Partida Rol por web

El cielo se oscurece con densas nubes de tormenta al paso de la Serendipia justo cuando la fabulosa nave de combate avista los primeros picos del Cinturón de Piedra. Abajo, el Valle del Viento Helado aguarda mecido por un viento aullante que parece portar un presagio funesto.

El Profesor Zigresky alerta a la compañía de que efectuar el descenso más adelante puede resultar muy peligroso por la fuerza que están cobrando las corrientes de aire. El Stormhunter detecta con precisión una furiosa tormenta naciendo en el centro del valle advierte su desplazamiento hacia el noroeste. Bowerstone no se verá afectada, pero seguir volando en dirección a la tormenta no parece lo más prudente. Aconsejado por el gnomo-loco, el equipo decide afrontar la misión con gallardía y coraje: se lanzarán ahora en paracaídas y alcanzarán la ciudad con el despertar del alba.

Mientras se colocan los arneses, Ser Autumnshield organiza tres equipos: uno de reconocimiento, otro de vanguardia y un último equipo de apoyo. Todos parecen acatar las órdenes con estoicismo. Todos, excepto Comadreja, que pide abiertamente bajar asegurando que en la Serendipia no será de ninguna utilidad.

Por irónico que parezca, Bam Bam no cuestiona las órdenes de Efrain. Uno diría que una bestia parda como él pediría bajar a toda costa, pero cuando el paladín le pide que guarde su puesto en cubierta, el dracónido asiente. Más tarde, Chafee le preguntaría cómo pensaba bajar si Ser Autumnshield solicitaba refuerzos.

B.B. fue tajante.

-BAHAMUT DICE... AL IGUAL QUE NO ENSEÑAS A TU PADRE A HACER HIJOS... NO ENSEÑAS A VOLAR A UN DRAGÓN...

Enigmático, como siempre.

Nadie tuvo en cuenta que B.B. bajaría cuando su destino lo dictase. 

No antes.

No después.

Pendientes de la última decisión de Ser Autumshield en cuanto a la composición de los equipos, Zigresky alerta de la proximidad de la tormenta en el horizonte y los designados como equipo de reconocimiento se colocan sus respectivos arneses. La hora del salto ha llegado. Ahora es de verdad.

Zevran ajusta a Chafee en su pecho con el juego de cinturones de seguridad que pidió al Profesor. El dúo parece más cómico que nunca. El roedor parece ligeramente adormilado por efecto de una droga de diseño del gnomo-loco que ha denominado "biodramina". Muy útil para evitar mareos y vértigos. Su efecto secundario es que causa algo de somnolencia.

El alien dedica un saludo militar a Efrain y al resto de la compañía y da una palmada a Billy en el hombro, invitándole a hacer el salto junto a él.

Zev se alza sobre la regala de babor y mira hacia abajo sin miedo alguno, desafiando el peligro una vez más. El forajido vive para esos momentos en su vida. El resto del tiempo está desaprovechado para él. Alza las alas con cierta majestuosidad y cierra los ojos. Suerte que Chafee no se da cuenta de este último detalle. A continuación, Zevran inspira profundamente y se deja caer al vacío emulando al halcón.

Las máscaras que les ha dejado Zigresky son muy útiles para poder controlar el vuelo. De lo contrario, la furia del viento les impediría incluso abrir los ojos. La velocidad es adictiva para Zev, que siente su cuerpo temblar literalmente mientras cae en picado, los dientes de Chafee castañeando durante el descenso. Menos mal que le puso la máscara para evitar que se le dislocara la mandíbula...

El alien cambia entonces a la pose de la grulla, extendiendo sus brazos y convirtiéndose por un instante en un pájaro más, suspendido en el aire. Mira a su alrededor buscando a Billy, pero no lo encuentra. Zev saltó el primero. Y eso le encanta.

Deja escapar un alargado "¡KOBABUNGAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!" mientras desciende hasta el valle nevado. 

Me he amarrado el sombrero a una cuerda, con Harry dentro. Me disponía a darle indicaciones a Zev para que me siguiese en el descenso, pero el tío se lanzó con Chafee atado sin pensarlo. A la mierda la preparacion, qué sorpresa. Me dispongo a saltar tras ellos, no sin antes, lanzar un par de miradas, una a Comadreja deseándole suerte, y otra a Efrain, asintiendo conforme habíamos llegado a algún tipo de acuerdo en nuestra conversa privada. *

Como ya sabía lo que me esperaba, el descenso fué más divertido y agradable que la prueba. Aún así estaba preocupado por alcanzar a los dos locos que se habían tirado antes. Mantenía la postura del Halcón para ganar velocidad y tratar de alcanzarlos, pero parece que Zev estaba haciendo lo mismo, así que no había manera. A veces, podía distinguir entre las nubes, una motita al fondo que parecían ellos, me limité a seguir esas pistas. Andaba preocupado por cuánto me quedaba hasta llegar al suelo, así que cuando calculé que llevaba demasiado rato cayendo, empecé a reducir velocidad por si el suelo estaba más cerca de lo esperado.

Finalmente encontré suelo y dí gracias a mi precaución porque, efectivamente, estaba más cerca de lo previsto. Tras un par de aleteos Grulla-Halcón, trazé un rumbo de aterrizaje seguro y terminé tocando suelo. Cargado con mi banjo, mi flauta, mi nueva chaqueta y mi sombrero amarrado, toqué suelo con una pequeña carrerilla que terminé por frenar.

Miré a mi alrededor y Zev no estaba, sorpresa...

¿Qué estoy viendo?

- ¡ESTÁ BIEN, YA SABEIS TODOS LO QUE TENÉIS QUE HACER!- gritó Efrain a sus compañeros para hacerse oír por encima del rugir del viento. Aún se encontraban lejos de la tormenta pero a aquella altura y con las máscaras puestas se hacía difícil oirse- BUENA SUERTE Y ¡NOS VEMOS ALLÍ ABAJO!

La noche pasada hicieron prácticas con los paracaídas y pasaron un buen rato juntos, pero tras unas pocas horas de sueño el profesor les había despertado para indicarles que ya estaban cerca de su destino. Además, un revés en el tiempo meteorológico les iba a obligar a saltar antes de la cuenta. La idea no le gustaba demasiado ya que eso significaría que tampoco tendrían refuerzos durante un tiempo… pero no le quedaba otra que adaptarse.

Una mano en su brazo llamó su atención. Al seguirla con la mirada hasta su dueño pudo ver a Comadreja, quien estaba intentando decirle algo sin mucho éxito. Sin embargo, algo en la mirada de la joven ayudó a que el caballero se hiciera una idea de lo que querría. Miró a los demás para cerciorarse que habían entendido las normas y que tenían controlados los arneses de la extraña mochila que les permitiría bajar a tierra, a tiempo para ver cómo Zevran y Chafee saltaban al vacío. Billy les siguió a continuación y Efrain se despidió de él con un asentimiento de cabeza. Después hizo una señal a la joven rastreadora para que le acompañara un momento abajo, donde podrían hablar sin tener que gritarse.

- Dime, Comadreja. Ahí fuera apenas podía oírte…

Mikeala ya estaba en cubierta cuando todos salieron a prepararse para el salto. Con todo su equipo listo y bien amarrado para no perder nada durante el descenso. Se pusieron los arneses y el grupo de reconocimiento saltó primero.

-AL CARAJO!!- Sin pensarlo demasiado corrió por toda la cubierta hasta la borda de la Serindipia y salto con los brazos pegados al cuerpo bajando a altísima velocidad en caída libre. Al principio sintió pánico, con el lanzamiento de Bam Ban no habia caído tanto, pero luego la adrenalina se apoderó de la hechicera.....
-Ahhhhhhhhhhh te voy a alcanzar alien mutanteeeee!!!!- Gritó en vano pues con el ruido del viento era imposible escucharse. Mikeala bajaba rápido, pero Zevran también, en el momento que Zev adoptó la pose de la grulla, vio su oportunidad. 

Trató de hacerse más pequeña para tomar más velocidad y como una flecha pasó al costado de Zev. Inmediatamente abrió los brazos para frenar, pero la altura no era tanta... La caída no fue fatal, logró desacelerar lo suficiente, pero se llevó un buen susto y un golpe amortiguado por la nieve.

-Wooojuuuuuuu! Gritó mientras se sacudía la nieve, en ese momento Zev aterrizaba a su lado. Le dio un 1,2 de boxeo al alien en el hombro superior derecho y luego volvió a gritar mirando al cielo.

-Esto no lo tenías pensado cuando creaste mi personalidad cierto heee? heee?.... te sorprendí?- Ante la mirada atónita de Zev, Chafee y el recién llegado Billy, Mikeala recobró la compostura.

-Lo siento, es que al oírte hablar la otra noche de la 4ta pared me dejaste pensando. No sientes a veces que no eres nada?, solo un puñado de estadísticas en una hoja de papel, una marioneta que actúa según los deseos de un ser que no podemos ver?... tenía que sentirme libre de esas ataduras.-Pobre Mikeala, si supiera cuánta razón tiene.

Luego se acomodó el abrigo y descolgó el bastón de su espalda. Cuando bajen los demás, avanzamos

La verdad es que la madre superiora hubiese preferido dormir un poco más, en especial cuando tuvo que comprobar sus alrededores varias veces antes de recordar donde estaba. Por un momento pensó que de tanto beber había terminado en algún lugar perdido de la mano de los dioses. También notó un pequeño dolor de cabeza, desde luego podría haber sido mucho peor si hubiese bebido más.

Pese a todo, al reunirse con el resto, los gritos de Efrain hicieron que se llevase una mano a la cabeza junto a una mueca de molestia.

-Agradecería si pudieses bajar un poco. Ya sabes, cosas del beber...-

Le comentó previo a prepararse, acercándose junto al resto de los que iban a descender para ver como el alien se lanzaba como si nada seguido por Billy y Mikeala que también parecían bastante seguros de todo aquello.

En su mente seguía siendo una mala idea. Una muy mala idea. Esperaba no morir en el intento, pero de hacerlo se aseguraría de atormentar desde el más allá al chiflado que había ingeniado aquello. Pero por el momento tocaba bajar y sabía que si lo posponía terminaría por no hacerlo. Siendo así, y evitando pensar en ello demasiado, se lanzó tras los demás notando al instante el golpe del viento debido a la velocidad de caída.

Tal y como estaba bajar tan rápido la iba a dejar peor así que, al contrario que aquellos kamikazes, adoptó por descender con la pose de la grulla para hacer el descenso más ameno. Aquello le hizo aterrizar más tarde pero de una forma más segura y agradable para aquel momento. También se apresuró a quitarse aquel cachivache de encima esperando no tener que volar de nuevo en un buen tiempo.

-Espero que la comida de ese sitio al menos sea buena.-

Completado del aterrizaje de los primeros valientes, Chafee se sorprendió considerablemente con la reacción de la hechicera.

-Esto no lo tenías pensado cuando creaste mi personalidad cierto heee? heee?.... te sorprendí?- Ante la mirada atónita de Zev, Chafee y el recién llegado Billy, Mikeala recobró la compostura.

-Lo siento, es que al oírte hablar la otra noche de la 4ta pared me dejaste pensando. No sientes a veces que no eres nada?, solo un puñado de estadísticas en una hoja de papel, una marioneta que actúa según los deseos de un ser que no podemos ver?... tenía que sentirme libre de esas ataduras.

-De acuerdo. No sé qué estimulante ha consumido antes del descenso esta lady, pero quiero de esa mierda, Zev-, dijo el roedor rascándose el mentón mientras analizaba las pupilas dilatadas por la emoción. de Mikeala. -Parece muy fuerte...-.

Cuando la conversación derivó en la insoportable levedad del ser, Chafee lanzó un suspiro de hastío.

-Ya están hablando de la cuarta pared otra vez... Malditos filósofos metacríticos... Si existiese, ya la habría encontrado. No hay puerta secreta que se me escape-, dijo ajustándose sus gafas y encaminando sus pasos hacia Billy.

-Eh, Banjowy, buen aterrizaje. Me debes una conversación. No lo olvides. Los ratones tenemos buena memoria. Por eso somos muy buenos escapando de los laberintos-. Chafee guiñó un ojo con cierta malicia a Billy y miró al cielo. -¿Qué pasa aquí? ¿Dónde se ha metido el jefe?

-Lo siento, es que al oírte hablar la otra noche de la 4ta pared me dejaste pensando. No sientes a veces que no eres nada?, solo un puñado de estadísticas en una hoja de papel, una marioneta que actúa según los deseos de un ser que no podemos ver?... tenía que sentirme libre de esas ataduras.

Zevran abrió desmesuradamente sus dos orbes de obsidiana cuando Mikeala se dirigió a él con esa cercanía.

"Me ha tocado. Me ha hecho una two hit combo. Relájate, hermano. Controla el índice de dopamina. OUH MAMA".

El alien carraspeó y se acercó con su mejor pose de pavo real a Lady Edevane.

-Mademoiselle, jamás vi un Blondie Flash * surcar el cielo en un elegante picado como el que habéis trazado vos-, dijo con un depurado tono de galán mientras dedicaba una gentil reverencia a la hechicera.

-Coincido con vos. En mi caso, mi señora, siento que soy un puñado de notas musicales zumbando en la mente de un artista enfermizo, que nos deja salir al exterior en pequeños, efímeros momentos de su existencia, como retazos de muchas personalidades que afloran en esa mente hirviente de ideas. Rezo a las Siete Diosas de la Fortuna por no ser descartado... ¿No os habéis planteado que la ignorancia, el no ser conscientes de este sentimiento, quizás nos daría la felicidad?

El alien miró con profundidad a Mikeala. Literalmente. Sus ojos anegados en una absoluta negrura eran tan atrayentes como indescifrables.

-Excusez moi, mademoiselle... Lamento fatigaros con filosofía. Acudiré con mi equipo a ensayar la maniobra de distracción.

Zevran alzó cuatro pulgares con su habitual gesto jovial y repitió su reverencia a la hechicera. Acto seguido se retiró notando un nudo en el estómago.

"OUH MAMA".

Chafee se cruzó de brazos y dedicó una sonrisa pérfida a su colega.

-La filosofía vital no va a ayudarte con esa pava, hermano. Las de alta alcurnia no entienden tu jerga.

Alzó una manita lo más alto que pudo.

-Ella vuela aquí. Y tú vuelas aquí-, dijo bajando la zarpita hasta el suelo. -Asúmelo. ¿Tengo razón, o no, Billy?-.

Zevran no se tomó nada mal el comentario de Chafee.

-Mira, Chafee. Voy a contarte un secreto: la vida es una sucesión de fracasos en lo que lo único que importa es no perder el entusiasmo. Admítelo, tío. No pasa nada, hermano. Se dice y asunto solucionado: Estás celoso. Estás SALTY. Ella me ha tocado y me ha hablado. En privado. Single player. Y a ti no. Zev uno. Chafee cero coma... cero. Ouch. Hurts badly...

Zevran se acercó muy despacio a la orejota de su colega y de repente exclamó sin previo aviso.

-¡¡¡BOOM SHAGALAGA!!!

Menudo susto le dio a Chafee. El alien sacó su bajo -¿¡SE LO HABÍA TRAÍDO A LA MISIÓN!?- y encañonó metafóricamente a Billy con él.

-Eh, Will, The Thrill, dame todo tu funk, hermano. Propongo un show para entrar en esa aldea. ¿Vas a dejar a tu colega vendido? Va, Chaf, Will, atentos. Voy a daros el ritmo...

Zevran empezó a bailotear al tiempo que tocaba el bajo que había conseguido gracias a Stan y, ventajas de su biología, el funk sonaba realmente pegadizo en aquel instrumento.

-Aaaaalright, boys... Are you ready for the Plush Funk?!?!

- Dime, Comadreja. Ahí fuera apenas podía oírte…

La joven se acercó a Efrain y parecía visiblemente tensa.

-Con el debido respeto, Capitán, yo...-. Sus ojos no mantenían la vista fija en el caballero. Observaban a sus compañeros saltar al vacío y se escurrían por la tarima de cubierta ocultando un sentimiento profundo, algo que la motivaba a implicarse en aquella odisea.

-Señor, creo que debo bajar con usted. Aquí... Aquí no le soy de ninguna utilidad. Soy muy buena moviéndome por la zona...-. Tragó saliva. -Y soy buena rastreadora. Se lo aseguro. ¿Saldría de caza dejando a su mejor sabueso en la perrera?-, inquirió con un destello de astucia en la mirada.

Al fin mantuvo sus ojos parduzcos en los del paladín durante varios segundos y reunió el valor para cerrar su razonamiento.

-Antes dijo que soy su jefa de exploradores, ¿lo recuerda?-. Dejó una inteligente pausa para enfatizar su posición. -Déjeme acompañarle a explorar, Capitán.

Pudo reprimir a tiempo sus emociones y omitir dos palabras que habrían podido confundir al Caballero de Zodíaco.

Parece que todos habían aterrizado detrás mío. Me doy la vuelta y ahí estan, los dos hablando con Mikeala y ésta diciendo cosas de lo más extrañas. Desanudo mi sombrero para que Harry pueda sacar el hocico y respirar y me enfundo  bien en la chaqueta, pues hace bastante frío.

-Eh, Banjowy, buen aterrizaje. Me debes una conversación. No lo olvides. Los ratones tenemos buena memoria. Por eso somos muy buenos escapando de los laberintos-. Chafee guiñó un ojo con cierta malicia a Billy y miró al cielo.

 - ¿Y tu crees que es ahora el momento de hablar? ¿Enmedio de la misión? - Hago un gesto con la mano para que empecemos a avanzar. - Vamos dirección al pueblo a ver si allí hace menos frio, se me están helando los dedos. - Saco de mi bolsillo unos guantes que conservé de mi atuendo anterior, me los pongo y... Mierda, guantes sin dedos, claro. Los tenía así para poder tocar sin quitármelos.

-Eh, Will, The Thrill, dame todo tu funk, hermano. Propongo un show para entrar en esa aldea. ¿Vas a dejar a tu colega vendido? Va, Chaf, Will, atentos. Voy a daros el ritmo...

 Desenfundo mi banjo y empiezo a seguirle el ritmo pero sin dejar de andar. - Vamos Zeb, Chafee, cuando lleguemos haz tus bailes esos tan acrobáticos. Pero seguidme el juego, yo voy a llevar los ritmos y los tempos. - Miro a Mikeala sin mostrar mis ojos, escondidos bajo el ala del sombrero. - Lady Noble, ¿que va a hacer usted? ¿viene con nosotros o entrará por su cuenta?

El paladín observó fijamente a Comadreja sin quitarle ojo de encima. Reparó en que apenas le dirigía la mirada, como si le estuviera rehuyendo.

Lo que decía tenía todo el sentido a oídos del "capitán" pero tras la reunión de la noche anterior en la Sala de Guerra y el abrupto final que tuvo la parte de la joven, Efrain intuía que debía haber algo más: ¿Dónde estaba toda la pasión que había visto entonces? ¿Qué había pasado con su odio a los gigantes? 

Cuando terminó de hablar y durante unos segundos después, el caballero se limitó a observarla buscando bajo la máscara que le mostraba. Sin embargo, todo lo que había visto la noche anterior había desaparecido.

Aparentemente.

- Escuche, señorita…- suspiró al cabo, y miró hacia fuera donde sus compañeros seguían saltando.- He estado pensando en usted. Cuando la contraté lo hice con una doble intención: aprovecharme de sus dotes rastreadoras y salvarle la vida dándole una oportunidad aquí fuera. Sin embargo, anoche vi algo en usted... y me recordó demasiado a mí mismo.

Por primera vez, Efrain desvió la mirada de la joven. Dio unos pasos alrededor mirando el suelo, tratando de calmar la vorágine de recuerdos que había acudido a su mente invocados por lo vivido en Barovia. Se detuvo de espaldas a su interlocutora.

- Todos tenemos demonios, lo sé. Por suerte los míos están bien lejos de aquí… en su mayoría.- Volvió a girarse hacia ella, los ojos ligeramente más brillantes que antes.- Pero anoche pude sentir a los suyos. 

Calló unos segundos, observándola, dándole una oportunidad de hablar. Solo obtuvo un tenso silencio.

- Le aseguro, señorita, que no pretendía que reviviera sus pesadillas cuando le pedí que viniera. Y tampoco le pregunté nada sobre su pasado: es suyo y así debe ser. Sin embargo, la necesito capaz de luchar a mi lado y necesito poder confiar en usted. 

Se acercó de nuevo a ella, tanto que podían escuchar la respiración del otro.

- No es el momento de confesiones pero necesito saber algo. ¿Por qué quiere realmente bajar con nosotros? Si tiene intención de enfrentarse a algún fantasma personal, puede decirlo. Pero necesito saber si sus fantasmas la pondrán en peligro a usted, al grupo o a la misión- musitó casi en un susurro.

"Mierda... Puede leerme como si fuese un libro abierto...".

Comadreja tensó la mandíbula y su mirada descendió como un acto reflejo. Asentó los pies en el suelo para evitar temblar y sacudirse como un viejo sauce en mitad de la tormenta. Estaba apretando los dientes con demasiada fuerza. 

-Yo...-. Despacio, Comadreja cruzó los brazos, como si la embargara un frío que atravesara la piel y calase en los huesos hasta el tuétano. Alzó la vista y sus ojos parecían distintos, tristes, pero decididos.

-Capitán... Necesito bajar ahí. Necesito... Tsk-. Dejó escapar un gruñido, como si estuviese disgustada consigo misma por hablar de más o, quizás, por tener que suplicar. Cerró los ojos y bajó el rostro un instante. Guardó silencio unos segundos durante los cuales sólo el rugir de la tormenta que nacía en el horizonte frente a la Serendipia colmó el mutismo entre ambos. 

-Sólo me acompaña un fantasma, Capitán... Y no puede hacerme daño... Sólo... Sólo estoy en deuda. Una deuda que jamás podré pagar. En nada afecta a nuestro cometido aquí-. Cuando abrió los ojos, una lágrima manó por su mejilla. Esta vez, no apartó la vista de Efrain. -Sé por qué estoy aquí. Sé por qué Stedman me quería con usted-. Tragó saliva con dificultad. Otra lágrima descendió por su rostro juvenil. Con todo, su voz no se quebró. -Nací ahí abajo. Nací en el valle, Capitán. Soy una Caminante de la Tormenta*-, confesó con lentitud. -Le juro por mi vida que no tiene a nadie a bordo más fiable que yo, señor. Lléveme con usted... Y le guiaré hasta los gigantes que han raptado a su princesa-, zanjó mientras mantenía la mirada a Efrain, sin enjugarse las lágrimas.

Al cabo pareció muy incómoda. Miró a B.B., que estaba ayudando a Zigresky con las velas y, en un susurro, añadió:

-Nunca andan lejos, ¿sabe...? Los fantasmas... Siempre están con nosotros... Sólo podemos aprender a convivir con ellos...

Los fantasmas siempre los llevamos dentro. Igual que nuestros peores demonios, pensó Efrain.

La joven estaba siendo sincera, de ello no le cabía la menor duda. Sintió una punzada de dolor al ver las lágrimas correr por sus mejillas, más comprendía ese dolor: era de esos dolores que ayudaba a sanar. Sin embargo había una cosa en la que la rastreadora estaba equivocada. Muy equivocada. 

<<Todas las deudas se pueden pagar, de un modo u otro>>

Sacó un pañuelo blanco y suave y se lo tendió con disimulo para que pudiera secarse las lágrimas sin que los demás lo vieran. El caballero sonreía, más su mirada era firme.

- La creo, señorita. Pero solo le permitiré bajar con una condición: No se enfrente a sus fantasmas sola. Somos un equipo para todo, no solo para matar gigantes. Si necesita apoyo, consejo o simplente gritar su frustración, recuerde que tiene aliados.

Con la última palabra, la mano abierta de Efrain hizo un gesto hacia la cubierta, invitandola amablemente a iniciar la marcha y dando por concluída la conversación

- PROFESOR ZIGRESKY, PREPARE OTRO ARNÉS. LA SEÑORITA COMADREJA NOS ACOMPAÑARÁ A BOWERSTONE- gritó para que el ingeniero pudiera escuchar sus órdenes al llegar a cubierta.

Después se dirigió a la regala de babor, por donde ya habían saltado todos sus compañeros. Se ajustó bien la máscara, las correas de su vieja armadura y las del paracaídas. Dirigió una última mirada a Comadreja, que andaba ocupada peleándose con las correas de su arnés y le deseó mentalmente lo mejor…

… ¡Y saltó!

Efrain se dejó caer fuera del barco, como harían en otros lugares unos buzos más convencionales. Durante unos segundos, simplemente se dejó caer en picado. A pesar de la armadura y la máscara podía sentir el viento golpeando fuertemente. La visibilidad tampoco era buena ya que aún ni si quiera había amanecido. Sabía la dirección en la que estaba el poblado y dirigió su vertiginosa caída hacia allí, ganando terreno y velocidad hasta alcanzar la velocidad terminal.

¿Y si simplemente mantuviera los brazos pegados al cuerpo? Nadie se enteraría…, pensó mientras caía, incapaz de saber cuánto faltaba realmente para llegar al suelo. Entonces, algo dentro de él ardió y se revolvió, expandiendo dolor por todo su ser. ¿No quieres que muera? Me lo imaginaba, respondió a la orden silenciosa que había recibido. ¿Quién captaría más almas para ti entonces?

Alargó el dolor que le producía contrariar a su Patrón unos segundos más… y abrió las alas, adoptando la pose de la grulla. Y descubrió que era mucho más agradable de lo que había podido sentir durante la breve prueba de la noche anterior.

Hacía un poco que había dejado atrás las nubes y la fuerza del viento era mucho menor. El sol amenazaba con acabar con su destierro nocturno y el cielo empezaba a clarear por el este. Al fondo, siguiendo la dirección que había tomado durante su caída, podía distinguir tenuamente el perfil de una pequeña ciudad.

Bowerstone

Poco después, varios metros más abajo, vio con claridad a sus compañeros andando pesadamente sobre la nieve y manipuló su arnés para que le acercara hasta ellos, aterrizando a continuación tan suavemente como le permitió su escaso entrenamiento aviador. Por suerte, la nieve recién caída acudió para salvarle de una fractura o un estigma de por vida.

Recogió las alas como le habían enseñado y se quitó el arnés mientras el resto del grupo le daba alcance.

- ¿Todo bien?- les preguntó.- Entonces, ¡vamos!