Partida Rol por web

Podría decirse que la evacuación fue... algo improvisada.

Quiero decir, uno espera que cuando le tiendan una escala, le dejen al menos agarrarse a la misma con, digamos, una mano. 

No es mucho pedir, ¿no?

Al parecer, la épica que manaba indómita y salvaje por las venas de Bam Bam no terminaba de encajar con el concepto de evacuación. Al menos, no en un sentido ortodoxo. O plácido.

Diablos, Chafee casi sufre un infarto al creer que el navío iba a estrellarse contra su cabeza. La suya solamente, conviene matizar.

Por su parte, Zevran festejó la maniobra agarrándose con un espectacular salto a la escalerilla con uno de sus cuatro brazos -¡ESE MALDITO ALIENÍGENA TENÍA UN 50% MÁS DE POSIBILIDADES QUE EL RESTO!-.

Comadreja no dejó de encomendarse a Selune cuando logró agarrarse a la escala junto a Billy. El bardo podía dar fe de que a la joven aquella maniobra le parecía suicida como poco. No hablemos ya de Celestina, que tuvo el impulso de tostar una foresta -o a una comunidad de halflings- con el vuelo altamente obsceno y pecaminoso del faldón de su túnica mientras se agarraba a la escalera como buenamente podía. El recato debía imperar en toda sacerdotisa de bien, por supuesto.

Efrain pudo alcanzar a Mikeala a tiempo de agarrarse a tiempo a la última escala. Dudaba el paladín que Bam Bam hubiese repetido la maniobra para sacarles de allí sin estrellar el navío, así que con un viril -y galante- gesto caballeresco, enroscó su brazo izquierdo entorno a la cintura de avispa de la hechicera -más sagaz que nunca gracias a la diadema de Stan- y alargó su diestra para tomar la escala. Una extracción tan épica sólo estaba al alcance del Caballero del Zodíaco. Que el brazo le quemara horrores por el esfuerzo era una cuestión menor, claro. Además, jamás lo admitiría.

Por extraño que pareciese, estaban a salvo.

Por ahora...

Al alcanzar la cubierta de la Serendipia, a Chafee le habría gustado clamar algo como...

-"Aquella cubierta olía a victoria".

Pero en su lugar, el roedor no tuvo más remedio que reprimir una arcada y balbucear algo como...

-Ugh... Esta cubierta huele a potaje de hinojos... Un momento... Esta noche cenamos potaje de hinojos... What's going on?

Cuando vio el cuerpo inerte del profesor Zigresky atado a un cabo zarandeándose cual cometa al son del viento y a la Leona agarrándose a todos los cabos que podía con una lividez mortal enmarcando su rostro, Chafee lo tuvo claro. Ni tuvo que ponerse la fedora para extraer su conclusión.

-Vale. Zev, tangos abatidos...

Mikeala cruzó la mirada con Efraín cuando este la tomó de la cintura para subirla a la Serindipia y se sonrojó.
Ya en cubierta se solto fingiendo molestia

-No pudiste contener tu necesidad de salvar a la "princesa en peligro" cierto?... te informo que: primero, esto no es uno de esos trillados cuentos de ese bardo, del que todos hablan, creo que se llama Walt. Segundo, no soy una princesa y tercero. No estoy en peligro, puedo defenderme sola- En realidad, lo mas seguro es que Mikeala no podría haberse sostenido de la escalera, pero tenia que mantener las apariencias, en el fondo...... Muuuuuuy en el fondo.... Estaba agradecida.
Luego vió a Zigresky y a la leona. "Diablos, menos mal que eso no me pasó a mi. Que verguenza" -Estas demente B.B.? no podías aterrizar como un piloto normal?....Como si los gigantes, los espías gatos y el clima hostil no fuera ya suficiente peligro.

-Entonces? a las cuevas o a la fortaleza?... la verdad es que la curiosidad me invita a ir a las cuevas. La curiosidad mató al gato, pero el gato era Shaft, y ya esta muerto..... A menos que... Tenga 7 vidas y haya sido todo un engaño. Dijo en tono burlón. De nuevo, como con aquel sentimiento de no ser mas que un bloque de estadísticas, Si Mikeala supiera...

Si me dan unas horas puedo usar mi magia para intentar obtener mas información, pero necesito total y completa privacidad. Iré a mi camarote, no molesten por favor.

Se despidió de todos y se encerró

Mikeala corrió los muebles de la habitación, encendio una vela en el piso y se sentó frente a ella

señora de la intriga

maestra titiritera

La noche está oscura

y llena de terrores

la telaraña se cierra sobre mi

y necesito tu consejo

no me dejes ser la mosca

enséñame a ser la araña

Dame tu poder 

para estar delante de mis enemigos

y yo te daré el mio

para cumplir tus deseos.

Tras recitar esa pequeña estrofa, el fuego de la vela se tornó completamente negro y dejó de iluminar.

Ella estaba allí

El viento helado zarandeaba la capa del caballero con violencia mientras encaraba la vertiginosa maniobra de aproximación de la Serendipia. La oscuridad, solo rota por los continuos rayos relampagueando entre las oscuras nubes, convertía lo que debía ser un proceso sencillo en una misión imposible.

Efrain contó las escalas liberadas para recogerlos: cuatro, a penas suficientes para todos si no compartían, aunque estaba seguro que por el otro lado de la nave habría otras tantas. Por suerte el grupo se había repartido inconscientemente en parejas, preparadas para agarrarse a los cabos. Solo Celestina, Mikeala y él quedaban sin pareja, aunque confiaba en las capacidades de sus compañeras. 

Con todo, ver a la noble sola en mitad de la tormenta hizo arder una casi extinta llama en su interior. Sin pensar en ello demasiado, se acercó a ella y rodeó su cintura con su brazo izquierdo, tirando de ella contra sí hasta estar tan juntos que sus labios casi se rozaban.

- ¿La llevo a algún sitio, milady?- susurró en el oído de la hermosa hechicera, dejando que sus labios rozaran su fina piel al hablar y causando un agradable cosquilleo a ambos.

Jugándoselo todo a una carta (y con un previo calentamiento cerrando y abriendo con fuerza la mano derecha), el caballero aferró una escala al paso y salió despedido hacia el cielo sin soltar su trofeo, apretándola más firmemente contra su pecho y sintiendo el calor de su cuerpo tembloroso.

Una vez en cubierta, siguieron abrazados unos segundos disfrutando del momento… hasta que, de improviso, ella se liberó falsamente molesta.

- No se moleste, mi señora. Solo me agarré a usted por puro temor a caer. Ni se me pasaría por la cabeza rescatarla de nuevo- rió la broma, sintiendo aún su perfume al respirar.

- Bien, ¿Estamos todos? ¡Perfecto! Deberíamos ponernos a salvo de esta tormenta y reunirnos en la Sala de Guerra para comentar lo sucedido allí abajo y nuestros próximos pasos- gritó en general para hacerse oír por encima del viento. Miró a Mikeala marchándose a su camarote y a continuación le dijo a B.B.:

- ¡Muy buen rescate! Si señor…

La escapada fué un alivio en toda regla. Al agarrar a comadreja, fué la primera vez que tuve mi rostro tan cerca del suyo que podía distinguir todos los matices en el color de sus ojos, y no eran pocos. Me dediqué a contemplarlos durante todo el ascenso. Una vez arriba, quería tener un momento para ablar con ambas mujeres, con Celestina por un lado y con Comadreja por el otro.

Pero el capitán Escudo de Otoño nos quería en la sala de guerra, así que me dirigí hacia allí mientras contemplaba como Mikeala se encerraba en su cuarto. Algo en ella era extraño, no sabía decir, se comportaba de manera similar a como lo ha hecho siempre, pero algo había cambiado, igual que en Efrain. Deberé mantener los ojos abiertos y los oídos atentos porque veo que mi antiguo grupo de amigos no son los mismos.

Con esas reflexiones, se me ocurrió una genial y estúpida idea: debería escribir otra oda, o mejor un recital nuevo, para explicar toda esta aventura. Cuando tenga un instante me pondre con el banjo a componer, porque empiezan a venirme ideas de todo tipo a la mente.

De momento, pasamos a la sala de guerra. Mientras ayudo al profesorr Zigresky y a Laureena a limpiarse, pues estaban hasta arriba de papilla.

La Leona Roja se levantó con cierta dificultad cuando B.B. estabilizó la nave. Sin la ayuda de Billy habría quedado la duda de si podría mantenerse en pie ella sola.

-Loado sea Tyr... Qué vergüenza...-, se lamentó en voz baja mientras se llevaba una mano al estómago y comprobaba de un vistazo que su uniforme esta, por obra y gracia de un caprichoso dios del azar, inmaculado y en perfecto estado de revista. La mujer posó sus ojos glaucos en Billy e inclinó la cabeza en una comedida reverencia. -Gracias, señor Banjo... Hágame un favor: ayude al profesor, si es tan amable... Debo pensar una disculpa apropiada para el pobre gnomo...

Se apoyó en el mástil que soportaba la vela mayor e inspiró con fuerza. 

-Céntrate, Laureena... Puedes llegar a la Sala de Guerra... PUEDES HACERLO... Borra esa imagen de tu cabeza... Bórrala...-, pensaba la guerrera, curtida en mil batallas y ahora conocedora de una terrible vulnerabilidad: el timonel Bam Bam.

Pero olvidar la sopa de hinojos decorando la barba de Zigresky era, por necesidad, una imagen para el recuerdo.

y a continuación le dijo a B.B.:

- ¡Muy buen rescate! Si señor…

Por respuesta, Bam Bam alzó el pulgar, el retumbar de los truenos incapaz de silenciar sus carcajadas.

-BAHAMUT DICE... ESTA PEQUEÑA ESTÁ DESTINADA A GRANDES HAZAÑAS...-, clamó con palpable satisfacción. En los ojos del dracónido había un brillo singular, algunos -Chafee, mayormente- dirían que psicópata, pero cabía pensar que al actuar guiado por una conciencia superior, B.B. era, quizás en términos muy literales, el integrante del equipo más arrojado.

El titán dorado asintió ante la convocatoria de Efrain y activó el dispositivo "piloto automático", virguería concebida por el buen Zigresky para permitir el vuelo relajado del timonel. El gnomo-loco estaba en todo, había que reconocerlo.

-¡HOMBRECILLO!-, exclamó B.B. señalando a Efrain. Su portentosa voz resonó entre el bramar de la tormenta de la que aún persistía la furiosa lluvia. -¡DEBEMOS HABLAR! ¡ESTA NOCHE! ¡TÚ Y YO!-.

Por algún motivo, aquellas palabras hicieron sentir un escalofrío a Efrain.

No sabía por qué.

Con la ayuda de Comadreja, Billy logró recoger a Zigresky tirando del cabo al que estaba atado el gnomo, a buen seguro como medida de seguridad para evitar que con las maniobras de Bam Bam saliese volando por la popa.

Cuando el gnomo loco despertó -estaba inconsciente a buen seguro por un shock traumático-, comprobó el nivel de higiene de su frondosa barba azabache, pringada de restos de hinojos a medio digerir.

-¡DEMONIOS DEL INFIERRRRRRNO! ¡HE SUFRRRRRRIDO EN MI INDÓMITA BARRRRRRRBA LA MIRRRRRADA DEL RRRRREPULSIVO RRRRRRROSTRRRRRO DEL TERRRRRRRRR-RRRRRRRRORRRRRRRR!-. "Terror" era a buen seguro la palabra más enfática existente en gnómico. -¡¡¡EXIJO UNA DUCHA DE AGUA CALIENTE PARA LAVARRRRRR ESTA AFRRRRRRENTA CULINARRRRRRRIA!!!

Se incorporó muy digno y dio un par de cachetadas a Billy y a Comadreja.

-¡Grrrrrrracias, parrrrrrejita de tórrrrrrtolitos! ¡Les verrrré abajo! ¡Póngase a rrrrrresguarrrrrrdo de la torrrrrmenta!

Comadreja enrojeció ligeramente ante la mención del Profesor y carraspeó ligeramente.

-Ahem. Creo... Creo que me adelantaré e iré... a... Abajo. Sí. Ahora nos vemos, Billy-, dijo mirando fugazmente al bardo. 

No importaba demasiado la intensidad del fenómeno atmosférico adverso, los ojos de Comadreja seguían brillando con ese aire salvaje y animal.

Billy pudo notar un traicionero codazo en el muslo.

-Lo he visto, chico...-, dijo Chafee mostrando su sonrisa más taimada y jugueteando con las cejas con aire divertido.

El roedor observó cómo el galán de su colega de cuatro brazos ayudaba a incorporarse a Celestina. O mejor dicho: cómo le indicaba a la sacerdotisa que no le había visto nada de nada durante el ascenso.

-Parece que el jefe quiere charlar con nosotros abajo... Nnnng... Tengo hambre. ¿Habrá algo que queso en la cocina?-.

Se hizo un silencio incómodo en el que los ojos de Chafee entablaron contacto directo con los acusadores ojos del semielfo.

-Un roedor llamado McCheese que come queso. Lo llaman Destino, Billy-. Chafee se encogió de hombros y le silbó a Zevran. -¡Cabeza de pistacho! ¡Deja de ligar con la sacerdotisa callejera y vamos a saquear la despensa!

No existía habitación.

Sólo oscuridad.

Una negrura impenetrable, insondable. Un vacío que todo lo devoraba, sin dejar a Mikeala percibir horizonte alguno. 

Los dominios de la Tejedora eran comparables con el fondo de un interminable pozo. Sentada junto a la vela, la hechicera notó una sensación húmeda en sus piernas y un escalofrío recorrió su espinazo. El agua que impregnaba el suelo del Vacío era fría e invisible, pero de algún modo su murmullo era audible y su contacto perfectamente distinguible para Mikeala.

En aquel lugar inhóspito y opresivo, su corazón comenzó a latir con fuerza. La hechicera sintió una oleada de una extraña emoción, embargándola imparable y abrumadora al percibir un casi imperceptible hilo extenderse desde el dorso de su mano derecha hasta arriba, perdiéndose en la tiniebla circundante.

No era el único hilo. Otro manaba del dorso de su siniestra, blanca como el marfil, ascendiendo hasta perderse a su vista entre aquella penumbra hostil.

Se sintió observada por unos ojos verdes como la esmeralda, cargados de inteligencia y de algo más, algo difícil de identificar.

¿Maldad? Pudiera ser...

La Tejedora empleaba muchas manifestaciones, pero una de sus favoritas era el de una mujer humana alta de piel pálida como la leche y melena negra como la brea. Siguiendo el estándar humano, la Tejedora era un ejemplar de hembra humana muy agraciada, de silueta sinuosa y rasgos esculpidos por la magia, realzando una belleza que tenía mucho de sobrenatural. Vestía con una oscura túnica desgastada y harapienta que dejaba ciertos sectores estratégicos de su fisonomía femenina a la imaginación.

-Mikeala Edevane-, dijo con voz profunda y sugerente emergiendo de entre las sombras con caminar elegante de sus pies descalzos. -No sueles invocarme sin buenos motivos...-, comentó esbozando una sonrisa peligrosa. -...Espero por tu bien que esta no sea excepción.

Alargó un esbelto brazo cetrino, más propio de un cadáver. Su índice acarició el labio inferior de la hechicera por un breve instante. Luego, Mikeala sintió un ligero y sutil tirón de la nuca que la obligó a alzar la mirada hasta la Tejedora.

Aquellos enigmáticos ojos verdes seguían despertando sincero temor en la hechicera.

-Habla.

Efrain fue, obviamente, el primero en llegar a la sala de guerra. La evaluó un instante y decidió que necesitaría algo más de luz, así que dio más gas a las lámparas. Después extendió sobre la mesa el mapa que les había entregado el difunto Shaft y colocó a su lado el mapa de navegación de la zona.

Cuando acabó los preparativos, se sentó frente al extremo más alejado de la mesa y esperó. No tardaron en comenzar a llegar los miembros del equipo, algunos más enteros que otros. Echó en falta la presencia de Mikeala y de Zigresky pero no le dio mayor importancia.

- Por favor, tomen asiento…- indicó señalando las sillas colocadas alrededor de la mesa.- Bam Bam, tu no es necesario que te sientes si no quieres, no hay sillas de tu tamaño- explicó.

- Bien, el motivo de esta reunión es explicar a la soldado Laureena y a Bam Bam lo acontecido en Bowerstone y decidir el mejor rumbo de acción a tomar- empezó una vez todos se hubieron sentado y guardado silencio.

- Para no alargar la reunión más de la cuenta, les haré un resumen: 

>> Al llegar al pueblo nos lo encontramos completamente arrasado, como si les hubieran parado por encima un ejército de gigantes. Había un único superviviente, empero: nuestro informante Killen Shaft, un tabaxi que resultó ser un espía doble que trabajaba para el señor Stedman y para alguién que, desde la sombra, está manejando los hilos de todo este asulto. No sabemos la identidad de esa otra persona y el espía decidió suicidarse antes que contárnoslo, pero sospecho que la mente maestra que se oculta tras los sucesos es el señor Donaldson, por los siguientes motivos que paso a relatar.- Les explicó, en pocas palabras, los hechos que le llevaban a pensar en esa identidad.

- Lo que no tenemos ni remotamente claro es qué pretende con todo esto, solo sabemos que su intención era llevarnos hasta aquí- se levantó de la silla y señaló el mapa de Shaft, justo en la zona de las cavernas.- ¿Por qué? No lo sabemos. ¿Es una trampa? No lo sabemos. ¿Nos necesita para su propia misión? No lo sabemos. ¿Tienen realmente los gigantes a la princesa Megania? No lo sabemos…

>> Personalmente, no creo que los gigantes tengan realmente a la princesa y, si la tienen, debe ser solo para guardarla para el señor Equis. Pero, ¿por qué?- se encogió de hombros.- Como ven, tenemos demasiadas preguntas y muy pocas respuestas. Con todo, una cosa parece cierta: el señor Equis tampoco nos quiere muertos. Al menos no por ahora, ya que las instrucciones de Shaft eran llevarnos hasta allí, no envenenarnos, emboscarnos o cualquier otra forma de atentado. Sí, es cierto que la cueva puede ser una trampa mortal, pero si sabía quiénes éramos desde hace tanto tiempo, podría haber ingeniado mil formas diferentes de acabar con nosotros antes de que llegáramos hasta aquí. Por eso necesito que expongan sus opiniones al respecto. Quiero que me digan lo que piensan sin temor a quedar en ridículo o a ser reprendidos. Necesito ideas, todas las que tengan, para poder tomar la mejor decisión.

>> ¿Quién empieza?

Ver como la nave casi se estrellaba no le agradó en demasía pues lo último que necesitaba es tener que irse a pata de vuelta a la ciudad. Aunque claro, otra cosa era si la nave no les caía encima y entonces si que no tendría motivos para quejarse. No en vida al menos.

Cuando las cuerdas bajaron agarró una de estas, tirando un par de veces para asegurarse de que era segura y no iba a caerse a la primera de cambio. No obstante tener que subir por esta hasta allí arriba era algo que estaba hecho para guerreros, montañeros, gente de campo... No para alguien que se pasaba el día sentada viendo a otros trabajar como quien ve las obras una vez alcanzada la vejez. Por ello no tardó en alzar la voz.

-¡A ver si Bahamut me echa una mano y sube la cuerda por mi como muestra de su gran fuerza!-

Con esto buscó jugar con la mente simple del draconiano para que subiese la cuerda y ella solo tuviese que mantenerse agarrada.

Una vez arriba observó el desastroso panorama con una mueca de desagrado.

-Sois peores que los niños del monasterio.-

Sentenció apartando la mirada para no tener que ver todo aquello además que aquel comentario de Mikeala le llamó la atención.

pero el gato era Shaft, y ya esta muerto..... A menos que... Tenga 7 vidas y haya sido todo un engaño.

-Si ese malnacido que se atrevió a escupirme en un ojo sigue vivo te garantizo que le arrancaré sus peludos cojones y se los haré comer antes de empalarlo en una hoguera.-

¿Vengativa? ¿Castigos desproporcionados? Nah. En absoluto.

Con aquello dicho se dispuso a seguir a Efrain y el resto al Salón de Guerra.

-Aquí hay dos opciones. O aceptamos que hemos pisado mierda y ya que estamos metemos la pierna entera, o volvemos y le decimos al cara hojalata que aquí algo huele mal. Eso o le enviamos un mensaje mental, aunque me va a llevar un rato prepararlo si Mikeala no lo tiene a mano.-

Aun no había tomado asiento, de hecho se puso a buscar un poco de agua. No, no esa aguardiente, agua de toda la vida. Ya habría tiempo de seguir castigando su hígado y riñones.

-Pero como le comentaba antes aquí a nuestro querido compañero recién conocido Billy... Ya que tenemos los gigantes a tiro vamos a partirles la cara. Por si acaso. ¿Que tienen a la princesa? Perfecto, dos pájaros de un tiro. ¿Que no la tienen? Mejor todavía, así ya van calientes a casa y con el aviso de no meter las narices donde no deben.-

Todo aquello fue comentado como si fuese un plan del día a día, algo trivial que se podía hacer en cualquier momento.

-Ahora bien, ya que van a entrar en los túneles... Podríamos derribar estos para aplastarlos dentro y, de paso, ahorrarnos el problema de alguna posible trampa o emboscada en los mismos. Y hablando de destrucción, ¿este cacharro flotante tiene cañones o algo así? Quiero ver como esa montaña vuela por los aires con esos soplatormentas bajo ella.-

Dio un trago a su vaso de agua tras servirse, haciendo un gesto con la cabeza como si estuviese preguntando que quien se apuntaba a aquello.

>> Personalmente, no creo que los gigantes tengan realmente a la princesa y, si la tienen, debe ser solo para guardarla para el señor Equis. Pero, ¿por qué?- se encogió de hombros.

-Ahora todo encaja... Equis Donaldson...-. Zevran se dio unos golpecitos en la sien, como si así estimulase el proceso deductivo. Acto seguido miró a Chafee y chasqueó los dedos.

-Ya lo tengo... ¡Es una venganza por el nombre que le dieron sus padres! Quiero decir... Piénsalo, Chafee. Uno no llama a su hijo Equis y se queda tan pancho. ¿Tú lo harías? Yo sabría que he creado un monstruo. Una bomba de relojería andante. Sería algo así como el caso de los padres del Doctor Doom. Tú llamas a tu hijo Víctor Von Doom y piensas que va a ser un maldito hippie activista por los derechos de los delfines de la Costa de la Espada, ¿verdad? ¡Va a ser un maldito terrorista internacional!

Chafee asintió con gesto melancólico mientras degustaba un trozo de queso fresco que había hurtado de la cocina. 

Al parecer, nadie reparó en que se lo estaba merendando de forma descarada.

ASÍ DE SIGILOSO ERA CHAFEE.

-Dímelo a mí. Nunca debí llamar Felpudo McCheese a mi primogénito... Ahora se ofrece una recompensa muy jugosa por él y se le busca Muerto o Muy Muerto. Aaaaah... Cría rateros y se jalarán tu queso.

La Leona Roja, ligeramente repuesta tras la vomitona aérea, prestó atención a la exposición de Ser Autumnshield. Sólo intervino al final, poniéndose en pie y asegurando su mano en el respaldo de la silla para no caer fruto de los mareos que aún la asaltaban.

-A juzgar por su relato, creo que la fortaleza de esos gigantes puede estar situada en este área, Ser-. Marcó con su dedo enguantado una zona montañosa que el mapa advertía como bastante peligrosa y escarpada. El área distaba varias millas del acceso al complejo de cuevas cuya existencia había revelado Shaft.

-La idea de realizar un asalto aéreo con artillería pesada...-, miró de soslayo a Celestina. -Ni siquiera sé si tenemos cañones, madre-.

Pero las dudas habían de ser disipadas, puesto que en ese instante apareció...

Laureena se tapó los ojos y enrojeció visiblemente. Comadreja tuvo que taparse la boca con disimulo para no soltar una carcajada. Chafee alzó sus anteojos para comprobar si lo que estaba viendo era cierto o no.

Ataviado únicamente con una toalla anudada en su cintura, luciendo de modo desconcertante -y a la vez enigmático- sus lentes verdes y sus guantes elásticos y chasqueantes, allí estaba él.

El Profesor.

-¡ME ALEGRRRRRA PRRRRRROFUNDAMENTE QUE SE CUESTIONEN SI LA SERRRRENDIPIA POSEE ARRRRRTILLERRRRRRÍA PESADA! ¡PORRRRRQUE DE HECHO POSEE OCHO CAÑONES EN LA BODEGA, DISPUESTOS PARA BOMBARRRRRDEARRRRRR A TODO BICHO VIVIENTE ALLÁ ABAJO, MÁS DOCE CULEBRRRRRINAS EN CUBIERRRRRRTA, DESPLEGABLES EN CASO DE NECESIDAD PARA SOFOCARRRR POSIBLES ABORRRRRDAJES!-, bramó como si se tratase del mismísimo B.B.

Esbozó su mejor sonrisa psicópata y alzó un dedo matizador.

-En otrrrras palabrrrrras... El asalto aérrrrreo... Es posible.