el misterio… ¿Qué os parece?

La causa es justa, así que mis heroicos amigos seguro que están ansiosos de volver a meterse en faena. Mi convicción es firme de nuevo, entonces… ¿a qué viene esa extraña sensación de preocupación cuando miro a Zhork y Rotryn? ¿Por qué me suda la frente pese al aire fresquito que sopla? Y el meñique de la mano izquierda me tiembla un poco, solo un poco. ¡Majaderías!, seguro que los dos valientes están deseando liderar la liberación de la gloriosa Puerta de Baldur de las ratas de dos patas que pululan por su interior.

Cargando editor
16/09/2016, 14:17
Paso del Draco, día

Tanto le gusta a Caedwyr oír su propia voz que tarda unos segundos en percatarse de que faltan muchas de sus cosas en la mochila que le han devuelto. Y no son sólo cosas de poco coste: su armadura de escamas y su ballesta no están por ningún lado. Tampoco está el material de curandero que no había llegado a usar. Probablemente, de no ser por su dignidad clerical y los símbolos de su fe, presentes en su escudo y su maza, la cosa habría sido peor. Es el caso de Rotryn y Zhork: aparte de las llaves de la posada, a Zhork sólo le han devuelto su querida hacha y la trampa de caza, mientras que a Rotryn apenas le han devuelto su bastón y cierto amuleto de madera. Sin duda, esto es todo lo que han podido salvar los guardias con los que Zhork hizo migas. En cualquier cosa, hay una cosa que os iguala a los tres: no os han devuelto ni un mísero meco de cobre*. A vuestra espalda, la puerta cerrada de la guarnición, todo madera y remaches, os mira con cara de pocos amigos.

Notas de juego

* Puerta de Baldur acuña actualmente su propia moneda: portones de oro, naves de plata y mecos de cobre.

Cargando editor
17/09/2016, 04:47
Rotryn

A veces el fuego se veía en los ojos de Rotryn (literalmente), pero a veces crecía en su corazón cual inextinguible combustible.

El sólo hecho de ser robados de sus posesiones hizo que Rotryn pensara en devolverse a patear la puerta e incinerarlos a todos... sin embargo se contuvo.

Apreciaba su libertad, pero su deseo de venganza avivó esa llama que poseía lentamente su corazón.

Sintió un calor similar y miró a sus compañeros, en especial a Caedwyr y dijo: Volveremos a por ellos después.

No era un pedido, no era una sugerencia, sino que era algo que Rotryn haría y la mirada salvaje en sus ojos desapareció por un momento, mientras miraba a sus compañeros.

Y ahora? - comentó con una voz contenida, que intentaba aparentar serenidad.

Cargando editor
18/09/2016, 20:29
Zhork

—Jojo, jovencito, creo que los asuntos de la ciudad no son problema nuestro — exclamé, no iba a ser yo quien volviera a probar suerte y pasar otra larga jornada entre rejas —. Escúchame bien, en todas las ciudades hay corruptos. Sí, son la lacra de la sociedad, pero son como esos sucios goblins... por más que acabes con ellos, siempre aparece otro igual o más maloliente.

Le di una palmada, como animándole a pesar de mis palabras. La prisión no estaba hecha para mí, yo prefería el bullicio de las tabernas, y a eso iba cuando cogí mi mochila y eché ojo al lugar donde guardaba mi saquito de monedas... mi ahora inexistente saquito de monedas.

—¡Por las barbas de...! ¡Me han robado todo! ¡Ah! ¡No, No! ¡Por aquí no paso...! — miré de nuevo, y con cierto fulgor en los ojos, a Caedwir y luego a Rotryn.

No era el hecho de que me hubieran robado el oro lo que tanto me hacía enfadar, sino el saber que sin él no había hidromiel... ¡Argh! Seguro que los que los que habían metido mano habrían sido los soldados, pero a ellos no les culpaba... no... a los que culpaba eran a los que me habían hecho encerrar por tremenda injusticia. 

—Olvida todo lo que he dicho antes, jovencito. Limpiemos esa lacra, al menos todo lo más que podamos...

Cargando editor
19/09/2016, 03:41
Paso del Draco, día

Mientras conversáis junto a la puerta sobre qué hacer, un muchachito humano se os acerca. Es un niño de la calle: la expresión huraña y alerta, las ropas gastadas, los pies desnudos. Cuando llega hasta vosotros, os examina con atención, aunque no tarda en disipar sus dudas: un enano pelirrojo, un clérigo de Torm y un tipo con turbante y pinta siniestra. No sois un trío común, precisamente. El chico os entrega una nota.

Si aún quieren ayudar, reúnanse conmigo. Mismo lugar que el otro día. A mediodía.

I. S.

PD. Y esta vez no se metan en problemas.

El papel está doblado dos veces y no tiene sello ni más firma que esas dos letras: I y S. Cuando volvéis a mirar al chico, su mano sigue extendida hacia vosotros, como esperando algo.

Notas de juego

El chico quiere obviamente una propina. Si no le dais nada, se irá de malos modos.

Cargando editor
19/09/2016, 17:38
Zhork

Al leer la carta, solté un pequeño bufido...

—¡Pjé...! No meternos en problemas, como si fuera fácil...

En realidad, lo pensaba. Mis largos años como aventurero me decían que en el grupo en el que andaba metido, no meterse en problemas era una aventura de dimensiones antológicas. Pero, ¿de verdad era divertido vivir toda la vida sin la emoción de los problemas? ¡Na'!

—Chico — me quité uno de los zarcillos de plata que llevaba en la oreja —. ¿Sabes a quién le quité esto? A un nigromante en las lejanas tierras del oeste. Fue una batalla dura pero... ¡PLAZ! — di un puñetazo a la palma de mi mano izquierda —. Su rostro ya no lo merecía después del martillazo que le arreé, jojo — se lo tendí justo después —. Créeme, bien lo merece, así que cuídalo mejor de lo que lo hizo él. Quizá incluso tenga magia...

En realidad, la historia era toda una mentira... jojojo, pero le daba más valor emocional y épico aún a un simple objeto. Total, siempre podría revenderlo en cualquier mercado... era plata, así que se podría ganar unas buenas monedas con él.

Notas de juego

En la imagen, mi personaje sale con zarcillos en la oreja, así que... pues... lo he tomado como elemento narrativo, jaja. Si no lo ves correcto, avísame, director.

Cargando editor
20/09/2016, 14:51
Rotryn

El pequeño no tenía probablemente idea de lo que pasaba, y Rotryn lo entendió así.

Lo miro con cara de caridad, y, mirando su bolsa, le dijo al joven:

"Realmente no tenemos mucho mas que eso, acaban de asaltarnos dentro de esta... ...estancia" - dijo, aun con rencor, el tiflino.

Se movió junto a sus compañeros, eso si, fuera del alcance de oidos curiosos antes de decir esto.

"Esto no me huele tan mal como quedarnos parados cerca de acá, vamos..." - siguió diciendo.

 

Notas de juego

Eso, pues vamos!

Cargando editor
20/09/2016, 21:44
Caedwyr

Tras leer la nota, me quedo mirando taciturno hacia el fondo de la vía, y luego hacia el maldito lugar del que acabamos de salir.

—Mismo lugar ¿eh?...no me gusta el cariz que toma ésto.

Estaba a punto de pegarle un coscorrón al chavalín, por presuntuoso y y...chiquitajo, pero al observar la simpatía que les produce a mis amigos, dejo la mano en alto para acto seguido continuar con gracia el movimiento y rascarme mi hermosa y ahora grasienta melena.

—¡Pero adelante, por Torm, que hay que aferrarse a las segundas oportunidades!

Cargando editor
21/09/2016, 11:02
Paso del Draco, día

El muchachito coge el arillo de Zhork a la velocidad del rayo y se lo lleva a la boca, donde prueba su dureza con los dientes. Aún satisfecho con el pago, está claro que no se cree el cuento: la dura vida en la calle ha vuelto desconfiado al chico, a pesar de su corta edad, y el enano -recién salido de la cárcel y sin un meco, recordemos- no ha sonado muy convincente. En unos instantes, y soltándoos un «¡Gracias!» a la carrera, desaparece entre el gentío que cruza la Roca hacia la ciudad.

A alguno la nueva cita -que los tres entendisteis que era con Skoond y en los Tres Viejos Barriles- le genera ciertas reservas, pero finalmente decidís acudir: ¿qué es lo peor que os puede pasar?

- Tiradas (1)

Notas de juego

¡Me parece bien este invento, Zhork! Aunque parecen más arillos que zarcillos, ¿no?

Cargando editor
21/09/2016, 12:32
Extramuros, día

Os ponéis en camino, pero al poco, mientras estáis cruzando Canciones Gemelas, una mujer aparece entre gritos de emoción: ¡es la madre de Caedwyr! La mujer se arroja a los brazos de su hijo, deshaciéndose en llantos de alivio y gracias a los dioses, atrayendo sobre vosotros la atención de la gente circundante. Como tenéis algo de tiempo, Caedwyr charla con su madre hasta que consigue tranquilizarla. Antes de que os vayáis, la señora os consigue dar algo de dinero para que podáis acudir a vuestra cita.

El viaje hasta el lugar de la cita os supone cruzar prácticamente toda la ciudad. Primero, los arrabales, con su ajetreo, sus olores fuertes y sus ruidos, sus animales y carromatos, su pobreza y sus masas de gente. Esta vez Zhork y Rotryn pueden ver los muros de Pequeño Calimshan.

Notas de juego

La madre de Caedwyr os da dinero para que entréis en la ciudad. Como mínimo, os da 18 pc (+2 pc/persona por entrar, +1 pc/persona por salir, x3 personas, x2 veces -la Puerta del Basilisco y la puerta vieja-), pero querrá darle a Caedwyr hasta 12 pp, que permitiría a 1 persona mantenerse pobremente durante 6 días con lo justo. Caedwyr decide cuánto toma.

Cargando editor
21/09/2016, 13:41
Ciudad Baja, día

Una vez pasada la Puerta del Basilisco -donde efectivamente hay hombres cobrando el paso y debéis pagar para entrar, pero no veis a Thangol-, pasáis a la Ciudad Baja, con sus calles estrechas y empedradas, sus negocios, su febril actividad comercial. Aquí están la taberna La Canción Élfica y la posada La Espada y las Estrellas, de la cual Zhork y Rotryn aún conservan sus llaves. ¿Tendréis problemas por haber desaparecido con ellas? Al menos no dejasteis nada en las habitaciones.

Cargando editor
21/09/2016, 13:42
Ciudad Alta, día

Por último, y tras pagar y pasar por la vieja puerta -que da nombre a la ciudad y es la más antigua, pero claramente la menos impresionante y más deteriorada-, volvéis a pisar la Ciudad Alta: las calles aquí son amplias y limpias y los transeuntes son en general de condición más acomodada, pero sigue habiendo mucha gente y mucha actividad. Concretamente, llegáis al distrito de Templos, centro religioso, cultural e institucional de la ciudad, donde se haya la posada que buscáis.

No os cuesta encontrar el edificio, la verdad: se trata de la posada más grande de la Puerta, un auténtico palacio de cuatro plantas -dos de ellas de piedra-, con tejado de pizarra, situado en el lado mayor de una estrecha y alargada plaza rectangular. Su gran letrero, que representa tres barriles encadenados, cuelga de un alto mástil. Caedwyr podría deciros que es la posada más célebre de la Puerta (algo que a vosotros, Zhork y Rotryn, efectivamente os suena) y que tiene fama de ser una de las mejores posadas de la ciudad, con numerosos servicios y un trato magnífico, además de una de las más acogedoras y tolerantes, y un lugar de orden y decoro. De hecho, algunos dicen que es una de las mejores posadas de todo Faerûn, si no la mejor. También tiene fama de tener una bodega amplísima y excelente, especialmente en cuanto a vinos. Suele ser lugar de estancia de mercaderes pudientes y viajeros de buena condición, es decir, que sus precios no deben de ser baratos. Cuando la veis, la plaza está llena y una pareja de comerciantes está entrando por la puerta.

Notas de juego

Os he traído hasta la posada, pero si queréis deteneros, hacer algo especial o detallar lo que hacéis en alguno o varios de los lugares por los que pasáis -Canciones Gemelas, Pequeño Calimshan, la Puerta del Basilisco, La Espada y las Estrellas, La Canción Élfica, la puerta vieja (de Baldur) o cualquier otro sitio-, decídmelo.

Cargando editor
23/09/2016, 05:36
Rotryn

Al pasar por Canciones Gemelas, Rotryn no hizo mas que un gesto a la dama. No era maleducación, sino que por el contrario, la verla, de repente, volvió a su niñez, con sus padres, siempre preocupados por el.

No hizo comentario alguno, pero se sintió mas aliviado conforme avanzaba el viaje.

Rotryn no se veía en absoluto cómodo cuando pasaron luego por la Puerta del Basilisco.

Al ver la posada, Rotryn no puede mas que ir, y pedir perdón por no entregar las llaves, explicando a los dueños que sus posesiones habían sido confiscadas -- omitió el hecho de que algunas fueran robadas -- y, como la posada ya habia sido pagada antes, nuevamente ofreció disculpas para zanjar el asunto diplomáticamente.

Al llegar cerca de su destino, Rotryn empieza a inquietarse: el ruido de la gente acomodada al pasar lo pone intranquilo, y se siente un poco perseguido (pondrá atención a cada cosa durante el viaje, dejo tirada de percepción) y "siente" que los pueden estar siguiendo.

"Atentos"- dice el tiflino de repente- "ya llegamos".

- Tiradas (1)
Cargando editor
23/09/2016, 14:18
Zhork

Seamos sinceros, a Zhork eso de ver a la madre de Caedwyr echándose en los brazos de su hijo le enterneció un poco. ¡Ay! ¡Madres! Incluso aunque sus hijos fueran unos hombres hechos y derechos siempre se preocupaban... Y, bueno, cierto sentimiento de nostalgia invadió su pequeñito y rechoncho cuerpo.

En cuanto a tomar el dinero, ¡ni hablar! Con sumo respeto, negó a la mujer las monedas que le tendía. No porque no las necesitase, sino porque no podía permitirse aceptar dinero de una pobre mujer que probablemente también lo necesitara. Antes prefería tener que mendigar él que hacer pasar penurias a otra persona. En cualquier caso, dio gracias a la mujer con la mejor de todas las sonrisas posible, casi como si le hubiera ofrecido una jarra de hidromiel... ¡je! Si hubiera sido eso, otro gallo cantaría...

Por último, como su compañero, decidió devolver la llave de la posada y se disculpó una y mil veces por el retraso. Sin embargo, no explicó el por qué... a no ser que le insistieran en ello, y aún así contaría el por qué omitiendo ciertos detalles. Total, probablemente ya supieran qué había pasado... y si no era así, no iba a ser él quien promulgara que había pasado una buena temporada entre rejas.

Cuando al fin llegaron a la taberna, se sentó en su taburete, cogió una bocanada de aire, y exhaló con fuerza.

—¡Ah! Olor a taberna... ¡cuánto te he echado de menos! — exclamó —. Hum, espero que nuestro "amigo" nos invite a tomar algo... ¡sería descortés de su parte no hacerlo!

Sí, ahora se estaba arrepintiendo a medias de no haber aceptado el dinero de la madre del clérigo.

Cargando editor
23/09/2016, 17:15
Caedwyr

Decir «incómodo» es poco. Cuando veo aparecer a mi madre, me siento aliviado y a la vez consternado. He venido a la ciudad a adquirir la fama que me merezco, y sí, he conseguido fama, pero ahora la mujer que me trajo al mundo se ve obligada a ayudarme ella a mí, y no al revés.
Me abrazo con ella, ciertamente conmovido, y acepto las piezas de cobre que me ofrece, indispensables para entrar y salir de la ciudad, así como las de plata, por muy humillante que me parezca. Las necesitaremos para no empezar mal nuestro encuentro.

—No sabes cuanto te lo agradezco, madre —le tomo la mano con suavidad—. La vida a veces golpea duro, pero no te preocupes, volverás a ver a tu hijo en lo más alto, y cuando así sea, te resarciré por todo. 

Le digo también, en un susurro que solo escuche ella, que asuntos importantes me llaman de nuevo a la ciudad interior. Y que su hijo no tienen nada de lo que avergopnzarse pues ha sido honorable en todo momento.—La justicia verdadera triunfará —digo ahora en voz alta, aprovechando que una ráfaga de viento alborota elegantemente mis cabellos.

Considero la posibilidad de pedir ayuda a alguno de mis colegas clericales, pero decido que no es el momento. Demasiado deshonroso acudir a la puerta como un perro apaleado. Cuando mejore la situación, veremos.

Tras una penosa caminata (penosa por haber vuelto a recorrer el mismo camino de nuevo, ahora como villanos para algunos), llegamos al lugar de encuentro. Estoy un poco inseguro del resultado del encuentro, pues ahora nuestra imagen se ha deteriorado un tanto. Me arrimo conspirador a mis compañeros de penurias.

Espero que Imbralym nos haga salir pronto de dudas, aunque parecía un hombre altivo y no sé como nos recibirá ahora—Me encojo de hombros—. Da igual, estoy deseando ponerme manos a la obra, si acaso la tarea merece la pena.

—Tenemos solo unas pocas monedas— miro a Zhork—, así que creo que es mejor esperar a que aparezca nuestro amigo, para poder pedir algo y no parecer unos pordioseros.

Notas de juego

Conjuros que tengo ahora: Bless, Cure Wounds (2), Shield of Faith, Guiding Bolt, Burning Hands, Faerie Fire.

Cargando editor
23/09/2016, 22:24
Los Tres Viejos Barriles

¡Ah, sí! ¡Las monedas! Sí, Caedwyr: aceptaste el dinero de tu madre, pese a la opinión de Zhork y a tus propios sentimientos. Para tú consuelo, eso la dejó más tranquila y así le costó menos dejarte marchar. Podrás devolvérselo más adelante: en la Puerta, un clérigo -incluso uno menor- puede confiar en encontrar a alguien que pague por sus servicios. También lograste tranquilizarla con tus palabras. (...o eso al menos creyó Caedwyr, porque la señora más bien parecía resignada a que su hijo fuera un cabeza loca.) En cuanto a vosotros, Rotryn y Zhork, estáis bastante seguros de que no le caísteis muy bien a la señora.

Pero si conserváis las monedas también es porque, cuando visitasteis La Espada y las Estrellas, supisteis libraros de una buena. La cosa ocurrió nada más cruzar la puerta: al veros, Lorna -la empleada con la que habíais hablado- empezó a increparos, pues por vuestra culpa habían tenido que llamar a un cerrajero. ¡Estuvo a punto de llamar al Puño! Sólo la labia de Rotryn, con la ayuda de la campechanía y la buena relación de Zhork con el señor Maltasanta, consiguió primero calmarla y luego llegar a un acuerdo con ella: dos naves de plata por ambos. Eso os dejaría en paz con el establecimiento. También os permite pagar más adelante, si le dais vuestra palabra. Además, no tuvisteis que dar detalles sobre vuestra ausencia.

*          *          *

Pero dejemos eso atrás: ahora estáis en el distrito más importante de Puerta de Baldur, en una de las mejores posada de toda la Costa, para reuniros con un misterioso individuo que se ha tomado demasiadas molestias para veros. Rotryn no ha visto a nadie siguiéndoos, pero muchos os observan: tras cuatro días en la Roca, ni siquiera Caedwyr luce bien.

Mientras os acomodáis en la barra, contempláis el lugar. Pese a la impresión inicial de Zhork -anda muy necesitado, el pobre- el lugar no huele exactamente a taberna. Tampoco lo parece: sí, hay barra (a la derecha), taburetes, mesas, sillas, bebidas, comida, gente, charla, y un gran salón (a la izquierda, pasando una puerta) con animales disecados y tapices viejos en las paredes, pero... ¿¿Y el ambiente?? Salvo por vosotros y la oronda camarera, el bar está vacío, y el salón es tan grande y la gente que está comiendo en él, tan educada y tranquila, que no hay alboroto. Por si no es suficiente, en un cartel se lee: «Se echará a los escandalosos». Incluso tuvisteis que dejar vuestras armas en la portería. Los clientes parecen mercaderes extranjeros, vecinos pudientes y viajeros con recursos.

Aún estáis tomando nota del lugar cuando la camarera se acerca a vosotros.

Siganme —os dice amable y sonriente, pero incapaz de no fijarse en vuestras pintas—. El señor Skoond les está esperando.

La mujer os conduce al interior del salón, entre las mesas donde comen los clientes. La gente charla y come (la comida parece bastante sencilla, nada especialmente elaborado, y única: un guiso de pescado y legumbres), algunos sonrientes, otros más serios, pero todos relajados y despreocupados. Ahora que os fijáis, los muebles -las sillas, las mesas- parecen viejos, aunque confortables y bien cuidados, todos diferentes entre sí, como traídos durante años de numerosos sitios distintos. Varias chimeneas calientan la gran sala.

- Tiradas (2)

Notas de juego

Os deshacéis de las llaves. (Ya anotado.) Si pagáis a Lorna (-2 pp), indicádmelo.

Cargando editor
24/09/2016, 02:34
Imbralym Skoond

En una de las mesas, un hombre joven de aspecto sofisticado, con ropas caras y a la última moda, lee un pequeño y viejo libro sosteniéndolo con una mano mientras la otra descansa junto a una copa de metal, aburrido. Cuando os ve venir, Skoond -es él: Caedwyr lo reconoce- deja el libro a un lado y se apoya mano sobre mano en la mesa.

Empiezo a pensar que no pueden hacer nada a derechas —comenta despectivo—. ¿Dónde está el mestizo? ¿Y la elfa de piel gris? —Antes de que podáis responder, se gira hacia la camarera y pide comida (sin especificar) para cuatro—. Y otra copa de vino para mí.

La camarera termina de tomar nota* y se va. Cuando se va, os fijáis en dos hombretones de aspecto marcial que beben sin comer en una mesa cercana. No dejan de miraros.

Ignórenles: son amigos —os dice burlón pero sin sonreir.

Notas de juego

Podéis escribir libremente. ¿Qué queréis de beber?

Cargando editor
26/09/2016, 21:07
Zhork

¿Amigos? ¡Ya! Seguro que eran un grupo de guardaespaldas. No sé, pero no me fiaba de este tipo... la verdad es que no había comenzado bien con su primera opinión, pero si él nos iba a invitar a la comida (y a la hidromiel) pues no iba a ser yo quien se quejara.

Y eso fue lo que le pedí a la camarera. Una jarra de hidromiel, con muuuucha espuma. Me encantaba que mi barba quedara llena de espuma. Placeres de la vida que pocos sabían disfrutar.

—Pues... verá usted — comencé, a veces hablo demasiado rápido y sin pensar —, la elfa... que yo sigo pensando que es una drow, tomó camino por su cuenta. Ya sabe como son estos orejas picudas — hice un gesto con la mano de desdén —. Y el otro... estoy seguro de que podremos encontrarnos con él de nuevo. De todas formas, le puedo asegurar que en frente suya tiene a los tres mejores  del grupo. No encontrará a nadie como nosotros, se lo garantizo, jojojo.

Solté la carcajada mientras me palmeaba la enorme bola de fibras grasa que era mi barriga. Yo sí que sabía venderme bien... jojojo. Seguro que nos contrataba ipso facto después de mi verborrea.

Cargando editor
27/09/2016, 10:00
Caedwyr

«Ese tonitoooo», pienso al escuchar las palabras de nuestro anfitrión.

Miro a Skoond con la misma expresión que tendría un golem de piedra. Pero vamos a llevarnos bieeen, que es posible que sea nuestra mejor (y quizá última) oportunidad para meternos de lleno en los asuntos de la ciudad. Apenas le echo un vistazo a los matones ahí sentados.

—Escuche a mi amigo Zhork y no se fie de las apariencias, señor Skoond —le digo en tono serio, mientras me aliso la túnica—. Hemos tenido un desencuentro días atrás por toparnos con algún alma descarriada, pero somos los mismos que estábamos en la plaza el nefasto día de la caída del Duque.

Acepto la invitación de y me siento, echándole una mirada de complicidad a mis dos compañeros. Rotryn al menos parece tranquilo, dios lo quiera.

—Gracias por su amabilidad, yo aceptaré un poco de vino. Y ahora somos todo oídos… ¿qué se le ofrece?

Notas de juego

Pagamos a Lorna ¿no chicos?