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Asesinato en Puerta de Baldur

Aventura | 9. Falsos mendigos (SUSPENDIDA)

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05/02/2018, 19:10
Escondite de Aishël

La luz de la mañana se cuela por entre las tablas que bloquean la ventana y dibuja franjas en el polvoriento suelo de madera. Motas de polvo flotan en el aire. Tus pertrechos permanecen apoyados contra una mesa sucia y solitaria. No lejos de las franjas de luz, se ven las huellas de tus pies en el polvo y algunas gotas de tu sangre que conducen hasta la ventana por la que has entrado. Por suerte, el vidrio no estaba demasiado sucio y el corte no es profundo. Mientras te vendas el antebrazo con un trozo de trapo, rememoras la aventura de anoche.

*          *          *

Todo comenzó cuando te encontraste con Aldafein en ese sitio apestoso, el Infrasótano. Para evitar un linchamiento, volvía a estar disfrazado de mendigo, pero le reconociste nada más verle. Intrigada, te separaste de tus compañeros, que siguieron a la niña, y te sentaste con él. ¿Habrán conseguido tus socios lo que buscaban? ¿Tendrán ya información sobre ese Norold Duskler, el sospechoso que el duque Torlin os ordenó espiar?

Aldafein se sorprendió de verte en aquel sitio y rápidamente pasó a burlarse de tu nueva compañía (el «paladín bobalicón», el «enano apestoso», el «cornudo flacucho» y el «hin que se cree un mago», como los describió) y a preguntarte por tus avances. Fingió desinterés por tus respuestas, pero sabes que tomó buena nota de lo que le decías. Cuando le preguntaste que hacía allí, te explicó que estaba espiando a un hombre que probablemente tenía información sobre el asesinato del duque. Aquello te pareció una pista interesante para desentrañar quién está tratando de crear el caos en Puerta de Baldur. No confías plenamente en Aldafein, pero te fías de su juicio y te pareció que no te estaba engañando. Por eso, cuando Aldafein te invitó a ayudarle -su forma de pedirte ayuda-, aceptaste: el clérigo y los demás podían ocuparse de los recados a Escudoargénteo. Vuestro objetivo era un tal Olivett, de mediana edad, barba oscura y cerrada, pelo largo, complexión normal y ropas buenas, pero plebeyas. Un tendero. Según Aldafein había descubierto, Olivett había hablado con uno de los asesinos del Amplio la mañana del día del ataque. Le observasteis.

Cuando Caedwyr y los demás reaparecieron, les dijiste que simplemente que tenías que ocuparte de unos asuntos. No les necesitabas y sabías que Aldafein no aceptaría trabajar con ellos. Sin preguntas, quizás pensando que os reencontraríais por la noche en El Yelmo y la Capa, se fueron. Poco después, el tal Olivett también salió del Infrasótano, así que le seguisteis discretamente, cada uno por separado, para no perderle la pista. El objetivo era cazarle e interrogarle.

Al anochecer, Olivett se quedó sólo en su vivienda, en el arrabal de Puertanegra. Entonces, irrumpisteis en su casa. Tú ibas embozada y Aldafein sin su disfraz. El pobre diablo se meó literalmente de miedo. Le interrogasteis. Aldafein quiso torturarle, pero tú se lo impediste.

Lo que os contó Olivett fue lo siguiente: él conocía a uno de los asesinos, de nombre Riff, porque eran viejos amigos de juventud. Hacía muchos años que Olivett no sabía nada de Riff, que se había hecho mercenario y se había marchado de la ciudad. La mañana del día del ataque, se toparon por casualidad. Bajo la capa roída, Riff llevaba armas viejas, como si no estuviera pasando un buena etapa. Tenía un aspecto sucio y enfermizo, pero en buena forma. Tras insistirle, Olivett consiguió que Riff se tomara algo con él. Riff parecía muy nervioso, como esperando algo, pero ilusionado, y más ido que nunca, que ya era bastante. Según Olivett, Riff balbuceó cosas sobre que estaba al servicio de un hombre importante, de un elegido de los dioses, en una misión sagrada, y que algo estaba a punto de terminar. Alguien le había comido la cabeza. Aquello le dio a Olivett muy mala pinta, así que se despidió en cuanto pudo de su antiguo amigo y se largó del Amplio. Cuando se enteró del ataque, no tuvo ninguna duda de que Riff había participado en él.

Eso es todo lo que le habéis conseguido sacar a Olivett: no parece que sepa nada más. Para cuando terminasteis con Olivett ya era bien entrada la noche. Tú tienes habitación en El Yelmo y la Capa, pagada por el gobierno, pero Aldafein -por motivos que desconoces, o que entiendes demasiado bien- te convenció de que pasaras la noche en su escondite, cuya dirección ya conoces. Por algún motivo que sólo tú sabes, accediste y pasaste la noche en su escondite, una casa abandonada y destartalada en la Ciudad Baja. Al dormir allí, has entendido que eso es lo que necesitas: un escondite, un lugar donde sentirte cómoda en esta ciudad, donde estar sola con tus pensamientos, como en el bosque. Por eso, lo primero que has hecho esta mañana ha sido visitar la posada y recoger tus cosas. Para tu comodidad, tus compañeros dormían y no tuviste que hacer frente a sus preguntas.

*          *          *

Haces un último nudo a tu venda: la herida sanará sin problemas, si la atiendes. Desde luego, no te impedirá usar tus armas. Echas un vistazo alrededor. La habitación está sucia de polvo y basura, pero no ves ratas, ni huellas de otro ser vivo en años. Las ventanas, bloqueadas con tablones, impiden que entre mucha luz, pero también aislan el interior de miradas indiscretas. Quitando un par de armarios en la planta baja -bastante mugrienta- y en la primera, y la pequeña mesa donde has apoyado tus cosas, aquí, en el segundo piso, no hay más muebles en todo el edificio. En el ático, en su mitad trasera, hace tiempo que una sección del techo a dos aguas se vino abajo y las palomas se adueñaron de la estancia. En el callejón, pesados cajones olvidados bloquean la puerta. Si alguien quisiera entrar por ahí, tendría que dedicar un buen rato a apartar todo aquello. Tuviste que colarte en el ruinoso solar vecino, escalar la pared trasera del edificio y forzar una ventana para colarte dentro. Bastante privacidad, para estar dentro de las murallas.

¿Qué harás ahora, Aishël? ¿Te quedarás meditando en tu nuevo escondrijo o saldrás a la calle? ¿Darás una vuelta por la ciudad o te pondrás en marcha para tratar de resolver el complot que amenaza Puerta de Baldur? Y si es así, ¿cuál será tu siguiente paso? ¿Irás a contarle al duque Escudoargénteo tus avances? ¿Se los contarás a tus compañeros? ¿Y cómo encontrarás a tus compañeros? ¿Seguirán en la posada, donde les dejaste? ¡La aventura te aguarda, Aishël Dordienh! ¡Enfréntala o escóndete en tu bosque!

Notas de juego

¡Bienvenida a tu nueva base de operaciones, Aishël! Durante el último día, dejaste en la posada algunas cosas (tu mochila) para poder moverte sin tanto peso inútil y llamar menos la atención. Ahora tienes las cosas ahí, en tu escondite.

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06/02/2018, 21:18
Aishël

Sentada en el suelo miro a su alrededor, sin duda era un buen sitio, para estar sola, pensar y sobretodo descansar, sin tanto ruido, en la posada que muy gentilmente les había pagado el gobierno, se oían ruidos de borrachos y gente hasta altas horas de la noche, y era algo que a Aishël especialmente le molestaba para conciliar el sueño, en el bosque había siempre sonidos, pero eran ya casi para ella tranquilizadores y agradables.

Se sentía bien con Aldafein, no confiaba en él, era un drow, pero sabía que no le haría ningún mal y después de todo, estaba intentando ayudar, aunque a su manera. Sería bueno compartir esta información con sus actuales compañeros, estaban juntos en eso, les gustase o no, como había sacado esa información se lo guardaría para ella, no era asunto suyo.

Salio de su actual escondite, tal y como había entrado, era la forma mas segura y menos llamativa, buscaría en la posada a sus compañeros, si no estaban en ese momento en algún momento volverían y constatarían información.

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08/02/2018, 01:11
Ciudad Alta, día

De una calle a otra, te alejas del mugriento callejón de tu escondite -situado en la Ciudad Baja, en el barrio de Montonera, y no tardas mucho en desembocar en vías -especialmente a estas horas de la mañana- mucho más transitadas. Tu objetivo, la posada de El Yelmo y la Capa, se halla en la Ciudad Alta, así que sólo tienes que cruzar la muralla interior de la ciudad. Gracias al salvoconducto que te dio el duque, y a pesar de las miradas suspicaces de los guardias, cruzas la muralla por la puerta noble más cercana, evitando así el peaje que hay que pagar por atravesar la antigua Puerta de Baldur. Una vez en la Ciudad Alta, tus pasos te llevan a la plaza de la Gran Casa, y finalmente a la posada.

¿Sus companiegos? —te pregunta el dueño, Vendren, con su fortísimo acento de Cormyr—. Saliegon hase un gato. Puede que mi esposa sepa algo más. Un momento.

Al poco, Vendren reaparece en la recepción con su mujer, Halesta. Quitando a alguna criada, ella fue la única persona que te vio marcharte por la mañana con tus cosas.

¡Hola, queguida! —te saluda sonriente. No parece una alegría forzada: parece que le inspiras cierta simpatía.— Sus companiegos saliegon esta maniana, y me temo que no sé hacia dónde —lamenta, pero añade:— Salvo el enano: él me pgueguntó por la mansión de los Castgoveio. Puedo dagte las mismas indicasiones que le di a él.

Te explica que no han abandonado la posada, que sólo han salido. Contesta a tus preguntas y te da las indicaciones que le pides. Después:

Disculpe, queguida, pero tengo que pgueguntagle —te dice, antes de que te vayas—. ¿Quiegue que le guagdemos su habitación? Por nosotgos no hay pgoblema —añade, sonriéndote pícaramente—. Lo digo pogque vi que se ha ievado todas sus cosas.

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10/02/2018, 21:13
Aishël

Una vez llego a la posada y hablo con los dos dueños que ya conocía de las pasadas noches y días, pues solían ser ellos mismos los que los atendían, les sonrió, realmente eran una pareja muy agradable y atentos -No, muchas gracias, le agradezco que se ofrezca a guardármela, pero no sera necesario, tiene mas clientes- y saliendo por la puerta le guiño.

Muy agradecida por las indicaciones, se dirigió a donde suponía estarían sus compañeros.

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12/02/2018, 12:49
Ciudad Alta, día

Halesta y Vendren acepta tu renuncia a sus aposentos y se despiden de ti deseándote lo mejor.

¡Vuelva cuando quiega, especialmente a tomag algo! —dice la mujer mientras sales por la puerta.

Con las indicaciones de Halesta en la cabeza, te diriges a la mansión de los Castrovello. Tu camino te lleva a través de la Ciudad Alta, que puedes contemplar en todo su esplendor: la riqueza de sus edificios, los vivos colores, las bellas fuentes, las flores, el ambiente tranquilo, la ausencia de olores, las calles amplias y limpias… A esto último deben de contribuir unos agujeros que ves en varios lugares del pavimentado, por los que imaginas que el agua arrastra la suciedad. Grandes esferas de cristal blanco nublado, colocadas sobre postes, iluminan las noches con luz mágica, como faroles. Los soldados del Puño, los mercenarios de capas marrones y tabardos blancos que son el ejército de la Puerta y patrullan de la Ciudad Baja, están ausentes aquí, mientras que son omnipresentes los hombres de la Guardia, fácilmente identificables por sus ropajes acuartelados de rojo y negro. Por lo demás, por las calles caminan siervos, trabajadores y paseantes de clase alta.

Encuentras sin problema la mansión de los Castrovello, en el barrio de Mansiones, en el extremo suroeste de la Ciudad Alta. En este barrio, están las casonas más grandes y opulentas de la ciudad. La casa de los Castrovello, de hecho, es un enorme y antiguo palacio urbano de tres plantas. En sus soportales, trabajadores humanos y enanos se afanan de un lado a otro, como preparando algún tipo de acontecimiento. En la puerta principal, dos guardias humanos, vestidos de uniforme, controlan el trasiego de personas y mercancías. A tu espalda, al otro lado de la calle, una larguísima y alta tapia guarda la quinta del duque Escudoargénteo, tu patrón. No ves a Zhork por ningún lado.

Notas de juego

Informo de que no habéis estado días en la posada: llegasteis ayer. ;) ¡Pero sí, son muy majos! XD

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13/02/2018, 14:31
Aishël

Paseaba por aquella zona de Puerta de Baldur's , mirando con un poco de recelo las casas y lujos que hay en aquella parte ¿como pueden ser así? ¿no han visto las otras partes de la cuidad? ¿como puede haber tanta ignorancia? ¿tanto...? esta claro, poco les importa la clase media o baja, para ellos son escoria, que diferente es la cultura elfica en cuanto a ese aspecto. Mientras iba caminando, iba negando hablando en sus pensamientos.

Cuando llego a la parte de las enormes mansiones y casas, dejo de un lado sus pensamientos, tenia que estar atenta aunque no le costo demasiado encontrar la casa, un palacio de tres plantas era fácil de ver y parecían todos muy ocupados.

Se dirigió hacía los guardias, les preguntaría por sus compañeros -Disculpen, han visto a un vario pinto grupo de... un enano, un humano...- torció un poco el gesto.

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14/02/2018, 21:44
Ciudad Alta, día

¡Quién te iba a decir esta mañana, Zhork hijo de Tordek, que en el día de hoy te encontrarías con el viejo Gilak, amigo de tus padres y embajador de su patria perdida, que te revelaría las identidades de aquellos a los que tu padre culpaba de su desgracia, y que te daría su ayuda! ¡Vaya giro inesperado en tu vida! De nuevo en la calle, estás tratando de ordenar en tu mente todas las implicaciones de estos hechos, cuando ves, hablando con uno de los guardias que trataron de impedirte el acceso, un rostro conocido: ¡es Aishël, la elfa de tez extraña! ¿Recuerdas que Halesta os dijo hace un rato que la elfa había aparecido esta mañana, había cogido sus cosas y se había ido? Pues ahora está frente a ti, de pie, mirándote con expresión indescifrable.

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15/02/2018, 17:32
Ciudad Alta, día

¡Ay, generosa Aishël! Así es: los reinos de los hombres poco tienen que ver con el aparentemente simple pero complejísimo y antiguo mundo de los elfos, donde tanta dignidad tienen reyes y reinas como artesanos y guerreras, y todos trabajan en beneficio de todos. Al observar la opulencia de las calles de la Ciudad Alta, se te hace difícil creer que los nobles patricios se preocupen realmente de las necesidades de los artesanos y mercaderes de la Ciudad Baja, mucho menos de los desamparados que malviven en los arrabales. Con semejantes gobernantes -pues patricios son tres de los cuatro duques (todos, ahora que Adrian ha muerto) y la inmensa mayoría de los pares del Parlamento-, no es raro que los plebeyos burgueses reclamen un papel más importante en las decisiones de la ciudad-estado, ni que la gente de extramuros se sienta desatendida, como no es raro que alguien haya visto en este conflicto latente una oportunidad para debilitar Puerta de Baldur.

No hemos visto nada de eso por aquí —contesta con desdén, tras mirarte de arriba a abajo, uno de los guardias humanos a los que has interrogado.

No parece que vaya a decirte nada más, y quizás ya estás pensando en decirle algo más, cuando la puerta que están guardando se abre y ves salir por ella… ¡A Zhork, el enano! No lo acompaña nadie más, salvo una criada de la casa -igualmente enana-, de la que se despide. Vuestras miradas se cruzan.

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18/02/2018, 17:24
Zhork

La elfa, que todos decían que era elfa pero yo seguía pensando que era una drow. ¡Qué sorpresa! No sé si sería casualidad de la vida, o un encuentro provocado, pero solté una sonora carcajada al verla.

—Vaya, ¡qué ven mis ojos! jojo.

Hoy parecía ser un día de reencuentros. Y, aunque aún no me fiaba del todo de la elfa, no me parecía mal dedicar un tiempo a hablar con ella. Así pues, decidí acercarme hasta colocarme a su lado.

—¿Cómo estás? Pensaba que no te volvería a ver.

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20/02/2018, 14:17
Aishël

Con mala cara miro a los guardias cuando Zhork salio por la puerta ¿no lo habían visto? ¡¡un cuerno!! era bajito, pero imposible de no ver, era ancho como un roble.

Sonrió al enano y se dirigió hacia él, parecía que se alegraba de verla -Muy buenas maese Zhork ¿que tal os va por aquí?- miro a la enana -veo que haciendo amigos....- miro tras él -¿y los demás? igual deberíamos de contarnos nuestros progresos-

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21/02/2018, 20:02
Zhork

Solté otra sonora carcajada y me acaricié con calma la barba.

—Todo tan normal como siempre — le contesté —. Espero que a ti también te haya ido bien, jovencita.

En realidad, era posible que la elfa tuviera más edad que yo, pero el rostro suave y delicado de los elfos, ajeno al paso de los años, me hacían parecer que todos eran unos jovencitos que apenas alcanzaban lo que posiblemente fuera la treintena de edad humana.

—Sí, creo que tenemos mucho de lo que hablar — añadí finalmente —. Pero, por desgracia, desconozco ahora mismo dónde estarán esos muchachos. Tal vez deberíamos dar una vuelta por la ciudad, los encontraremos rápido en cuanto escuchemos jaleo... Esos chicos no saben estar ni un segundo sin meterse en problemas.

En ese momento, reí de nuevo y me di una palmada animada en la barriga.

—Y bien, ¿me acompañas a buscarles? ¿O tienes algo importante que hacer aquí?

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22/02/2018, 19:50
Aishël

Sonrió al enano, parecía bastante alegre, menos gruñón que cuando se fue -Los progresos han ido bastante bien, la verdad, y mis asuntos... están algo más resueltos, si no os importa contare los progresos cuando estemos todos para no repetirme. Si, iré con vos a buscarlos, igual se están refrescando en alguna taberna, por cierto ¿que hacíais vos en esa mansión solo, o no tan solo?- le dio un codacito.

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23/02/2018, 23:05
Zhork

Cuando dijo que quizás se estuvieran refrescando en alguna taberna, se me iluminaron los ojos al instante. Era una mezcla entre amor y odio. Amor por la idea de verme pronto dentro de una taberna, odio por la idea de que se estuvieran emborrachando sin mí.

—¡No hay tiempo que perder entonces, muchachita! jojo

Y comencé a avanzar, obviando sin darme cuenta su pregunta. No era por ser maleducado, pero hacerme a la idea de estar bebiendo alcohol era suficiente como para que mi cabeza no fuera capaz de procesar ninguna otra información.

Notas de juego

¡Avanzamos a alguna taberna pues!

Elfa con piel oscura y enano juntos yendo de tabernas, ¡qué pareja más curiosa! jaja.

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01/03/2018, 21:00
Ciudad Baja, día

¡Qué inesperadamente alegre reencuentro! No sólo es que tú, Zhork, te hayas mostrado encantador y ufano con la elfa objeto de tus sospechas, sino que tú, Aishël, también has respondido con sonrisas y buenas palabras. Sin duda parecéis viejos y buenos amigos y no dos personas únicamente unidas por una empresa común y poco recorrido juntas. ¡Estas sonrisas sólo pueden augurar una amistosa y fructífera relación entre vosotros!

Charlando de cosas intrascendentes, dejáis atrás la mansión de los Castrovello y os ponéis a buscar una taberna. Lamentablemente, la Ciudad Alta no ofrece muchas opciones, y los establecimientos públicos que encontráis no os resultan demasiado atractivos. La gente incluso os mira con desdén. La cosa cambia cuando, usando los salvoconductos de Escudoargénteo, cruzáis una de las puertas patricias de la muralla y pasáis a la Ciudad Baja. ¡Ay, amigos! ¡Qué aires tan diferentes! Menos encorsetados, más ruidosos y llenos de actividad, más abiertos, y de gentes más diversas en origen y condición. Igual que en la Ciudad Alta, seguís atrayendo miradas -sobre todo a ti, Aishël-, pero os sentís mucho menos observados.

Paseando por estas calles, una venta llama vuestra atención por su bullicio. En su cartel, una cerda está siendo cabalgada por un jabalí que os lanza una pícara sonrisa. Al entrar, veis, en el extremo opuesto al de la puerta, una gran arcada de piedra que da a una terraza cubierta por un toldo y ofrece una magnífica panorámica de la bahía, ladera abajo. La mitad izquierda de la estampa es un mar de arboladuras; la derecha, el amplio Chionthar, surcado por numerosos pesqueros y veleros mercantes, con el monumental Paso del Draco al fondo. Dispuestos entre las mesas, hay grandes braseros, ahora apagados. En el interior de la taberna, la charla y el olor de la comida en el fuego llenan el aire.

Sin señal aún de vuestros compañeros -cosa PARA NADA sorprendente, pues pueden estar en CUALQUIER lugar de la ciudad-, os sentáis a una mesa que un trío de elfos lunares acaba de dejar libre. Al verte, Aishël, los tres caballeros intercambian cuchicheos y te miran con extrañeza, diversión y picardía. En la mesa adyacente, unos mercaderes locales discuten.

¡...partido el lomo por la ciudad —exclama enfadado el calvo de bigotón y patillazas— para que esos vagos me prohíban vestir como me salga de los cojones!

—No tiene sentido, no tiene sentido… —se lamenta otro, más viejo, de pelo canoso—. Ponerse ahora a desempolvar leyes de los tiempos de los dragonesNo tiene sentido.

Sólo lo hacen para demostrar quién manda —tercia la vieja del moño—. ¿Para qué si no?

Por lo que conseguís entender, el Consejo y el Parlamento han decretado que la vuelta de ciertas antiguas leyes suntuarias según las cuales ciertos materiales y complementos (pieles, sedas, sombreros específicos, gemas y ornamentos mágicos) sólo pueden ser vestidos por la aristocracia urbana. No parece que a los burgueses, mercaderes, profesionales y grandes propietarios de condición plebeya el cambio les haga ninguna gracia.

Notas de juego

Versión corta: Encontráis una taberna. Está en el número 54 del último mapa que os he colgado en la escena de imágenes. Es bonita. Vuestros amigos no están en ella. (O K SORPERSA XD) ¿Qué hacéis?

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03/03/2018, 13:09
Zhork

Solamente con mirar el cartel de la taberna, ya sabía yo que aquí se vendería buen alcohol con el que emborracharse. Me había ganado por completo, aunque quizás a mi compañera no le hiciera tanta gracia.

Cuando entramos, observé a mi alrededor y... obviamente, no había ni rastro del resto del grupo. A saber dónde andaban metidos esos muchachos... Pero bueno, si no lo encontrábamos durante el día, ya al anochecer lo haríamos cuando volviéramos al luger en el que estábamos hospedados. No había prisa.

—Póngame una jarra de la mejor cerveza que tenga — le dije al tabernero tras coger asiento, luego miré a la elfa con una sonrisa algo malvada —. ¿Tú quieres otra? ¿O los elfos no bebéis alcohol?

Lo decía medio en broma, claro. Pero... hacía tiempo que no disfrutaba de la compañía de un elfo. A decir verdad, no era lo común. No porque a mí me importase la rivalidad existente entre elfos y enanos, que me importaba pero no tanto como para no compartir batallas y alcohol, sino porque no se solía dar el caso.

Finalmente, mientras esperaba mi bebida, puse algo de atención a la charla que había en el local.

—Vaya, parece que el ambiente está un poco caldeado hoy — le dije a la elfa con la discreción máxima como para que sólo me escuchara ella, aunque luego alcé la voz y me dirigí al grupo —. ¿Verdad? Son unos sinvergüenzas.

A veces, la mejor manera de enterarse de más cosas es agitando el avispero y dejando que las lenguas hablasen por sí solas. Años de experiencia en tabernas me habían servido para convertirme en experto del arte de sonsacar información de manera indirecta. Y no es que me interesase en demasía qué pasaba para que se prohibiese llevar prendas determinadas si no eras del estrato social adecuado, sino que ya era costumbre el inmiscuirme en charlas de taberna.

Notas de juego

¿Qué va a hacer Zhork? Beber, está claro, jajaja.

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04/03/2018, 20:15
Aishël

Se relajo un poco más, aunque parezca extraño, al pasar a la parte más baja de aquella cuidad, se sentía mucho más a gusto entre esa gente afanada en su quehaceres que en las partes altas.

Miro en cartel de la posada torciendo un poco el gesto, realmente era un poco de mal gusto ¿a quien se le ocurrió la genial idea de juntar un jabalí con un cerdo? en fin, no tenia mucho sentido pensar en eso, y realmente.... ¿que estaba haciendo? movió la cabeza a ambos lados para despejar esa idea absurda de su cabeza. No le extraño que aquel trío de elfos cuchicheasen y al mirasen, después de todo, parecía mas lunar que silvana, pero no hizo mucho caso.

Tomo asiento junto a el enano y le sonrió cuando pregunto si los elfos bebían -ciertamente no somos tan dados a la bebida como los enanos, pero sin duda si que bebemos, un vino especiado por favor- pidió -sin duda no competiría con vos en cuanto a bebida- luego miro al enano cuando le contó su impresión sobre lo caldeado del local por la conversación cercana, dejo al enano hacer, ella no tenia mucha practica en habar con lugareños y menos en sacar información de esa manera, quizás algo consiguiese él.

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07/03/2018, 11:50
Ciudad Baja, día

Mientras la rechoncha camarera se aleja a cumplir vuestro pedido, los dos más viejos vuelven sus miradas hacia vosotros y el calvo de bigotón y patillazas se da la vuelta, interesado por tu comentario, Zhork.

¡Efectivamente, unos sinv…! —exclama, satisfecho al verse apoyado, y se interrumpe al descubrir vuestro estrafalario aspecto—. Ehm… ejem… , unos sinvergüenzas, así es... —resuelve, intimidado, volviéndose de nuevo hacia su mesa.

Pero la señora del moño te ha estado examinando especialmente a ti, Aishël, y no parece haber acabado con vosotros.

Disculpe, señora… ¿No es usted...? —comienza titubeante, y su pregunta hace que el más joven se gire parcialmente de nuevo—. Sí, estoy casi segura. —Sonríe con sinceridad.— Usted es la guerrera que salvó a la gente en el Amplio, ¿no es así?

La mirada que te lanza, Zhork, revela que quizá te reconozca, pero no dice nada. Gente de las mesas cercanas se gira a veros y cuchichea. Sus dos compañeros os prestan toda su atención y se prodigan en agradecimientos. También se presentan: el calvo es Ronald y los viejos son Ethelbert y Nurvell. Nurvell y Ethelbert son pareja, y zapateros, y Ronald es maestro albañil. Los tres visten ropas bien cuidadas y bonitas, pero sin caer en la ostentación ni contravenir las leyes de las que hablaban.

¿Y de dónde son ustedes? —os pregunta Ethelbert cuando la camarera deja el vino y la cerveza que pedisteis sobre la mesa [1]. El hombre lleva el cabello gris corto y sin peinar.— Porque no son de aquí, ¿verdad?

Notas de juego

[1] Una jarra de cerveza: -4 pc. Un vaso de vino: -7 pc. (El manual vende el vino en picheles, a 1 por 2 pp, pero creo que no quieres tanto.) Os lo he descontado ya.

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08/03/2018, 14:13
Aishël

Empezó a removerse inquieta, ya la habían reconocido otra vez, y de nuevo la veían como una heroína, además no solo esa mesa, si no más de media taberna, miro a Zhork, igual el enano ya se había terminado la cerveza y podrían irse -No hice nada que no hubiese hecho cualquiera con mis posibilidades- dijo intentando quitarle importancia.

-Hemm... no, no somos de aquí- tampoco quería dar muchos detalles de lo que había pasado y porque no vivía en Silvanesti como los demás elfos, ni si quiera en enano lo sabía, y era una parte de su vida que realmente nadie tenia porque saber.

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08/03/2018, 19:46
Zhork

En el fondo, me sentí molesto de que recordaran a la elfa y no a mí. O al menos que decidieran hablar con ella en vez de conmigo. ¡Ya les vale! Yo también había salvado el Amplio... Enfurruñado, di un sorbo largo al vaso de cerverza, y luego miré a la elfa.

Jojo, parecía un poco nerviosa de haberse convertido en famosa, de hecho parecía querer huir de aquel lugar. No se me escapó la mirada suplicante, o así me lo pareció a mí al menos, que me echó. La entendía, a mí también me sorprendía haber pasado del anonimato absoluto a la fama en un pestañear.

—¡Bueno, bueno! — le di un codazo a la elfa y miré a la puerta —. El tiempo de descanso ha terminado. ¡Qué remedio! jojo. Tendremos que seguir con nuestro trabajo... Y no me supliques por que nos quedemos un poco más, que así es la vida del aventurero... novatilla.

Y le di un empujoncillo para sacarla del taburete y que empezara a andar, después de guiñarle un ojo de manera disimulada. Sabía que tenía que salvarla del apuro... ya me debería la próxima cerveza.

Adiós, taberna... ¡ha sido corta nuestra visita...!

Demasiado corta a decir verdad...

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09/03/2018, 14:07
Aishël

Agradeció mucho, muchísimo que el enano la sacase de allí y pudiesen huir sin mucho problema, sin duda le debería una al enano, igual lo podía saldar invitándole en otra ocasión donde no hubiese tanto curioso.

-Ufff, no me acostumbro a ser el centro de tantas miradas, gracias maese Zhork- realmente le gustaba pasar desapercibida, lamentablemente con su aspecto tan exótico no solía pasarle mucho -¿se le ocurre donde pueden estar nuestros "amigos"?- dijo mirando por la calle sin detenerse.